sábado, 19 de abril de 2025

El Misterio Eucarístico (3/)

En todos los sacramentos instituidos por Cristo, pero sobre todo en el sacramento de la Eucaristía, está activa y operante la virtud de la pasión de Cristo. Por consiguiente, no existe sacramento que no actúe en virtud de la pasión de nuestro Señor Jesucristo. Todos los sacramentos, el bautismo, la confirmación, la unción de los enfermos, el matrimonio, el sacerdocio, todos, todos los sacramentos son operosos en virtud de la passio Christi. Si no existe cruz de Jesús, si no existe su satisfacción vicaria, los sacramentos no tienen ninguna eficacia. [En la imagen: fragmento de "Después de la Misa", acuarela de Javier Acuña, 2020, colección privada].

La Santa Misa: inmolación incruenta de Jesucristo
   
----------Y esta es precisamente la diferencia entre el modo en que Jesús ha sido ofrecido en la cruz con el asesinato físico y el modo en que es ofrecido en la Santa Misa evidentemente ya no con el asesinato físico, sino de manera incruenta, sacramental, pero igualmente si no más real.
----------En la inmolación sacramental se trata de una verdadera inmolación, de verdadero sacrificio, pero no existe el aspecto cruento, sangriento, el modo cruento de la inmolación. Ahora bien, este modo cruento estaba constituido por dos aspectos. Uno era el aspecto activo de la inmolación cruenta. El otro era el aspecto pasivo. El aspecto activo no solo no es sacrificio, sino que es el mayor crimen que se pueda concebir.
----------Santo Tomás de Aquino dice: non fuit sacrificium sed potius maleficium. Por lo tanto, el mayor crimen concebible, es decir, poner a muerte al verdadero hombre y al verdadero Dios, ha sido más bien el mayor crimen. Naturalmente, no debe repetirse de ninguna manera la oblación cruenta en el sentido activo de la palabra.
----------¿Qué es la oblación passivae? Esta sí que forma parte del sacrificio de la cruz. La oblación cruenta pasiva es la sumisión de Jesús a su asesinato. Existen dos aspectos. Están los soldados, que asesinan a Jesús. Y está Jesús que se ofrece. Es cosa interesante. Jesús siempre tiene el poder de recuperar su vida, tiene el poder de dar su vida. Por consiguiente, la da libremente. Jesús se ha sometido libremente al asesinato.
----------Por tanto, como vemos, no es que -cosa horrible de solo decirse-, Jesús se haya dado la muerte a sí mismo, evidentemente, o haya sufrido la muerte por obra de otros. Entonces, esta obra delictiva, criminal de los otros, es la inmolación cruenta activa. Y esto no forma parte del sacrificio. ¿Por qué? Porque es un crimen, un delito. Por lo demás, aquellos que han asesinado a Jesús no tenían intención alguna, para nada, de ofrecer un sacrificio a Dios. Y si hubieran entendido esto hubiera sido una cosa absolutamente absurda. En cambio Jesús sí, sometiéndose pasivamente, ha realizado una oblación cruenta, pero pasiva, sometiéndose pasivamente a su asesinato, Jesús en cambio ha practicado esta obediencia sacrificial, alma del sacrificio de la Santa Misa.
----------Entonces, la inmolación cruenta pasiva es parte del sacrificio, pero en el sacrificio de la Santa Cruz. No entra en cambio en el sacrificio de la Santa Misa. Y es fácil entender el porqué. Porque en el sacrificio de la Santa Misa, Aquel que actúa activamente es todavía Cristo mismo. Entonces, en este caso, si se diera la inmolación cruenta, no solo sería el sacerdote ministro, sino también el sacerdote para siempre, es decir, Cristo, que se daría la muerte a sí mismo. Cosa evidentemente absurda y que debe ser excluida.
----------Entonces, como vemos, en la Santa Misa no existe de ninguna manera la inmolación cruenta. No existe la inmolación cruenta activa, que siempre se debe excluir en todo sacrificio, porque es solo la ocasión del sacrificio de la cruz. Por consiguiente, no es la verdadera causa, repito, porque estos delincuentes no querían ofrecer el sacrificio, sino que simplemente asesinaban a Jesús con malicia.
----------Sin embargo, del sacrificio de la cruz formaba parte orgánicamente e integralmente esta obediencia de caridad de nuestro Señor Jesucristo a la voluntad del Padre, cuando se ha dejado pasivamente asesinar. Este dejarse asesinar pasivamente, y por tanto cruelmente, es decir de manera tal de derramar sangre, no está en la Santa Misa. ¿Por qué no está? Precisamente porque entonces sería Jesús mismo de alguna manera el que se haría daño a sí mismo. Lo cual sería una cosa absolutamente absurda.
----------Por lo demás, de modo general, nadie puede hacer daño a Jesús en el sacramento de la Eucaristía. Porque su presencia es la propia de un cuerpo perfectamente impasible. Por lo tanto, es concebible solo una inmolación ya no cruenta, sino incruenta. Por lo tanto, vemos esta diferente ratio oferendi. Este es el punto delicado. Todo es idéntico. Es idéntica el alma del sacrificio, es decir esta plegaria de Cristo, esta obediencia de Jesús, este querer sacrificarse, que continúa por toda la eternidad.
----------El padre Garrigou dice muy justamente: "En todo momento Jesús tiene esta mentalidad en su alma, que ha sido hecha eterna por su exaltación a la derecha del Padre", esta mentalidad sacrificial, de querer sufrir y morir en cada momento, si esto hubiera sido necesario y posible. No es posible ni necesario, porque una vez que Cristo murió, ha ofrecido el sacrificio que expía todos los pecados posibles e imaginables.
----------Pero su mentalidad es siempre la del sacrificio. Como para decir: si el Padre tuviera necesidad todavía que él muriera por nosotros, Jesús lo haría con mucha caridad, como ya lo hizo una vez. Por lo tanto, queda esta alma del sacrificio en la Santa Misa. Lo que cambia es solo el modo externo de ofrecer este sacrificio. Ya no existe el modo cruento, pasivo de la ofrenda; existe el modo incruento.
----------Ahora bien, ¿qué es el modo incruento? Es precisamente el modo sacramental, el modo místico. Pero, como ya hemos visto, es igualmente real el modo de ofrecerse en esta doble consagración en la Santa Misa, en que separa, sacramentalmente pero realmente, el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Así que Jesús impasible, glorioso, una vez que ha resucitado, ya no muere más. Jesús, que vive eternamente, es hecho presente sobre el altar como si hubiera muerto. Pero esto como si no fuera un puro símbolo. Como vemos, es una realidad significada y hecha presente en esta doble consagración.
----------Esta realidad sacrificial individualmente es la única sustancia del sacrificio, que se ofrece, de dos maneras diferentes, sin perder su identidad individual.
----------Por eso Garrigou se expresa muy correctamente, explicándose con un ejemplo. Dice que no es como si se tratara de la identidad de una planta, pongamos por ejemplo una planta de rosas, la cual reflorece cada primavera; como para decir: "Yo en mi jardín rencuentro las mismas rosas del año pasado". No, no es lo mismo. Porque estas rosas son específicamente las mismas, pero individualmente son diferentes, no como planta, sino como individual flor (las flores son diferentes). En cambio, en la Santa Misa no hay diversidad individual. Está claro que lo que sucede en el altar es materialmente diferente de lo que materialmente sucedió en el Gólgota hace 2000 años. Pero es el mismo sacrificio, con la única diversidad del modo de ofrecer.
----------El padre Reginald Garrigou Lagrange hace una última consideración, que es muy útil tener bien presente. Garrigou hace otra observación, pues como buen teólogo, pone en analogía el sacrificio de la Santa Misa con la Cristología. Y entonces dice: "En el fondo, la Santa Misa presenta esta semejanza con la misma realidad de Cristo". Es decir, Jesús puede estar presente en su corporeidad solo de dos modos: una vez de un modo pasible, hasta su resurrección; una segunda vez, después de la resurrección, y por toda la eternidad, de una manera impasible. Pero es siempre el mismo cuerpo del Salvador.
----------Sabemos que santo Tomás de Aquino insiste, muy correctamente, siguiendo en esto a Aristóteles, en esa que es una profunda doctrina, aunque no fácil de comprender, según la cual la individuación, evidentemente se entiende, de las realidades corpóreas, ocurre por obra de la materia. La forma es idéntica en toda la especie. Por ejemplo, el alma humana es igual en todos los hombres. Lo que diferencia a las individuales almas es el hecho de que cada alma está hecha para su cuerpo particular.
----------Por consiguiente, la individualidad misma del Salvador, en cuanto a su humanidad, se entiende, como cualquier otra individualidad humana, deriva de su corporeidad. Ahora bien, el cuerpo de Jesús puede estar presente solo de dos maneras. O de una manera pasible o de una manera impasible. Pero esta diversidad de modos no cambia la identidad del cuerpo de Cristo. En otras palabras, Jesús, cuando resucitó, recuperó su cuerpo, el mismo cuerpo físico que había sido crucificado.
----------Es necesario que nosotros nos alcemos indignados y en alta voz contra todas estas tendencias un tanto heréticas, que siempre reproponen ciertas tonterías gnósticas. Nihil novum sub sole. Al menos estos herejes deberían esforzarse por ser un poco más originales. Y en cambio siempre reproponen las mismas historias, diciendo -pensemos por ejemplo en Bultmann- que prácticamente esta resurrección del Salvador es un puro símbolo. Jesús habría resucitado en la predicación de los apóstoles; de hecho, en cambio, el Jesús de la historia ha muerto sic et simpliciter. En fin, cosas de este tipo.
----------Nosotros, en cambio, digamos con claridad: la resurrección de nuestro Salvador es algo que concierne a su cuerpo, es decir, es algo físico, se refiere al cuerpo de nuestro Señor Jesucristo y le afecta en su individualidad. Esto es importante. No es que Jesús haya asumido un cuerpo astral, después de la resurrección. Él ha recuperado su cuerpo crucificado, dándole su gloria, y de algún modo devorando la muerte en la vida de ese cuerpo resucitado. Esta es nuestra fe cristiana. No existe otra fe.
----------Y así, como nuestro Señor Jesucristo no cambia en su identidad corpórea y humana del modo de ser pasible al modo de ser impasible, tampoco cambia en el modo de ofrecerse cruentamente en la cruz e incruentamente sobre el altar en cada Misa. Y ya estamos terminando con esto nuestra reflexión.
----------Jesús ha instituido el sacramento de la Sacratísima Eucaristía y por tanto el sacrificio de la Santa Misa en la Última Cena, el aquel Santo Jueves de hace dos milenios. Y en cambio murió solo al día siguiente, el Viernes Santo. Pero ¿qué significado tiene este lapso de tiempo, que hay entre los dos eventos?
----------Pues bien, nuestro Señor Jesucristo, en la última Cena ofrece como alimento de vida eterna su cuerpo, ese cuerpo que ofrecería en sacrificio al Padre al día siguiente. Esto significa que Cristo en la última Cena ofrece su cuerpo sacrificado. Pero uno se pregunta: ¿cómo ha sido ello posible, si Jesús habría de morir sólo recién al día siguiente? La respuesta es que aquí nos encontramos ante un sacrificio eterno, por lo que estamos por encima del tiempo, por lo cual el futuro deviene presente. Por eso Jesús en la última Cena ha podido presentar su cuerpo como si estuviera muerto, cuando aún debía morir.
----------Pues bien, es muy importante pensar siempre en esto y tenerlo en cuenta. Y aquí santo Tomás de Aquino hace también un análisis muy refinado de la situación, diciendo que, en todos los sacramentos instituidos por Cristo, pero sobre todo en el sacramento de la Santísima Eucaristía, está siempre  activa y operante la virtus passionis Christi, la virtud de su pasión redentora.
----------Por consiguiente, no existe sacramento que no actúe en virtud de la pasión de nuestro Señor Jesucristo. Todos los sacramentos, el bautismo, la confirmación, la unción de los enfermos, el matrimonio, el sacerdocio, todos, todos los sacramentos son operosos en virtud de la passio Christi. Si no existe cruz de Jesús, si no existe su satisfacción vicaria, los sacramentos no tienen ninguna eficacia.
----------Por lo tanto, si los sacramentos actúan en virtud de la sangre de Cristo derramada sobre la cruz, tanto más el sacramento de la Eucaristía, porque, como sabemos, es precisamente el sacramento de la presencia pascual de Cristo, es decir, la presencia de Cristo crucificado y resucitado. Es ese cordero y esto es bellísimo-, que se describe en el Apocalipsis. Es un modo de decir paradojal, pero muy profundo y muy verdadero.
----------Por lo tanto, ese bendito cordero ha sido muerto y he aquí que ahora vive. Esto es realmente una paradoja, porque un cordero muerto ya no vive. Y en cambio, no es así en este caso. Es un cordero muerto; sin embargo vive. Es lo que sucede en el altar, en cada Misa. Es Jesús crucificado, que murió, y ahora vive por toda la eternidad impasible, glorioso a la derecha del Padre. Esto sucede en el sacrificio de la Santa Misa.
----------Entonces, ¿cómo es posible que Jesús lo haya establecido el día anterior? ¿Qué es lo que ha sucedido en aquella primera consagración, cuando Jesús pronunció por primera vez esas palabras, instituyendo este gran sacramento? Pues bien, santo Tomás dice que en ese momento Jesús -y esto es importante- se refería finalísticamente, teleológicamente, como se suele decir, precisamente al sacrificio de la cruz. Y es en vista de este sacrificio, que instituyó en la Última Cena el sacramento de su cuerpo y de su sangre.
----------Ciertamente Jesùs cuando pronuncia las palabras de la consagración piensa en su muerte que habría de producirse al día siguiente. Por lo cual ciertamente en la mente de Jesús estaba la intención de ofrecerse como víctima al día siguiente. Sin embargo, no parece explicar suficientemente el hecho de que cuando dice: "esto es mi cuerpo", Jesús se refiere a su cuerpo muerto y resucitado. Por eso, la única explicación de esta actualidad de su muerte, no está dada sino por el hecho que se trata del divino y eterno sacrificio con el cual Dios utiliza la muerte para convertirla en camino hacia la vida.
----------Y santo Tomás se pregunta ulteriormente: ¿cómo estaba presente Jesús en la última Cena? Y responde: siempre el Jesús histórico, es decir de aquel momento en el cual Él celebra la Santa Misa. Por tanto, en esta primera Santa Misa, que nunca se había celebrado en esta tierra, ha ocurrido algo único, porque en todas nuestras Santas Misas está presente Jesús glorioso. En cambio, en aquella primera Santa Misa ha estado presente ese mismo Jesús, que se ofrecía, y se distribuía a Sí mismo a sus discípulos. Un prodigio estupendo.
----------Pero precisamente también allí la cosa es explicable solo más allá de las leyes del espacio y del tiempo. De modo que el mismo Cristo históricamente presente allí en la Cena con sus discípulos, está presente sacramentalmente, realmente y sustancialmente bajo las especies del pan y del vino, que da a sus discípulos.
----------Esto es sumamente importante, y por eso vuelvo a decirlo, porque es algo muy difícil de entender, lo sé muy bien. Hay que tener presente que existe esto, es decir, se distingue una doble presencia. Una en virtud del sacramento y la otra en virtud del real acompañamiento, llamémoslo así, en este sentido. En efecto, Jesús está siempre presente todo, así como lo es en la totalidad de su ser.
----------Ahora bien, Jesús tal como ahora está presente en la gloria del Padre es un conjunto de partes diferentes. "Partes" entre comillas. Hay divinidad y humanidad. La humanidad está compuesta aún por el alma y el cuerpo. El cuerpo está compuesto por la carne, los huesos, las venas, los nervios, la sangre y todo lo demás. Ahora bien, Jesús presente en el altar es Jesús todo. Solo que algunas partes están presentes en virtud del sacramento, otras están presentes en virtud de este real acompañamiento, lo que los teólogos llaman la real concomitancia. Entonces, en virtud del sacramento está presente solo lo que es significado en las fórmulas consacratorias: cuerpo y sangre, respectivamente para el pan y el vino.
----------Separadamente. Es esto lo que constituye el sacrificio de la Misa. Es como si sacramentalmente Jesús todavía derramara su sangre. Pero de hecho, por la real concomitancia, está co-presente con su cuerpo, también su sangre, su alma y su divinidad, y con su sangre también su cuerpo, su alma y su divinidad,.
----------Existe una complementariedad, en el sentido de que en virtud del sacramento existe la real separación y, por tanto, el sacrificio. En virtud de la real concomitancia está la presencia de Cristo todo. Ahora bien, en el tabernáculo la presencia de Jesús no es una presencia de separación de la sangre, es una presencia simplemente bajo la especie del pan y allí está Jesús entero. Por lo tanto, Jesús está presente sacrificado en la Santa Misa, pero ya no en cuanto es sacrificado actualmente.

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