domingo, 5 de mayo de 2024

Verdades de Fe (16/24) La Ética natural o racional

En nuestro decimosexto capítulo de este catálogo de todos los dogmas y declaraciones doctrinales de la Iglesia católica, examinaremos las verdades de fe acerca de la Ética natural o racional, y reflexionaremos brevemente sobre dos puntos: el principio fundante de la ética natural; y la virtud de religión como la más alta actuación de la ética natural. [En la imagen: fragmento de "Las virtudes cardinales", fresco de Rafael Sanzio, de 1511, en una de las llamadas "Estancias de Rafael", en el Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano].

Notas: 1) Las proposiciones en letra negrita y entre comillas " " son las palabras textuales de los dogmas (1° y 2° grado) o de las proposiciones próximas a la fe (3° grado). El resto es mi comentario o explicación; 2) las frases en negrita grande evidencian los dogmas de primer grado, las que están en negrita normal los dogmas de segundo grado; 3) en la medida que me ha sido posible, he convertido en positivo las sentencias en negativo, para así mostrar al lector qué es lo que la Iglesia enseña. De lo cual se comprende fácilmente qué es lo que la Iglesia condena.
   
El principio fundante de la ética natural
   
----------El hombre está inclinado naturalmente por Dios a actuar libremente, sobre la base de la razón, en vista a un fin último. El verdadero fin último, demostrable por la razón y proporcionado a la voluntad, consiste en la contemplación y en la posesión de Dios, supremo, absoluto, eterno e infinito Bien.
----------Si bien el hombre no puede no tender a un fin último, tiene la facultad, llamada libre albedrío, de elegir o no elegir con una opción fundamental a Dios como fin último. Por consiguiente, el hecho de que todo hombre tienda a lo absoluto, no significa necesariamente que todo hombre tienda a Dios.
----------"La libertad, don excelente de la Naturaleza, propio y exclusivo de los seres racionales, confiere al hombre la dignidad de estar en manos de su albedrío y de ser dueño de sus acciones" (León XIII, Encíclica Libertas, del 10 de junio de 1888, n.1, Denz. 3245). "La Iglesia católica es la defensora más firme de la libertad. La Iglesia ha enseñado siempre esta realidad y la defiende como dogma de fe" (también de León XIII, en la mencionada encíclica, n.4, Denz. 3246).
----------Todo hombre busca espontáneamente lo que según él es bueno, y huye de lo que según él es malo. Sin embargo, es necesario ver si lo que considera un bien es verdaderamente un bien, y si lo que considera un mal es verdaderamente un mal. En efecto, el hombre puede engañarse en buena fe o puede pecar, vale decir, elegir conscientemente un falso bien en lugar del verdadero bien. De hecho, los valores morales son objetivos, universales e inmutables. El subjetivismo o relativismo moral es la tentativa de justificar el pecado.
----------Sin embargo, no se debe confundir lo bueno para mí, de lo bueno según mí. Lo bueno para mí es la aplicación del bien al caso particular: así, puede ser usualmente bueno para el niño lo que no es bueno para el adulto. Lo bueno según mí, en cambio, puede ser un bien sólo aparente, pero en realidad falso, porque se juzga sólo por opinión, pero no por ciencia. Se puede sin embargo actuar según lo que es probablemente bueno, si la certeza no puede ser alcanzada, con tal que no sea ciertamente malo.
   
La virtud de religión como la más alta actuación de la ética natural
   
----------La religión surge como acto con el cual el hombre ofrece a Dios un sacrificio de expiación reparatorio, en la esperanza de que Dios se aplaque y vuelva a serle propicio. El sacrificio eficaz, que reconcilia a Dios con el hombre y al hombre con Dios, es el sacrificio de Cristo, perpetuado incruentamente en el sacrificio de la Misa.
----------"En el sacrificio de la Misa se ofrece a Dios un verdadero y propio sacrificio, que no se agota en el nutrirse del alimento eucarístico" (Concilio de Trento, Denz. 1751). "El sacrificio de la Misa no es sólo de alabanza y de acción de gracias, o mera conmemoración del sacrificio cumplido en la cruz, sino que es también propiciatorio; y no sólo aprovecha al que lo recibe; sino que debe ser ofrecido por los vivos y los difuntos, por el perdón de los pecados, con fin expiativo (pro poenis), y satisfactorio y por otras necesidades" (Ibid. Denz. 1753). "Con las palabras: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19 1 Co 11,24), Cristo instituyó sacerdotes a sus Apóstoles, y les ordenó que ellos y los otros sacerdotes ofrecieran su cuerpo y su sangre" (Ibid. Denz. 1752). "Es posible celebrar la Misa en honor de los santos y para obtener su intervención delante de Dios, como es intención de la Iglesia" (Ibid. Denz. 1755).

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