domingo, 5 de enero de 2025

Los errores de Karl Rahner: el magisterio de la Iglesia (1/3)

La confirmación y la dogmatización de las verdades de fe no radica en el individual Obispo ni en el entero cuerpo episcopal como tal, sino en el Papa mismo, o bien en el cuerpo episcopal (por ejemplo en el Concilio), pero con el Papa y bajo el Papa. Así también, por cuanto respecta a la condena de los errores doctrinales: un Obispo puede condenar aquello que él considera ser un error doctrinal o evitar intervenir y condenar un error. Pero en esto él no es infalible. Por el contrario, una condena pontificia de una herejía, ya sea hecha personalmente por el Papa o mediante el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, es ciertamente infalible.

La potestad magisterial del Papa no promana del colegio episcopal
   
----------Indudablemente una función del sacerdocio, junto con la de la administración de los sacramentos, es la función de la enseñanza de la Palabra de Dios. Ya hemos visto, tratando de la concepción rahneriana del dogma, cómo Rahner pone al dogma en relación con el magisterio de la Iglesia; ahora veamos cómo Rahner entiende el Magisterio en sí mismo, cómo entiende su objeto, sus funciones, sus fundamentos, sus propósitos, y sus límites.
----------En primer lugar, Rahner sostiene que "la norma del Magisterio solamente puede ser la Escritura" (Curso fundamental, op.cit., pp. 421-422). Así se explica la desenvoltura con la cual Rahner en muchas ocasiones se pone en contraste con documentos de la Tradición de los Padres, de los Doctores y de los Concilios.
----------Un punto sobre el cual insiste Rahner es que el Magisterio representa e interpreta la misma infalibilidad de la fe de la Iglesia. Y esto es indudablemente cierto. Pero el hecho es que Rahner asume acerca de este delicado punto una posición exagerada y unilateral que le impide ver todos los aspectos de la verdad, por lo cual, al final de su elaboración, cae en el error. Rahner afirma, en efecto, en primer lugar, que "el Magisterio proviene de la Iglesia de los creyentes" (Nuevos ensayos, vol. IV, p.414). "El poder de enseñanza, su legitimidad y su eficacia ('infalibilidad') derivan de la Iglesia como totalidad" (ibid., p.415).
----------Por lo tanto, también la autoridad magisterial del Papa deriva de la Iglesia: "El Papa es quien detenta el poder pleno y supremo en la Iglesia, en cuanto que lo posee a través de una participación, una concesión, o alguna otra forma de transmisión por parte del episcopado universal y del concilio [...]. Ya esta reflexión demuestra cuál es el peligro que se oculta para el papado mismo en el presupuesto de la opinión, la cual pretende que la suprema potestad del episcopado universal y del concilio emanen del poder del Papa" (Nuevos ensayos, vol. III, op.cit., pp. 457-458). "La autoridad magisterial del Papa debe realmente derivar por lo menos de la activa autoridad magisterial de la Iglesia considerada en su totalidad" (Nuevos ensayos, vol. IV, op.cit., p.413).
----------Respecto al anterior pasaje rahneriano, hago ante todo la observación de que la infalibilidad del Magisterio es cosa distinta de la eficacia del mismo Magisterio. La infalibilidad concierne a la verdad de los contenidos de fe que el Magisterio ("Iglesia docente") enseña a toda la Iglesia ("Iglesia discente"); la eficacia concierne al influjo efectivo que tal enseñanza tiene en los fieles y en el mundo.
----------El Magisterio es infalible independientemente de la eficacia o no, más o menos amplia, que pueda tener su enseñanza. Cristo ciertamente ha prometido al Magisterio una eficacia universal y durable, hasta el fin del mundo. Pero, como demuestra la historia de la Iglesia y sobre todo la Iglesia contemporánea (el rahnerismo de ello es un ejemplo), el Magisterio puede permanecer no escuchado o malentendido también por muchos que se llaman o son llamados "católicos"; pero no por eso es falso cuanto el Magisterio enseña.
----------El confundir la verdad con la eficacia es consecuencia directa de la gnoseología rahneriana, de perfil idealista-heideggeriano, que confunde el intelecto con la voluntad, por lo cual la verdad no está dada por la adecuación del intelecto a lo real y por tanto por la comunicación conceptual-verbal de tal conformidad a lo real, independientemente de la escucha o de la acogida o de la recepción que tal comunicación tiene en el destinatario del mensaje, sino que consiste en cambio en el obtener éxito con oportunos expedientes, incluso con el engaño y la violencia, cualquiera que sea el contenido del mensaje, no importa si conforme o no conforme a lo real, también porque para el idealista la verdad no es conformidad con una realidad externa, sino con el propio yo ("trascendental", naturalmente).
----------En segundo lugar, hago la observación de que la Iglesia, ciertamente, como reafirma el Concilio (Lumen gentium, n.25), es infalible en el creer, pero el Magisterio de la Iglesia no se identifica sic et simpliciter con el conocimiento del Evangelio poseído por el Pueblo de Dios o por el conjunto de todos los fieles. Infalibilidad en el creer no quiere decir todavía infalibilidad en el enseñar la doctrina de la fe, o sea, ese depósito revelado que Cristo ha confiado a los Apóstoles y a sus sucesores los Obispos bajo la guía del Sucesor de Pedro.
----------Todo sincero fiel, laico o religioso o sacerdote, diácono, presbítero, Obispo, Cardenal o Papa, cuando recitan el Símbolo de la Fe, son todos parejamente infalibles en el creer a Cristo. Pero el enseñar fielmente, infaliblemente, oficialmente y públicamente a todo el mundo hasta el fin de los tiempos los contenidos de la revelación divina, esto es oficio solamente del Magisterio, en cuanto compuesto por el episcopado unido al Papa. Y este colegio sacerdotal constituye aquella que tradicionalmente se llama "Iglesia docente".
----------Iglesia docente por tanto no se refiere a una cualquiera enseñanza religiosa o teológica o cristiana, sino que se refiere a la enseñanza de la doctrina de la fe, de las verdades del Evangelio y de los dogmas que de él se pueden recabar. Es obvio por tanto que en otros campos del saber cristiano, filosófico, teológico, moral, espiritual, ascético, místico, y aún más en el campo de las ciencias profanas, humanas o naturales, puede darse perfectamente que los miembros del Magisterio sean instruidos o corregidos por los especialistas o por los peritos de las individuales disciplinas.
----------Y también un individual Obispo o un grupo de Obispos o de Cardenales no en plena comunión con el Papa o con el Magisterio pueden ser instruidos o corregidos por un fiel o por fieles, laicos, religiosos o clérigos, con títulos o sin títulos académicos, que en cambio están en plena obediencia al Magisterio de la Iglesia.
----------De esto se sigue que no es verdad que "el Magisterio proviene de la Iglesia de los creyentes" y que "el poder de enseñanza, su legitimidad y su eficacia ('infalibilidad') derivan de la Iglesia como totalidad". No, ellos derivan de Cristo, el cual, lo repetimos, ha confiado a los Apóstoles y a sus sucesores el mandato oficial de difundir el Evangelio en todo el mundo.
----------Ahora bien, que luego los Obispos hayan subsecuentemente hecho partícipes de tal oficio suyo de varios modos y grados a los presbíteros y a los diáconos, así como a otros doctores y maestros, tanto varones como mujeres, hasta constituirse el complejo multiplicarse y diversificarse de actividades evangelizadoras, misioneras, catequísticas, escolásticas, académicas, espontáneas, privadas, colectivas, institucionales u organizadas (piénsese por ejemplo en los institutos religiosos o asociaciones o movimientos católicos) propios de los tiempos modernos, todo esto es muy cierto. Pero esta enorme cantidad y variedad de servicios doctrinales eclesiales, que en sí mismo es una estupenda riqueza inspirada por el Espíritu Santo, no debe hacernos olvidar que todos, para estar seguros de "no soplar el aire" y no salirse fuera del sendero de la verdad, deben estar siempre en comunión con el magisterio de los Obispos unidos al Papa.
----------Y por tanto, no es verdad que el Papa posee su autoridad magisterial "a través de una participación, una concesión, o alguna otra forma de transmisión por parte del episcopado universal y del concilio", como afirma Rahner. Por el contrario, el Papa posee su autoridad magisterial, como por lo demás también todo Obispo, directamente de Cristo en el Espíritu Santo. Es el Papa el que tiene autoridad de magisterio sobre el entero cuerpo episcopal, sobre el concilio y sobre toda la Iglesia. Es a él, en la persona de Pedro, que Cristo le ha dicho: "Apacienta a mis corderos" y "confirma a tus hermanos".
----------Es el Papa quien guía a la entera Iglesia, en el poder del Espíritu, a siempre nuevos horizontes de verdad evangélica, no necesariamente en el sentido de que la iniciativa o la propuesta parta de él, sino que está en él, en última, decisiva y definitiva instancia, decidir infaliblemente e irrevocablemente, si una propuesta o una interpretación o una opinión teológica o una inspiración son o no son conformes con la verdad del Evangelio.
----------Estas cosas no avalan o no suponen, como sostiene Rahner, "la opinión, la cual pretende que la suprema potestad del episcopado universal y del concilio emanen del poder del Papa". Hago notar que es necesario evitar hablar de "suprema potestad del episcopado universal". Esta suprema potestad pertenece al Papa y no al episcopado. El episcopado no es un parlamento, representante del pueblo, que delega el poder popular al Papa como si fuera un Presidente de la República o un Primer Ministro.
----------Por otra parte, es necesario aclarar qué cosa se entiende por "poder" o "potestad". Si se entiende el poder sacerdotal, él indudablemente no promana del Papa, sino de Jesucristo. No se es necesariamente ordenados Obispos por el Papa, sino simplemente por otro Obispo. Por el contrario, si se hace referencia a la autoridad de magisterio, al poder de enseñar el Evangelio a toda la Iglesia y confirmarla en la fe, pues bien, debería estar claro para todo católico que la autoridad del Obispo, aunque él mismo sea maestro de la fe, no "promana" del Papa (promana sólo de Jesucristo), pero está sometida a la autoridad del Papa, el cual, por consiguiente, si lo considera oportuno, puede también corregir a un Obispo que no esté plenamente ubicado en la doctrina de la fe.
----------Por otra parte, la confirmación y la dogmatización de las verdades de fe no radica en el individual Obispo ni en el entero cuerpo episcopal como tal, sino en el Papa mismo, o bien en el cuerpo episcopal -por ejemplo en el Concilio-, pero con el Papa y bajo el Papa. Así también, por cuanto respecta a la condena de los errores doctrinales: un Obispo puede condenar aquello que él considera ser un error doctrinal o evitar intervenir y condenar un error. Pero en esto él no es infalible. Por el contrario, una condena pontificia de una herejía, ya sea hecha personalmente por el Papa o mediante el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, es ciertamente infalible.
----------En el caso Galileo el Santo Oficio se equivocó, pero no porque haya dado un juicio de fe errado, cosa ésta imposible. En efecto, la materia sobre la cual juzgó (si la tierra se mueve o no se mueve en torno al sol) no es materia de fe. Cristo no ha entrado nunca en estas cuestiones. El Santo Oficio, por tanto, habló de "herejía", no en relación a la tesis de Galileo en sí misma, sino en cuanto dicha tesis podía devenir pretexto para negar la veracidad de la Escritura, y ésta es ciertamente materia de fe. Ha sido, en todo caso, un error de tipo pastoral, en cuanto precisamente el Santo Oficio fue movido por una inoportuna preocupación de que la tesis de Galileo pudiera comprometer la fe en la inerrancia de la Escritura. Hoy, gracias al progreso de los estudios bíblicos y vueltos más prudentes para el caso Galileo, estamos más al reparo de similares errores, en cuanto tenemos un concepto mejor de inerrancia bíblica. La Biblia no se equivoca al enseñarnos las verdades de fe, pero el hagiógrafo bíblico permanece con los prejuicios y los errores de su tiempo y los suyos personales. Y por otra parte, ciertos relatos bíblicos no deben ser siempre tomados a la letra. Aquí no existe la Palabra de Dios, sino que existe la ignorancia del hagiógrafo, o bien puede tratarse de simples géneros literarios o modos de decir, ¡y pobres de nosotros si confundimos tal ignorancia y tales humanos modos de decir o de relatar, con la Palabra de Dios! En estas cosas, Rahner indudablemente se muestra actualizado.
----------Por cuanto respecta a la extensión del cuerpo de fieles que forman el Magisterio de la Iglesia, Rahner oscila de un extremo al otro: por una parte dice que toda la Iglesia es Magisterio -yo sin embargo me pregunto: ¿si todos son docentes, quiénes son discentes? (y no vale objetar que se instruye recíprocamente, porque aquí se trata del depositum fidei, que Cristo no ha subdividido entre los individuales fieles -habría sido una idea absurda-, sino que ha confiado en bloque al colegio de los Apóstoles)-; esta es la posición preferida; pero existe también una posición opuesta, del todo extravagante, según la cual "es pensable una situación histórica, en la cual el concreto depositario del magisterio no puede simplemente coincidir con el solo episcopado" (Nuevos ensayos, vol. IV, op.cit., p.426). ¿Y a quién queremos agregar?

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