La insidia, la oculta y peligrosa trampa fundamental del rahnerismo, está precisamente en que Rahner, queriendo dar a entender haber comprendido él, más allá de los tomistas, cuál es el verdadero concepto tomista del ser, falsifica su pensamiento presentando a Tomás de Aquino como si fuera un hegeliano, cuando, si hay un campeón del realismo, ése es precisamente Tomás. El golpe de mano de Rahner es, por tanto, formidable y de una insolencia increíble. Y lo prodigioso, que demuestra cuán hábil es el demonio para engañar a nuestro espíritu, es que muchos teólogos católicos no se han dado cuenta de ello, considerando a Rahner un nuevo santo Tomás o un nuevo Doctor de la Iglesia. [En la imagen: San Paulo VI, en una acuarela de autor desconocido].
"Arguye, reprende, exhorta,
con paciencia incansable
y con afán de enseñar" (2 Tm 4,2)
Por qué san Juan XXIII quiso el Concilio
----------Para entender la situación de la Iglesia de hoy, tanto en sus problemas como en sus valores, en sus sufrimientos y en sus éxitos, para liberarla de sus males y ofrecerle perspectivas luminosas, nos es de gran utilidad tratar de volver con nuestra mente a aquel período de los primeros años del postconcilio que han sido decisivos para la determinación de los años presentes.
----------A este respecto, considero que para comprender el significado de aquellos años, sea necesario aclarar, en la medida que nos es posible, la relación entre un Santo Pontífice y un gran teólogo, hombre astuto, genial y poderosísimo, cual ha sido Karl Rahner, por su producción teológica cuantitativamente prodigiosa, tanto que difícilmente se comprende -aparte de sus capacidades y método de trabajo extraordinarios- cómo pudo haber producido tanto en un espacio de años no ciertamente breve, pero tampoco particularmente largo, sin fortísimas facilitaciones y sin fortísimas ayudas, que no son del todo claras. Y para hacer esto conviene empezar dando un paso atrás en el tiempo recordando cuáles fueron las intenciones de otro Santo Pontífice, Juan XXIII al convocar el Concilio y cuál fue la actitud del Santo Pontífice hacia Rahner.
----------Por cuanto respecta a éstos, el papa Juan lo nombró perito del Concilio a petición del Canciller alemán Konrad Adenauer, no obstante que anteriormente Rahner había sido objeto de censura bajo el pontificado de Pío XII. Pero curiosamente su obra verdaderamente peligrosa, porque adolecía de idealismo, Oyente de la Palabra (Hörer des Wortes), que había publicado en Alemania en 1941, no había suscitado la atención del Santo Oficio.
----------Indudablemente Rahner ya gozaba entonces de una buena fama como teólogo y probablemente el papa Juan se limitó a tener en cuenta esto para nombrarlo como perito. Por otra parte, es bien sabido que Rahner habría luego dado una buena contribución a la elaboración de las enseñanzas del Concilio. Sin embargo, si durante estas labores Rahner mantuvo oculto el veneno idealista, una vez conquistado un prestigio y una fama internacionales por la contribución dada al Concilio, se sintió seguro de su impunidad manifestando abiertamente sus ideas falsamente tomistas y en realidad modernistas; lo cual, por desgracia, sucedió durante el pontificado de Paulo VI. Rahner difundió efectivamente cuanto de bueno había hecho al Concilio, mezclándolo sin embargo con el engaño modernista. Veamos en este artículo cómo esto se explica y haya podido ocurrir.
----------Por cuanto respecta al Concilio Vaticano II, es interesante cómo había sido convocado imprevistamente e inesperadamente por el Papa apenas ni siquiera un año después de su elección, sin que en precedencia nadie en la Iglesia o fuera de ella hubiera propuesto o auspiciado o invocado la convocatoria, como tantas veces había sucedido en el pasado, ni tampoco se había invocado la necesidad de un Concilio. Estaba el recuerdo del Vaticano I, también convocado por el beato Pío IX para reafirmar los fundamentos de la fe católica contra los errores contemporáneos del materialismo, del ontologismo, del idealismo, de los protestantes, de los positivistas, de los liberales, de los panteístas, de los ateos y de los masones.
----------En ese entonces la iniciativa del papa Pío IX no causó sorpresa, porque el mundo católico vivía de modo bastante compacto la actitud batalladora del Papa frente a la modernidad. Los católicos, que recuperaron fuerzas después de la Revolución francesa, estaban dispuestos para dar prueba de su invencible vitalidad al mundo masónico, ateo, liberal y protestante de su tiempo.
----------Poco después, por otra parte, se habría de producir el renacimiento tomista promovido por León XIII. Con el advenimiento del modernismo, san Pío X pensó que para derrotarlo no fuera necesario un nuevo Concilio, sino que era suficiente una encíclica, la famosa Pascendi.
----------Y efectivamente los tomistas fueron en ese entonces capaces de apoyar al papa san Pío X en su batalla, y así dio la impresión de que el modernismo había sido derrotado. Pero en realidad la instancia de los modernistas no estaba equivocada: era necesario que la Iglesia, después de varios siglos de meras oposiciones a los errores de la modernidad, se decidiera a asumir sus valores.
----------El error de los modernistas fue la pretensión de llevar a cabo esta difícil operación sin recurrir a santo Tomás de Aquino, sino cediendo a la influencia de aquellos mismos autores, de los cuales, a la luz de santo Tomás se podía extraer lo positivo, como Lutero, Descartes, Kant, Hume, Fichte, Comte, Rousseau o Marx. Por este defecto de método, la empresa de los modernistas no podía sino fallar.
----------Roncalli, antes de ser Papa, se dio cuenta de que Pío X había estado, sí, correcto en el condenar los errores, pero demasiado severo en el no reconocer que la instancia de los modernistas era correcta y debía satisfacerse, sin embargo con el criterio correcto, es decir, el tomista. Así, yo creo que Roncalli, incluso antes de ser Papa, comprendió que la difícil empresa de recuperar lo bueno presente en el pensamiento moderno debía asumirla la propia Iglesia: solo bajo esta condición la empresa sería exitosa.
----------De ahí la idea de un Concilio, el cual habría de ser en cierto sentido una nueva Pascendi, llegando allí donde la primera no había llegado, pero con un cambio de método: vencer al modernismo no atacándole sus errores, sino satisfaciendo en el sentido correcto sus instancias, para quitarle las armas contra la Iglesia. Pocos han entendido la sabiduría de esta sutil estrategia y algunos han pensado que el Concilio fuera filomodernista, ya sea complaciéndose de ello (los rahnerianos) o lamentándose de ello (los lefebvrianos). Sin embargo, es del Concilio que viene la verdadera victoria sobre el modernismo, solo con que se lo interprete correctamente.
----------Este, en mi opinión, es el origen del Concilio. El Papa, cuando dio el anuncio, no entró en estos detalles y se mantuvo en un plano del todo genérico hablando solo de "aggiornamento", para evitar los obstáculos a las labores conciliares que habrían podido venir de aquellos que mantenían el anti-modernismo de la Pascendi y no hubieran podido entender esta nueva táctica aparentemente imprudente o temeraria, pero que en realidad es mejor táctica, porque, en vez de poner en evidencia el error, construye sobre la base de la verdad.
----------El Concilio nacía, por lo tanto, del Papa mismo y no con finalidades prevalentemente polémicas frente a los errores, como había ocurrido siempre en los precedentes Concilios, sino con finalidad prevalentemente expositiva y en particular con la intención de asumir los valores de la modernidad usando un lenguaje atento al modo de expresarse de los hombres contemporáneos, por tanto, una intención evangelizadora y un llamamiento a la unidad católica hecho a las comunidades disidentes y a los hermanos separados, sin recurrir a nuevas definiciones dogmáticas y sin embargo proponiendo a los fieles y al mundo una doctrina más avanzada sobre la Iglesia, sobre la vida cristiana y sobre la relación de la Iglesia con el mundo.
----------Como todos sabemos, en el Concilio se formaron entre los Padres dos facciones contrapuestas, que llegaron a algunos dramáticos enfrentamientos en momentos de amarga oposición, que preocupó fuertemente a Paulo VI. Por un lado estaban los Padres de la Europa meridional y precisamente los exponentes de la escuela romana, llamándose quizás pedantescamente a sí mismos leales a la tradición, y fuertemente celantes en la conservación del depósito revelado, profesando un tomismo sincero pero cerrado y conservador en polémica contra la modernidad todavía con el estilo de la Pascendi de Pío X y de la Humani generis de Pío XII, escrupulosamente leales a la obediencia al Papa, incluso en cosas donde se permite una razonable libertad de disenso o de crítica. Y por estas cosas estos Padres se llamaban "conservadores". Sentían más la necesidad de condenar los errores modernos que la necesidad de modernizar la Iglesia.
----------Por otro lado estaban los Padres provenientes de la Europa septentrional, decididos a una confrontación comparativa seria con la modernidad, con una actitud bastante independientes respecto al Romano Pontífice, apegados al pensamiento moderno y poco fieles a santo Tomás de Aquino, decididos a hacer progresar y a rejuvenecer la Iglesia y por eso llamados "progresistas".
----------Esta situación era la buena ocasión de ejercitar una gran caridad recíproca soportándose mutuamente, aprendiendo los unos de los otros, reconociendo los propios errores. En un diuturno ejercicio ascético durante toda la duración del Concilio (¡cuatro años!) los Padres gradualmente, aunque fatigosamente y con un continuo esfuerzo de caridad, aprendieron los unos de los otros y se corrigieron mutuamente sus errores, ¡espléndido ejemplo de caridad fraterna! ¿No es también este el mensaje del Concilio?
----------Los Padres conciliares han realizado, de hecho, esa reciprocidad, purificados por las molestias pacientemente aceptadas de las interminables sesiones, al fuego del sufrimiento y de la tolerancia recíproca, aprendiendo humildemente de los demás y corrigiéndose mutuamente sus errores. Al final han salido en el común fatigoso trabajo aquellos documentos de suma sabiduría, en los cuales las tempestades se han calmado y se respira un clima sereno y sublime, donde los tonos polémicos se han apagado y se siente en cambio arder en las palabras sabias y equilibradas el fervor de la caridad.
Las características y el propósito del Concilio
----------El papa san Juan XXIII había dado al Concilio Vaticano II este objetivo: "El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz" (Discurso de apertura del Concilio del 11 de octubre de 1962). Por lo tanto, el Papa le dio al solemne Sínodo una finalidad puramente pastoral. Ha sido san Paulo VI quien quiso dar a la Iglesia una profundización doctrinal: conocer mejor la naturaleza, la belleza y la misión de la Iglesia.
----------Sin embargo, en vista de aquel enfoque pastoral que había querido el papa san Juan XXIII, el Concilio ha abandonado el uso de los cánones sancionados con la correspondiente anatematización de los disidentes. Los Concilios precedentes establecían precisas fórmulas o tesis fijas, densas y breves, alejándose de las cuales o desatendiendo a las cuales en una sola palabra el fiel era ipso facto excomulgado. Tales fórmulas daban a un tiempo certeza, pero también podían provocar escrúpulos.
----------En cambio, el Vaticano II desarrolla un tema construyendo una pluralidad de proposiciones lógicamente conectadas entre sí según diferentes modalidades expositivas o de tipo narrativo o de forma silogística o descriptiva o prescriptiva. Las enseñanzas doctrinales tampoco tienen el tono normativo y legislativo propio de los Concilios precedentes, sino que vienen expuestas de manera simplemente asertiva sin declarar que se trata de verdades de fe, sino dejando al lector la sabiduría de entenderlo, tratándose de materias que conciernen al depósito revelado. El hecho, pues, de que aquí el Concilio no haga la precisión antes mencionada no autoriza a nadie a creer que aquí el Concilio pueda equivocarse o decir cosas revisables.
----------El estilo literario de los documentos finales del Concilio Vaticano II no es por consiguiente el estilo jurídico o didascálico o escolástico con términos extraídos de la filosofía tomista o nociones metafísicas, sino que se asemeja al modo mismo de enseñar de nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio, tiene más bien el tono propio de la predicación, el llamado estilo "kerigmático" oratorio y homilético, llevado al uso de la metáfora o de la imagen, con términos sacados de la Biblia, atento a la historia sagrada, más cercano al estilo agustiniano y de los Padres de la Iglesia. proporcionado al común fiel y al hombre moderno.
----------El Concilio habla de Dios más que con ojo especulativo vuelto al misterio de su naturaleza, más bien con mirada atenta a las operaciones de la Santísima Trinidad en la historia, en el hombre y en la Iglesia, el Dios encarnado en Jesucristo, Salvador y Redentor, Juez escatológico de los vivos y de los muertos.
----------El gran error de la edad moderna denunciado por el Concilio ha sido el ateísmo materialista. Sin embargo, el Concilio no ha pensado en denunciar la otra peligrosísima insidia, exactamente equivalente a la del ateísmo, que es el idealismo panteísta. Ha tenido presente a Marx, pero no ha considerado a Hegel. Por lo cual no nos ha mostrado que ateísmo y panteísmo se corresponden exactamente, son las dos caras de la misma moneda.
----------Ahora bien, la insidia, la oculta y peligrosa trampa fundamental del rahnerismo, está precisamente aquí, que Rahner, queriendo dar a entender de haber comprendido él, más allá de los tomistas, cuál es el verdadero concepto tomista del ser, falsifica su pensamiento presentando a Tomás como si fuera un hegeliano, cuando, si hay un campeón del realismo, ése es precisamente Tomás. El golpe de mano de Rahner es, por tanto, formidable y de una insolencia increíble. Y la cosa prodigiosa, que demuestra cuán hábil es el demonio para engañar a nuestro espíritu, es que muchos teólogos católicos no se han dado cuenta de ello, considerando a Rahner un nuevo santo Tomás o un nuevo Doctor de la Iglesia.
----------El Concilio contiene la enseñanza de nuevas doctrinas y directrices prácticas. Tenemos nuevas doctrinas sobre la liturgia, sobre la Revelación, sobre la relación entre la ética natural y la cristiana, sobre la colegialidad episcopal, sobre la misión pastoral del Papa y de los Obispos, sobre la relación entre Escritura y Tradición, sobre la relación entre la ciencia y la fe, sobre la función de la teología, sobre la conciencia religiosa, sobre la amplitud de la misericordia divina, sobre la Iglesia en sí misma, en su progresar en la historia, en su continuo reformarse y en su relación con el mundo y con el Estado, sobre la mariología, sobre la formación del clero, sobre la vida religiosa, sobre la escatología, sobre la función del laicado, sobre el concepto de la santidad.
----------Tenemos por otro lado nuevas directrices prácticas o pastorales-disciplinares sobre el modo de celebrar la Misa y los sacramentos, sobre la tarea de los laicos, de los religiosos, de los sacerdotes, de los obispos, del Papa y del colegio episcopal, sobre el modo de evangelizar, sobre cómo deben ser reguladas las relaciones de la Iglesia con el Estado, sobre la educación católica, sobre el uso de los medios de comunicación, sobre la función de las leyes eclesiásticas, sobre el modo de realizar el culto mariano.
----------San Juan XXIII nombró una comisión preparatoria de las labores del Concilio. Ella trabajó durante dos años con la producción de un material de alrededor de 2000 páginas. Reflejaba sobre todo el punto de vista de la escuela teológica romana, fiel a santo Tomás, pero poco sensible a los valores del pensamiento moderno, más bien con acentuada tendencia a la condena, por lo cual para ella decir "pensamiento moderno" significaba abandono del objetivismo, del realismo, de la trascendencia y del teísmo sustituidos por el subjetivismo, por el inmanentismo, por el idealismo y por el ateísmo.
----------En el curso de las labores conciliares se hizo viva una inoportuna e injusta polémica contra la teología escolástica, que en el pasado fue siempre alabada y recomendada por los Papas. Fue esto en los trabajos del Concilio el modo de hacerse vivo una punta de modernismo, que no había desaparecido del todo, sino que había perseverado en el subsuelo de la historia y que sería revivido desde el inmediato postconcilio por obra de Rahner y de otros teólogos, algunos de los cuales fueron censurados; pero Rahner siempre ha conseguido escapar a las censuras, gracias a las fortísimas protecciones de las cuales gozaba y gracias a la habilidad con la cual conseguía aparecer como un gran pensador e incluso un místico.
----------En realidad el desprecio o rechazo de la teología escolástica es una actitud que se remonta al Renacimiento y a Lutero, para expresar la hostilidad o el rechazo hacia la teología tomista en nombre de una teología basada solo en la terminología bíblica, sobre todo hebrea, sin tener en cuenta el hecho de que si el vocabulario hebreo es más pobre que el griego, los términos hebreos están cargados de muchas virtualidades semánticas, que al final dicen incluso más de lo que dice el griego o el latín. Por ejemplo, bará en hebreo significa hacer y crear, mientras que la lengua griega que también tiene ktizein y poiein, no tiene un término específico para significar crear. Así también dabar, palabra, es en griego rema, pero es también concepto, nóesis, razón, logos, obra, pragma, praxis.
----------Con todo esto los Padres conciliares del norte de Europa hicieron bien en impulsar a los Padres conservadores a realizar los deseos de san Juan XXIII y de san Paulo VI que se usara un lenguaje no escolástico o didascálico, como de lección de escuela y tampoco jurídico de ley positiva, sino bíblico, patrístico, homilético o, como se decía kerigmatico o pastoral.
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