lunes, 16 de diciembre de 2024

Los errores de Karl Rahner: el pecado (1/2)

Es increíble que la concepción rahneriana del pecado, con sus sofismas y contradicciones, haya podido hacer tanta carrera en estas últimas décadas. Por ejemplo, si es verdad que el hombre se define, según dice Rahner, como "ente sobrenatural", como autocomunicación de Dios, como sujeto en gracia, como tensión hacia la visión beatífica, siempre y de todos modos, entonces los casos son dos: o existe el pecado, y entonces no existe el hombre; o existe el hombre, y entonces no existe el pecado. [En la imagen: fragmento de "Mesa de los Pecados Capitales", óleo sobre tabla de madera de chopo, pintado entre 1505 y 1510, por Jheronimus van Aken, El Bosco, conservado y expuesto en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].

Sofismas y contradicciones de la concepción rahneriana del pecado
   
----------Rahner en realidad habla de "pecado" -¿y cómo podría no hacerlo?- pero, como es lo suyo a menudo para todas las principales nociones del cristianismo, mantiene la palabra pero distorsiona su significado. Ocurre así que él admite, sí, que se pueda rechazar la gracia; pero he aquí la sorpresa: incluso quien rechaza la gracia está de todos modos en gracia. Al respecto Rahner usa una expresión sumamente extraña, como hemos visto, diciendo que en el pecador la gracia está "presente en el modo del rechazo".
----------Con un esfuerzo de benevolencia se podría pensar en el hecho de que Dios ofrece a todos la gracia, también al pecador. Excepto que también esta tentativa de salvataje de la expresión rahneriana falla cuando consideramos las innumerables veces en las cuales Rahner presenta la gracia como un "existencial", un "apriori", un "trascendental", una "orientación necesaria", una tendencia originaria y un completamiento obligatorio para la naturaleza humana, permanente y universal de cada ser humano como tal.
----------Si es verdad que el hombre se define como "ente sobrenatural", como autocomunicación de Dios, como sujeto en gracia, como tensión hacia la visión beatífica, siempre y de todos modos, entonces los casos son dos: o existe el pecado, y entonces no existe el hombre; o existe el hombre, y entonces no existe el pecado.
----------Se diría que en la dinámica de la vida cristiana el libre albedrío, con sus elecciones contrastantes, no tome ninguna parte. Para Rahner, los actos categoriales del querer, ya sean buenos o ya sean malos, no inciden en la opción fundamental trascendental sobrenatural que caracteriza la esencia del hombre (esta oposición entre la opción fundamental y los actos categoriales está señalada en la encíclica Veritatis splendor de san Juan Pablo II. No se hace el nombre de Rahner, pero está clara la referencia a él). Rahner habla muchísimo de libertad, pero hemos visto en qué sentido: como autodeterminación por parte del hombre de la propia naturaleza humana. El libre albedrío viene ridiculizado y malentendido, como veremos en seguida.
----------En Rahner, los actos categoriales en cuanto fundados sobre la conceptualización, están evidentemente involucrados en el mismo relativismo rahneriano del conocer conceptual. Por lo tanto, según Rahner, una acción que alguien juzga buena, puede legítimamente ser juzgada mala por otra persona. Y en definitiva, lo importante es expresar la propia experiencia-opción trascendental, que en cualquier caso es siempre buena, porque según Rahner siempre está sostenida por la gracia.
----------El pecado, para Rahner, no aparece como un mal que puede ser derrotado sólo por una potencia divina contraria. De aquí, creemos, se deriva su incomprensión por la satisfacción vicaria cumplida por nuestro Señor Jesucristo por el pecado: esta doctrina supone que sólo Cristo, en cuanto Dios, podía derrotar el pecado, reparar por la ofensa hecha al Padre y obtenernos el perdón.
----------Por el contrario, para Rahner, el pecado viene a asemejarse a una especie de proceso lógico, se asemeja a lo "negativo" hegeliano, que se niega a sí mismo para reconstituir lo positivo. Por lo tanto, se trata de una solución no de fe, sino de tipo dialéctico: el pecado es lo negativo que se niega a sí mismo para reafirmar lo positivo. Dice Rahner: "El no de la libertad frente a Dios, puesto que está llevado por un sí trascendentalmente necesario a Dios en la trascendencia [...]. El 'no' es siempre también lo que al mismo tiempo ha fracasado, lo que no ha llegado a feliz término, lo que ha quedado atascado, lo que se niega a sí mismo y se suprime [...]. También la posibilidad trascendental del no implica en sí una imposibilidad y contradictoriedad real [...]. Ello a la vez vive de un sí a este Dios" (Curso fundamental, op.cit., p.131).
----------Por otra parte, debe señalarse la tentativa de reducir el pecado a una cosa contradictoria. Sosteniéndose la contradictoriedad del pecado, se sustenta por tanto el siguiente silogismo: pero lo contradictorio no existe. Por consiguiente el pecado no existe o al menos se anula a sí mismo. Es el viejo truco del monismo parmenídeo:  "el no ser no es". Pero el pecado, como en general el mal, pertenece al no ser (en cierto sentido es cierto); por tanto el pecado no existe. Por lo demás, si todo es Dios o solo Dios existe y Dios es bueno ¿cómo puede existir el mal? El buenismo está estrechamente ligado al monismo panteísta.
----------Es erróneo por tanto concebir el pecado como una cosa contradictoria. Lo contradictorio, como un círculo cuadrado o una montaña sin valles, no existe y no puede existir. Pero el pecado existe, ¡y cómo! Existen los homicidios, los hurtos, los adulterios, las mentiras, y miles de otras desgracias, las cuales si no se reparan con la fuerza del bien y de la gracia, el hombre está perdido para siempre.
----------Rahner además confunde evidentemente el acto del pecado con el objeto del pecado. Es evidente que el objeto del pecado es algo "fracasado, degenerado y vacuo", un objetivo que fracasa o no cumple su propósito, un bien carente, viciado y defectuoso, una casa que se derrumba o una vida corrupta. Pero el acto del pecado y sus efectos poseen una fuerza destructora a veces muy grande: corregir y enderezar la mala voluntad, según la Biblia -o sea cancelar el pecado y perdonar al pecador- requiere una fuerza de la cual sólo Dios puede disponer, conduciendo al pecador al arrepentimiento y al pedido del perdón. Y sólo la muerte en la cruz de un hombre-Dios ha podido obtener del Padre la remisión de los pecados.
----------He aquí por qué, según la Escritura, sólo Dios puede cancelar o perdonar la culpa y el pecado. ¡Otra que autodestrucción! No, no, el pecado puede ser eliminado sólo por una intervención sanadora que reconstruya lo que ha destruido. Así, sería ridículo pensar que una enfermedad mortal se cure por sí misma. El pecado, según la Biblia, produce la muerte. La muerte de por sí no se anula a sí misma. Es necesario para esto la potencia del Hijo de Dios. Un muerto de por sí no resucita si Dios no lo hace resucitar.
----------Por tanto sólo un viviente, un Dios viviente, puede devolver la vida a lo que está muerto. Pero he aquí que reaparece en Rahner la dialéctica hegeliana muerte-vida: la vida conduce a la muerte y la muerte conduce a la vida. Pero se trata, como hemos dicho, de un esquema dialéctico que confunde lo que puede suceder en el pensamiento con aquello que acaece en la realidad.
----------Otro grave error en la concepción antropológica rahneriana expuesta antes es la idea buenista de que en el fondo somos todos buenos y que nadie es capaz de decir un verdadero "no" a Dios que no implique un "sí" más profundo y radical. Este error nace de la confusión, que hemos visto al inicio de esta serie de artículos sobre los errores rahnerianos, entre la tendencia natural y necesaria de todo ente, comprendido el hombre, hacia un fin último, y la humana elección efectiva, consciente y libre del verdadero fin último que es Dios.
----------En el primer sentido, también las piedras y las hormigas tienden hacia Dios; pero esto no le basta al hombre para tender a Dios de modo salvífico. El hombre debe conscientemente y voluntariamente, mediante el uso del libre albedrío, decirse a sí mismo: no puedo no tender a un fin último en general; pero sé que está en mí determinar libremente cuál fin último elegir; pues bien, yo elijo a Dios como fin último de mi existencia.
----------Mientras que todo ser humano no puede no tender a un fin último, sin embargo, está en cada uno de nosotros elegir libremente el propio "dios", o sea el propio fin último: elegir a Dios como fin último o bien elegirse a sí mismo o a otra creatura. Es aquí, entonces, que surge la diferencia entre quien está en gracia, quien va al paraíso del cielo, y quien no está en gracia y va al infierno. No somos todos buenos, existen también los malos, aún cuando el último juicio sobre ello debe ser dejado a Dios.
----------El escepticismo rahneriano lleva también a negar que uno pueda estar seguro a nivel categorial de haber pecado o no haber pecado. La conclusión podría ser ésta: así como soy trascendentalmente bueno y Dios es misericordioso y no exige reparación (esto lo hemos visto en el capítulo dedicado a la cristología), puedo sin más considerarme inocente. Dice Rahner: "El hombre se experimenta como el sujeto que nunca sabe exactamente cómo ha entendido y manipulado por su propia libertad las objetivaciones condicionadas por la culpa en el espacio de su libertad, que nunca sabe con exactitud si las ha convertido en aparición de su propia decisión originaria culpable o en sufrimiento crucificador para la superación de la culpa" (Curso fundamental, op.cit., p.166). ¡Es suficientemente grave confundir la consciencia de ser culpables con el sufrimiento voluntario, dictado por el amor, del estar unidos a Cristo crucificado!
----------Acaso ocurriera en realidad que san Pedro, cuando le vino la idea de haber traicionado a Jesús, habría debido ser más cauto en el evaluar si era o no era culpable. Lo mismo se podría decir del apóstol Judas y de muchos otros que toman demasiado en serio sus culpas verdaderas o presuntas. Por lo tanto, según Rahner, deberíamos tomar la vida con mayor serenidad y confesarnos cada vez menos.
----------Pero cuando falta un criterio categorial objetivo para distinguir la inocencia de la culpa en nuestros actos, se puede pasar desde el extremo de la inconsciencia arrogante y soberbia, al extremo opuesto de sentirse escrupulosamente siempre en culpa. Dice Rahner: "Según la doctrina del cristianismo, [...] hasta la acción más ideal y moral de la libertad de un hombre entra trágicamente en lo concreto de su aparición, la cual -por estar co-determinada por la culpa- es también la aparición de lo contrario de la decisión moral" (ibid., p.139). De todos modos, también en este caso, nos podemos tranquilizar con la experiencia trascendental. Por otra parte, el mismo agnosticismo conceptual conduce a Rahner a hacer otra afirmación desconcertante: "El hombre, en el estado actual, está tan corrompido, que no puede distinguir el aspecto pecaminoso del mundo del estado de pura creación que a él subyace" (Nuevos ensayos, vol.II, op.cit., p.536).
----------Sería aceptable esta afirmación si se limitara a referirse a cuanto sucede tal vez frecuentemente o en la mayoría de los casos, pero desde el momento en el cual Rahner pretende que esto suceda siempre, tal afirmación se refuta por sí sola, ya que ¿cómo sería posible relevar el error si no se está en posesión, al menos en algunos casos, de un criterio de verdad? Desde el momento en el cual se afirma la universalidad del error, deviene imposible juzgar acerca de él, viniendo a menos la posesión del criterio de verdad que sirve para discernirlo. Sostener la universalidad del error se vuelve en su contrario: todos están en la verdad. Y en efecto es precisamente la tesis, aunque opuesta, que Rahner sostiene cuando dice que la experiencia trascendental (de la verdad), la gracia y la buena fe son comunes a todos. Ella corresponde a la tesis dialéctica según la cual, como hemos visto, la vida está en la muerte y la muerte está en la vida. Se podría decir también, con la lógica de Rahner, como decía también Nietzsche: la verdad es el error y el error es la verdad.

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