sábado, 13 de septiembre de 2025

El sentido del tacto y la fe en la Comunión Eucarística

La Eucaristía no es solo alimento espiritual: es contacto real, aunque sacramental, con el Cuerpo glorioso de Jesucristo. ¿Cuál es el papel del tacto en la recepción de la Comunión? ¿Cual es la relación entre los sentidos y la fe, y la dignidad del gesto corporal en la liturgia? ¿Qué significa tocar a Jesús sacramentado? ¿Qué comemos realmente cuando comulgamos? ¿Por qué algunos gestos suscitan escrúpulos y otros no? Reflexionemos teológica y pastoralmente para iluminar el misterio eucarístico desde la Encarnación hasta la adoración [En la imagen: fragmento de una acuarela sobre papel, "La primera Comunión", obra de P.F., 2025, colección privada].

“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos
y tocaron nuestras manos acerca del Verbo de la vida…”
(1 Juan 1,1)
   
El sentido del tacto en la recepción de la Sagrada Hostia
   
----------Como bien sabemos, el uso del tacto tiene un rol esencial en todas las religiones y, por consiguiente, también en la Sagrada Escritura: ya sea considerado el tacto como representación física del acto con el cual lo divino llega al hombre (Is 6,7; Jer 1,9; Dn 10,16), ya sea como acto ritual del hombre con el cual la criatura humana entra en contacto con lo divino (Mt 14,36; 28,9; Lc 24,39; Jn 20,17).
----------Sin embargo, si en el Antiguo Testamento el tocar lo divino es un acto temerario (Ex 19,12), dada la indignidad del hombre de aquel entonces ante un Dios severo, con la venida de Cristo, Dios, que se ha dignado venir a morar en medio de nosotros, se deja tocar en la humanidad del Hijo, y es Dios mismo quien en Cristo se complace en tocar al hombre para sanarlo.
----------Debemos tener en cuenta que el tacto tiene una función esencial en los sacramentos y, en general, en las acciones sagradas, como ese sentido que se encuentra particularmente involucrado en la dinámica de la relación con Dios, o bien para significar que el hombre debe estar alejado de Dios por humildad, o bien, a la inversa, como transmisor de la gracia, en el sentido de darla y de recibirla.
----------Mientras que en el Antiguo Testamento el tocar lo sagrado parece algo que es inconveniente y peligroso (véase Ex 19,12), porque el hombre advierte fuertemente su indignidad y su distancia de lo divino, como hombre castigado y pecador, en el Nuevo Testamento, en cambio, Dios revelado en Cristo, y frecuentando en su misericordia a los pecadores arrepentidos, quiere hacerse íntimo del hombre y de algún modo dejarse tocar (1 Jn 1,1; Lc 24,39) y abrazar (Mt 28,9; Jn 20,17). Jesucristo toca y sana (Mt 9,29; Mc 1,41; 7,33; 8,22) y quien lo toca sabe con certeza que puede curar (Mt 14,36).
----------Como bien sabemos, la práctica de recibir la Sagrada Comunión en la mano, permitida desde hace décadas por la Iglesia, ha sido recomendada por diversas conferencias episcopales como una opción legítima y prudente, especialmente en contextos donde se busca cuidar la salud comunitaria. Esta modalidad, aunque ha suscitado reservas en algunos fieles, ha sido acogida con respeto y también fijada como norma por los pastores, incluyendo gestos de cercanía como los del papa san Juan Pablo II, quien no dejó de atender con delicadeza las objeciones de conciencia de quienes preferían recibirla en la boca.
----------Sabemos como el uso de la Comunión en la boca es una práctica que tiene siglos de antigüedad, aunque está bien registrado que en los primeros siglos ya existía el uso de la Comunión en la mano. Pero no sabemos qué es lo que ha prevalecido durante los primeros siglos. En anteriores artículos de este blog ya he tratado de la diferencia de significado entre los dos usos, de modo que no volveré por el momento a ese tema si no es necesario. Aquí, en cambio, me gustaría detenerme más bien en la cuestión del uso del tacto en los sacramentos en general y en particular en la recepción de la Comunión eucarística.
----------En el sacramento en general, el tacto es ciertamente vehículo de la gracia y esencial al sacramento, dado que el sacramento es signo sensible de la gracia, que produce aquella misma gracia que el sacramento significa. El sacramento, realidad material canal de lo espiritual, fruto del misterio de la Encarnación, es así, por tanto, del todo conforme y proporcionado a la naturaleza físico-espiritual del hombre.
----------Por eso el sacramento es un acontecimiento o un hecho que requiere una relación interpersonal concreta y directa, es decir, un verdadero y propio contacto o auricular o tangible o visible, por consiguiente no una relación a distancia o por interpósita persona, entre ministro y beneficiario del sacramento.
----------Por eso no está permitida una confesión sacramental a distancia, sino que sólo es válida la llamada "confesión auricular"; y en algunos sacramentos incluso existe la aplicación de la materia al cuerpo, el cual así siente el contacto de la materia que le viene aplicada. En el matrimonio, el acto sexual asume un valor sacramental. Pero el sacramento en el cual el tacto se eleva a su máxima valoración es la Eucaristía, por la cual el fiel toca una materia sensible (las especies eucarísticas), que custodian otra materia mucho más elevada, esta no sensible sino inteligible a los ojos de la fe: la sustancia del Cuerpo de Cristo.
----------Tocar la hostia es tocar los accidentes del pan. Pero ellos esconden la sustancia del Cuerpo del Señor, al cual están unidos por concomitancia la sangre, el alma y la Divinidad. Por consiguiente, en cierto modo, aunque indirecto y sacramental, tocamos a Dios, y podemos decir con la hemorroísa: "Si puedo aunque sea solo tocar su manto, seré curada" (Mt 9,20). Los accidentes eucarísticos son el manto de Cristo.
----------Algunos fieles habituados a la Comunión en la boca experimentan ese sentimiento de indignidad al tocar a Jesús sacramentado, que recuerda la piedad vigente en el Antiguo Testamento. A ellos les parece casi una profanación tocar la hostia con la mano. Consideran que solo el sacerdote sea digno de tocar la hostia con la mano. Creo que deberían reflexionar sobre el hecho de que Jesús se ha dejado tocar por los hombres. Lo importante es tocarlo con fe, amor y un corazón purificado o arrepentido.
----------Por otra parte, podríamos preguntar a esos fieles: ¿por qué no experimentan esa misma reticencia hacia la lengua? Podrían respondernos: porque la lengua es obviamente necesaria para comer el Cuerpo del Señor, mientras que la mano no es necesaria. Pero similar reticencia no tiene ninguna razón de ser, si pensamos que Jesús se complace en ser tocado por un corazón puro y arrepentido.
----------¿Se puede amar sin tocarse? Vale tener presente que el tocarse no quiere decir necesariamente ensuciar o ensuciarse, si las manos están puras. ¿Por qué motivo no sentimos esa reticencia al saludarnos estrechando nuestras manos en el signo de la paz en la Misa, sino que lo sentimos necesario?
   
¿Qué quiere decir comer el Cuerpo del Señor?
   
----------Nos parece comer simplemente pan o tocar simplemente pan. Pero nosotros sabemos que este no es el caso. Nuestro tocar y comer es obviamente un acto físico-material-sensible. Pero, ¿qué es lo que físicamente tocamos y comemos? ¿El Cuerpo del Señor? ¡No! Tocamos y comemos físicamente los accidentes del pan, los cuales por otra parte actúan en el estómago exactamente como si se tratara de verdadero pan, produciendo, junto con la actividad del aparato digestivo, los mismos efectos fisiológicos, químicos y nutritivos.
----------Es que la naturaleza física y biológica no sabe nada del misterio de la transubstanciación. Para ella los accidentes del pan están con la sustancia del pan y por lo tanto ella actúa según las leyes biológicas y químicas, que Dios mismo le ha dado. Pero a la naturaleza no le interesa nada nutrirse de Cristo y ni siquiera sería capaz de hacerlo. A ella le basta obedecer a sus leyes y ya así ella está unida a Dios.
----------Nutrirnos de Cristo nos interesa a nosotros y sólo nos es posible a nosotros, entes espíritu-corporales, capaces de participar de la vida divina, mens capax Dei, como decía san Agustín, y por eso somos nosotros y no la naturaleza, privada de inteligencia, quienes conocemos que el pan ya no es pan, sino el Cuerpo del Señor y, por lo tanto, quienes gustamos la inefable dulzura del alimento eucarístico.
----------Pero entonces, qué quiere decir nuestro Señor Jesucristo, cuando dice que debemos "comer su carne"? Cuando les ordena a los apóstoles el "comer", ¿qué es este comer? Jesús no dice "comed los accidentes del pan", sino "comed mi Cuerpo", porque no dice: "esto es pan", sino "esto es mi cuerpo". Sin embargo, ¿cómo los apóstoles no podrían dejar de comer los accidentes del pan?
----------Pero, por otra parte, si Jesús no se refiere a un comer físico, ¿qué clase de "comer" es? ¿De qué comer se trata? ¿Comer en qué sentido? Jesús ni siquiera explica, como sí lo hará mucho más tarde el Concilio de Trento, que quiere decir: "comed la sustancia de mi Cuerpo privado de los accidentes".
----------¿Pero qué quiere decir que comemos la sustancia del Cuerpo sin los accidentes? Sin embargo, se trata precisamente de esto. Por tanto, es un comer espiritual, misterioso, sobrenatural, captable sólo por la fe, un comer cuya esencia supera aquello que podemos comprender con nuestra sola razón.
----------Se trata de comer un Cuerpo humano hipostáticamente unido a Dios. En cierto modo es un nutrirnos de Dios, aunque obviamente esta expresión no pueda ser tomada a la letra, si no sería absurda. Y sin embargo, nutriéndonos de este Cuerpo divino, recibimos una vida divina, que es la vida de gracia, participación de la vida divina que nos asimila a Aquello que comemos, o sea a Cristo mismo.
----------Aparte de la necesaria preparación que nos es requerida para hacer dignamente la Sagrada Comunión, no nos es requerido un especial esfuerzo de la voluntad o un especial y enérgico acto de virtud, sino un acto simplicísimo, el de abrir la boca y comer, cosa que hacemos desde recién nacidos, ya sea que recibamos la hostia de la mano del ministro, o que la hayamos recibido en nuestra mano.
   
La función de la vista
   
----------Es muy importante, útil y saludable mirar devotamente por un cierto tiempo a la Hostia consagrada durante la adoración eucarística. Ciertamente la vista ve un simple y pobre disquito blanco. Pero, de hecho, el color blanco ya es muy significativo de la pureza y de la verdad.
----------El blanco es la síntesis de todos los colores. El color blanco en la Misa para los Santos es el símbolo de la santidad. El bautizado está revestido de una túnica blanca. El alba para la Misa es blanca. En el Apocalipsis, los que triunfan con Cristo en la victoria final visten el manto blanco (Ap 3,4-5).
----------En el Evangelio los ángeles aparecen en blancas vestiduras (Mt 28,3). En la Transfiguración el Señor aparece con un manto blanco (Mc 9,3). En Japón el blanco es el símbolo de la inmortalidad. Pero más allá de esto es necesario con el intellectus fidei que nos elevemos más allá de lo sensible para considerar y adorar a Quien está escondido en ese pequeño disco blanco. Es necesario hablarLe, interrogarLe, alabarLe, agradecerLe, escucharLe, implorarLe, como han hecho y hacen todos los Santos; como han hecho Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, canonizados el pasado domingo por el Papa.
----------Por consiguiente, es bueno mirar la hostia y el cáliz también en el momento de la elevación de la hostia y del cáliz en la Misa. Al respecto, el celebrante haría bien en mantener en alto durante algunos instantes a las dos sacratísimas oblatas, para que así los fieles puedan contemplarlos piadosamente. En ese momento el celebrante se vuelve hacia Dios Padre que está en los cielos y por eso sería bueno que su mirada se volviera hacia arriba como lo hacía Cristo cuando invocaba al Padre y como es costumbre de rezar en todos los pueblos, porque Dios está en lo alto y Él mismo es el Altísimo.
----------Ése no es el momento, como hacen algunos, de mirar hacia abajo. Si le ofrecemos un don a alguien, ¿acaso no lo miramos a la cara? En todo caso, los ojos bajos se adaptarían al penitente o al meditador. Pero aquí no se trata ni de meditar ni de manifestar el propio arrepentimiento, sino de mirar con admiración y respeto al Ente sumo y supremo, con esa admiración semejante a la del escalador que, todavía en el valle, contempla extasiado la estupenda majestuosidad de la cadena montañosa, la cordillera que está frente a él.
   
Lo que dan los sentidos y lo que da la fe
   
----------Lo que a los sentidos se presenta como cualidad sensible del pan, por ejemplo el sabor o el color, es realmente cualidad sensible del pan o, como se dice en filosofía, "accidente" del pan o en liturgia, "especie" del pan. Pero sabemos por fe en la transubstanciación que en la hostia está presente el cuerpo mismo de Cristo a modo de sustancia, o sea la sustancia de su Cuerpo sin los accidentes, por lo tanto sin el peso, las dimensiones, las cualidades sensibles o los componentes físicos.
----------Por otra parte, la sangre de nuestro Señor Jesucristo se encuentra bajo las especies del vino. Sin embargo, en la hostia consagrada está el Cuerpo glorioso del Señor, ese mismo Cuerpo que está en el cielo. Pero mientras allí en el cielo este Cuerpo tiene sus accidentes, en la hostia consagrada sólo existe la sustancia en la cual, en virtud de la consagración, se ha convertido la sustancia del pan.
----------Ahora bien, ¿en la hostia consagrada está el Cuerpo físico del Señor? Para responder de modo correcto a esta pregunta, es necesario previamente ver qué entendemos por "físico". Si entendemos físico en el sentido de la física experimental, la cual experimenta y mide los cuerpos físicos de este mundo, entonces ciertamente se debe decir que en la hostia consagrada no está el Cuerpo físico, en el sentido de que el Cuerpo no está allí con sus dimensiones y cualidades sensibles, que solo tiene en el cielo.
----------Pero si por físico entendemos, en cambio, físico en el sentido de material, entonces está claro que está el Cuerpo físico, ya que un cuerpo inmaterial no existe. Sabemos que un cuerpo es, por definición, una sustancia compuesta de materia y de forma. Sustancia inmaterial es solo el espíritu. Pero el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo en la hostia consagrada es su verdadero Cuerpo, aunque sea a modo de sola sustancia. Y, sin embargo, se trata de sustancia material.
----------También encontramos en algunos fieles la convicción de que sólo las manos del Sacerdote sean dignas de tocar la Santísima Eucaristía. Esta idea tiene un cierto fundamento, en cuanto que es el Sacerdote quien consagra el Cuerpo de Cristo. Sin embargo, por otra parte, la Eucaristía es un alimento: ¿y por qué un alimento no podría ser tomado con las manos? Pero el caso es que no se trata de un alimento como cualquier otro, porque no es un alimento subordinado a nosotros, sino que somos nosotros los que estamos subordinados a este alimento, que bajo las especies del pan esconde el Cuerpo del Señor.
   
Medidas sanitarias siempre a tener en cuenta
   
----------Si bien ha pasado la pandemia de Covid que padecimos hace algunos años, sabemos que esa enfermedad, con variantes, no ha desaparecido y, de todos modos, no estamos libres de eventuales nuevas epidemias. Atendiendo a tales motivos, sabemos que nuestros Obispos recomiendan recibir la Comunión en la mano, sobre la base de las indicaciones provenientes del ambiente profesional médico. De todos modos, ya el papa san Juan Pablo II, en su momento, recordó que todo fiel con serios motivos de conciencia para seguir esta práctica, puede recibir la Comunión en la boca.
----------Pero, ahora bien, podríamos tal vez preguntarnos: ¿por qué es mejor en la mano que en la boca? Porque es más probable que el sacerdote, al distribuir la Comunión en la boca, entre en contacto con la lengua del fiel, lo cual implica mayor riesgo de contagio que el contacto con la mano. Y además, la lengua es un medio de contagio mucho más eficaz que la mano. Por otra parte, hay que recordar que es fácil para el sacerdote tocar la lengua del fiel, mientras que para el sacerdote es mucho más fácil evitar tocar la mano. Sea como sea, no volveré aquí a recordar al detalle las medidas preventivas y sus razonables motivos, que cumplíamos durante los dos años en que duró la pandemia del Covid, y que todavía en la actualidad siguen cumpliendo muchos sacerdotes y ministros extraordinarios de la Eucaristía.
----------Por otra parte, según algunos, la hostia no puede ser contaminante porque está protegida contra el virus por el Cuerpo del Señor. Pero esta es una idea del todo irrazonable, porque nada impide que cualquier agente patológico se adhiera a las especies eucarísticas. Por consiguiente, contar con la presencia real del Cuerpo del Señor evitando las adecuadas precauciones profilácticas es un acto de tentación de Dios. De hecho, no es lícito, como nos enseñan las tentaciones de Cristo en el desierto, exigir de Dios un milagro allí donde está en nuestras manos obrar con prudencia y responsabilidad lo que esperaríamos obtener con el milagro.
----------El fiel que recibe la Comunión en la mano debe controlar atentamente que no queden fragmentos en la mano. Si los encuentra, recójalos con la lengua, sin exageradas indagaciones. Es suficiente con remediar según lo que se ve a simple vista. Es posible que existan fragmentos invisibles, y sabemos que Cristo está presente también en ellos. Pero, evidentemente, Él no nos pide que lo remediemos. Nemo ad impossibilia tenetur.
----------La partícula puede caer accidentalmente, ya sea tanto en el caso de la Comunión en la mano como en el caso de la Comunión en la boca, ya sea por descuido del sacerdote o por descuido de los fieles. Si el piso ofrece suficientes garantías higiénicas, puede ser bueno que el sacerdote o el fiel recogieran y asumieran esa partícula. De lo contrario, corresponderá al sacerdote proveer.
----------Una pequeña nota final: este artículo retoma y reformula una reflexión publicada hace algunos años, con ajustes editoriales que eliminan referencias circunstanciales y refuerzan la vigencia doctrinal del contenido. Si algún lector se sorprende por la reiteración, le recordaré que la verdad no caduca, y que volver a decir lo que sigue siendo cierto no es redundancia, sino fidelidad. A veces, ciertos comentarios me hacen pensar —no sin fundamento— que algunos opinan sin haber leído. Si ese derecho se arrogan ellos, ¿por qué no habría yo de ejercer el mío: el de volver a enseñar lo que merece ser comprendido?
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 12 de septiembre de 2025

84 comentarios:

  1. ¿Es que siempre van a salir cada vez más malabaristas equilibristas para explicar las novedades y enterrar la tradición?

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    1. Padre: a los miles de giros de palabras que sirven para hacer pasar por bueno incluso lo que no es tan bueno. Si la iglesia ha dicho durante siglos que la comunión no debía ser tocada con la mano, ¿es que entonces la iglesia se ha equivocado durante siglos? Claro que durante la pandemia hubo una emergencia, está bien, hubo que obedecer en silencio, pero ¿y ahora?... busquen una salida teológica, a menos que nos digan que ustedes se equivocaron durante siglos.

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    2. Estimado Antonio,
      la cuestión de la distribución de la Eucaristía, en relación con los usos de la Iglesia, no es una cuestión de equivocarse o no equivocarse, sino que se trata simplemente de cambios, totalmente legítimos, porque son decididos por la propia Iglesia, la cual, por encargo de Cristo, tiene plena competencia en estas cosas y los buenos fieles están obligados a acoger tales disposiciones de la Iglesia, con confiada obediencia.

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    3. Lo aceptamos con confianza, pero que no nos traten como estúpidos.

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    4. Estimado Antonio,
      si te refieres a mi artículo, si lo has leído, notarás un tono muy respetuoso hacia los fieles, que retoma las enseñanzas de la Iglesia. A menos que pienses que la Iglesia nos trata como estúpidos. Sin embargo, yo, al llegar a este punto, me pregunto si esta es una duda digna de un buen católico.

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    5. Padre, olvídelo, dejémoslo así, si no vamos a terminar en el juicio.

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    6. Estimado Antonio,
      comprendo su sufrimiento y su malestar. No se trata de juzgar o evaluar a las personas, sino que estamos hablando de las normas oficiales de la Iglesia.

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    7. Padre, preguntarse si mis perplejidades son dignas de un buen católico, creo que es un poco juzgar. Así me lo parece; pero quizás son los católicos que no se hacen preguntas los más apreciados por la iglesia, o mejor dicho por esta nueva iglesia.

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    8. Estimado Antonio,
      sigamos dialogando, para que juntos descubramos la belleza de la Iglesia y de la fe.

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    9. Bien..., parece que Antonio no ha querido continuar, o bien se ha tomado su tiempo para seguir dialogando. De todos modos, les comento a los demás lectores, que sé que están visitando y mucho, este artículo:
      Este intercambio con Antonio ha mostrado la importancia de distinguir entre la legítima perplejidad y la sospecha sistemática. La Iglesia no se contradice cuando adapta sus prácticas, sino que ejerce su autoridad con fidelidad al depósito recibido. Quien busca comprender, encontrará siempre espacio para el diálogo. Quien solo busca confirmar su desconfianza, difícilmente podrá escuchar.

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  2. Volvió el escalador de espejos. Habilísimo malabarista.

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  3. Jesús se deja comer, pero no le agrada ser tocado por manos no consagradas… lo ha reiterado a varios místicos, entre ellos Justine Klotz, una mística alemana a quien le enumeró las gracias que concede a quienes no tocan las Sagradas Especies si no están consagrados.
    PROMESAS DE JESÚS A QUIEN NO RECIBE LA COMUNIÓN EN LA MANO
    Del libro: “DIOS HABLA AL ALMA”
    Revelaciones del Cielo a la mística alemana Justine Klotz
    Con imprimátur

    Introducción:
    Concentrada en la oración, fueron transmitidas a un alma piadosa y privilegiada las siguientes promesas del Señor a quienes no reciben su Sacratísimo Cuerpo en la mano.
    (Yo, Angelica, he leído este texto que tomé en la iglesia de Marqués de Vadillo–Madrid, y está relacionado con lo que el SEÑOR dijo a Giuliana Grescio en el libro La Palabra, vol. VIII, donde JESÚS le dijo que Él no desea ser recibido en nuestras manos, porque es alimento para el alma y no para el cuerpo, ya que nuestras manos no están consagradas, no somos dignos de tocarlo; solo los sacerdotes pueden hacerlo…)
    Aviso:
    Debe entenderse bien que estas promesas no se cumplirán en quien comulga estando en pecado mortal. El Señor no quiere ser burlado; si alguien lo hace, incurre en sacrilegio.

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    1. Promesas de Nuestro Señor Jesucristo:
      1 - A quien se abstiene de usar las manos al recibir la Hostia —mi Cuerpo, mi Sangre, mi alma y mi divinidad— prometo mayores bendiciones en sus manos, en su corazón, en su alma y en todo su ser.
      2 - Prometo muchísimas gracias adicionales en su peregrinar por este mundo, con mayores garantías de salvación y aumento de gloria esencial y accidental para toda su vida eterna conmigo en el Paraíso.
      3 - Me sentirá en la Comunión en todo su ser, con plenitud completa, de modo que ya no querrá tocarme con las manos.
      4 - Quien lo haga con constancia recibirá grandes gracias personales mías y grandes beneficios para toda su casa.
      5 - Prometo también, a quien devotamente hace lo que deseo, dones especiales en sus manos contra los enemigos del alma; y a muchos les daré dones de sanación.
      6 - Prometo que, si lo hace con perseverancia, continuidad y constancia, alcanzará todo con mayor intensidad, buscando mi gloria y mi honor. Lo elevaré para siempre.
      7 - Concederé también, a quien por amor cumple todos mis designios divinos y no desea tomar la Hostia en sus manos, por mayor adoración, humildad y santo respeto, el don del discernimiento espiritual con más intensidad.
      8 - Su nombre será impreso en mi Sagrado Corazón misericordioso si, para darme mayor alegría, comulga debidamente con la lengua y no con la mano.
      9 - Prometo también aumentar todas sus virtudes como recompensa por su mayor humildad, que implica no considerar nunca limpias sus manos. Nunca.
      10 - Prometo también a quien difunda fielmente mi doctrina, que vencerá con mayor facilidad toda clase de tentaciones.
      11 - No se distanciarán de las almas quienes me reciben en la lengua y no en las manos, si lo hacen con la debida reverencia y viven así cada día de su vida.

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    2. 12 - Prometo también que no encontrará cerradas las puertas de mi amor quien, por respeto hacia mí, me dé alegría al recibir la Hostia debidamente con la lengua y nunca en sus manos.
      13 - Si lo hace así, comulgando con la boca, llegará a obrar solo por mi Corazón, con mi Corazón, en mi Corazón, para mi Corazón divino.
      14 - Prometo igualmente a quien me honra de este modo, que mi Sagrado Corazón lo escuchará con mayor alegría e intensidad.
      15 - Para mí esto es importante, y si recibo mayor alegría, esa alma que comulga con la boca me agradará siempre. Y por amor, si sigue siempre mis enseñanzas divinas, la tendré como prueba de mi gozo por este hecho.
      16 - Esa persona hará siempre bien a las almas. En cambio, quien quiera siempre tocar la Comunión con la mano no estará conmigo, será rígido hacia mí y oscurecido respecto a lo que me agrada, a mi predicación y a mi magisterio.
      17 - Todo lo contrario a quien no toca mi forma consagrada porque le tiemblan las manos; que se prepare mental y físicamente, para que en el momento de la Comunión me pida que esté solo Yo. Prometo la gracia de alcanzar rápidamente una altísima perfección cristiana, si busca mi rostro con más amor; se olvidará más fácilmente de sí mismo y su corazón será siempre confortado por ese gesto. Tendrá más luz celestial y mi Sagrado Corazón estará siempre alegre por él/ella. Por los siglos de los siglos.

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    3. Promesas a quienes difunden estos mensajes:

      1. Prometo el don del conocimiento de los corazones a quienes difundan estas promesas.
      2. Alcanzarán mayor gloria en el Cielo.
      3. Tendrán larga vida espiritual (aunque no siempre material), y en pocos años como si hubieran vivido muchos años de santidad.
      4. Colmaré de grandes bendiciones a sus familiares.
      5. Prometo también que, cuanto más las difundan y den a conocer, más me infundiré en ellos.
      6. Les haré sentir que estoy en ellos de manera plena y creciente.
      7. No permitiré que emprendan acciones que no me agraden.
      8. Pondré suficiente luz en su camino para que, con mi gran ayuda, eviten el mal y hagan no solo el bien, sino lo que más me agrada.
      9. Les daré mayores gracias si las difunden con fervor.
      Consideren una gran omisión no dar a conocer mis promesas.

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    4. Estimada Gisella,
      he leído con interés el contenido de esa revelación privada. Tenga presente, sin embargo, que las revelaciones privadas están sujetas al juicio de la Iglesia, por lo que, si en ellas hay algo que contradice dicho juicio, por muy respetable que pueda ser, es necesario hacer prevalecer el juicio de la Iglesia. De todos modos, como he informado en mi artículo, la Comunión en la boca, según lo recordado por san Juan Pablo II, sigue siendo una cosa buena y loable para aquellos fieles que, por razones de conciencia, no se sienten cómodos l recibir la Eucaristía en sus manos.

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    5. Además esta revelación privada posee el Imprimatur.... por lo tanto la aprobación de la Iglesia.

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    6. Padre, no estoy de acuerdo... Pues ahí estamos de nuevo. De su intervención parece que la Eucaristía en la boca es un indulto concedido por el Papa, mientras que la comunión en la mano es la regla fijada por el Papa. Por amor a Cristo que la Verdad es que: ES LA COMUNIÓN EN LA MANO LA QUE ES UN INDULTO concedido por la Iglesia.

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    7. Lucio: de hecho es lo contrario.. y por desgracia casi todos los sacerdotes no te la dan en la boca . esa es una de las muchas revelaciones privadas en que el Señor ha hablado en esos términos.... si yo sé o incluso sospecho que es así.. es decir que Jesùs quiere la comunión en la boca, ¿por qué esta insistencia con la comunión sobre la mano? Usted puede decir que las revelaciones privadas no se deben tomar siempre por buenas, pero aquí tenemos una tradición milenaria que se está rechazando. También la beata Anna Katerina Emmerik en sus visiones dictadas al famoso poeta que transcribió todo, dijo que Jesús en la última cena puso en su boca el pan consagrado a los apóstoles, que por lo demás ya eran obispos consagrados todos.

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    8. Estimado Lucio,
      yo no he hablado en absoluto de indulto en referencia a la Comunión en la mano o en la boca. En realidad, he hablado de ambas modalidades con gran veneración, mostrando su complementariedad mutua. Y así también, según el Documento de San Juan Pablo II, referido a la Comunión en la mano o en la boca, el Papa no habla en absoluto de indulto. Y también en lo que se refiere a la Comunión sobre la mano, las Conferencias Episcopales (por ejemplo la CEA, o la CE Italiana) no hablan en absoluto de indulto, sino de gesto oportuno y conveniente.

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    9. Lástima que los obispos son contrarios y no lo ocultan... y nadie se atreve a hablar.

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    10. Estimada Gisella,
      no puedo más que reiterar lo que ya he dicho. Ciertamente la mencionada Emmerick es una mística autorizada, pero siempre estamos allí. Es necesario que tenga en cuenta que en cualquier revelación privada, incluso en las más autorizadas, pueden encontrarse cosas que no corresponden a las directivas de la Iglesia, las cuales, para nosotros los católicos, deben prevalecer sobre las revelaciones privadas. Recordemos que Jesucristo se revela oficialmente ante todo a los Apóstoles, antes que a los místicos, quienes de todos modos y siempre deben ser reconocidos por los Apóstoles, es decir, por la Iglesia. Y además cuando la autoridad eclesiástica da el imprimatur, esto significa simplemente que no hay herejías. Ahora bien, la cuestión de la Comunión en la boca o en la mano, no es una cuestión de dogma, sino de pastoral, la cual sin embargo requiere nuevamente la obediencia a la autoridad ecclesistica.

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    11. Padre: sí, pero los apóstoles lo están traicionando y la iglesia está perdiendo fieles... y se está desmoronando... hemos visto de todo en estos años.. incluso desde los años de pandemia hemos visto los gabinetes en la iglesia y todo avalado desde arriba.. Es hora de que los buenos pastores salgan y griten la verdad... en lugar de anunciar vacunas que contienen células fetales abortadas. Perdone el desahogo pero estoy demasiado amargada y decepcionada por esta iglesia que ha dejado de hablar de Jesús y de Su Palabra para hacerse la sirvienta del sistema.

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    12. Estimada Gisella,
      dejemos a los obispos su tarea y a nosotros la nuestra. No invirtamos los roles.

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    13. Padre: demasiado cómodo hablar así.. como cristiana tengo el deber de anunciar y denunciar en virtud de esa función profética recibida en el bautismo y.... La obediencia no siempre es una virtud. Feliz domingo.

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    14. Padre: desde el punto de vista jurídico, un indulto que permite la comunión en la mano fue emitido por primera vez en la Instrucción Memorial Domini del 29 de mayo de 1969.
      Este documento permite a las conferencias episcopales solicitar el indulto por parte de la Santa Sede con el fin de permitir la recepción de la Comunión en la mano.

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    15. Estimada Gisella,
      usted magnifica los problemas reales. De este modo viene a angustiarse por algo que ya no corresponde a la realidad, pero que es ampliado por una excesiva preocupación. Por eso le sugiero que considere las dificultades en su verdadera dimensión, sin ampliarlas. Y sobre todo usted tiene que considerar los lados buenos de la Iglesia. De hecho, solo así podemos resistir la tentación del desánimo y perseverar en nuestra comunión con la Iglesia y con el Papa.

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    16. Estimada Gisella,
      entiendo su indignación por los escándalos en la Iglesia. Sin embargo, es importante proponer remedios, como por ejemplo los que le dije en mi escrito anterior: ver sobre todo lo positivo.

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    17. Estimado Lucio,
      lo que en su momento fue un indulto se ha convertido en una orden. Ahora bien, esta transformación entra de pleno derecho en el poder jurisdiccional de la Iglesia, que está facultada para efectuar este cambio a su discreción, teniendo en cuenta la evolución de las circunstancias.

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    18. Explíqueme las circunstancias. Las circunstancias de los años 70 eran uniformarse a los protestantes, a esos católicos Franco/holandeses que continuamente en nombre de un falso ecumenismo estaban dispuestos a sacrificar las Sagradas Especies y sus fragmentos. Las circunstancias de nuestra época, querido padre, ¿cuáles fueron y son? ¿El pretexto del Covid "para obligar de manera sutil" a tomar las Especies Sagradas con las manos? Mi conciencia, como la de muchísimos católicos, no se ajusta a este pretexto. Y según algunos obispos debería seguir haciendo la Comunión Espiritual? Querido padre vendrá el tiempo de María y entonces la Esposa resurgirá sin compromisos con el Mundo.

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    19. Estimado Lucio,
      me permito insistir en exhortarte a meditar sobre las razones espirituales que justifican la Comunión en la mano. Las disposiciones de las Conferencias Episcopales, sobre todo en los años de la pandemia, no tienen nada de insidioso, sino que simplemente toman en cuenta las advertencias de las autoridades sanitarias. De todos modos, si te encuentras con un sacerdote que te permite hacer la comunión en la boca, aprovecha, porque San Juan Pablo II ha dicho que quien tiene problemas de conciencia respecto a tomar la comunión en la mano, tiene derecho a recibirla en la boca. Sin embargo, si el sacerdote no te la quiere dar, porque existe la orden de no darla, es bueno que tú te adaptes, más que no hacer la Comunión. Acoge a Jesús Eucaristía en tu mano con devoción, adoración y acción de gracias y verás que el Señor te recompensará y te hará comprender lo deseoso que está de entrar en tu corazón.

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    20. Mil gracias, padre, pero no me atrevo a tocar Cristo: 1) porque no tengo manos consagradas y 2) porque es altísimo el riesgo de fragmentos.
      Perdóneme padre, pero por desgracia lo del Covid, hace cinco años, fue todo un pretexto. No hay ningún riesgo de contagio en la comunión en la boca. A lo sumo el celebrante podría tocar los labios, y en los labios hay un cero absoluto de contagio, ya que los virus se propagan con los aerosol, por tanto con la respiración, o con estornudos o tos. Por el contrario, los virus se propagan con alto riesgo en las manos. El celebrante cuando deja la hostia es llevado a tocar su mano (sería vergonzoso y escandaloso ver a los celebrantes que dejan caer la hostia en sus manos, haciendo que las especies sacras hagan un pequeño vuelo). Por eso la decisión de dar la comunión en mano no TIENE NADA DE SANITARIO, sino que es solo un pretexto ideológico de algunos obispos, que desde hace años y años luchan en sus diócesis, para imponer esto.

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    21. Estimado Lucio,
      comprendo tu preocupación por los fragmentos en la mano. Pero la cosa es muy simple: basta que el fiel mire atentamente la mano y, si encuentra algún fragmento, lo recoge con la lengua, como hacemos nosotros los sacerdotes cuando encontramos algún fragmento ya sea en la patena o en la pisside
      Por cuanto respecta a la lengua, si te estás refiriendo a los tiempos del Covid (hoy ya no tenemos tanto este problema), ya he explicado cómo esta práctica puede transmitir el contagio. En cuanto a la mano, está claro que el fiel debe haberla higienizado, porque si el sacerdote la toca, se puede infectar y transmitir el contagio. Sin embargo, reitero que la práctica en la mano es menos peligrosa que en la lengua, porque la lengua puede ser más fácilmente infectada que la mano. En cuanto a la Comunión en la mano, no depende del capricho de algunos obispos, sino que es, como bien sabes, una disposición de la Conferencia Episcopal, motivada por una precaución sanitaria (sobre todo, como te he dicho, como ocurrió en los años del Covid).

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    22. Estimado padre, el virus no se deposita en la lengua. El virus solo puede transmitirse por aerosol, por estornudos o tos, y por contacto con las manos.

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    23. Estimado Lucio,
      ciertamente el virus se transmite en el aliento o a través de estornudos o tos. Pero hazte una simple pregunta. La respiración o emisión de aire, relacionada con el golpe de tos o estornudos, ¿de dónde proviene? Evidentemente proviene del interior de la boca y de la garganta, o de la nariz. Ahora bien, ¿qué hay en la boca? La lengua. Entonces, si el virus está dentro de la boca, ¿cómo no puede estar también en la lengua?

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    24. Padre Filemón, yo le escribí antes acerca de esa revelación que comentó Gisella. Pues bien, esta revelación privada posee el Imprimatur.... por lo tanto la aprobación de la Iglesia. ¿No es cierto?

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    25. Estimada Sara,
      cuando la autoridad eclesiástica da el imprimatur, esto significa simplemente que no hay herejías, pero la cuestión de la Comunión en la boca o en la mano es de tipo pastoral, la cual, sin embargo, no por ello requiere la obediencia a la autoridad eclesiástica por parte de los fieles y del mismo vidente.

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    26. Es cierto padre, sin embargo debe admitir que hay mucha confusión.

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    27. Estimada Sara,
      es verdad que en muchos fieles hay confusión, y por eso es importante ofrecer criterios claros. Las revelaciones privadas, incluso cuando reciben el imprimatur, no constituyen norma para la vida litúrgica de la Iglesia. Su valor está en ayudar a los fieles a crecer en devoción, no en establecer prácticas obligatorias.
      La Iglesia, en su sabiduría, distingue entre lo que pertenece al depósito de la fe —revelado públicamente por Cristo y transmitido por los Apóstoles— y lo que puede ser útil para la vida espiritual de algunos, pero no vinculante para todos.
      Por eso, cuando una revelación privada propone una preferencia litúrgica, como la Comunión en la boca, puede ser acogida con respeto, pero no puede imponerse como única forma legítima.
      La verdadera paz interior nace cuando sabemos integrar la devoción personal con la obediencia confiada a la Iglesia. Y eso, lejos de ser confusión, es comunión.

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  4. Lo argumentado en el artículo no se sostiene desde un punto de vista sanitario.
    Esta discusión se dio primero en la época de la gripe aviar y luego en la del covid.
    Las manos, especialmente cuando uno sale a la calle y toca cosas, quedan bastante llenas de microbios. Por eso nos lavamos las manos antes de comer, aunque comamos con cubiertos.
    Por este motivo, sigue siendo válida la propuesta de no tocar plata antes de comulgar cuando el cura dictador de turno la imponga en la mano. Y que la colecta se la llene Magoya.

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    1. Estimada María Cecilia,
      gracias por tu comentario. Es cierto que la higiene de las manos es un aspecto importante, y por eso la Iglesia recomienda que quien recibe la Comunión en la mano lo haga con reverencia y cuidado, incluyendo la limpieza previa. Pero también es cierto que la lengua, como órgano húmedo y de contacto directo, presenta mayores riesgos de contagio en ciertos contextos, como han señalado profesionales médicos y autoridades sanitarias.
      La Iglesia no impone arbitrariamente, sino que propone con prudencia pastoral. Y cuando recomienda una práctica, lo hace buscando el bien espiritual y también el cuidado del cuerpo, sin contradecir la fe ni la tradición.
      Si hay objeciones de conciencia, como se ha dicho en el artículo, siempre pueden ser atendidas con respeto. Pero conviene que el diálogo se mantenga en el plano de la reflexión, sin descalificaciones. Así todos podemos aprender y crecer en comunión.

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  5. Si uno abre bien la boca y saca la lengua el sacerdote no la toca. Las manos vienen "sucias" de la calle. Todo lo que tocamos desde que salimos de casa hasta el momento de la comunión nos contaminan. Y luego que la hostia es depositada en nuestras manos las llevamos a la boca.
    No hablé de imposición arbitraria. La Iglesia no impone la comunión en la mano. Pero algunos curas a los que sí llamo dictadores la impusieron durante esos períodos.
    No es una objeción de conciencia. La ley de la Iglesia es clara. Es una objeción ante el abuso de algún cura dictador. Cuando uno vive en un pueblito del interior de la Argentina no hay modo de ir a otra parroquia. Por eso, en su momento lo que hice fue tratar de tener las manos lo más limpias posible para comulgar y no toqué plata para poner en la colecta.

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    1. Estimada María Cecilia,
      gracias por compartir con sinceridad tu experiencia. Comprendo que en ciertos contextos, como el de los pueblos del interior, las opciones son limitadas y eso puede generar malestar cuando se perciben decisiones pastorales como imposiciones.
      Sin embargo, me alegra saber que, incluso en medio de esa dificultad, buscaste comulgar con reverencia y cuidado. Ese gesto habla de tu amor por la Eucaristía.
      Respecto a los sacerdotes, conviene evitar generalizaciones. La mayoría ha buscado actuar con prudencia pastoral, siguiendo las indicaciones de sus obispos en un tiempo difícil para todos, como fue el de aquellos años del Covid. Y todavía en la actualidad las infecciones y nuevas gripes abundan, como sabrás.
      La Iglesia no impone una única forma de recibir la Comunión, y como bien dices, la ley es clara: ambas formas son legítimas. Lo importante es que, más allá de las circunstancias, podamos recibir al Señor con fe, humildad y gratitud.
      Que Él te recompense por tu deseo de permanecer fiel, incluso en medio de la prueba.

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  6. Padre, lástima que o es en la mano o ¡nada!

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    1. Estimado Simón,
      lo importante es hacer la comunión. Puede tener un valor ascético recibirla en la mano, cosa que se debe hacer con veneración y adoración.

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    2. Dado que no puedo comulgar en la boca, ¿el "esfuerzo" en hacerla como se me impone tiene un valor ascético? ¿Usted quiere decir esto?
      ¿Cómo decía un párroco conocido a una pareja que aún no estaba bien con el matrimonio, que al no poder recibir la absolución y la comunión, ofrecieran ese esfuerzo al Señor como perdón de los pecados, ¿como esfuerzo saludable y ascético?

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    3. Estimado Simón,
      he hablado de ascética ya que la ascética es ese esfuerzo de la voluntad, que nosotros ponemos en acto, cuando se trata de realizar un bien de difícil ejecución. Este principio podemos aplicarlo para aquellas personas que tienen repugnancia a tomar la Comunión en la mano. Suponiendo que sea cosa buena, el hecho de vencer esta repugnancia, que constituye el esfuerzo ascético, en obediencia a la autoridad eclesiástica, nos procura un mérito ante el Señor y al final nos da una alegría interior, aunque hemos ido contra lo que era una tendencia espontánea.

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    4. Siempre que las cosas requeridas sean lícitas y placenteras a Dios.

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    5. Estimado Simón,
      es muy justo lo que usted dice: el esfuerzo ascético sólo tiene valor si se orienta hacia algo lícito y conforme al querer de Dios. Por eso es importante recordar que la Iglesia, en su discernimiento pastoral, nunca propone prácticas que contradigan la fe ni la reverencia debida al Señor.
      La Comunión en la mano, cuando se realiza con devoción, adoración y obediencia, es una práctica lícita y reconocida por la Iglesia. Y en ese contexto, el esfuerzo interior de quien vence una repugnancia personal para acoger al Señor como la Iglesia lo propone, se convierte en acto de amor y confianza.
      La obediencia, cuando no contradice la verdad ni la caridad, es siempre agradable a Dios. Y más aún cuando se vive como ofrenda interior, en tiempos de dificultad.

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  7. Reverendo Padre: también debemos leer Daniel 5,5

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  8. También en 1 Crónicas 13 se dice que Uzías acompañando al ARCA (en el traslado ordenado por David) tropezó y para no caer apoyó una mano sobre el ARCA y quedó FULMINADO.

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    1. Estimado Domingo,
      el episodio de Uzías, como he dicho en mi artículo, refleja el estado de ánimo propio del Antiguo Testamento, de una humanidad que se encuentra ante un Dios severo y distante. De ahí el temor sagrado de tocar lo Sagrado, porque el hombre se siente profundamente indigno a causa de sus pecados. Pero precisamente el Nuevo Testamento, con la venida del Verbo Encarnado, inaugura una nueva relación con Dios. El hombre ciertamente continúa sintiéndose pecador. Ciertamente sigue valiendo el temor de lo Sagrado. Sin embargo, considerando la benevolencia de que el hombre es objeto por parte de Cristo, el cristiano se siente alentado a acercarse al Señor, porque Él primero quiso habitar entre nosotros. En este punto surge el valor espiritual del "tocar". El "tocar" ya no es algo que da miedo, sino que expresa amor y confianza. He aquí, pues, el "tocar" el Cuerpo de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía. He aquí la posibilidad que hoy la Iglesia nos concede de "tocar" la Eucaristía con nuestra propia mano, obviamente purificada por una previa remisión del pecado.

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    2. Gracias, padre, y pase buen domingo

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    3. La santa eucaristía no debe ser tocada por nosotros, los laicos, sobre todo por los fragmentos que caen al suelo . Los enemigos de Dios quieren esto para hacer perder la fe . El pan del enemigo es solo pan y quitarán la presencia real. Padre Filemón, de estas cosas usted está supngo bien enterado, por los proyectos de la masonería eclesiástica.

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    4. Estimado Pablo,
      lo que puede ocurrir es que la hostia caiga al suelo. Es muy sencillo: se recoge. En cuanto a los fragmentos que pueden caer, esto es muy difícil hoy en día, porque las hostias están confeccionadas de un modo sólido. En cualquier caso, si hay fragmentos, es imposible verlos. En cambio, los sacerdotes vemos los fragmentos, presentes en la patena o en la píxide, y por eso los consumimos.

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  9. Estimado padre Filemón. Ante todo, aclaro que no considero pecado que el fiel reciba en la mano la Santa Eucaristía, ya que la Iglesia lo permite; sin embargo, queda claro que, si a Dios le desagrada que a algunos no se les permita recibir la Comunión en la boca, ciertamente no serán ellos quienes deban dar cuentas por ello.
    Dicho esto, dejando de lado el hecho de que, en mi opinión, el Estado no puede imponer nada a la Iglesia en sus propios ámbitos, lo invitaría a mirar los acontecimientos de la pandemia con otros ojos, para comprender cómo el demonio se ha infiltrado en esta cuestión: - durante la pandemia se privó a los fieles de la Santa Misa durante varios meses; - se aterrorizó a los fieles más débiles hasta el punto de que incluso abandonaron la Misa dominical; - se sustituyó el agua bendita —que por sí sola bastaba para borrar los pecados veniales cuando nos santiguamos— por gel desinfectante; - se cubrieron las manos ungidas y consagradas de los sacerdotes con plástico; - se hizo que los fieles que lo desearan no puedan recibir la Comunión en la boca; - se eliminó el gesto de la paz, las reuniones semanales de los grupos parroquiales (momentos de comunión fraterna), las procesiones, que antes se hacían para detener la peste y que también servían para recordar, a quienes estaban alejados de la Iglesia, que existe un Dios.
    Me pregunto: ¿qué Fe es la que nos queda?
    ¿De verdad creemos que Nuestro Señor puede contagiarnos en su casa?
    ¿No dijo acaso: “...y aunque beban venenos, no les harán daño...”
    ¿Nos hemos olvidado de lo que dice el salmo 90?

    Salmo 90
    1 Tú que habitas al abrigo del Altísimo
    y moras a la sombra del Omnipotente,
    2 di al Señor: «Mi refugio y mi fortaleza,
    mi Dios, en quien confío».
    3 Él te librará del lazo del cazador,
    de la PESTE destructora.
    4 Te cubrirá con sus plumas,
    bajo sus alas encontrarás refugio.
    5 Su fidelidad será tu escudo y armadura;
    no temerás los terrores de la noche
    ni la flecha que vuela de día,
    6 ni la PESTE que ronda en las tinieblas,
    ni el exterminio que devasta al mediodía.
    7 Mil caerán a tu lado
    y diez mil a tu derecha;
    pero a ti no te alcanzará.

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    1. Bien dicho Francisco. Tiempos malos aquellos de la pandemia... Y añado que más momentos de oración de toda la Iglesia por la pandemia no hubiera sido nada malo.
      Se ha confiado demasiado en la vacuna...

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    2. Así es. Y no olvidemos la invitación a la conversión: otra cosa que "es un acto de amor", y en lugar de eso, desde la Plaza de San Pedro había que gritar "Convertíos si no queréis que os suceda algo peor".

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    3. Estimado Francisco,
      por cuanto respecta a las restricciones litúrgicas, adoptadas durante los años de la pandemia del Covid, no deben considerarse una imposición por parte del Estado a la Iglesia, sino una medida prudencial de nuestros Obispos, adoptada para cumplir las precauciones sanitarias, dispuestas por las autoridades civiles.
      Por cuanto respecta a tus citas bíblicas, significan la confianza que debemos tener en la ayuda del Señor y la fuerza moral que adquirimos al dejarnos guiar por Dios. Pero esto no quita nuestro deber de hacer humanamente todo lo posible para alejar riesgos y peligros. Si en cambio nosotros, descuidando el adoptar los medios humanos, pretendemos contar sin más ni más con la ayuda divina, esto no puede ser agradable a Dios, porque Él ciertamente está dispuesto a venir al encuentro y a obrar, si es necesario, también milagros, pero desea justamente que nosotros demos nuestra contribución como personas responsables, conscientes ciertamente de nuestros límites, pero voluntariamente comprometidas en hacer el bien. Debemos hacer como Jesús al rechazar la tentación sugerida por el demonio de lanzarse del pináculo del templo, con el pretexto que Dios vendrá en ayuda.

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    4. Estimado Nicolás,
      recuerda que la propia Iglesia ha rezado para que se pudiera encontrar la vacuna.

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    5. Dos veces, si mi memoria no me falla.

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    6. Francisco: quiero recordar que también en 2020, en plena pandemia, había aglomeración de gente en muchos actos públicos, tanto en Roma como en Buenos Aires. Esos meses yo estaba en Nápoles, y hubo un nutrido espectáculo en el bosque de Capodimonte. Pero por el bien común y como acto de respeto fraterno era deber recibir solo en las manos el Cuerpo de Cristo. ¡Esto es pecado!! Esta hipocresía. Quien impone a Cristo entre las manos y mantiene la ausencia de santas procesiones, como había necesidad en esos meses, alienta, acoge en pompa magna y propaga ídolos. Y obispos y monseñorinos callados. ¡Busquemos a quien nos hace arder el corazón en el pecho!

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    7. Estimado Nicolás,
      la Iglesia, en aquellos difíciles años, ha rezado mucho más de lo que se ha contado en los medios. Desde parroquias humildes hasta monasterios silenciosos, se han ofrecido Misas, adoraciones, rosarios y súplicas por los enfermos, por los médicos, por los gobernantes y por el hallazgo de soluciones.
      La oración no siempre se mide por cantidad de comunicados, sino por la fidelidad silenciosa de quienes interceden sin hacer ruido. Y en eso, la Iglesia ha estado presente.

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    8. Faustina: ¿Qué le vamos a hacer? Las procesiones con la Santísima Virgen María se han ido dejando de lado para darles espacio a la Pachamama y a otros ídolos... Que Dios nos ayude!

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    9. Y ni hablemos de la procesión del Corpus Christi..., ¿Recuerdan que durante la pandemia durante dos años el Papa no la hizo?

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    10. Estimada Faustina,
      hemos tenido que borrar otros comentarios tuyos, por lo ofensivos que eran hacia la persona del papa Francisco, en tus recuerdos de aquellos dramáticos años de la pandemia del Covid. Quiero decirte que, antes de acusar a otros de hipocresía, date cuenta de lo ciega que eres al llamar "tótem" a la imagen en movimiento que simbolizaba a 34 millones de niños migrantes. Me sorprende que tú, como mujer, no sientas nada ante este testimonio de cariño del pueblo y del Papa por esta dramática situación, que debería sacudir la conciencia de todos para remediar este intolerable escándalo de explotación infantil.

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  10. El arzobispo de San Juan, en Argentina, ha prohibido mediante un decreto la comunión en la boca. Se trata de un documento por el cual se obliga a quienes reciben por primera vez los sacramentos de la iniciación cristiana, es decir, bautismo, confirmación y comunión, a recibir la Sagrada Eucaristía de pie y en la mano. ¿Qué me dice de esto, padre Filemón?

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    1. Estimado Tony,
      gracias por la información que nos brindas. Efectivamente, he comprobado que ha sido publicado un protocolo en la arquidiócesis de San Juan de Cuyo que establece, para ciertas celebraciones, la recepción de la Comunión exclusivamente de pie y en la mano.
      Sin embargo, conviene recordar que la Instrucción Redemptionis Sacramentum (2004), en su n.º 92, afirma claramente que “todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la Sagrada Comunión en la boca”. Este derecho no puede ser suprimido por ninguna autoridad local.
      Por tanto, si bien un Obispo puede establecer criterios pastorales para ciertas celebraciones, no puede abolir un derecho litúrgico reconocido por la Iglesia universal.
      Es importante que, ante estas situaciones, los fieles mantengan la comunión eclesial, expresen sus inquietudes con respeto y, sobre todo, vivan la Eucaristía con fe y adoración, cualquiera sea la forma legítima en que la reciban.

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  11. El Señor perdone este fondo de tristeza que siento al encontrar tanta diferencia en Su modo hablar respecto de la Eucaristía hace algunos años, cuando más ardía el corazón en el pecho al leerle. Con estima y gratitud por su ministerio.

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    1. Estimada Faustina,
      estoy seguro de que si piensas seriamente en lo que dije sobre la Comunión, tu tristeza se convertirá en alegría.

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  12. Si por eso con la lengua no se cometen menos pecados que con las manos, entonces ¿deberíamos abstenernos del todo de recibir la Comunión?

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    1. Estimado Tizio,
      la solución es muy sencilla. No peques ni con la lengua ni con la mano. Y si eso ocurre, purifícate primero.

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  13. Lo que diré es sólo una pobre intuición mía... muy pero muy discutible... pero igual la expresaré. A mi parecer, estas expresiones acerca de la exigencia de comulgar con la lengua, y hasta de rodillas y con la lengua, y ... hasta en las balaustradas del presbiterio..., al menos en quienes se animan a expresar estas cosas en internet... parten de prejuicios pasadistas... Habría que tener la posibilidad de preguntar (que no la tenemos) a todos estos que se expresan por la comunión en la boca si tienen algún tipo de inclinación por el rito romano anterior al Concilio Vaticano II... y entonces mi intuición podría tener algún fundamento...

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    1. Querida Rosa: le doy vueltas y vueltas, pero esta vez no te termino de entender. Si te explicares mejor, quizás.

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    2. Querida Herminia, para decírtelo de manera muy simple, que en realidad necesitaría matizarse..., pero seguro que entenderás lo que quiero decir: para el pasadista todo aquello que en la Misa no sea permitido por el Misal de 1962, está mal.... Punto.

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    3. Al respecto, por citar a uno de los encumbrados pasadistas (hay varios en el Colegio Cardenalicio), el cardenal Robert Sarah ha expresado en una entrevista publicada hace tres días atrás, cosas inverosímiles, aunque da la impresión que, la edad ya le está cobrando su precio...

      El periodista la preguntó:

      El Papa Francisco ha intervenido varias veces sobre la Misa en rito antiguo, o mejor dicho, sobre el uso del Misal de 1962. ¿Hace falta acercarse nuevamente a quienes están ligados a esta modalidad celebrativa?

      Y Sarah respondió:

      "En la Iglesia todos los bautizados tienen ciudadanía, si comparten el Credo y la moral consecuente. A lo largo de los siglos, la diversidad de ritos celebrativos del único sacrificio eucarístico nunca ha creado problema para la autoridad, porque era clara la unidad de la fe. Es más, considero que es una gran riqueza la variedad de los ritos en el mundo católico. Un rito, además, no se compone en el escritorio, sino que es fruto de estratificación y sedimentación teológico-cultural. Me pregunto si se puede “prohibir” un rito ultramilenario. Finalmente, si la liturgia es también una fuente para la teología, ¿cómo prohibir el acceso a las “fuentes antiguas”? Sería como prohibir el estudio de san Agustín a quien quisiera reflexionar correctamente sobre la gracia o sobre la Trinidad."

      Sin palabras...

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    4. Estimada Rosa Luisa,
      agradezco el que nos compartas tu intuición, y lo hagas con honestidad y apertura. Es cierto que algunas expresiones litúrgicas pueden estar vinculadas a una sensibilidad más cercana al rito anterior al Concilio Vaticano II. Pero también es cierto que muchos fieles que prefieren comulgar en la boca —o incluso de rodillas— lo hacen movidos por una profunda reverencia eucarística, sin que eso implique rechazo al Misal actual ni adhesión ideológica.
      La Iglesia, en su sabiduría, ha permitido diversas formas legítimas de recibir la Comunión, y lo importante es que cada gesto esté animado por la fe, la adoración y la comunión con los pastores.
      Más que identificar “pasadismos” o “modernismos”, conviene ayudarnos mutuamente a vivir la liturgia como fuente de unidad, no de sospecha. Y eso requiere matices, como bien dices.

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    5. Estimado padre Serafín,
      esta vez coincido plenamente con su observación. El cardenal Sarah, al referirse al Misal de 1962 como si se tratara de un “rito” distinto y “prohibido”, incurre en una formulación errónea.
      El Misal de 1962 no constituye un rito distinto, sino una edición anterior del mismo rito romano, que fue legítimamente reformada en 1969 conforme a lo dispuesto por el Concilio Vaticano II en Sacrosanctum Concilium.
      La reforma litúrgica no abolió el rito romano, sino que lo actualizó en continuidad con la tradición viva de la Iglesia.
      Por otra parte, los libros litúrgicos de 1962 pueden ser estudiados como fuentes teológicas, pero no pueden convertirse en criterio normativo ni en bandera ideológica.
      Lamentablemente, el cardenal Sarah —como viene ocurriendo repetidamente en su emeritado como prefecto del Culto— ha ofrecido una lectura que no se ajusta ni a la realidad jurídica ni al discernimiento eclesial actual. Y eso, más allá de su trayectoria, merece ser señalado con claridad.
      Por lo demás, querido padre Serafín, no tomemos como dogma lo de que “la edad pasa factura”. Si así fuera, yo debería cerrar este blog, jubilarme de la teología y de la moderación doctrinal y dedicarme a cultivar geranios. Y sin embargo, aquí estamos: defendiendo la reforma litúrgica, corrigiendo cardenales y sobreviviendo a los algoritmos. Que el Espíritu nos conserve lúcidos… aunque sea con ayuda de un buen café.

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  14. LA HISTORIA DE LA COMUNIÓN EN LA MANO
    Cronología de un abuso litúrgico filo-protestante: así es como el nuevo modo de la Comunión en las manos se ha difundido ampliamente en la Iglesia . Padre Marcello Stanzione
    -Padre Pellegrino Ernetti describe en su libro "La Catequesis de satanás" lo que le gusta a lucifer, como se sabe por algunos exorcismos: "la partícula en la mano, así puedo pisotear a vuestro Dios, ese Dios que yo he matado, y puedo celebrar mis misas (las misas negras) con mis sacerdotes que le he arrebatado".

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    1. Estimada Lucía,
      debería ser evidente que no se debe tomar en consideración lo que dice el demonio, sabiendo cuánta habilidad posee en engañar a las almas. La verdadera guía en la práctica de la Santa Comunión no podemos obtenerla de lo que dice el demonio, sino que debería ser evidente que debemos encontrarla en nuestro propio Obispo diocesano.

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