jueves, 18 de septiembre de 2025

El buenismo frente a las principales enseñanzas de la Iglesia acerca de la existencia de los condenados (2/2)

Tras haber planteado en la nota anterior el status quaestionis, hoy nos toca examinar los principales documentos de la Iglesia que nos enseñan acerca de la existencia de los condenados en el infierno. [En la imagen: templo parroquial de Nuestra Señora de la Carrodilla, ubicado en Carrodilla y San Martín, Luján de Cuyo, fragmento de acuarela sobre papel, 2024, obra de P.F. colección privada].

Documentos de la Iglesia
   
----------1) Comencemos por la Profesión de fe del papa san Dámaso, del siglo V: “Limpios nosotros por su muerte y sangre, creemos hemos de ser resucitados por El en el último día en esta carne en que ahora vivimos, y tenemos esperanza que hemos de alcanzar de El o la vida eterna, premio de nuestro buen mérito, o el castigo de suplicio eterno por nuestros pecados. Esto lee, esto retén, a esta fe has de subyugar tu alma. De Cristo Señor alcanzarás la vida y el premio” (Denz. 72).
----------2) A continuación, el Concilio de Orange (Arelatense) del año 473, afirma lo siguiente: "Profeso también que los fuegos eternos y las llamas infernales están preparadas para los pecados mortales, porque con razón sigue la divina sentencia a las culpas humanas persistentes; sentencia en que incurren quienes no creyeren de todo corazón estas cosas" (Denz. 342).
----------3) Recordemos también el Símbolo “Quicumque” (siglo V): “Aquellos que han hecho el bien irán a la vida eterna; aquellos que han hecho el mal, al fuego eterno” (Denz. 76).
----------4) El canon 9 del Concilio de Constantinopla del 543 expresa: “Si alguno afirma o considera que el suplicio de los demonios y de los impíos sea temporal, que en un cierto momento tendrá fin, y que se dará una reconstitución o reintegración de los demonios y de los impíos, sea anatema" (Denz. 411).
----------5) La existencia de condenados se recaba también de la enseñanza del apóstol san Pablo, el cual, refiriéndose a aquellos que son salvados, habla de "aquellos que Dios ha predestinado" (Rm 8,29), lo cual hace comprender por medio de ese pronombre partitivo ("aquellos que ha predestinado") que no todos los hombres están predestinados a la salvación.
----------Y es precisamente aquello que el capítulo 1 del Concilio de Quierzy del 853 (Denz. 621) confirma: "Dios omnipotente creó recto al hombre, sin pecado, con libre albedrío y lo puso en el paraíso, y quiso que permaneciera en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío, pecó y cayó, y se convirtió en 'masa de perdición' de todo el género humano. Pero Dios, bueno y justo, eligió, según su presciencia, de la misma masa de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida (Rm 8,29ss; Ef 1,11) y predestinó para ellos la vida eterna; a los demás, empero, que por juicio de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de perecer, pero no los predestinó a que perecieran; sino que, por ser justo, les predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predestinación de Dios, que pertenece o al don de la gracia o a la retribución de la justicia". Posteriormente, el Concilio de Valence del 855, hace la precisión de que "Dios conoce por anticipado la malicia de los condenados, pero no los ha predestinado, porque tal malicia no viene de Él, sino que viene de ellos" (Denz. 628).
----------La predestinación divina (santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q.23) para la salvación, de la que habla san Pablo, es el plan y la realización de la misericordia divina, es decir, el hecho de que Dios ha elegido desde la eternidad a quienes desea salvar, aunque ofrece a todos la posibilidad de salvación. Según san Pablo el primero de los predestinados es el mismo Jesucristo (Rm 3,25).
----------El concepto de la predestinación está conectado con el de la elección (cf. Mt 22,14; 24,22; Lc 18,17 Rm 8,33; 2 Tm 2,10; Ap 17,14), el cual, por lo demás, es otro concepto fundamental de la Biblia, también él marginado por los buenistas, porque está claro que, si Dios salva a todos, no tiene sentido hablar ni de predestinación ni de elección, dado que, también este concepto, como el primero, supone un conjunto de sujetos, entre los cuales son elegidos algunos, dejando de lado a los otros.
----------Ahora bien, el pensamiento de la predestinación, según el cual debemos esperar ser salvados, debe suscitar en nosotros, ciertamente que sí, un saludable temor, pero sobre todo una inmensa gratitud y una firme esperanza, al pensar que hemos sido proyectados y amados por Dios desde antes de la creación del mundo. ¡Ay de nosotros si no correspondiéramos a tanto amor de Dios! Pero, como enseña el Concilio de Trento, no podemos tener en esto una certeza de fe (Denz.1540), como presumía Lutero, y por otra parte no sabemos quien y cuantas personas están en el infierno.
----------No se debe entender la predestinación en un sentido fatalista, de manera de confundirla con la concepción griega del destino -la así llamada anánke o eimarméne-, que concibe la voluntad divina sin que nada tenga que ver con la sabiduría, y niega el libre albedrío y el mérito.
----------Predestinación no es el hecho de que estamos predestinados a perdernos, que nos perdemos no obstante las obras buenas. O bien, a la inversa, no es la fe de salvarnos, aún sin las obras y sin hacer penitencia. Este es el error de Lutero. Ciertamente no podemos cambiar la decisión divina. Pero no es necesario: basta que, con la gracia de Dios, cumplamos nuestro deber cotidiano, pidamos insistentemente, por ejemplo recitando el Ave María, el don de la perseverancia final, y podremos estar ciertos, en la esperanza, de estar predestinados.
----------El misterio de la divina misericordia está por tanto conectado con el de la predestinación. Dios hace misericordia a quien quiere, como quiere, cuando quiere y cuanto quiere.
----------¿Por qué favorece a aquél más que a éste? ¿Por qué ha favorecido más a aquél que a peste? ¿Por qué ha aprobado a Abel y desaprobado a Caín? ¿Por qué ha elegido a David y ha rechazado a Saúl? ¿Por qué ha favorecido a la Virgen más que a todos los santos? ¿Por qué, para salvarnos, ha elegido a un Judío y no a un Griego o a un Romano? No lo sabemos y no nos debe interesar. Debemos simplemente tomar nota y confiar, sin críticas ni murmuraciones. Nuestro deber es, como dijo Manzoni en el lecho de muerte del beato Antonio Rosmini: "agradecer, adorar, callar".
----------6) El capítulo 3 del Concilio de Quierzy afirma: "Dios todopoderoso 'quiere salvar' sin excepción a 'todos los hombres' (1 Tm 3,4), aunque no todos se salvan. Que algunos se salven, es don del Salvador; que algunos perezcan, es mérito de aquellos que perecen" (Denz.623).
----------7) El Cap.4: "No hay nadie por quien Cristo no haya sufrido, aunque no todos sean redimidos por el misterio de su pasión" (Denz.624).
----------8) En el Canon Romano, el celebrante pide a Dios para sí y para los fieles que participan en la Misa ser contados "en el número de los elegidos". También el Concilio Vaticano II recuerda la existencia de los "elegidos" (Lumen Gentium, n.2).
----------9) El cap.1 del Concilio Lateranense IV de 1215 profesa que Cristo "vendrá al fin del mundo a juzgar a los vivos y a los muertos, y a rendir a cada uno según sus obras, tanto a los reprobados como a los elegidos, todos los cuales resucitarán con su propio cuerpo que ahora poseen, para recibir según sus obras, sean buenas, sean malas, aquellos una pena perpetua con el diablo, estos la gloria eterna con Cristo" (Denz.801).
----------10) Por otro lado, la profesión de fe del II Concilio de Lyon de 1274 nos enseña claramente que "las almas de los que mueren en pecado mortal o con solo pecado original, descienden inmediatamente al infierno, para ser sin embargo castigadas con penas dispares" (Denz.858). Este texto es retomado por el Catecismo de la Iglesia Católica n.1035.
----------11) El Concilio de Trento enseña que "aunque Cristo murió por todos (2 Cor 5,15), no todos reciben el beneficio de su muerte, sino solo aquellos a quienes se comunica el mérito de su pasión" (Denz.1523).
----------12) Así el Catecismo Tridentino de 1556 define el infierno: "Prisión terribilísima y oscurísima, en la cual con un fuego perpetuo e inextinguible son atormentadas las almas de los condenados junto con los espíritus inmundos, lugar que es llamado también gehenna, abismo y con su propio nombre 'Infierno'".
----------13) El Catecismo Mayor de san Pío X define al infierno "el extremo mal que tendrán los malos.
----------14) El Concilio Vaticano II, en la Lumen gentium recuerda que "todos nosotros compareceremos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno lleve consigo (komísetai) lo que habrá hecho cuando estaba en su cuerpo, tanto en bien como en mal' (2 Cor 5,10) y al fin del mundo 'saldrán de él, quien ha obrado el bien, a resurrección de vida, y quien ha obrado el mal, a resurrección de condenación'(Jn 5,29; cf Mt 25,46)" (n.48).
----------15) La Carta sobre algunas cuestiones relativas a la escatología de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 17 de mayo de 1979, entre algunos puntos "pertenecientes a la esencia de la fe", cita lo siguiente: "La Iglesia, en fiel adhesión al Nuevo Testamento y a la Tradición, cree que una pena para siempre espera al pecador, el cual será privado de la visión de Dios, como cree en la repercusión de tal pena en todo su ser" (n.7).
----------16) El Catecismo de la Iglesia Católica en el n.1034 recuerda que "Jesús anuncia con palabras severas que 'él enviará a sus ángeles, los cuales recogerán... a todos los que obran iniquidad y los arrojarán en el horno ardiente' (Mt 13,41-42) y que pronunciará la condena: '¡Aléjense de mí malditos, id al fuego eterno!' (Mt 25,41)".
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 19 de agosto de 2025

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios que carezcan del debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados.
Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.