¿Qué significa ser persona? Abriéndose paso entre Henri Bergson y santo Tomás de Aquino, entre Martín Lutero, René Descartes y Jean Jacques Rousseau, traza Jacques Maritain un camino donde la persona no se reduce a la individualidad ni se disuelve en abstracciones, sino que se descubre como sujeto de dignidad, libertad y destino trascendente. Una reflexión que sigue interpelando al corazón de la cultura contemporánea. [En la imagen: Jacques Maritain, fragmento de acuarela sobre papel, 2023, obra de P.F., colección privada].
«¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adán para que a él lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad»
Salmo 8, 5-6
Perspectiva inicial sobre la noción de persona en Maritain
----------En los escritos de Jacques Maritain [1882-1973], el concepto de persona es analizado en sus variadas dimensiones en relación con las diversas ciencias humanas, y se trata de una noción continuamente retomada por el filósofo francés a lo largo de sus sucesivas obras, y cada vez con mayor profundidad. Queda claro que la publicación, hace ya varias décadas, de sus Obras Completas (Editions Universitaires Fribourg, Editions Saint-Paul París, 1986-2000) ha permitido seguir las argumentaciones maritainianas, también en torno a la persona, en su desarrollo a través del estudio de cada individual obra. De hecho, todos los textos que cito de Maritain, remiten a los mencionados volúmenes de esta edición original de sus Obras Completas y en cada cita se indica en el texto entre paréntesis la fuente, informando volumen y página
----------El análisis que haré de este tema no pretendo que sea exhaustivo ni detallado ni crítico, pero sí suficientemente fundamentado como para presentar a los lectores un serio panorama sintético de la reflexión maritainiana en su elaboración del concepto de persona, en una indagación obra por obra, de la cual resulta la coherencia y la organicidad de una investigación que ha comprometido al gran filósofo francés durante toda su vida en el vivo debate cultural, político y teológico.
----------Es necesario anteponer a esta indagación una clave interpretativa, porque para Maritain la noción de persona en cuanto persona humana, espíritu encarnado y cuerpo animado, pertenece a la filosofía de la naturaleza. Sin embargo, nadie duda que la noción de persona no sólo se aplica al hombre, sino también al ángel y a Dios. Vale decir, la noción de persona en cuanto persona tiene una precisa correspondencia metafísica, y a nivel de teología se refiere también a los ángeles, espíritus puros, y a Dios, Espíritu Absoluto, en el cual incluso es necesario distinguir el concepto de persona a nivel de naturaleza y a nivel de relación trinitaria.
----------Por otra parte, todas las ciencias humanas concurren y convergen en la definición de la persona humana, desde las ciencias fenomenológicas, como la psicología y la sociología, hasta las ontológicas, como la filosofía y la teología. Entre estos dos niveles se sitúan las ciencias prácticas como la pedagogía, la política, la pastoral.
----------El análisis maritainiano parte de la definición de persona formulada por Boecio y de las profundizaciones de santo Tomás de Aquino, pero se desarrolla en confrontación comparativa con la filosofía contemporánea, de Bergson a Descartes, de Kant a Hegel, de Freud a Marx, de Sartre a Dewey. Además, hay que tener presente que Maritain usa tanto el término persona (personne) como el término personalidad (personnalité), y solo por el contexto se puede comprender que el término personne tiene un valor ontológico, refiriéndose a la naturaleza de la persona, mientras que el término personnalité tiene un valor psicológico-social, refiriéndose a la cultura de la persona, en cuanto desarrollada en el proceso formativo. Al respecto, usaremos entonces ambos términos según los textos originales de las obras de Maritain, pues en todo caso, la personnalité, adquirida con la cultura, incluye la personne, con todos los derechos y deberes inherentes a su naturaleza.
----------Esta doble vía terminológica y nocional hace que el discurso maritainiano se amplíe a diversos ámbitos, no sólo el de la antropología filosófica, sino también los del derecho, la política, la moral, la pedagogía, la estética, la teología, la mística, porque la persona es el sujeto de estas diferentes relaciones.
----------Agrupamos los escritos, siguiendo el orden cronológico, en torno a las temáticas que sucesivamente han interesado a Maritain: la integralidad de la persona humana [1910-1938], la dialéctica de la libertad [1939-1941], la subjetividad ontológica de la persona y sus relaciones sociales [1942-1959], la religiosidad de la persona en el misterio de la historia y su destino último [1960-1973].
----------El lector podrá comprobar por esta revisión cronológica que iremos desarrollando de los escritos maritainianos que queda plenamente confirmado el realismo crítico de santo Tomás de Aquino en la base de la filosofía de Maritain, la cual ha ido progresando no por contradicciones y rupturas, sino de modo gradual, por continuas profundizaciones, adecuándose con flexibilidad a los problemas afrontados.
La integralidad de la persona [1910-1938]
----------Maritain elabora aquellas que fueron sus primeras reflexiones sobre la persona humana confrontándose con la filosofía de su primer maestro, Henri Bergson [1859-1941], en La philosophie bergsonienne, Rivière, Paris 1913 (I, pp.5-612)). Al respecto, tengamos presente que la metafísica para Bergson comienza desde la psicología, porque es necesario explorar las profundidades de la personalidad: «aquella realidad que el filósofo, con una tensión excepcional de su voluntad y de su conciencia, llega a conocer en el borde del inconsciente, con un conocimiento, a decir verdad imposible de fijar, llamado duración o tiempo concreto» (I, p.103). «Yo me percibo durando, yo soy, yo soy la duración, he aquí el principio de la filosofía. Yo pienso, luego soy, luego soy pensamiento, había razonado Descartes. Aquí no se trata ya de razonar, los tres términos son dados simultáneamente en una experiencia sui generis del sentido íntimo» (I, p.103). La duración es la sustancia de todas las cosas, por lo cual el cambio es la realidad misma. Esta operación del sujeto es llamada intuición y consiste en «la conciencia misma que se repliega sobre la duración» (I, p.104)
----------Bergson contrapone la intuición al conocimiento intelectual, que considera un conocimiento práctico. El concepto, en su fijeza, no es más que un nombre «anunciante de toda una condensación de recuerdos, que sirve maravillosamente para el lenguaje», pero no tiene ningún referente con la realidad de las cosas, «él no es más que un signo exterior» (I, p.105). Si, en lugar de usar el análisis intelectual, nosotros nos servimos de la intuición, podemos alcanzar la realidad de las cosas en su continuo cambio: «la realidad significa el tiempo, la intuición significa la coincidencia vivida, sentida, del sujeto y del objeto» (I, p.111).
----------Recordemos que para el tomismo, el pasado está realmente pasado y existe en nosotros solo como signo, como recuerdo; pero para el bergsonismo el pasado existe realmente en el presente, y nuestro espíritu no es más que nuestra memoria. Esta confusión del yo con la memoria destruye la persona humana, que entonces ya no puede decir “yo cambio”, sino que debe decir “yo soy el cambio”.
----------Mientras Descartes termina por espacializar el espíritu a través de la glándula pineal, Bergson temporaliza el espíritu a través de la memoria. A este respecto habría que considerar también el estudio monográfico Le songe de Descartes (Buchet Chastel, Paris 1932, V, pp.9-222), en el que Maritain analiza el dualismo antropológico cartesiano entre alma y cuerpo, que conduce a una especie de maquiavelismo, separando el derecho, la política, la economía (res extensa) de la moral (res cogitans).
----------De hecho, hay un cierto monismo en la antropología bergsoniana, porque la diferencia entre el alma y el cuerpo no es una diferencia de naturaleza, sino solo una diferencia de grado, de intensidad de una misma cosa, que no es cosa, sino más bien acción. Bergson «identifica el alma y el cuerpo en una cierta extensividad, intermediaria entre lo extenso y lo inextenso; en una cierta tensión intermediaria entre la cualidad y la cantidad; en una cierta espontaneidad y en una cierta contingencia intermedias entre la libertad y la necesidad» (I, p.387) Para el tomismo, la sustancia, lejos de ser un lugar vacío, un cuadro de fenómenos, es la primera raíz ontológica de cada uno en su permanente actualidad.
----------Para santo Tomás de Aquino, el hombre es una sustancia, un ser, una subsistencia, constituido de alma y cuerpo en una unidad físico-espiritual, por lo cual el alma, intrínsecamente libre del cuerpo en su ser, está extrínsecamente condicionada por el cuerpo en su obrar; y es inmortal en su individualidad.
----------En esta contraposición al bergsonismo, Maritain no solo recupera históricamente la filosofía de santo Tomás (Le Docteur Angélique, Hartmann, Paris 1929, IV, pp. 9-191), permanece fiel a ella y la desarrolla, sino que se compromete a trabajar como filósofo sobre la base de una rigurosa conceptualización y de una metodología radicada en la lógica, tanto que escribe un Tratado de lógica (Elements de philosophie II L’ordre des conceps, Logique, Pierre Téqui, Paris 1923, II, pp.275-763).
----------En el período que estamos desarrollando, Maritain retoma el discurso antropológico en Tres reformadores: Lutero, Descartes, Rousseau (Trois réformateurs, Plon, Paris 1925; III, pp.429-655), pero más en el plano del valor que en el de la naturaleza de la persona, tanto que usa el término personalidad.
----------El caso de Lutero muestra uno de los principales problemas del mundo moderno, que ha proclamado los sagrados derechos de la individualidad y ha pagado caro esta proclamación. En realidad, el mundo moderno ha confundido individualidad y personalidad.
----------Según la filosofía cristiana, la persona es «una sustancia individual completa, de naturaleza intelectual y capaz de dominar sus acciones» (III, p.451), es decir, la más noble y la más alta de las cosas de toda la naturaleza, mientras que la individualidad no es otra cosa que un principio de individuación, y es común al hombre, al animal, a la planta, al microbio. «Y mientras la persona se radica en la subsistencia del alma (subsistencia independiente del cuerpo y comunicada al cuerpo, el cual es sostenido en el ser por la subsistencia misma del alma), la individualidad está radicada como tal en las exigencias propias de la materia» (III, p.452)
----------Esta clara distinción entre individuo y persona es sumamente importante en el orden espiritual porque «desarrollar la propia individualidad significa hacerse el centro de todo y terminar siendo esclavos de mil bienes pasajeros, que no nos aportan más que la miserable alegría de un momento. La personalidad, al contrario, crece en la medida en que el alma, elevándose por encima del mundo sensible, con la inteligencia y la voluntad se liga a todo aquello que hace la vida del espíritu» (III, p.456)
----------De hecho, el pleno desarrollo de nuestra personalidad equivale a perderla en cierto modo en la de Dios. No hay personalidad perfecta sino en los santos, que la han encontrado sin buscarla, y porque no la buscaban a ella, sino a Dios. Nosotros podemos conquistar nuestra alma solo a condición de perderla; y «si tomamos el yo como nuestro centro, nuestra sustancia se disipa y pasamos al servicio de las fuerzas ciegas del universo» (III, p.458). Es claro que aquí el discurso maritainiano sobre la persona es más ético que ontológico, y la individualidad de la que se habla concierne a la individualidad corporal como tal y no a la individualidad propia de la subsistencia de cada persona como tal.
----------Maritain, con la reflexión sobre Descartes, lleva el análisis al problema gnoseológico, y si en Lutero encuentra una reducción de la persona humana a la individualidad material, aquí señala el error opuesto, en cuanto la persona es desvinculada de toda relación con la materia. El verdadero pecado de Descartes es el de angelismo, porque «concibe el pensamiento humano según el tipo del pensamiento angélico» (III, p.486), es decir, de modo completamente independiente de las cosas. Se trata de un atentado contra la razón humana, que ocurre en un alto grado de abstracción.
----------Maritain examina este acto señalando sus principales caracteres. El intelecto humano es, de hecho, el último de los espíritus, el más lejano de Dios; por encima de él están los espíritus puros, que también reciben la existencia de Dios, pero cada uno de ellos concentra en sí más consistencia metafísica que toda la raza humana. Su intelecto «está siempre en acto respecto a los inteligibles, por lo cual no extrae, como el nuestro, las ideas de las cosas, sino que las tiene infundidas directamente por Dios» (III, p.488).
----------Tengamos en cuenta que la mente humana según Descartes es como la mente angélica: no puede equivocarse. «Yo me equivoco, porque lo quiero, solo mi libre voluntad es culpable» (III, p.492). Descartes no reconoce la dependencia de nuestro saber del pasado: «él no comprende el rol esencial del tiempo en la maduración del conocimiento humano» (III, p.494). Las ideas del ángel son innatas, es decir, infundidas en él; y así también las ideas cartesianas no provienen de las cosas, sino de Dios. Nuestra alma recibe toda su perfección de Dios, sin necesidad de los sentidos.
----------Con Rousseau se va aún más allá, pues con él la persona humana pretende salvarse por sí sola, y asume las connotaciones de la santidad de Dios. Rousseau se proclama bueno por naturaleza, se presenta como el hombre de la bondad natural, por lo cual su yo se vuelve tan interesante como para merecer ser amado por sí mismo, a fin de que se convierta en Dios. Respecto a esto, Maritain comenta lo siguiente: «mimetismo de la santidad, transposición de la vida heroica en un religioso goce de sí mismo, ambición de alcanzar a Dios y la vida divina con la sensibilidad y la imaginación afectiva» (III, p.147)
----------Se plantea aquí el problema de la persona en relación con el misterio de la Santísima Trinidad, sobre el cual la filosofía medieval había discutido mucho, y de las relaciones entre Dios y el hombre, es decir, de la presencia sobrenatural de Dios en nosotros, que solo una teología mística puede explorar.
----------En Humanismo integral (Humanisme intégrale, Aubier, Paris 1937, IV, pp.257-1110), Maritain comienza a analizar las relaciones entre la persona y la sociedad, después de haber subrayado que el bien común temporal no puede ser el fin último del hombre y de haber propuesto un nuevo tipo de sociedad, ya no sacral como en la Edad Media, sino laica, en la cual la libertad de la persona sea el fundamento de las relaciones sociales, por lo cual se baja el nivel de unificación objetiva, en lo que concierne a las convicciones, pero se eleva el nivel subjetivo, en lo que concierne al respeto de la dignidad de la persona, y por tanto se puede hablar de «una extraterritorialidad de la persona respecto a los medios temporales y políticos» (VI, p.492)
----------La ciudad pluralista es «mucho menos concentrada que la ciudad medieval, pero mucho más que la ciudad liberal» (VI, p.497), porque la ley civil vuelve a ser el pedagogo de la libertad para obtener la convicción y no solo la subordinación a los valores comunes.
----------La misión que se debe cumplir ya no consiste en una obra divina que realizar en la tierra, sino en una obra humana que animar espiritualmente en nombre de un ideal de amistad fraterna, por lo cual el bien común no consiste solo en una redistribución a cada persona del bienestar material, sino sobre todo en la promoción del valor de la persona, «por ello mismo, cada uno subordinándose a la obra común, se subordina al cumplimiento de la vida personal de los otros, de las otras personas» (p.521). Creyentes y no creyentes no pueden renunciar a sus convicciones, pues «están llamados no a la búsqueda de un mínimo teórico común, sino a la realización de una obra práctica común» (VI, p.522).

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