En ética natural y en moral cristiana, Rahner dice a menudo exactamente lo contrario de lo que se debe decir: las normas morales no son ni deben ser, como cree Rahner, "expresión de la estructura de la persona"; pues no corresponde a la persona el establecer las normas morales, al menos aquellas fundamentales (la ley moral natural); sino que corresponde en cambio precisamente y exactamente a Dios "introducirlas en la realidad" de la naturaleza humana. Contra lo que piensa Rahner, la ley moral no es expresión de la persona humana, sino de la voluntad de Dios. [En la imagen: fragmento de "La adoración", óleo sobre lienzo de 1910, obra de Adolf Hölzel].
La ley moral no es expresión de la persona humana, sino de la voluntad de Dios
----------Hemos visto en antropología cómo, cuando Rahner distingue "naturaleza" y "persona", no entiende estos dos conceptos respectivamente como "aquello por lo cual el hombre es hombre", o sea la esencia o definición del hombre como animal racional, compuesto de alma y cuerpo, ni entiende la persona como ente subsistente en la naturaleza humana, sujeto sustancial capaz de entender y querer, sino que ve en la "naturaleza" un sujeto físico puesto a disposición de la obra libremente plasmadora de la "persona" o del hombre, mientras que la "persona" es el sujeto entendido a la manera cartesiano-hegeliana como espíritu autoconsciente apriori y libertad autocreadora y plasmadora de la "naturaleza", que sería el cuerpo humano y la naturaleza circunstante.
----------En base a estas premisas, ¿qué es lo que ocurre en Rahner con la norma moral y en particular con la ley moral natural, es decir, con aquella norma que la razón práctica formula en base a las inclinaciones morales de la naturaleza humana en orden al fin último del hombre?
----------Rahner es coherente con sus premisas antropológicas: si le corresponde a la persona y, como hemos visto, a la "libertad", que constituye la esencia de la persona ("concepción moderna de la persona") determinar de modo definitivo y pleno -en la muerte- el ser, la existencia y la esencia del sujeto, es decir de hombre, plasmando a propio arbitrio la "naturaleza", o sea el propio cuerpo, será evidente que no se da ninguna "naturaleza humana" ("animal racional") real, objetiva, universal e inmutable, que haga de criterio de juicio para establecer la norma moral, sino que el punto decisivo es la "persona", en su libertad autocreadora y autoplasmadora.
----------Y de hecho, sobre estas cuestiones, Rahner se expresa con estas palabras: "El ethos cristiano no es, en el fondo, observancia de normas objetivas que Dios ha introducido en la realidad: dado que todas estas normas objetivas son normas verdaderamente éticas sólo allí donde sean expresión de la estructura de la persona" (Ensayos de espiritualidad, op. cit., p.403).
----------Aquí Rahner dice exactamente lo contrario de lo que se debe decir: las normas morales no son, no deben ser "expresión de la estructura de la persona"; no corresponde a la persona el establecer las normas morales, al menos aquellas fundamentales (la ley moral natural); corresponde en cambio precisamente y exactamente a Dios "introducirlas en la realidad" de la naturaleza humana.
----------Ciertamente, la persona humana debe aprender las normas morales y hacerlas propias conscientemente, libremente, responsablemente y con firme convicción. Pero reitero que la ley moral no es expresión de la persona humana, sino de la voluntad de Dios. Es la aplicación de la ley, la que debe ser expresión de la persona y por lo demás no de la "estructura", sino de la voluntad de la persona. La ley es expresión de la "estructura", o sea de la esencia o de la Razón divina, porque en Dios esencia y voluntad se identifican. Tomás dice que la ley natural es una "participación de la Razón divina". Pero en el hombre esencia y voluntad son distintas. Identificándolas, Rahner no se desmiente de su panteísmo, que continuamente sigue apareciendo.
----------El hecho que el hombre deba obedecer a una ley que no ha hecho él, no quita que también la razón humana, en sectores delimitados y contingentes del actuar, pueda y deba ser legisladora, sea a fin de determinar las orientaciones de la ley natural, de por sí inadecuada, por su carácter abstracto, para una aplicación inmediata, sea a fin de dar sanción legal a la misma ley natural, en campo civil como en campo eclesiástico.
----------Mientras que la ley natural es inmutable y lo que puede el hombre es sólo conocerla mejor y aplicarla mejor, dado que ordena la actuación de los fines esenciales y universales del hombre, en cambio las leyes positivas humanas y eclesiásticas normalmente varían y cambian por su vínculo a situaciones contingentes o inciertas o por su carácter convencional sujeto a la discreción humana. No es siempre fácil decir si una norma ética o jurídica, acaso de larga data, es mutable o inmutable.
----------Para poder saber esto es necesario un profundo conocimiento del hombre y de la historia, sentido del progreso histórico, experiencia, prudencia y es de ayuda el conocimiento de la ética sobrenatural y revelada. La distinción, al menos en línea de principio, es posible y obligada y a veces es del todo clara, porque, dicho una vez más, pone en juego la distinción entre el legislador humano y el legislador divino (entre la norma según la cual andando por la calle es necesario mantenerse sobre la derecha y pasar con luz verde, y la ley que prohíbe el incesto o la pedofilia, no deberían existir dudas sobre cuál de ellas puede cambiar y cuál no).
----------Por eso Rahner, una vez más, se avecina al panteísmo declarando la imposibilidad de discernir las leyes mutables y las inmutables: "La esencia metafísicamente necesaria y aquella concretamente histórica del hombre no pueden ser distinguidas de manera adecuada a través de la reflexión. Esto da origen, en la concreta moralidad humana, a esa mescolanza incómoda de normas morales inmutables y mutables, no adecuadamente distinguibles las unas de las otras" (Nuevos ensayos, vol. V, op. cit., p.337, cf. también p.338).
----------Hago la observación que es probablemente esta incerteza de juicio la que conduce a Rahner a decir que "la Iglesia no puede decir concretamente al cristiano en su historia individual y colectiva qué es lo que él deba hacer exactamente aquí y ahora" (Nuevos ensayos, vol. I, op. cit., pp. 114-115). Ciertamente la Iglesia no puede decirme que debo tomar ahora un comprimido para mi dolor de cabeza o que debo irme a confesar en este preciso momento, pero puede mandarme que debo estar ahora en gracia de Dios, que debo observar aquí y ahora los divinos mandamientos, que debo evitar aquí y ahora el pecado y muchas otras cosas.
----------La suficiencia con la cual Rahner mira las exigencias de la ley natural, según él vinculada a la animalidad y al realismo ingenuo y vulgar del plano categorial, y así lejos del sublime idealismo de la experiencia trascendental, depositada en el intimismo de la consciencia "subjetival", lleva probablemente a relativizar, entre otras cosas, la enseñanza de la famosa encíclica Humanae vitae de san Paulo VI, en la cual se prohíbe el uso de los anticonceptivos: "La cuestión de la Humanae vitae es una cuestión abierta, aún si Pablo VI no lo admite expresamente" (K. Rahner & B. Häring, Reflexiones sobre la encíclica Humanae vitae, Ediciones Paulinas, Cinisello Balsamo 1968), pero -parece decir Rahner- lo admite implícitamente.
----------Es difícil entender de dónde Rahner recabe tal interpretación, cuando es clarísimo que allí el Santo Pontífice se pronuncia con abundancia de argumentaciones sobre una norma de ley natural, recordando la responsabilidad del Magisterio en ámbito moral, por lo cual, ateniéndonos a la materia y a la autoridad del documento, se puede considerar, como ha sido sostenido por teólogos mucho menos conocidos pero mucho más sabios que Rahner, que esa enseñanza pontificia sea infalible.
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