¿Puede una sociedad plural y democrática ser al mismo tiempo profundamente cristiana en su inspiración? ¿Qué significa hablar hoy de construir los católicos una “nueva cristiandad” sin caer en nostalgias ni en utopías? Jacques Maritain, recomendado por los Papas, ofrece un camino seguro y confiable: un humanismo integral que pone a la persona en el centro y abre la cultura a la luz del Evangelio. En tiempos de secularización, maniqueísmo y fragmentación, su propuesta sigue siendo una brújula para pensar la fe en diálogo con la historia. [En la imagen: fragmento de una fotografía de un joven Jacques Maritain, de fecha desconocida].
“Vosotros sois la sal de la tierra;
pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se salará?
Vosotros sois la luz del mundo;
no se puede ocultar una ciudad situada en la cima de un monte”
(Mateo 5,13-14)
Fundamentos históricos y filosóficos de una nueva cristiandad
----------El tratar de presentar en este artículo el humanismo integral y la nueva cristiandad según el pensamiento de Jacques Maritain no es un ejercicio aislado ni meramente académico. Aunque se trata de una interpretación personal del filósofo francés, conviene subrayar desde el inicio que este modo de pensar ha sido recomendado calurosamente por los Papas, quienes encontraron en Maritain un maestro capaz de unir fidelidad doctrinal y apertura cultural. Su obra, enraizada en el tomismo y abierta a los signos de los tiempos, fue reconocida como un camino fecundo para el diálogo entre fe y modernidad.
----------San Paulo VI mantuvo con Maritain una amistad intelectual y espiritual que dejó huella en el Magisterio. No solo lo invitó a participar en la clausura del Concilio Vaticano II, confiándole la lectura del Mensaje a los hombres de pensamiento y de ciencia, el 8 de diciembre de 1965, sino que también recogió en la encíclica Populorum progressio, de 1967, la noción maritainiana de un “desarrollo integral” que promueve “a todos los hombres y a todo el hombre” (n.14). Incluso el Credo del Pueblo de Dios, de 1968, fue redactado con su colaboración, testimonio de una confianza discreta pero profunda. Para Montini, Maritain fue “un gran pensador de nuestros días, maestro en el arte de pensar, vivir y orar” (Regina Coeli, 29 de abril de 1973).
----------San Juan Pablo II, por su parte, lo citó en múltiples ocasiones como referencia filosófica y social. En la encíclica Fides et ratio, de 1998, lo incluyó entre los pensadores que supieron mantener una “relación fecunda entre la filosofía y la palabra de Dios” (n.74). En su discurso ante la UNESCO en 1980, afirmó que “entre ellos, Jacques Maritain ocupa un lugar eminente”, reconociendo su influencia decisiva en la vida social y cultural de Europa. Y en Estrasburgo, ante el Parlamento Europeo, en 1988, evocó su Humanismo integral para recordar que “la vida verdaderamente humana es la de la caridad”, fundamento último de la sociedad. Para Juan Pablo II, Maritain fue un maestro de filosofía cristiana y de pensamiento político-social, capaz de articular la fidelidad a la verdad revelada con la apertura a los desafíos de la historia.
----------En el pensamiento de Jacques Maritain [1882-1973], el concepto de nueva cristiandad se apoya en la visión del humanismo integral, aunque ambos términos no son sinónimos: la nueva cristiandad es la aplicación histórico-social del humanismo integral. Este constituye el fundamento filosófico y antropológico; aquella, en cambio, es el ideal regulativo que orienta la presencia cristiana en la cultura y la sociedad modernas.
----------El concepto de nueva cristiandad surge en Maritain como respuesta a la crisis de la civilización moderna. Sus primeras formulaciones aparecen en las célebres conferencias que dicta en los primeros días de agosto de 1934 en la universidad de verano de Santander bajo el título Problemas espirituales y temporales de una nueva cristiandad. Poco después, a finales de ese mismo mes, repite y adapta parte de esas conferencias en el congreso tomista de Poznań, en Polonia, lo que contribuyó a la rápida difusión internacional de la expresión. En los dos años siguientes, el pensamiento de Maritain sobre este tema se desarrolla y madura, con la publicación en París, en 1936, de su obra fundamental Humanismo integral.
----------Ese mismo año, ya con ese libro publicado, viaja a la Argentina, donde dicta un ciclo de conferencias en Buenos Aires y Córdoba, en diversos ámbitos académicos y culturales, que luego fueron reunidas en el volumen Para una filosofía de la persona humana, publicado en Buenos Aires por la editorial Desclée de Brouwer. Este libro no trata directamente de la nueva cristiandad, sino que desarrolla el personalismo tomista y la noción de persona como fundamento filosófico. Sin embargo, el libro es clave para entender el tema que nos ocupa, porque ofrece el trasfondo antropológico que sostiene la propuesta de la nueva cristiandad.
----------Maritain parte de una constatación: la cristiandad medieval había sido una civilización sacral, donde las estructuras políticas y culturales estaban profundamente integradas con la fe. La modernidad, en cambio, ha producido una secularización que rompe esa unidad y plantea consiguientemente nuevos desafíos. Ante ello, Maritain no propone una restauración imposible de la cristiandad del Medioevo ni una claudicación ante el liberalismo, sino una síntesis nueva, capaz de encarnar el Evangelio en las formas históricas de la modernidad. En palabras del propio Maritain: “La nueva cristiandad no será una cristiandad sacral, sino profana; no será una cristiandad de institución política, sino de inspiración evangélica” (Humanismo integral, cap. II). Esta afirmación marca el giro decisivo: la fe cristiana debe inspirar la cultura y la acción social, pero sin confundirse con las estructuras políticas ni imponerse como poder temporal.
----------La constatación de Maritain se apoya en la tradición tomista: Santo Tomás distingue entre el fin último sobrenatural y los fines naturales del hombre (Summa Theologiae I-II, q.1, a.8), reconoce la legitimidad propia del poder político (De regno, cap. 14), y afirma la autonomía relativa de las ciencias profanas (Summa Theologiae I, q.1, a.1). Estas distinciones permiten comprender que la secularización moderna no es solo una pérdida, sino también una oportunidad: la autonomía de las realidades temporales abre un espacio donde la fe puede inspirar libremente la cultura y la vida social, sin confundirse con el poder político.
----------Por lo tanto, el proyecto de construir una nueva cristiandad no se presenta como un programa político cerrado, sino como un ideal regulativo que orienta la acción cristiana en la historia. Se trata, más que de dominar estructuras, de buscar ser fermento cultural, inspirando las ciencias, la educación y la vida social desde dentro, como levadura evangélica en la masa de la modernidad.
Distinción de órdenes: espiritual y temporal
----------Uno de los fundamentos más claros de la concepción maritainiana de la nueva cristiandad es la distinción entre el orden espiritual y el orden temporal, distinción enraizada en la tradición tomista. Maritain insiste en que ambos órdenes son autónomos en su propio ámbito, pero no independientes en el sentido de cerrarse uno al otro: se relacionan jerárquicamente, con la primacía de lo espiritual.
----------En su libro Humanismo integral, Maritain explica que la Iglesia no debe confundirse con el poder político ni absorberlo, pero tampoco debe retirarse de la vida social. El orden temporal tiene su propia lógica y autonomía, pero necesita ser iluminado por la verdad y la gracia que provienen del orden espiritual. Así lo expresa: “El orden temporal tiene sus leyes propias, pero no puede prescindir de la luz que le viene del orden espiritual” (cap. II). Esta distinción evita dos errores opuestos: el integrismo o clericalismo, que pretende someter lo político directamente al poder eclesiástico, y el secularismo extremo o radical, que busca excluir toda inspiración cristiana de la vida pública.
----------Maritain propone un camino intermedio: una autonomía relativa del orden temporal, que se gobierna por sus propias leyes, pero que se abre a la inspiración evangélica para alcanzar su plenitud. En este sentido, la nueva cristiandad no es una teocracia ni una “cristiandad liberal”, sino una civilización temporal que reconoce la primacía del espíritu sin confundir los planos.
----------El tomismo ofrece aquí un fundamento sólido. Como he dicho, Tomás distingue entre el fin último sobrenatural y los fines naturales del hombre (Summa Theologiae I-II, q.1, a.8), reconoce la legitimidad propia del poder político (De regno, cap. 14), y afirma la autonomía relativa de las ciencias profanas (Summa Theologiae I, q.1, a.1). Maritain actualiza estas distinciones para mostrar que la secularización moderna no es solo una pérdida, sino también una oportunidad: la autonomía de lo temporal abre un espacio donde la fe puede inspirar libremente la cultura y la vida social, sin confundirse con el poder político.
----------De este modo, la distinción de órdenes permite hablar de una que podríamos llamar laicidad positiva —en sentido interpretativo actual, no son términos de Maritain— una laicidad distinta del laicismo excluyente. Las instituciones políticas se gobiernan por sus propias leyes, pero permanecen abiertas a la inspiración cristiana. La nueva cristiandad es profana y laica, pero no secularista: reconoce la autonomía del orden temporal, sin negar la luz que proviene del orden espiritual.
----------Además, esta distinción se extiende más allá de lo político. Maritain subraya que también la cultura, la educación y las artes poseen su propia lógica, pero pueden ser fecundadas por la inspiración evangélica. La nueva cristiandad no busca imponer estructuras religiosas, sino suscitar una cultura impregnada de valores cristianos, capaz de orientar la vida social hacia la dignidad de la persona y el bien común.
----------En definitiva, la relación entre ambos órdenes, el temporal y el espiritual, no es una relación estática, sino un equilibrio dinámico: lo temporal conserva su autonomía, pero se perfecciona cuando se deja iluminar por lo espiritual. Este equilibrio evita tanto la absorción clerical del ámbito laical, como la desvinculación secularista, y constituye el principio estructural de la nueva cristiandad propuesta por el filósofo francés. Gracias a ese equilibrio, Maritain puede defender la legitimidad de instituciones modernas —como la democracia— sin caer en el relativismo, pues lo temporal se mantiene abierto a la verdad trascendente.
Cristiandad profana y laica
----------La nueva cristiandad que propone Jacques Maritain no es una restauración de la cristiandad medieval ni una teocracia encubierta. Es, en sus propias palabras, una “cristiandad profana”, es decir, una civilización temporal que, sin ser sacral ni institucionalmente religiosa, está impregnada de valores cristianos y animada por la inspiración evangélica. En Humanismo integral, Maritain subraya que el cristianismo no debe confundirse con el poder político ni con las estructuras estatales. La fe actúa como fermento interior, transformando la cultura, las costumbres y las instituciones desde dentro, sin imponerse como poder externo: “La nueva cristiandad no será una cristiandad de institución política, sino de inspiración evangélica” (cap. II).
----------Este planteo responde a dos exigencias complementarias: primero, reconocer la secularización moderna, pues la sociedad contemporánea ya no puede organizarse como una cristiandad sacral, donde la Iglesia y el Estado se confunden; segundo, mantener la presencia cristiana en lo temporal, pues aunque la política y la cultura sean autónomas, pueden ser orientadas por la verdad y la justicia que brotan del Evangelio.
----------Ahora bien, esta noción de “cristiandad profana” implica que el cristianismo se encarna en la vida social a través de los laicos que actúan en ella, no mediante instituciones sacralizadas. Es una civilización que podríamos denominar laica en sentido positivo —categoría interpretativa actual— donde lo temporal conserva su autonomía, pero se abre a la inspiración espiritual. De este modo, y lo repito, Maritain evita tanto el clericalismo (que pretende someter lo temporal al poder eclesiástico) como el secularismo radical (que excluye toda referencia cristiana). La nueva cristiandad es un camino intermedio: una sociedad temporal, plural y moderna, pero profundamente cristiana en su inspiración.
----------La profanidad que Maritain reivindica no significa neutralidad, sino madurez histórica. La fe ya no necesita sostenerse en instituciones sacralizadas, porque puede inspirar la vida social desde dentro. Esta profanidad es signo de libertad: la acción cristiana se ejerce en la cultura y en las instituciones por medio de los creyentes, sin depender de privilegios políticos ni de estructuras clericales. La nueva cristiandad es más personal y más auténtica, porque se apoya en la responsabilidad de los cristianos en la vida pública.
----------La laicidad positiva (como decimos en la actualidad) que propone Maritain es también condición de universalidad. Al no identificarse con un poder político ni con una confesionalidad estatal, la nueva cristiandad puede dialogar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Su carácter laico le permite ser una civilización abierta y plural, capaz de irradiar valores cristianos en la cultura sin excluir a quienes no comparten la fe. La inspiración evangélica se convierte así en un principio de convivencia y de fecundidad cultural.
----------Finalmente, la imagen del cristianismo como fermento interior resume la propuesta maritainiana, porque la nueva cristiandad no se impone desde arriba, sino que actúa como levadura en la masa, transformando las costumbres y las instituciones temporales desde dentro. La profanidad y la laicidad no son concesiones a la modernidad, sino el modo en que la fe se encarna en el espacio-tiempo, en la historia contemporánea. Así, la nueva cristiandad supera la nostalgia del orden medieval y se presenta como un horizonte nuevo: una civilización temporal, libre y plural, pero profundamente cristiana en su inspiración.
La persona humana como centro
----------La nueva cristiandad se fundamenta en una visión de la persona humana que evita tanto el individualismo liberal como el colectivismo totalitario. Maritain propone un personalismo realista, enraizado en el tomismo, que reconoce la dignidad trascendente de cada persona y su vocación hacia Dios. En Humanismo integral, Maritain subraya que la sociedad debe organizarse en torno a la persona, entendida no como un individuo aislado, sino como un ser espiritual abierto a la verdad y al amor. Más tarde, en La persona y el bien común, obra de 1947, desarrolla explícitamente la distinción entre “individuo” y “persona”: el individuo pertenece al orden de la materia y de la necesidad, mientras que la persona pertenece al orden del espíritu y de la libertad. Esta diferencia es decisiva para comprender su crítica tanto al liberalismo como al colectivismo.
----------Los rasgos esenciales de este personalismo son fundamentalmente cuatro: 1. Dignidad trascendente: la persona tiene un valor absoluto porque está ordenada a Dios. No puede ser reducida a instrumento de fines económicos, políticos o sociales. 2. Relacionalidad: la persona se realiza en comunidad, en vínculos de justicia y caridad. La comunión no anula la singularidad, sino que la perfecciona. 3. Centralidad ética: la organización social debe respetar y promover la vocación de cada persona, orientando las instituciones hacia el bien común. 4. Crítica a los extremos: rechaza tanto el individualismo que absolutiza la libertad subjetiva como el colectivismo que anula la singularidad personal.
----------Este personalismo hunde sus raíces en los principios de Santo Tomás de Aquino. Es bien sabido que el Aquinate define la persona como “lo más perfecto en toda la naturaleza” (Summa Theologiae I, q.29, a.3), porque es sujeto espiritual dotado de inteligencia y libertad. Maritain retoma esta intuición para mostrar que la persona es portadora de una dignidad absoluta, que la hace irreductible a la condición de mero individuo. De ahí que la nueva cristiandad se conciba como una civilización centrada en la persona, donde las estructuras políticas y sociales están ordenadas a su desarrollo integral.
----------La influencia de este personalismo se extiende más allá del ámbito filosófico. Tras la segunda guerra mundial, Maritain participó en debates internacionales sobre los derechos humanos y su pensamiento contribuyó de modo decisivo al clima intelectual que dio origen a la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948, donde la dignidad de la persona es reconocida como fundamento de toda convivencia. Asimismo, su visión anticipa formulaciones posteriores del Magisterio, como la afirmación de san Juan Pablo II en Centesimus Annus, en 1991: “El hombre es el camino de la Iglesia”. La centralidad de la persona se convierte así en un puente entre la filosofía tomista y la doctrina social contemporánea.
----------En definitiva, el personalismo realista de Jacques Maritain ofrece un equilibrio fecundo, porque evita tanto el atomismo individualista liberal y burgués como la disolución colectivista, proponiendo una antropología equilibrada. La persona es autónoma, pero abierta a la comunión; singular, pero ordenada al bien común; temporal, pero llamada a la trascendencia. La nueva cristiandad se presenta, por tanto, como una civilización temporal centrada en la persona, iluminada por la verdad objetiva y abierta a la trascendencia, capaz de orientar la política, la economía y la cultura hacia el bien común.
Pluralismo y democracia
----------La nueva cristiandad propuesta por Maritain reconoce que la modernidad ha introducido formas de convivencia inéditas respecto de la cristiandad medieval. Entre ellas, el pluralismo cultural y religioso y la democracia política. Lejos de rechazarlas como ilegítimas, Maritain las considera formas históricas que pueden ser asumidas y orientadas por la inspiración cristiana. En Humanismo integral, sostiene que la democracia no es necesariamente liberal ni relativista, sino que puede ser inspirada por la verdad del Evangelio y fundada en la dignidad de la persona y en la ley natural.
----------Podríamos discernir los rasgos más característicos de esta visión de la siguiente manera: 1. Pluralismo legítimo: la sociedad moderna está compuesta por diversas corrientes culturales y religiosas. Este pluralismo no debe ser visto como amenaza, sino como oportunidad para el testimonio cristiano. 2. Democracia inspirada por la verdad: no se trata de una democracia fundada en el relativismo, sino en principios objetivos de justicia y dignidad humana. 3. Participación activa de los cristianos: la nueva cristiandad exige que los cristianos se comprometan en la vida pública, no como imposición clerical, sino como fermento evangélico. 4. Crítica al liberalismo secularizado: Maritain distingue entre una democracia cristiana, orientada por la verdad, y una democracia liberal, fundada en la autonomía absoluta del individuo.
----------Este planteo responde a la acusación de algunos de sus críticos, que identifican toda apertura a la democracia con modernismo. Naturalmente, para Maritain, la democracia no es un fin en sí mismo, sino una forma histórica legítima que puede ser impregnada y vivificada por el Evangelio. El pluralismo, lejos de ser una claudicación, es el terreno donde la fe puede desplegar su fuerza transformadora.
----------De ahí que Maritain insista en que la democracia no debe ser sacralizada ni convertida en dogma político. Es simplemente una forma histórica de gobierno que, en la modernidad, ofrece el cauce más adecuado para la libertad y la responsabilidad cristiana. La nueva cristiandad no sacraliza la democracia, pero la reconoce como el espacio donde la dignidad de la persona puede ser protegida y promovida. En este sentido, la democracia se justifica no por el consenso de las mayorías, sino por su fundamento personalista: cada persona posee una dignidad trascendente que debe ser respetada y garantizada.
----------El pluralismo, por su parte, es visto como un terreno fecundo para el testimonio cristiano. En una sociedad plural, los cristianos no imponen su fe, sino que la proponen como fermento de verdad y justicia. La nueva cristiandad se construye en diálogo con otras corrientes culturales y religiosas, mostrando que la inspiración evangélica puede convivir con la diversidad sin perder identidad. El pluralismo se convierte así en ocasión para que la fe despliegue su fuerza transformadora en medio de la diversidad.
----------En definitiva, la propuesta de Maritain se sitúa en un equilibrio difícil: evita tanto el integrismo, que rechaza la democracia como modernista, como el secularismo radical, que la reduce a pura autonomía individual. La nueva cristiandad muestra que la fe puede dialogar con la modernidad sin claudicar, ofreciendo una democracia inspirada por la verdad y orientada al bien común. Así, se presenta como una civilización moderna que asume el pluralismo y la democracia, pero los orienta hacia la justicia y la dignidad de la persona, evitando los extremos y abriendo un horizonte de convivencia fecunda.

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