Partamos del hecho de que tanto Lutero como Descartes se encuentran viviendo en un período histórico de gran desconcierto intelectual y moral: Lutero, en el clima del Renacimiento, que había oscurecido la dignidad del Papado y del colegio cardenalicio, olvidados de su responsabilidad de maestros de la fe y de pastores del rebaño de Cristo, y enredados en intereses políticos y temporales y en todo vicio, hasta las vergonzosas bajezas y el delito; Descartes, en cambio, en el clima de escepticismo y desconfianza en la verdad y en la razón resultante de las sangrientas guerras de religión del siglo XVI y de la primera mitad del siglo XVII. [En la imagen: fragmento de "Lutero ante la Dieta de Worms", óleo sobre lienzo, obra de Anton von Werner, de 1877, actualmente en la Galeria Estatal de Arte de Stuttgart, Alemania].
La objetividad y la subjetividad
----------Para investigar las realidades profundas y sublimes algunos siguen el camino que parte del yo, del sujeto, escuchando su propia conciencia, sienten a Dios en sí mismos y entran en diálogo con Él; otros, en cambio, aman mirar el mundo y describir las cosas objetivamente en sí mismas o decir cómo están, o tratan del ser, de las causas primeras y de los principios de la realidad, hasta elevarse al conocimiento de Dios. Van a la búsqueda de los fundamentos, se plantean los últimos por qué y quieren expresar un saber radical, cierto, incontrovertible, fundamental, universal, inmutable, necesario y omnicomprensivo.
----------Los primeros los encontramos en los Salmos de la Escritura; los segundos, en el libro de la Sabiduría o de los Proverbios o en el Sirácida de la misma Escritura. Los primeros tienen como grandes representantes a san Agustín o Platón; los segundos, a santo Tomás o Aristóteles.
----------Los primeros aman tomar conciencia del propio yo, fundarse en el yo, ver a Dios en el propio yo, tenerlo presente a la atención, mirar en el propio yo, examinando su dignidad y atraídos por su misterio, sondear sus orígenes y convicciones fundamentales, las inclinaciones, aspiraciones y deseos más profundos, expresar cuanto de más profundo y más alto sienten y encuentran en sí mismos confrontándose con el Tú divino. Están preocupados por su propia suerte y se preguntan si son o no gratos a Dios.
----------Los segundos en cambio tienen interés por contemplar las altas verdades y Dios mismo, dedicándose a la especulación filosófica, moral, metafísica y teológica y tratando de la realidad en su riqueza y vastedad en tercera persona con deducciones y razonamientos, y estableciendo teorías científicas, en la búsqueda de lo universal y de la totalidad. Son los pensadores no del yo soy sino del él es.
----------Lutero y Descartes entran en el primer grupo. Es muy esclarecedor compararlos y se entiende por qué, cuando los luteranos, sobre todo con Hegel, decidieron dar una base filosófica al luteranismo, eligieron a Descartes, aunque católico. Pero se habían dado cuenta de que su pensamiento de hecho no favorecía al catolicismo, sino al protestantismo, hasta tal punto que fue desaprobado por la Iglesia.
----------Descartes y Lutero, en efecto, se iluminan mutuamente y ambos están en los orígenes de la llamada modernidad, con sus chances todavía actuales y sus tragedias aún inminentes, peores que las del pasado. De aquí la necesidad absoluta que sin perder cuanto de bueno nos han dejado Descartes y Lutero, mantengamos la línea aristotélico-tomista, que la Iglesia ha mantenido hasta ahora, línea que nos permite discernir cuánto en Lutero y Descartes hay de bueno y cuánto de malo.
----------Hoy se habla también de postmodernidad, pero encuentro que se trata de un concepto confuso e inútil, porque se relaciona con un concepto de modernidad como si se tratara de algo que ya ha pasado, por lo que hoy existiría la "postmodernidad". Pero si algo ha pasado, ¿cómo se le puede llamar moderno? ¿Qué entienden por modernidad los que hablan de postmodernidad? ¿A Descartes y Hegel? ¡Pero ellos son más actuales que nunca! Por lo tanto, ¿en qué consistiría esta superación de la postmodernidad respecto a la modernidad? ¿Qué nos da de nuevo? Lo que si acaso se puede notar es una mezcla nueva de ideas, un mayor intercambio de ideas que de hace 60 años. Sí, pero los ingredientes son los mismos. Se ha llegado a algún acuerdo, pero los conflictos de fondo se mantienen irresueltos. La solución sigue siendo unirse a la Iglesia católica en su fidelidad cristalina a Aristóteles y a santo Tomás, porque esta es la sana filosofía que conduce a la fe e interpreta la fe.
----------Pero dejemos por ahora a esos "postmodernos" tranquilos, y retornemos a nuestro discurso sobre Lutero y Descartes. Sus historias intelectuales son muy similares y también similares son los contextos históricos, culturales y eclesiales que les han estimulado a hacer cuanto han hecho. El enfoque intelectual de fondo que los caracteriza es el interés operativo por el yo, la atención pragmática al yo, a la propia conciencia.
----------El propósito de Lutero es similar al de Descartes, o sea, reformar: reformar la Iglesia, Lutero; reformar el pensamiento, Descartes. Pero entrambos, en lugar de reformar deforman, es decir, no aceptan una forma ya existente purificándola y mejorándola, sin mutarla. En cambio, Lutero le quita a la Iglesia algunos elementos esenciales y Descartes le quita al pensamiento su orientación al ser y lo cierra en sí mismo, quisiera hacerlo autárquico como si fuera el pensamiento divino.
----------Al respecto del reformar, en Lutero y en Descartes, Jacques Maritain ha sabido individuar bien a estos dos personajes-clave de la modernidad con su libro Tres Reformadores. Lutero Descartes Rousseau (Editorial Encuentro, Madrid 2006). Un poco extraña es la adición de Rousseau, personaje secundario, al cual en este momento se podían añadir otros de su nivel, por lo que no se entiende por qué precisamente Rousseau y no otro.
----------Tanto Lutero como Descartes están preocupados por el problema de la verdad: verdad de razón, Descartes; verdad de fe, Lutero. Sin embargo, en los dos es diferente el modo de plantear la cuestión: Descartes está convencido de haber encontrado él finalmente el fundamento de la verdad, mientras que hasta entonces la humanidad había navegado en la incerteza. Lutero, en cambio, estaba convencido de haber encontrado él la verdad del Evangelio, después de que ésta hubiera sido ofuscada por el Magisterio de la Iglesia.
----------Descartes encuentra finalmente lo que hasta entonces el hombre había buscado en vano. Lutero recupera esa verdad que la Iglesia había perdido. ¡Menos mal que Dios nos ha regalado a estos dos! ¿Cómo podría haber hecho la humanidad sin ellos no hubieran existido?
----------Sin embargo, me gustaría preguntarle a Lutero: ¿cómo has sabido que la Biblia contiene la verdad si no es de la Iglesia, por la cual has sido instruido? Y entonces, ¿cómo haces, en base a qué criterio tú ahora en nombre de la Biblia pretendes tener razón contra la Iglesia?
----------Y a Descartes le preguntaría: ¿cómo haces tú en nombre del principio de no-contradicción, que supones en el momento que consideras verdadero tu cogito, para rechazar a Aristóteles, el descubridor del principio de no-contradicción? ¿En nombre de qué rechazas el principio de no-contradicción?
----------En cualquier caso, aclaremos que no hay duda y es un hecho que Lutero y Descartes, un teólogo y un filósofo, son dos personajes gigantescos, dos genios, que de manera única han influido en el giro cumplido por el pensamiento y por la cristiandad europeas en los siglos XVI-XVII y que hasta el día de hoy mantienen una influencia significativa en el ámbito de la cultura, de la sociedad y de la Iglesia y de la misma política no solo en Europa, sino en todo el mundo, al menos occidental.
----------No se puede decir que sean modelos de virtud como los Santos. Su vida, aunque marcada por la fe cristiana, presenta ciertamente lados reprensibles junto a aspectos buenos, pero lo que los hace importantes y dignos de atención es cómo han logrado comprender las necesidades y problemas de su tiempo y, por tanto, cómo han logrado influir en las ideas y costumbres morales de generaciones enteras desde el momento en que vivieron hasta hoy. En efecto, todavía hoy existen sus discípulos y seguidores, con los cuales es necesario ponerse en contacto y confrontarse, porque siguen suscitando interés, admiración e imitación.
----------Por otro lado, también continúan los ataques y las críticas a ellos, por lo que es necesario ver cuánto valen estas cosas y dar un juicio tan objetivo y sereno como sea posible, aunque no siempre seguro, porque no siempre es fácil aunque extremadamente necesario interpretar su pensamiento. Hoy en campo católico existe una tendencia a asimilar sus ideas a las verdades católicas, a diferencia de un pasado excesivamente polémico. Pero hoy hay que tener cuidado, porque hay católicos que se dejan seducir por sus errores, manteniendo el nombre de católicos y no se dan cuenta de que son luteranos o cartesianos.
----------Si en el ayer de nuestra relación con los luteranos hubo demasiadas polémicas e incomprensiones recíprocas, hoy hay un dialogismo, un concordismo, un sincretismo que huele mucho a oportunismo, a hipocresía y a duplicidad. Es frecuente la ambigüedad y se juega sobre el equívoco, pero esto deja los ánimos en la íntima insatisfacción, en la discordia y en la guerra. Por miedo a ofender, falta la franqueza. Sin embargo, es con la franqueza que se encuentra la paz. Se teme que mostrarse seguro sea un acto de violencia, y en cambio es precisamente la manera de dar certeza a quien busca la verdad.
----------Tanto Lutero como Descartes se encuentran viviendo en un período histórico de gran desconcierto intelectual y moral: Lutero, en el clima del Renacimiento, que había oscurecido la dignidad del Papado y del colegio cardenalicio, olvidados de su responsabilidad de maestros de la fe y de pastores del rebaño de Cristo, y enredados en intereses políticos y temporales y en todo vicio, hasta las vergonzosas bajezas y el delito; Descartes, en cambio, en el clima de escepticismo y desconfianza en la verdad y en la razón resultante de las sangrientas guerras de religión del siglo XVI y de la primera mitad del siglo XVII.
Lutero y Descartes sintieron la necesidad de salir de una situación de crisis
----------El colapso del Imperio Romano de Oriente en 1453 bajo los golpes del Islam, había provocado un gran espanto y una profunda agitación en la Europa occidental. En efecto, a pesar del cisma del 1054, todavía existía una cristiandad europea desde Portugal hasta Rusia. En cambio, con Lutero varios estados de la Europa centro-septentrional ya católicos desde hace siglos, ahora se separaban de Roma en una forma mucho más grave que lo que había sucedido en 1054.
----------Lutero es precedido por el paganismo del humanismo italiano y la corrupción del Papado temporalista, dedicado a los placeres y apegado al dinero sobre todo a partir de Inocencio VIII, así como por el individualismo irracionalista y voluntarista ockhamista, que fomentaba la competencia y el orgullo de los primeros Estados nacionales. Serpenteaba el conciliarismo, efecto del cisma de Occidente compuesto hacía pocas décadas.
----------Por entonces, la teología escolástica había perdido la fuerza especulativa, que le había imprimido santo Tomás de Aquino en el siglo XIII, y luchaba por escapar a las sirenas del neopaganismo humanista italiano. La Orden de Frailes Predicadores, en el siglo XV se había reformado, sí, pero tan sólo en el ámbito de la observancia regular, por lo que se produjo un gran número de santos, pero faltaron filósofos y teólogos capaces de afrontar y resolver la problemática del Humanismo y del Renacimiento.
----------Savonarola se dio cuenta del enorme escándalo que el Papado estaba dando a la Iglesia y del peligro que venía del Humanismo, pero no tuvo suficientemente ni la estatura de teólogo ni el temple del prudente reformador como para proponer al Papa y a la Iglesia un programa persuasivo, articulado y calibrado, adaptado a los nuevos tiempos, más evolucionados, dejándose en cambio influenciar por los anteriores modelos medievales marcados por una intransigencia, una dureza y un rigor, que podían ir bien en aquella época, pero que en la situación de su tiempo no podían más que provocar esa contra-reacción que terminó en tragedia.
----------Aún así con todo esto, podemos ciertamente considerar como mártir a Savonarola, porque sin duda estaba en buena fe, como atestiguan sus últimos escritos ricos de piedad y altos sentimientos religiosos, luminosos de sana doctrina, que compuso en la cárcel poco antes de su ejecución.
----------En cuanto a Descartes, el cisma que Lutero había provocado en el campo religioso, Descartes lo provocó en el campo de la filosofía católica, que desde el siglo XIII, estimulada por la Iglesia, había asumido el tomismo. Pocos católicos, por lo tanto, asumieron el cartesianismo, que la Iglesia condenó en 1663, mientras que Descartes tuvo éxito entre los protestantes.
----------Descartes se encontró viviendo en un clima intelectual, cultural, moral, espiritual y eclesial resultante de las terribles guerras de religión entre católicos y protestantes del siglo XVI, que se prolongaron hasta las primeras décadas del siglo XVII. Esas guerras habían causado una gravísima crisis de escepticismo y desconfianza en la verdad y en la posibilidad de una fe común, una situación de gravísimo extravío doctrinal y decadencia moral.
----------Sin embargo, Descartes recibió una excelente formación cultural en el Colegio de La Flèche, dirigido por los padres jesuitas, uno de los más prestigiosos de Europa. Él debe haber sentido sin embargo la atmósfera de tormentoso y angustioso escepticismo que lo rodeaba, tanto que terminado los estudios, se sale con afirmaciones hiperbólicas como estas:
----------"He visto que la filosofía ha sido cultivada por las mentes más elegidas que han vivido desde hace muchos siglos y sin embargo no hay todavía nada sobre lo cual no se discute y, por consiguiente, que no sea dudoso" (Discurso del Método, Editorial Universitaria Centroamericana, San José 1993, p.19).
----------"Ya desde hace algún tiempo me di cuenta de que desde mis primeros años había aceptado como verdaderas una cantidad de falsas opiniones, de modo que lo que a continuación he fundado sobre principios tan poco seguros no podía ser más que muy dudoso e incierto; de manera que me era necesario tomar seriamente una vez en mi vida a deshacerme de todas las opiniones recibidas hasta entonces en mi creencia, para comenzar todo de nuevo desde los cimientos, si quería establecer algo firme y duradero en las ciencias" (Meditaciones metafísicas, Alfaguara, Madrid 1977, p.70).
----------Ahora bien, tales declaraciones tan irrazonablemente descorazonadas, no pueden ser sinceras, pero tienen todo el aire de haber sido artificialmente construidas para crear una situación desesperada, de la cual él luego muestra de sacarnos con un movimiento prodigioso e inaudito, a fin de que nosotros pudiéramos admirar su extraordinaria bravura. Pero todo esto tiene el sabor de una puesta en escena con el fin de arrancarnos con el movimiento final (que será el famoso cogito) un caluroso aplauso y una gloria perenne durante siglos. Más que a la meditación de un filósofo, nos parece asistir a la exhibición de un mago.
----------En efecto, si examinamos con atención y ojo crítico estas declaraciones, sin dejarnos influir por su aparente radicalismo, nos damos cuenta de que no están de pie y se destruyen a sí mismas. ¿No hay nada seguro? Es totalmente falso. ¿Deshacerse de todas sus creencias? Pero ¿por qué? Es la mayor estupidez. Hay que distinguir las buenas de las malas.
----------¿Querer empezar todo de nuevo desde los cimientos? Pero ¿por qué razón, si ciertas consecuencias están determinadas? De los fundamentos al menos, ¿cómo no estar seguros? ¿Querer rehacer eso también? ¿En base a qué? ¿Cómo se establece algo firme si no se parte de algo firme?
A pesar de ser rivales, creo que Lutero y Descartes se tenían respeto mutuo.
ResponderEliminarEn su único encuentro, tuvieron un fuerte desencuentro acerca de los pasteles bávaros, defendidos por Lutero y contradicho por Descartes, que prefería la bavaroise belga. Hubo palabras fuertes y alguna finta.
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarcomo usted bien sabe, Lutero (1483–1546) vivió casi un siglo antes que Descartes (1596–1650).
Lo interesante es que los luteranos adoptaron la filosofía de Descartes para dar una base filosófica al protestantismo. Esto lo dirá el mismo Hegel. La cosa puede parecer extraña. Y sin embargo hay un motivo, por el hecho de que la teología de Lutero es sustancialmente subjetivista, aunque él no rechazara el realismo.
Ahora bien, como todos saben, Descartes funda la filosofía justamente sobre la autoconciencia del yo. De ahí se entiende cómo a los luteranos les venía bien la filosofía de Descartes.
Tengamos sin embargo presente también otro hecho, y es que si Lutero hubiera conocido la filosofía de Descartes estoy convencido de que la habría rechazado, porque Lutero creía sinceramente en un Dios personal y trascendente, tal como es enseñado por la Biblia.
En cambio, Descartes se remonta a la antigua posición protagórea, según la cual el hombre es la medida de todas las cosas.
Esta orientación está en la base de lo que habría de ser luego el idealismo alemán, el cual, llevado a sus consecuencias extremas, habría de desembocar en el ateísmo, por el cual el yo se sustituye a Dios.
Lutero fue sí rebelde al magisterio, y esto fue un signo de soberbia y de egocentrismo. Sin embargo, me parece que Lutero ha conservado sustancialmente la fe en el Dios cristiano. Desde este punto de vista él no se presta a ser instrumentalizado por los cartesianos y, como he dicho, si hubiera conocido el pensamiento de Descartes, ciertamente lo habría rechazado como filosofía sofística y anticristiana.
Un problema es el de cómo puedan existir católicos cartesianos. De hecho también los modernistas de hoy consideran a Descartes como el fundador de la filosofía moderna.
De hecho las obras de Descartes fueron puestas en el Índice en 1663.
¿Cómo es posible que existan católicos cartesianos? Porque la filosofía cartesiana en apariencia parece una filosofía muy espiritual; pero en realidad, al examinarla con atención como hicieron los tomistas, se advierte que ella conduce al materialismo.
Pascal ha resumido de manera muy aguda el engaño de la filosofía cartesiana diciendo que quien quiere hacerse ángel termina por hacerse bestia.
Estimado Anónimo,
Eliminarcelebro su afición al chascarrillo mendocino, que sin duda tiene sus encantos. Sin embargo, suele pasar —y no sólo en este foro— que cuando escasean los argumentos, el humor se convierte en refugio. Es una de las marcas del hombre moderno: quedarse sin el Logos pero convencido de que una ocurrencia basta para debatir. Por mi parte, seguiré intentando el diálogo, aún a riesgo de parecer anticuado y no hombre moderno progresista.
Ignoro el chascarrillo mendocino, soy porteño a mucha honra
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarda lo mismo. Entonces se trata del chascarrillo porteño (que suele ser peor que el mendocino). Pero entonces, vale lo que acabo de decir. Si usted no quiere quedarse sólo en la broma, o en el chiste, haga un esfuerzo por dar alguna idea de lo que piensa del tema sobre el que se ha reflexionado. Con gusto me pongo a su disposición para algún otro momento y ocasión.
Con usted es muy difícil razonar, porque está empachado de sí mismo y de su propio pensamiento. Jamás admite un error, jamás un mea culpa. Tanto despotricar contra el idealismo y es, mayormente, un solipsista intelectual.
EliminarEstimado Anónimo:
Eliminarno puedo dejar de notar que sus palabras se aferran más a la descalificación personal que al deseo sincero de reflexionar juntos. Lo lamento, porque aún detrás de lo que usted considera un exceso de convicción de mi parte, hay, se lo aseguro, una genuina disposición al diálogo.
Lamento que haya optado por la diatriba en vez de por el intercambio. Si tuviera usted razón al calificarme de “solipsista intelectual”, ese juicio le concedería a usted una extraña omnisciencia, pues el solipsismo sólo puede ser detectado desde una presunta exterioridad absoluta. Aun así, no me escandaliza: no es la primera vez que alguien toma como soberbia lo que en realidad es sólo convicción expresada con cierta vehemencia. Tampoco sería la primera vez que se me confunde la claridad con la inflexibilidad.
Yo, por mi parte, no me tengo por infalible en mis argumentos, pero los presento y los expongo al diálogo. ¿Cuáles son sus argumentos? Quiero conocerlos.
Pero si intento hablar con firmeza es porque creo que el diálogo no se construye sobre la ambigüedad afectada ni sobre la cortesía vacía, sino sobre la voluntad común de buscar la verdad, aunque esta exija roce, matiz y, a veces, incomodidad.
Sigo, a pesar de todo, dispuesto a escuchar su punto de vista -si alguna vez decide presentarlo con algo más que adjetivos, ofensas, burlas y diatribas. No espere que yo responda a sus burlas con burlas, a sus insultos con insultos. No me lo permito ni me lo permite mi fe.
Muéstreme que usted razona, aportando argumentos en contra de los argumentos que yo presento en mis artículos. Y así dialogaremos.