martes, 18 de noviembre de 2025

La necesidad de la filosofía para el sacerdote

¿Puede un sacerdote pensar con rigor sin una sólida formación filosófica? ¿Qué sucede con la teología cuando se priva de un fundamento filosófico sólido? ¿Puede la pastoral sostenerse sin el rigor de la razón? ¿No es la filosofía el terreno donde la fe se defiende y se hace inteligible al mundo? ¿Qué pierde la formación sacerdotal cuando se reduce la filosofía a mero requisito académico? ¿No es la filosofía, más que un lujo académico, la condición de posibilidad de una pastoral fecunda? ¿Qué sucede cuando la razón se silencia y la fe se reduce a mera emoción? [En la imagen: fragmento de "Un viejo sacerdote leyendo", óleo sobre lienzo, 1892, obra de Richard Linderum, perteneciente a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba].

“Sacra doctrina utitur etiam philosophicis disciplinis,
non propter defectum, sed propter manifestiorem traditionem”
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q.1, a.5
   
----------En el itinerario de la formación eclesiástica se advierte hoy, con cierta frecuencia, una tendencia a minusvalorar el estudio sistemático de la filosofía, cuando no a relegarla casi por completo. Da la impresión —y a veces la certeza— de que en algunos ambientes se considera la filosofía un saber accesorio, prescindible frente a las urgencias pastorales inmediatas o al atractivo de las ciencias humanas y sociales. Sin embargo, esta actitud empobrece gravemente la preparación intelectual y espiritual de los futuros ministros, pues sin una filosofía sólida la teología carece de fundamento crítico y la pastoral se expone a la superficialidad.
----------Sin embargo, no parece tratarse, en la mayoría de los casos, de un desprecio abierto, sino más bien de una subestimación silenciosa, dado que se tolera la existencia de la filosofía en los planes de estudio como simple requisito académico, pero se la priva de su función esencial como camino hacia la verdad y como disciplina que enseña a pensar con rigor. Precisamente por ello conviene recordar que el Magisterio de la Iglesia, desde hace siglos —y de modo particular desde el Concilio de Trento hasta nuestros días— ha insistido constantemente en la necesidad de la filosofía para la vida intelectual del clérigo y para el diálogo fecundo entre fe y cultura. Los documentos que siguen lo muestran con claridad.
----------Han sido numerosos los textos emanados del Magisterio acerca de la relación entre fe y razón, entre teología y filosofía. Si solamente nos limitamos a los dos últimos siglos, destaca principalmente la Constitución dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I, sobre la fe católica, cuyo capítulo IV trata de modo particular acerca de la fe y la razón. Este solemnísimo documento sigue siendo hoy norma suprema para orientar el recto uso de la razón, aunque debe completarse con otros muchos documentos, a fin de que, reconociendo fielmente la doctrina de la Iglesia, podamos aplicarla con mayor rectitud.
----------Entre ellos ocupa un lugar eminente la famosa encíclica Humani generis de Pío XII, del año 1950, de valor universal, pues no se dirige únicamente a los clérigos, sino que instruye a toda la Iglesia. En ella se señala el camino que debe seguirse en filosofía, con palabras claras y advertencias apremiantes, de tal modo que ningún católico puede apartarse de sus enseñanzas magisteriales.
----------Este año 2025 se ha cumplido el 75 aniversario de aquella enseñanza de Pío XII, lo que hace aún más pertinente recordarla con mayor profundidad, pues conserva una sorprendente actualidad para nuestro presente. El venerable papa Pacelli, con clarividencia profética, trazó allí los límites y las posibilidades de una filosofía fecunda para la vida cristiana y religiosa, ofreciendo criterios que siguen siendo normativos para la formación eclesiástica y para el diálogo entre fe y cultura. Por eso me permitiré citar aquí algunos pasajes de aquel texto memorable, publicado el 12 de agosto de 1950.
----------Posteriormente, el Concilio Vaticano II trató también el tema de la filosofía y de la relación entre razón y fe, particularmente en el decreto Optatam totius sobre la formación sacerdotal, donde se prescribe que los seminaristas reciban una sólida formación filosófica, preferentemente en la tradición perenne y especialmente en la de santo Tomás de Aquino, para que puedan dialogar con la cultura contemporánea sin perder la raíz tomista, en sus principios y en su método. A partir de este documento, han sido muchas las intervenciones posteriores del Magisterio acerca de la relación entre fe y razón, entre teología y filosofía, y sobre el itinerario filosófico que debe seguirse en los estudios sacerdotales.
----------Conviene mencionar, en particular, la encíclica Fides et Ratio de san Juan Pablo II, de 1998, que ofrece una síntesis magistral. El Santo Pontífice afirma que la fe y la razón son “como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”, e insiste en que los estudios filosóficos son indispensables en la formación sacerdotal y que la filosofía debe abrirse a la verdad trascendente, evitando los errores extremos y opuestos, tanto el fideísmo como el racionalismo.
----------Finalmente, cabe señalar que el Código de Derecho Canónico, actualizado en 1983, establece en sus cánones 252 a 254 que los estudios eclesiásticos deben incluir filosofía impartida de modo que los alumnos adquieran un conocimiento sólido y sistemático, en continuidad con la tradición perenne.
----------En estos y otros documentos, el núcleo doctrinal del Magisterio sobre este tema es muy claro, afirmando que la filosofía no es un lujo opcional, sino un camino necesario para la teología y para la vida intelectual del clérigo. La razón, iluminada por la fe, permite penetrar más profundamente en la divina Revelación y defenderla con solidez frente a las objeciones que frecuentemente plantean no sólo los no-católicos sino también los no-cristianos y los hombres que hoy niegan a Dios. Por ello, la Iglesia señala que el itinerario filosófico en los seminarios debe fundarse en la filosofía perenne —especialmente la tomista—, abrirse al diálogo con corrientes contemporáneas sin perder la referencia normativa del Magisterio, y servir como preparación inmediata para el estudio de la teología, evitando todo reduccionismo ideológico.
----------Tras la encíclica Fides et Ratio, el Magisterio ha ofrecido otros textos que, sin ser tratados sistemáticos sobre fe y razón, prolongan y enriquecen la línea de la encíclica del papa Wojtyla. Destacan en tal sentido la encíclica Lumen Fidei del papa Francisco, en 2013, cuya redacción había iniciado Benedicto XVI, y diversos discursos y documentos del propio papa Ratzinger sobre la filosofía y sobre la relación entre fe y razón, como el célebre Discurso de Ratisbona, en 2006, donde subraya la necesidad de una razón abierta a la trascendencia y denuncia la reducción de la racionalidad a lo puramente empírico. También su encíclica Caritas in veritate, del 2009, en la que Benedicto XVI afirma que la verdad es condición esencial de la caridad y que la razón debe abrirse a la fe para comprender plenamente la dignidad humana.
----------Del papa Francisco, además de la ya mencionada Lumen Fidei, debemos citar la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, del 2013, en que, al hablar de la evangelización, subraya la importancia del diálogo entre fe y cultura, lo cual exige también un itinerario filosófico en la misión de la Iglesia. Asimismo, en la exhortación apostólica Veritatis Gaudium, del 2018, el pontífice argentino trata acerca de las universidades y facultades eclesiásticas, estableciendo criterios para los estudios superiores e insistiendo en la necesidad de una filosofía sólida y en diálogo con el mundo contemporáneo. Finalmente, en un mensaje de 2024, con ocasión del 750º aniversario de la muerte de Tomás de Aquino, Francisco reafirmó expresamente al Aquinate como Doctor Communis Ecclesiae, título que ni san Juan Pablo II ni Benedicto XVI habían vuelto a emplear en sus intervenciones. Con ello, subrayó la centralidad del Doctor Angélico como raíz perenne de la formación filosófica y teológica, y mostró su vigencia frente a los desafíos actuales de la cultura globalizada.
----------Finalmente, en los pocos meses que lleva transcurridos en su pontificado, el papa León XIV ha abordado explícitamente el problema de la relación entre fe y razón en sus alocuciones recientes, por ejemplo en el Congreso Internacional de Filosofía celebrado en Asunción del Paraguay, en octubre de 2025. Allí afirmó que “la filosofía tiene mucho que ofrecer en el diálogo entre fe, razón, Iglesia y mundo”. Señaló que, en nuestros tiempos, en que los avances tecnológicos parecen eclipsar las cuestiones más profundas del espíritu, el pensamiento racional es fecundo en la medida en que ayuda a revelar la dignidad del hombre. Recordó que fe y razón se sostienen y se complementan, y que la racionalidad humana es un don querido por el Creador, que, junto con la fe, conduce al encuentro con Cristo. El Santo Padre animó a los pensadores cristianos a mostrar que la razón y la fe no se oponen, sino que se iluminan mutuamente, y que el itinerario filosófico es indispensable para el diálogo con la cultura contemporánea.
----------La medida del valor que la Iglesia reconoce a la razón humana para llevar a cabo debidamente la vida cristiana y especialmente la vida religiosa es cosa bien sabida por todos; pero esta función, dice el papa Pío XII en la Humani generis, “la razón podrá desempeñarla de modo adecuado y seguro solamente cuando haya sido cultivada debidamente, es decir, cuando esté impregnada de aquella sana filosofía que, como patrimonio, existe desde hace tiempo transmitida por las edades cristianas anteriores; y además posee una autoridad de orden superior, porque el mismo Magisterio de la Iglesia ha sometido sus principios y afirmaciones principales, poco a poco descubiertos y definidos por hombres de gran ingenio, al examen de la divina revelación. Esta filosofía, reconocida y recibida en la Iglesia, tanto protege el verdadero y sincero valor del conocimiento humano, como también los inconcusos principios metafísicos —a saber, el de razón suficiente, el de causalidad y el de finalidad— y finalmente la consecución de la verdad cierta e inmutable.”
----------Con estas prudentísimas palabras, el papa Pacelli delineaba un verdadero programa mínimo para desarrollar la sana filosofía, programa que luego ha sido confirmado y actualizado por otros documentos del Magisterio reciente. Por eso me complacería sumamente el poder ir gradualmente ofreciendo en este blog a los lectores una Introducción a la Filosofía (y también el resto de los tratados filosóficos, si Dios me concede vida y la imprescindible ayuda de su gracia), y en caso de poder hacerlo, en lo que a mí respecta, me comprometo a seguir ese programa delineado por Pío XII en la Humani generis, teniéndolo siempre presente ante mis ojos, para explicarlo y desarrollarlo con la mayor fidelidad que me sea posible.
----------No está de más recordar que el papa Pacelli, en la misma encíclica Humani generis, al prevenir contra las desviaciones doctrinales de la llamada “teología nueva”, dedica una sección a la función de la filosofía en la vida eclesial. Allí establece que la Iglesia concede libertad a los expertos, filósofos y teólogos en muchas cuestiones, pero tal libertad no se extiende a lo que concierne a los principios fundamentales y afirmaciones principales. En ese marco, Pío XII enumera las normas que deben guiar la tarea de la actualización de la filosofía. Las enumero brevemente: a) es lícito revestirla con formas más aptas y ricas; b) fortalecerla con expresiones más eficaces; c) enriquecerla prudentemente con el trabajo de la reflexión humana. Pero también advierte que nunca es lícito: a) subvertirla; b) contaminarla con falsos principios; c) privarla de ciertos recursos pedagógicos, aunque menos aptos; d) considerar obsoleto el monumento de elementos sanos del progreso humano.
----------La Iglesia indudablemente abre espontáneamente a los estudiosos el camino al progreso intelectual, fomenta con empeño la investigación seria y profunda, y alienta a quienes se esfuerzan por recorrer el arduo camino de la búsqueda de la verdad en todos los ámbitos; sin embargo, propone a la mente humana esa advertencia, para que no se desvíe hacia el error desde la verdad ya adquirida.
----------Por eso sigue diciendo Pío XII en su famosa encíclica de 1950: “Cualquier cosa verdadera que la mente humana, buscando sinceramente, pueda descubrir, de ningún modo puede oponerse a la verdad ya adquirida; pues Dios, suma Verdad, creó y gobierna el entendimiento humano, no para que cada día oponga cosas nuevas a lo que ha sido rectamente adquirido, sino para que, eliminados los errores que acaso se hayan infiltrado, edifique la verdad sobre la verdad, con el mismo orden y estructura con que se halla constituida la misma naturaleza de las cosas, de la cual se extrae la verdad. Por tanto, el cristiano —ya sea filósofo o teólogo— no debe abrazar apresurada o superficialmente cualquier novedad que se haya ideado cada día, sino que debe examinarla con suma diligencia y colocarla en la balanza justa, no sea que pierda o corrompa la verdad ya alcanzada, con grave daño y peligro para la misma fe.”
----------Conviene volver a recordar y subrayar que estas declaraciones del papa Pío XII en la Humani generis han sido propuestas para la Iglesia universal, es decir, para todos los fieles católicos, sobre todo para quienes intentan tener de modo seguro una verdad íntegra y sana. Pero particularmente estas palabras están dirigidas a los futuros sacerdotes, que deben ser instruidos más sólidamente y con mayor seguridad en las disciplinas filosóficas —pues los sacerdotes son constituidos maestros y custodios de la verdad, y deberán explicar con la luz de la razón los monumentos de la fe, y abrir el camino hacia la Iglesia a muchos no creyentes— y por eso, sigue diciendo el papa Pacelli, deben ser preparados según el método, la doctrina y los principios del Doctor Angélico: “puesto que la experiencia de muchos siglos reconoce claramente que el método y el modo de santo Tomás de Aquino, tanto para instruir a los principiantes como para investigar las verdades ocultas, sobresale por una excelencia singular; y que su doctrina, además, armoniza con la divina revelación como en un armonioso concierto, y es sumamente eficaz para colocar en seguridad los fundamentos de la fe, así como para recoger útil y seguramente los frutos de un sano progreso.”
----------Por eso, la Constitución Apostólica Scientiarum Dominus, que había promulgado antes el papa Pío XI, en 1931, establece que en las Facultades de Filosofía se imparta la filosofía escolástica, y que los alumnos sean formados en una síntesis plena y coherente de la doctrina, según el método y los principios de santo Tomás de Aquino. Desde esta base se podrán examinar y discernir críticamente los diversos sistemas filosóficos contemporáneos. Esta norma, reiterada en múltiples documentos posteriores, ha sido confirmada incluso en nuestros días, pues, como ya he dicho, el papa Francisco, en 2024, casi un siglo después, volvió a referirse al Aquinate como Doctor Communis Ecclesiae, con lo cual reafirmó la centralidad normativa del Doctor Angélico en la formación filosófica y teológica, mostrando que su método y doctrina siguen siendo hoy fecundos y plenamente vigentes para el diálogo entre fe y razón en el mundo contemporáneo.
----------Así pues, al disponerme a redactar estos apuntes de filosofía escolástica, asumo, con profundo amor, el seguimiento de santo Tomás como guía de los estudios; y lo profeso desde el inicio con la mayor claridad: seguiré a este maestro con la libertad que la Iglesia no sólo permite, sino que positivamente recomienda. No por el hecho de tener a santo Tomás como guía e intentar seguirlo paso a paso debe pensarse que estamos ya ligados rígidamente a sus sentencias literales o a los pareceres y elaboraciones sistemáticas de las diversas escuelas tomistas desarrolladas en los últimos ocho siglos. La guía del Aquinate permanece siempre válida, viva y actual, en la medida en que se toman sus principios y su método como reglas de comprensión y solución de problemas siempre nuevos. Este es precisamente el tomismo al que nos impulsa el Concilio Vaticano II.
----------En la misma línea, el Papa León XIV ha recordado recientemente, al inaugurar el año académico en la Pontificia Universidad Lateranense, el 14 de noviembre de 2025, que “el estudio de la filosofía debe orientarse a la búsqueda de la verdad mediante los recursos de la razón humana, abierta al diálogo con las culturas y sobre todo con la Revelación cristiana, para un desarrollo integral de la persona humana en todas sus dimensiones”. Con ello se confirma que la filosofía, lejos de ser un adorno académico, constituye un instrumento indispensable para la formación sacerdotal y para la fecundidad de la teología.
----------Ofrezco esta Introducción a la Filosofía a todos mis lectores, procurando iluminarla con la mayor claridad posible, de modo que este texto, junto con los demás tratados filosóficos que iré redactando confiado en la gracia de Dios, sea suficiente tanto para iniciar fructuosamente los estudios teológicos como para adquirir un modo propio de pensar. Procuraré que este trabajo no sea tan compendiado ni árido que impida abrir el camino hacia una formación más amplia y profunda, y también para emprender las primeras investigaciones personales, cuya guía iré indicando brevemente mediante la bibliografía que iré proporcionando.
----------Quiera la Santísima Virgen María, Sede de la Sabiduría, y su Hijo, el Verbo eterno del Padre, iluminar mi mente y modelar mi expresión, para que esta obra, concebida con tan alto propósito y elaborada con esmerada diligencia, se convierta en ayuda eficaz y grata también quizás para los futuros sacerdotes, a fin de que, provistos de armas intelectuales adecuadas, desempeñen con fruto el ministerio sagrado para mayor gloria de Dios.
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 14 de noviembre de 2025

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