Sabemos que la ideología del pasadismo no se reduce a lo litúrgico, sino a todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, particularmente a lo doctrinal, a la interpretación del Magisterio. Así, no faltan pasadistas que interpretan las enseñanzas del papa León como opuestas a las de sus predecesores. ¿Puede un católico fiel aceptar que León XIV contradice a León XIII? ¿Es la doctrina social de la Iglesia una apología del mercado o una luz moral para la dignidad humana? Tres frases bastan para mostrar dos errores: el pasadismo que congela el Magisterio en el siglo XIX y el liberalismo que absolutiza la economía. El verdadero debate no es entre papas, sino entre hermenéuticas: continuidad o ruptura. [En la imagen: fragmento de "Homeless", óleo sobre lienzo, 1890, obra de Thomas Benjamin Kennington, de la colección de la Bendigo Art Gallery, Bendigo, Victoria, Australia].
“The unity of faith is the unity of a living body”
(“La unidad de la fe es la unidad de un cuerpo vivo”)
San John Henry Newman
Essay on the Development of Christian Doctrine, cap. II
Entre dos Leones: el desafío hermenéutico
----------El pasado 23 de octubre, Michael Pakaluk publicó en The Catholic Thing un artículo titulado “Leo XIV contra Leo XIII”, en el que compara la reciente exhortación apostólica Dilexi te del papa León XIV con los textos magisteriales del papa León XIII. Según Pakaluk, “his statements sometimes seem at odds with his predecessor: on the root of social evils, the remediation of poverty, and private property” (“sus afirmaciones parecen a veces contradecir a su predecesor: sobre la raíz de los males sociales, la superación de la pobreza y la propiedad privada”). Nos preguntamos entonces: ¿qué sustento tiene esta tesis acerca de la supuesta contradicción en el Magisterio auténtico de dos Romanos Pontífices?
----------Es cierto que Pakaluk comienza por decir en su artículo que las afirmaciones de esos dos Papas sólo “parecen” contradecirse; pero sabiendo, como debe saber cualquier católico culto, que no puede haber en absoluto contradicción doctrinal en el Magisterio de todos los Romanos Pontífices, pues ellos, en distintos momentos de la historia de la Iglesia custodian con fidelidad la inmutable Verdad y gozan del infalible carisma para cumplir esa tarea, ¿no sería entonces un deber para todo publicista católico demostrar precisamente que no existe tal contradicción? ¿O acaso Pakaluk no cree en la indefectibilidad del Magisterio de la Iglesia, y por eso dedica su artículo a demostrar que sí existe tal contradicción?
----------De modo que el propósito de esta mi breve nota de hoy no es, naturalmente, polemizar con el autor del artículo citado, sino examinar críticamente su método de lectura, mostrando que incurre en dos errores fundamentales: por un lado el error del pasadismo, al fijar la doctrina social de la Iglesia en el siglo XIX y medir todo lo posterior con esa vara; y por otro, el liberalismo económico, implícito al reducir la enseñanza social de la Iglesia a defensa del mercado y de la propiedad privada como solución suficiente a la pobreza.
----------En mi crítica al texto de Pakaluk no hago otra cosa que apoyarme en el principio hermenéutico recordado por el papa Benedicto XVI, quien ha expresado que el Magisterio se desarrolla en continuidad, sin rupturas doctrinales, aunque las aplicaciones pastorales cambien según los tiempos. Por eso, cualquier lectura que oponga a León XIII y León XIV en lo doctrinal no solo es metodológicamente defectuosa, sino que resulta doctrinalmente inadmisible: pues en lo doctrinal el Magisterio se desarrolla sin rupturas, y afirmar lo contrario equivale a poner en duda la indefectibilidad de la enseñanza de la Iglesia.
La clave hermenéutica del Magisterio
----------Por consiguiente, el punto decisivo para leer correctamente la doctrina social de la Iglesia es el principio de continuidad doctrinal. Como recordó Benedicto XVI en su célebre discurso a la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005, la verdadera hermenéutica del Concilio Vaticano II —y, por extensión, de todo el Magisterio— es la de la reforma en la continuidad del único sujeto‑Iglesia, no la de la ruptura.
----------Aplicado al caso bajo examen, si un católico pretendiera encontrar contradicción doctrinal entre León XIII y León XIV, no estaría simplemente cometiendo error de método, sino incurriendo en error contra la fe. Pues en lo doctrinal, el Magisterio de la Iglesia es indefectible y la enseñanza oficial de la Iglesia se desarrolla homogéneamente, sin rupturas. Afirmar lo contrario equivale a poner en duda la indefectibilidad de la enseñanza de la Iglesia, lo cual es doctrinalmente inadmisible, e implícitamente sería afirmar que nuestro Señor Jesucristo ha mentido al prometer la infalibilidad de Pedro y sus sucesores en el oficio de confirmar en la fe.
----------El principio de continuidad doctrinal en el Magisterio, vale también para la Doctrina Social. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia lo expresa con claridad: “La doctrina social pertenece, por tanto, no al ámbito de la ideología, sino al de la teología y, especialmente, de la teología moral. Ella es Magisterio, en cuanto enseñanza del Magisterio de la Iglesia” (n.72). Y Juan Pablo II, en Sollicitudo rei socialis (1987), n.41, reafirma: “La doctrina social de la Iglesia no es una ‘tercera vía’ entre liberalismo y marxismo, sino una categoría propia, que pertenece al ámbito de la teología y, especialmente, de la teología moral.”
----------Santo Tomás de Aquino ya lo expresaba al hablar del crecimiento de la inteligencia de la fe: “Crescit intelligentia, scientia et sapientia tam singulorum quam totius Ecclesiae” (Summa Theologiae, I, q.1, a.7 ad 2). La Iglesia crece en inteligencia y sabiduría, pero no cambia de sustancia en su enseñanza.
----------En este punto es necesario advertir contra la ideología del pasadismo, el cual, en el tema que estamos examinando, consistiría en fijar la doctrina de la Iglesia en un momento histórico —como el siglo XIX— y medir todo lo posterior con esa vara. Tal actitud no solo es metodológicamente errónea, sino que conduce a sospechas doctrinales, porque desconoce el desarrollo homogéneo del Magisterio eclesial.
----------Por eso, cuando Pakaluk afirma en el citado artículo que las enseñanzas de León XIV “sometimes seem at odds with his predecessor” (“parecen a veces contradecir a su predecesor”), el problema no es solo retórico, sino que es una afirmación que, tomada en serio, resulta incompatible con la fe católica. La aparente contradicción debe resolverse en clave de desarrollo homogéneo, no de oposición.
----------En consecuencia, la tarea del intérprete fiel al Magisterio no es contraponer Papas, sino mostrar cómo los principios perennes se aplican de modo diverso en contextos históricos distintos.
Las palabras de Pakaluk bajo examen
----------Los errores del pasadismo y del liberalismo económico que achaco a Pakaluk son fácilmente advertibles para cualquier honesto lector de su artículo “Leo XIV contra Leo XIII”, al que me remito. Para ilustrar el problema, basta con tres afirmaciones centrales del artículo sub examine:
----------1. Dice Pakaluk: “For Lo XIV, the root of social ills is inequality” (Dilexi te, n.94) (“Para León XIV, la raíz de los males sociales es la desigualdad”). El caso es que Pakaluk interpreta esta afirmación como opuesta a la de León XIII, quien habría señalado el rechazo del cristianismo como raíz de los males sociales. En cambio, se debe decir que no existe contradicción, sino niveles distintos de análisis. La desigualdad es consecuencia del pecado y de la ruptura con Dios. Presentar esto como oposición es un ejemplo de pasadismo, porque fija la doctrina en un momento histórico y mide todo lo posterior con esa vara; e incluso podríamos ver aquí una especie de fundamentalismo, al interpretar un texto magisterial de modo rígidamente literal.
----------2. Tomemos otra afirmación de Pakaluk:“In Rerum novarum, Leo XIII taught that the quest for equality is an unreal dream of socialism” (Rerum novarum, n.17) (“En Rerum novarum, León XIII enseñó que la búsqueda de la igualdad es un sueño irreal del socialismo”). De este modo, Pakaluk absolutiza esta frase para descalificar a León XIV. En realidad, el papa León XIII se refería a la igualdad absoluta de resultados, no a la igualdad en dignidad y derechos. Reducir la doctrina social a una apología del mercado es un rasgo de liberalismo económico, que ignora la dimensión moral y cultural de la pobreza.
----------3. Pakaluk también afirma: “Persons in extreme necessity are entitled to take what they need from the riches of others” (Dilexi te, citando Gaudium et spes, n.69) (“Las personas en extrema necesidad tienen derecho a tomar lo que necesiten de las riquezas de otros”). Aquí Pakaluk observa que falta la nota aclaratoria de Gaudium et spes. Sin embargo, Santo Tomás ya enseñaba in necessitate omnia sunt communia. No se trata de una ruptura, sino de continuidad con la tradición teológica tomista y con el Magisterio. Presentar esta enseñanza como peligrosa es un signo de pasadismo y de desconfianza hacia la Doctrina Social de la Iglesia.
----------De modo que estas tres citas bastan para mostrar que el artículo de Pakaluk incurre en al menos dos errores fundamentales, como ya he dicho: el pasadismo, al fijar la doctrina en el siglo XIX y medir todo lo posterior con esa vara; y el liberalismo económico, al absolutizar el mercado y la propiedad privada como solución suficiente a la pobreza, reduciendo la doctrina social a una apología del liberalismo.
Tres núcleos de contraste
----------Antes de entrar en el análisis detallado, conviene insistir, a partir de las tres citas anteriores del artículo de Pakaluk, que la discusión se articula en torno a tres núcleos de contraste bien definidos. Estos núcleos no son simples matices, sino puntos de tensión donde se hace visible la diferencia entre lecturas parciales y la enseñanza auténtica del Magisterio. Presentarlos de manera conjunta nos permite captar de un vistazo el mapa del debate, para luego poder adentrarnos en cada uno con mayor claridad.
----------En primer lugar, el punto en debate es la cuestión de la raíz de los males sociales. Pakaluk afirma que León XIII señala como raíz de los males sociales el rechazo del cristianismo por parte de los poderes civiles (Rerum novarum, n.1); mientras que León XIV identifica la desigualdad estructural como raíz de los males sociales (Dilexi te, n.94). Sin embargo, debemos decir que no son afirmaciones excluyentes. La desigualdad es consecuencia del pecado y de la ruptura con Dios. Presentarlas como opuestas es un error de lectura, pues en realidad León XIII y León XIV describen distintos niveles de un mismo problema. El pasadismo de Pakaluk consiste en fijar la doctrina en el siglo XIX y medir todo lo posterior con esa vara.
----------En segundo lugar, el punto del problema es la pobreza y el mercado. Pakaluk defiende el “hockey stick” económico como prueba de que el liberalismo ha reducido la pobreza, y presenta el mercado como solución suficiente. Por otra parte, dice que León XIV define la pobreza también en términos relativos y culturales, subrayando la exclusión social y la falta de participación en la vida comunitaria (Dilexi te, nn. 97‑98). Aquí se advierte que Pakaluk reduce la doctrina social a una apología del mercado, ignorando la dimensión moral y cultural de la pobreza. La Iglesia enseña que la pobreza no se mide solo en ingresos, sino en dignidad, participación y desarrollo integral. Aquí se revela el sesgo liberal de la lectura de Pakaluk.
----------En tercer lugar, el punto es la propiedad privada y el uso común. Por un lado tenemos al papa León XIII, que afirma la propiedad privada como derecho natural, ordenado al bien común (Rerum novarum, nn. 6‑7). Y por otro lado tenemos al papa León XIV, que reafirma la enseñanza de Gaudium et spes y de Santo Tomás de Aquino: en necesidad extrema, los bienes son comunes (Dilexi te, citando GS, n.69; cf. S.Th., II‑II, q.66, a.7). Ahora bien, Pakaluk presenta esto como ruptura, cuando en realidad es continuidad con la tradición teológica tomista y con el Magisterio. La doctrina social nunca absolutiza la propiedad privada: siempre la ordena al bien común y reconoce la comunión de bienes en casos de necesidad.
----------En síntesis, estos tres núcleos demuestran de modo claro que la lectura de Pakaluk incurre en pasadismo (fijar la doctrina en un momento histórico) y en liberalismo económico (absolutizar el mercado y la propiedad privada). Frente a ello, la hermenéutica de la continuidad con la que debemos abordar el Magisterio, revela que León XIII y León XIV no se contradicen, sino que aplican principios perennes a contextos históricos distintos.
El riesgo de fijar el Magisterio: pasadismo y otras deformaciones
----------Antes de terminar este breve artículo con mis conclusiones finales, me parece necesario precisar qué entendemos por “pasadismo”, porque el término puede inducir a equívocos si se lo reduce a la cuestión litúrgica o a la defensa de la Misa tridentina. En realidad, lo que aquí diagnosticamos es una hermenéutica del Magisterio cristalizada, que concibe la enseñanza de la Iglesia como algo clausurado en un momento histórico determinado. Así, algunos fijan el límite en el año 1054, como hacen los ortodoxos orientales; otros lo fijan en 1958, con la muerte de Pío XII; otros en 1962, como los lefebvrianos; y en el caso del artículo de Pakaluk, en el siglo XIX. El pasadismo es, en definitiva, un arqueologismo doctrinal: absolutizar un pasado como canon normativo, negando la continuidad viva y el desarrollo orgánico del Magisterio.
----------Este pasadismo se combina, en el texto de Pakaluk, con un fundamentalismo literalista. Los documentos del Magisterio son leídos como si fueran piezas jurídicas o políticas, sin esfuerzo por captar el sentido auténtico de la enseñanza infalible de los Papas. Se interpreta la letra de manera rígida, sin atender al contexto ni al desarrollo doctrinal. Probablemente esto se deba a una concepción reduccionista de la infalibilidad, limitada a los dogmas solemnes y extraordinarios —el último de los cuales fue definido en 1950 con la Asunción de María—, desconociendo la infalibilidad del Magisterio ordinario universal. De este modo, la literalidad termina debilitando la autoridad magisterial: al absolutizar la letra, se pierde la vida de la doctrina.
----------A ello se suma un relativismo hermenéutico, que relativiza la autoridad magisterial y la reduce a opiniones discutibles. Este subjetivismo abre la puerta a que cada uno decida qué aceptar y qué rechazar, como si el Magisterio fuera un repertorio de textos históricos sin fuerza vinculante.
----------Las consecuencias son graves tanto en el plano teológico como en el pastoral. El pasadismo genera ruptura con la tradición viva, convirtiendo la historia en museo. El fundamentalismo literalista conduce a interpretaciones reductivas que empobrecen la riqueza del Magisterio. El liberalismo, por su parte (y entiéndase que aquí hago del término liberalismo un sinónimo de relativismo), disuelve la autoridad en mera opinión. En conjunto, estas deformaciones no custodian la tradición, sino que la desfiguran.
----------Podemos resumirlo así: el pasadismo no es fidelidad, sino arqueologismo; el fundamentalismo no es rigor, sino literalismo empobrecedor; y el relativismo hermenéutico no es apertura, sino disolución de la autoridad. Tres deformaciones que, lejos de custodiar la tradición, la desfiguran y ponen en riesgo la comunión eclesial.
La obediencia que custodia la tradición
----------El examen de las afirmaciones de Michael Pakaluk muestra que su lectura incurre en dos errores graves: el pasadismo, que fija la doctrina social en el siglo XIX y mide todo lo posterior con esa vara, y el liberalismo económico, que reduce el Magisterio a una apología del mercado y de la propiedad privada.
----------Frente a ello, la Iglesia enseña que su doctrina social es Magisterio auténtico, parte de la teología moral, y que se desarrolla homogéneamente en continuidad con la tradición. No hay rupturas doctrinales entre León XIII y León XIV: lo que hay es aplicación diversa de principios perennes a contextos históricos distintos.
----------Por consiguiente, el intérprete fiel al Magisterio de la Iglesia no contrapone Papas ni absolutiza sistemas económicos, sino que reconoce en la doctrina social de la Iglesia una luz para la vida cristiana en sociedad, que integra justicia, dignidad, solidaridad y bien común.
----------Por eso, toda hermenéutica de ruptura —sea pasadista o liberal— resulta incompatible con la fe católica. La clave hermenéutica del Magisterio es la continuidad, y en ella se revela la verdadera fuerza de la doctrina social: ser palabra viva de la Iglesia que, sin traicionar su sustancia, se adapta a los desafíos de cada época.
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 9 de noviembre de 2025

Con todo respeto, su ‘hermenéutica de la continuidad’ suena a actualización permanente que diluye la doctrina. La Iglesia ya enseñó suficientemente en el siglo XIX; volver a ese canon no es ‘pasadismo’, es fidelidad. Lo que usted llama desarrollo termina siendo cambio. Y en cuanto al artículo de Pakaluk, su crítica al intervencionismo económico es pertinente: el liberalismo económico respeta la libertad y la responsabilidad personal; la doctrina social no obliga a una única política, y usted parece confundir prudencia con dirigismo. En síntesis, su objeción me parece superficial: no distingue entre tradición que obliga y opiniones contemporáneas que pueden y deben ser revisadas.
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarle agradezco haber leído mi artículo, pero permítame invitarle a releerlo con atención, porque estoy convencido que lo que expongo es razonable y plenamente conforme al Magisterio de la Iglesia, al cual usted parece soslayar. Por lo demás, usted no me ofrece argumentos en contra de lo que escribo.
Permítame dos precisiones a su intervención:
Por cuanto respecta a la tradición y el “canon” del siglo XIX: la fidelidad al Magisterio no consiste en fijarlo en un punto del pasado, sino en recibir su continuidad viva. Absolutizar un momento histórico es pasadismo: convierte la tradición magisterial de la Iglesia en museo. La continuidad auténtica supone desarrollo orgánico, no cambio arbitrario, y por eso exige distinguir entre contenido doctrinal y su formulación histórica.
Por cuanto respecta al liberalismo económico y la doctrina social: nadie niega la legítima pluralidad prudencial en economía. Pero “pluralidad” no equivale a dogmatizar el mercado. La doctrina social establece principios no negociables (menciono algunos: dignidad humana, bien común, destino universal de los bienes, subsidiariedad y solidaridad); cualquier modelo económico debe someterse a ellos. Definir la crítica a los excesos del mercado como “dirigismo” es un falso dilema: la prudencia cristiana regula, ordena y corrige sin abolir la libertad.
En resumidas cuentas: fidelidad sí, fijación no; libertad económica sí, pero bajo principios que la miden y corrigen. Ese es el marco en el que he leído críticamente el artículo de Pakaluk, sin reducir la tradición ni la economía a eslóganes, sino en plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Y es precisamente esa fidelidad la que Pakaluk olvida.