La verdadera fe, en la concepción rahneriana, no es la fe conforme a la verdad enseñada por el Magisterio de la Iglesia en nombre de Cristo, sino que es la que Rahner llama la "fe efectiva" de "muchos hombres", expresión inapelable y auto-referencial de la fe trascendental. Así las cosas, Rahner presenta la doctrina de fe propuesta por el Magisterio, como si no fuera una "fe real", sino una especie de vacía abstracción.
Según Rahner el cristiano puede vivir su propia verdad distinta a la doctrina de la Iglesia
----------Así, en el caso sub examine: Rahner comienza por reconocer que el fiel debe atenerse a las enseñanzas del Magisterio y aceptarlas. Pero después, en otra ocasión, expone con claridad su tesis de la "fe efectiva": "La fe real de los hombres de la Iglesia tiene también una relevancia normativa para la fe oficial de la Iglesia jerárquica" (Sociedad humana, op. cit., p.292). Note el lector aquí el "también". Se trata de un paso ulterior hacia la propia tesis, pero no se rompen todavía totalmente los puntos con la tesis ortodoxa: se admite todavía implícitamente su validez, pero ya se agrega, con un "también", la propia tesis.
----------En cambio, en los pasos siguientes, Rahner enuncia ya su tesis sin ninguna mención de la opuesta, la ortodoxa: "La fe eclesial oficial no es en absoluto, simplemente y bajo todo aspecto, esa entidad (a modo de esencia todavía por asimilar y como norma pura y simple) que sobrevuela encima de la fe efectiva, que ésta debería precisamente sólo asimilar [...]. No debemos olvidar que esta fides quae de la Iglesia oficial -tal cual existe realmente y es asible por nosotros- es a su vez una objetivación históricamente condicionada de una fe efectiva vivida en la Iglesia" (Teología de la experiencia del Espíritu, op.cit., pp. 675-676).
----------Note el lector, ante todo, el modo con el cual Rahner presenta la doctrina de fe propuesta por el Magisterio, como si no fuera una "fe real", sino una especie de vacía abstracción. Como segundo paso de esta operación, Rahner recuerda su teoría de la fe preconceptual trascendental, aplicada esta vez a la fe expresa del Magisterio: la conceptualización de tal fe no es más que la expresión "históricamente condicionada", o sea mutable, relativa, discutible, de la fe trascendental.
----------Por lo tanto, según Rahner, ¿qué caso podemos hacer a estos conceptos de fe? ¿Los tenemos que tener en cuenta? ¿Les debemos a ellos una adhesión absoluta e incondicionada? Para nada.
----------Tercer paso: "La fe oficial eclesial, en el fondo, no puede poseer su fuerza normativa (para la fe efectiva de la Iglesia) como una entidad simplemente distinta de la fe efectiva de la Iglesia, sino sólo porque y en la medida en la cual esa fe oficial es el reflejo bien logrado -englobante en sí de la fe de muchos hombres, de muchas experiencias y de muchas épocas- precisamente de esta fe efectiva de la Iglesia" (ibid., p.676).
----------Aquí Rahner no niega todavía algún valor a la fe oficial, pero claramente la pone bajo la tutela de aquella que él llama "fe real" o "fe efectiva", que sería en modo no mejor precisado la fe de "muchos hombres". ¿Quiénes son? No es precisado. Pero una cosa es clara: que no le corresponde al Magisterio enseñar a los hombres la doctrina de la fe; sino que le corresponde a una cierta cantidad o cualidad de hombres efectivamente existentes enseñar al Magisterio la fe efectiva y real.
----------Otra consideración: vuelve aquí la confusión ranheriana entre verdad y efectividad (ligada a la eficacia, como hemos visto antes). Podemos aquí volver a advertir un influjo de la Wirklichheit, la "efectividad" o "efectualidad" hegeliana, la cual no se funda sobre un dato externo objetivo, al cual la mente debe adecuarse o conformarse (dado que el ser es el ser pensado), sino que es el simple dato de hecho histórico y empírico establecido por el sujeto sin referencias objetivas, un dato-hecho (o "evento" se dice en términos heideggerianos), que es "verdadero" por el simple hecho de que existe verdaderamente y encuentra consensos. En Hegel, como se sabe, el derecho no es regla del hecho, sino que coincide con el hecho. Tiene razón no quien tenga argumentos teóricamente válidos o fundadamente científicos o racionalmente creíbles, sino quien sabe imponer, acaso con la fuerza o con la astucia sus ideas en una cantidad la mayor posible de seres humanos (los "muchos hombres" de la "fe efectiva").
----------La verdadera fe, en la concepción rahneriana, no es entonces la fe conforme a la verdad enseñada por el Magisterio de la Iglesia en nombre de Cristo, sino que es la que Rahner llama la "fe efectiva" de "muchos hombres", expresión inapelable y auto-referencial de la fe trascendental.
----------El cuarto paso, el conclusivo, implica la total eliminación del Magisterio, ya que la fe efectiva "posee en sí misma la propia virtud normativa y la propia instancia crítica, sin derivarla de una doctrina eclesial oficial" (ibid.).
----------No causa sorpresa, llegados a este punto, si comprobamos que Rahner considera como "legítimo" para el cristiano una "diferencia entre su propia verdad y la doctrina oficial de la Iglesia". El cristiano, dice Rahner, "las lleva adelante a ambas dos como momento del actual pluralismo" (Nuevos ensayos, vol.V, op.cit., p.362; cf. también 366). En realidad, aquí no tenemos ningún "pluralismo", sino sólo un dualismo que sitúa a la consciencia en un estado de irremediable perplejidad.
----------La verdad es una sola y no permite jugar sobre dos registros si no se quiere ser de aquellos que vienen advertidos por Cristo de que no se debe servir a dos señores. El verdadero creyente tiene ciertamente un espacio para opiniones personales; pero cuando se trata de fe, escucha todo aquello que la Iglesia enseña, sin dejar sectores reservados a su arbitrio, sin hacer "elecciones", que en griego se dicen áiresis, término que se traduce al español con la palabra "herejía".
----------No sorprende tampoco advertir, llegados a este punto, que Rahner niegue, pretendiendo en ello basarse en el Concilio Vaticano II, que la Iglesia posea un poder coercitivo: "Si tomamos seriamente las enseñanzas del Concilio Vaticano II relativas a la libertad religiosa, que argumentan en base a la esencia de la fe como acto personal libre, [...] entonces podemos decir que no es necesario concebir a la Iglesia como dotada de un poder coercitivo social en virtud de su esencia" (Nuevos ensayos, vol. IX, op.cit., p.491). Sin embargo, el nuevo Código de Derecho Canónico, basado precisamente en el Concilio, no ha recibido en absoluto la idea de Rahner, y habla del poder coercitivo como ius nativum de la Iglesia.
----------Es necesario decir, sin embargo, que sobre este delicado tema Rahner tiene un cierto buen juego, porque, como ha sido hecho notar por observadores serios y considerando la situación del postconcilio, no faltamos el respeto a las disposiciones pastorales del Concilio, si decimos, como ya he señalado en precedencia, que el Concilio, fuertemente y correctamente preocupado, por su misma intención programática, de dar inicio a una confrontación serena y constructiva con todas las formaciones humanas y religiosas existentes fuera de los límites visibles de la Iglesia Católica, parece que haya estado carente por cuanto respecta al inicio de una moderna pastoral dirigida a la refutación de los errores y a la corrección fraterna de los equivocados.
----------En realidad, como también demuestran los actos de la Iglesia postconciliar, en particular aquellos del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, la Iglesia ha continuado -y no podía hacerlo de otra manera- valiéndose de su ius nativum de corregir las desviaciones de forma coercitiva, aún cuando lo haya hecho de modo bastante menos severo que en el pasado y más conforme a las exigencias que emanan del Evangelio. Sin embargo, un cierto estilo irénico que permea un poco todas las disposiciones del Concilio Vaticano II puede prestarse a la interpretación buenista de Rahner como por lo demás hoy de muchos otros.
----------A propósito de innovaciones pastorales, Rahner muestra con sus siguientes palabras su tendencia pragmatista como criterio para distinguir, en la Iglesia, lo inmutable de lo mutable: "Sólo el experimento permite acertar si alguna cosa históricamente nueva es la concreción del elemento inmutable de la Iglesia, o bien si debe ser rechazado como no asimilable. Tales estadios experimentales no son siempre evitables, porque una distinción adecuada entre elemento mutable y elemento inmutable a través de la sola razón teorética no es posible, porque el experimento es precisamente el modo en el cual se produce el discernimiento de los espíritus por obra de la razón práctica" (Nuevos ensayos, vol. V, op.cit., p.346).
----------En esta circunstancia, Rahner abandona su apriorismo idealista para caer en el extremo opuesto de un empirismo pragmático e historicista. En efecto, es necesario decir que la distinción entre el elemento de mutabilidad y el de inmutabilidad en la Iglesia, viene ciertamente hecha partiendo de la experiencia, pero en sí misma es objeto de fe, por tanto, de un acto de la "razón teorética". En efecto, el acto de fe tiene por sujeto a la razón, aún cuando el objeto de la fe supera al objeto de la razón. En tal sentido, se distingue razón y fe. Pero la potencia que emana los dos actos es la misma.
----------Por tanto, cuando emerge en la Iglesia una nueva praxis o se prospecta una nueva iniciativa pastoral o en cualquier caso sucede algún nuevo hecho o de tipo cultural o de costumbres, el criterio para comprender si el fenómeno entra o no entra en la esencia inmutable de la Iglesia no está dado por el someter el fenómeno a experimento dándole libre curso, sino que está dado por el examen del fenómeno mismo a la luz del conocimiento de la esencia de la Iglesia.
----------La Iglesia permite o promueve ciertas iniciativas o prácticas o aprueba ciertos proyectos ad experimentum no para verificar a través de los resultados del experimento si la iniciativa es o no es respetuosa de la esencia de la Iglesia, porque la Iglesia conoce ya en precedencia cuál es su esencia, sino que sigue esta línea de conducta suponiendo que la iniciativa sea respetuosa de la esencia de la Iglesia y para verificar, en cambio, si ella es pastoralmente eficaz, oportuna o fecunda.
----------Pueden muy bien darse casos de iniciativas o ideas que crean duda si reflejan la esencia de la Iglesia. Pero entonces no se trata de darles sin más ni más su libre curso, como si la duda pudiera resolverse por medio de tal procedimiento; sino que es necesario examinar atentamente, a la luz de la esencia de la Iglesia lo que ya estos hechos significan en sí mismos y en base a tal examen dar una valoración.
----------El experimento práctico no sirve para determinar la verdad de una doctrina que haga referencia a la inmutabilidad de la Iglesia, sino sólo la eficacia de una iniciativa pastoral o a lo máximo la verdad de una teoría científica experimental. De nuevo tenemos aquí la confusión entre verdad y eficacia. La verdad en el campo mencionado se encuentra simplemente escuchando lo que Cristo ha querido respecto a su Iglesia.
----------Se debe observar por otra parte que si una iniciativa refleja algo mutable, no por eso debe ser rechazada (¡aquí Rahner se muestra sorprendentemente inmovilista y conservador!): existen muchas iniciativas o ideas en la vida de la Iglesia que son legítimamente mutables -lo pueden ser o inevitablemente u obligatoriamente o libremente, según los casos-; lo importante es que no pretendan cambiar la esencia de la Iglesia.
----------Lo que sucede es que Rahner invierte el orden de la inteligencia: el fenómeno que debe ser objeto de discernimiento es convertido en criterio de discernimiento, mientras que éste deviene algo que deriva del fenómeno. Ahora bien, cuando la autoridad eclesiástica se encuentra delante de una novedad en la Iglesia, no se espera que sea esa novedad la que enseñe qué cosa en la Iglesia puede cambiar y qué cosa no puede cambiar, sino que esto la Iglesia ya lo sabe de antemano, y en base a este conocimiento puede valorar, observando atentamente el fenómeno, si la novedad tendrá o no tendrá un futuro.
----------La novedad no es por sí criterio de verdad, la novedad vale si es desenvolvimiento o explicitación de la verdad ya conocida, a menos que nuestras ideas precedentes no hayan sido simples opiniones, en cuyo caso lo nuevo puede iluminarnos acerca de cómo están efectivamente las cosas. Pero no es éste nuestro caso: la Iglesia sabe perfectamente desde siempre cuál es en ella el elemento inmutable y cuál es el mutable, por lo cual ninguna novedad podrá jamás hacerle cambiar idea sobre este punto.
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