martes, 24 de septiembre de 2024

Los errores de Karl Rahner: la trascendencia hacia Dios (3/8)

Dios nos pide, ciertamente, morir, pero morir al pecado y a la mentira, al desprecio por la razón, por la verdad y por la fe, nos pide morir a la desconfianza hacia la razón, la verdad y la fe, porque Él no es un Dios desconfiable que nos pide o afirma cosas contrarias a la razón y a la honestidad. Por el contrario, el Dios de Rahner es un Dios odioso, al cual no se lo entiende, un Dios que juega sobre el equívoco, que declara falso lo que tú ves que es verdadero, y que declara malo lo que tú ves que es bueno, porque Él, como dicen algunos insensatos, estaría "por encima del principio de no-contradicción", del cual permanecerían siendo esclavos los "pequeños teólogos", como los llama Rahner, que no comprenden la sublimidad de la sabiduría divina. Pero un Dios así es un Dios delante del cual es mejor ser ateos. [En la imagen: fragmento de una de las ilustraciones de Lucas Cranach el Viejo, xilografía a mano, para la traducción alemana de la Biblia de Lutero, siglo XVI].

Las pruebas de la existencia de Dios
   
----------Una de las características del pensamiento de Rahner es el hecho de sonar -si queremos usar aquí un eufemismo- en "dos registros"; queriendo sin embargo usar un lenguaje más franco, se podría hablar de "doble juego" o, para retomar las palabras de Cristo, Rahner parece querer servir a dos señores.
----------¿A qué me refiero? Al hecho de que él no ha alcanzado a construir una renovación de la teología del modo como ha pedido verdaderamente el Concilio: es decir, el examen crítico del pensamiento moderno a la luz del pensamiento del Aquinate. Rahner ha hecho lo inverso: ha hecho un examen crítico del Aquinate y de hecho del mismo Magisterio de la Iglesia a la luz del pensamiento moderno.
----------¿Y qué es lo que ha resultado de ello? Tratándose de un teólogo católico, obviamente no podría resultar un ataque abierto y en todo campo a toda la doctrina católica y a todo el pensamiento del Doctor Angélico, como habría podido hacer un nietzschiano o un masón o un marxista o un idealista de estricta observancia. Por eso ha resultado un compromiso, un constante, exasperante y extenuante compromiso.
----------Un ejemplo de este modo de proceder por cuanto respecta a la cuestión de la existencia de Dios está dado por el hecho de que Rahner, con toda tranquilidad y desparpajo, sin darse cuenta de la contradicción, después de haber sostenido la concepción idealista de la demostración de la existencia de Dios, la acompaña luego con la demostración realista de las famosas pruebas tomistas.
----------Sin embargo, a un cuidadoso examen de esta sorprendente operación, aparece una cierta lógica, según la cual el discurso tomista viene de algún modo englobado y domesticado de modo de hacerlo digerible para la visual idealista y, por tanto, para no poder demasiado en evidencia el dualismo latente y la incompatibilidad entre el realismo de santo Tomás de Aquino y el idealismo de Hegel.
----------En efecto, dice Rahner: "En todas las así llamadas pruebas de la existencia de Dios nos ponemos ante, en una conceptualidad refleja y sistemática, sólo aquella única cosa que ya siempre hemos efectuado", esto es la experiencia originaria del "horizonte de la trascendencia", que es precisamente el conocimiento de Dios. "Dios (por tanto) está en el acto originario, que precede al conocimiento reflejo, sólo como el fundamento trascendente que sostiene la experiencia y está por tanto dado en la experiencia de los límites" (Nuevos ensayos, op.cit., vol. II, pp. 376-377). Debemos notar que aquí, con el término "experiencia", Rahner entiende la experiencia de los sentidos, como para decir que ésta es posible precisamente porque ya el conocimiento tiene la percepción de la existencia de Dios en la experiencia trascendental.
----------Rahner no niega que un dato empírico ("un objeto profano de la vida cotidiana" dice en Teología de la experiencia del Espíritu, op.cit., p.96) pueda conducir al conocimiento de Dios, sólo que para él esto sucede porque el objeto empírico suscita una consciencia que ya existe, y no porque pueda conducir a la mente humana desde la ignorancia sobre Dios hasta su conocimiento, como ocurre en cambio en la realidad de los hechos y en la enseñanza de la Escritura y de la Iglesia. Al respecto recordemos que según la Escritura, y con ella la sana razón y la doctrina de la Iglesia, la razón humana no parte del conocimiento de Dios para llegar al conocimiento del mundo, sino a la inversa, parte del conocimiento del mundo para llegar al conocimiento de Dios: "Insensatos por naturaleza todos los hombres que vivían en la ignorancia de Dios, y desde los bienes visibles no reconocieron al que es, no reconocieron al artífice, aunque consideraran sus obras" (Sab 13,1).
----------Rahner no niega que pueda y deba darse un verdadero descubrimiento de Dios. Para él, la experiencia trascendental no es un dato de inmediata consciencia, sino que debe ser adquirida a través de un oportuno proceso reflexivo e inquisitivo, digamos incluso de purificación de la mirada del espíritu. Es una consciencia profunda de la cual se necesita tomar consciencia. Pero sigue estando siempre el hecho de que el conocimiento de Dios, para él, aún cuando sea inicialmente inconsciente e implícito, es apriórico y consciencial. Se trata de reflexionar sobre un dato de consciencia que "ya desde siempre" existe, y existe en todos los hombres, porque es un dato estructural de la consciencia, una forma a priori, diría Kant, y lo dice el mismo Rahner: "La experiencia de Dios está originariamente e insustituiblemente presente en todo hombre, y constituye el punto de partida y la premisa para toda reflexión y para todo conocimiento subsiguiente y sistematizante del ser humano [...]. Una tal experiencia trascendental necesaria [...] viene implícitamente afirmada también en el acto de su negación y de la duda" (Nuevos ensayos, op.cit., vol. V, pp. 176-177.).
----------La afirmación de la existencia de Dios, mediante la experiencia trascendental, viene homologada por los primeros principios de la razón, que de todos modos vienen afirmados en el acto del pensar, incluso si se los quiere negar. Quien niega a Dios, por tanto, según Rahner, de todos modos lo afirma. Así se explica la paradoja de que también el ateo a nivel temático, siga siendo creyente a nivel trascendental-inconsciente.
----------Rahner no se da cuenta que, en cambio, el saber que Dios existe es un saber mediado por pruebas recabadas de la experiencia; por lo cual, si es verdad que quien niega a Dios en el fondo se contradice, tal negación no es de inmediata evidencia, sino que debe ser demostrada, porque la proposición "Dios no existe" no es inmediatamente contradictoria como si yo dijera "existen los círculos cuadrados". Rahner no se da cuenta que la proposición "Dios no existe" es de por sí pensable, por lo cual Dios puede ser verdaderamente negado, sin que el ateo se de cuenta de la contradicción a la cual conduce el ateísmo.
----------Por eso se debe mostrar al ateo por qué el ateísmo conduce al absurdo. Y por eso se explica la existencia del ateísmo, mientras que el hablar de círculos cuadrados es una cosa impensable. El ateo no es una persona que no piensa, sino que es un individuo que tiene necesidad de ser instruido y, si es honesto, aceptará nuestro razonamiento. Si en cambio el ateo no está en buena fe, podrá ser un desvergonzado, pero se lo debe tratar siempre con lealtad, con argumentos racionales. Si en efecto se puede demostrar que Dios existe, esto quiere decir que no se puede demostrar que no existe.
----------Por consiguiente, el considerar con Rahner que en el fondo todos creen aprióricamente en Dios, es una postura oportunista, una postura de cómodo, y una falsa convicción, que debilita la fuerza argumentativa de la razón y desmotiva al deber de la obra de mostrar a quien no cree la existencia de Dios o de dar certeza a quien está atormentado por la duda. Y así también sería ridículo decir a un ateo que, no obstante su ateísmo, él es un creyente y llegará al paraíso del cielo. Y la Iglesia nos recuerda que nadie va al paraíso del cielo si no quiere ir. Porque al fin de cuentas, nadie se salva a la fuerza.
----------Ciertamente, todos implícitamente o explícitamente, saben que Dios existe; pero no todos quieren aceptar su existencia. Incluso el diablo sabe que Dios existe, pero no por eso lo ama. Una cosa es la relación de la inteligencia con Dios y otra es la relación de la voluntad. La inteligencia normal no puede no saber que Dios existe, pero la voluntad puede rechazar a Dios. Este es el ateísmo y no una supuesta ignorancia invencible -como algunos creen- sobre su existencia. Por eso el ateísmo, al menos implícitamente consciente, es un pecado.
----------Como ya hemos visto, para Rahner la consciencia humana no pasa desde las cosas a Dios, sino desde Dios (aprióricamente consciente) a las cosas: "la totalidad de las cosas del mundo en su multiplicidad y unidad no puede conocerse sin la anticipación de la trascendencia del espíritu [N.d.A.: la experiencia trascendental o precomprensión: Vorgriff] hacia Dios" (Curso Fundamental, op.cit, p.103).
----------El conocimiento racional de Dios no sucede, según Rahner, porque "se conozca que un objeto cualquiera de la experiencia es un ente, y por tanto también Dios es un ente dotado de poder y densidad especial, de manera que también a él se puede aplicar de modo especial el predicado del ser, sino que en el mismo momento que se conoce un ente, este conocimiento sucede ya en el horizonte de un saber trascendental y no explícito en torno al ser. En este conocimiento se conoce ya siempre [...] a Dios" (Nuevos ensayos, op.cit., vol. II, p.411).
----------Una vez más vemos el mismo error: pensar que Dios sea un primum cognitum, un dato primero inmediatamente evidente de la consciencia, a la luz del cual o en el horizonte del cual sería posible el conocimiento de las cosas y del mundo, cuando en cambio es exactamente a la inversa, como ya hemos visto.
----------Esta experiencia originaria de Dios se puede conectar con ese "sentimiento religioso" que es rechazado por san Pío X en la encíclica Pascendi Dominici gregis. El Santo Pontífice lo describe en estos términos: "En el sentimiento religioso se descubre una cierta intuición del corazón; merced a la cual, y sin necesidad de medio alguno, alcanza el hombre la realidad de Dios, y tal persuasión de la existencia de Dios [...] que supera con mucho a toda persuasión científica. Lo cual es una verdadera experiencia, y superior a cualquiera otra racional [...]. Ahora bien, esta experiencia, cuando alguno la ha conseguido, es simplemente la que lo constituye en verdadera y propiamente creyente" (n.13).
----------Es necesario afirmar entonces que un "Dios" conocido de este modo no es en absoluto el verdadero Dios, sino que no es más que el mundo, o a lo máximo el ente en general, dado que estos ciertamente están dados antes de la experiencia, de la razón y de la consciencia. O bien se debe decir que esta pretensión de conocer a Dios aprióricamente, como ya he dicho, quisiera en vano igualar la mente humana a la divina o, en el mejor de los casos, viene a considerar la mente humana a la par de la de un puro espíritu.
----------Para Rahner, la experiencia de la trascendencia, o bien de Dios, es "inquietante" (Dios y Revelación, op.cit., p.289). Inquietante, dice Rahner, probablemente, porque, ante el inefable Misterio, debe "morir todo lo categorial y conceptual que pretende ponerse como definitivo" (Teología de la experiencia del Espíritu, op.cit., p.83). Y dado que este Misterio "amenaza siempre de manera radical nuestra racionalidad" (Nuevos Ensayos, op.cit., vol. V, p.130). El Dios de Rahner no es el Dios de la analogía sino el de la equivocidad. No es luz y confortación de la razón, sino que es "amenaza radical" de destruirla. El Dios de Rahner desautoriza aquello a lo que mayormente aspiramos en nuestra conceptualidad: que ella pueda captar aquellas verdades inmutables y definitivas, que no puedan nunca ser desmentidas.
----------Pero un Dios así es un Dios falso o del todo contrario al Dios cristiano, el cual, a la inversa, es el creador, fundador, maestro, defensor y sanador de la razón humana y de su conceptualidad, que Él confirma, ilumina y eleva, con los conceptos de la fe y del dogma, con esa palabra de Cristo que no pasa, una palabra creíble, confiable, fiel, amable, consoladora, fortalecedora, en armonía y no en contraste con la razón.
----------Sin embargo, lo que debemos decir, es que Dios amenaza y turba sólo a la razón rebelde y orgullosa, pero Dios acoge con misericordia e infinita ternura a la razón herida y dolorida por las violencias sufridas por la falsedad y por los impostores, Dios acoge a la razón límpida, sincera y humilde, que busca la verdad y la colma de luz sobrenatural, haciéndola partícipe de la misma Razón divina.
----------Dios desmantela, apaga y anula, el pensamiento de los escépticos, de los impíos y de los sofistas, pero aprueba, estimula, defiende y glorifica a aquellos que aman la sabiduría en el santo temor de su Nombre, sin presumir de sí mismos, sino reconociendo que toda verdad, racional o revelada, viene de Él.
----------Dios nos pide, ciertamente, morir, pero, prestemos atención, Dios nos pide morir al pecado y la mentira, al desprecio por la razón, por la verdad y por la fe, nos pide morir a la desconfianza respecto a la razón, la verdad y la fe, porque Él no es un Dios desconfiable que nos pide o afirma cosas contrarias a la razón y a la honestidad. El Dios de Rahner es un Dios odioso, al cual no se lo entiende, un Dios que juega sobre el equívoco, que declara falso lo que tú ves que es verdadero, y que declara malo lo que tú ves que es bueno, porque Él, como dicen algunos insensatos, estaría "por encima del principio de no-contradicción", del cual permanecerían siendo esclavos los "pequeños teólogos", como los llama Rahner, que no comprenden la sublimidad de la sabiduría divina. Pero un Dios así es un Dios delante del cual es mejor ser ateos.
----------Hago la observación de que la conducta de Dios respecto a nosotros puede aparecer ciertamente a veces terrible y desconcertante; su palabra puede parecer a veces contraria a la razón. Pero si somos límpidos y leales, si reflexionamos con humildad y atención, nos daremos cuenta de que en realidad tanto su palabra como su conducta esconden una altísima sabiduría y un inmenso amor, los cuales no quieren otra cosa más que la salvación y la divinización de nuestra razón en la vida de la gracia sobrenatural otorgada por Cristo.
----------Como la experiencia de Dios, según Rahner, es condición para conocer las cosas, así ella es también condición para conocerse a sí mismos. Dice Rahner: "La originaria experiencia de Dios es condición de la posibilidad y momento de la auto-experiencia, y sin experiencia de Dios no es posible ninguna experiencia de sí mismos" (Ibid., p.180), por lo cual "la historia de la auto-experiencia, es decir, de la auto-interpretación del hombre actuada en libertad, es eo ipso también la historia de su experiencia de Dios y viceversa" (Ibid., p.188).
----------También san Agustín de Hipona habla del conocimiento de Dios como condición del conocimiento de sí, pero Agustín se cuida bien del concebir el conocimiento de Dios como un primer conocido a la manera de Rahner. Dios es el primer ser, pero para nosotros no es el primer pensado, precisamente porque para nosotros el ser no coincide con el ser pensado.
----------Como enseñan la sana razón y la fe, san Agustín no considera la existencia de Dios como una verdad primera, inmediata e intuitiva, sino como una verdad que debe ser demostrada con pruebas racionales, partiendo de la experiencia de las creaturas y ciertamente también del conocimiento de sí. Por lo tanto, se debe decir que es posible y de hecho es un deber conocerse a sí mismos a la luz de Dios, pero es necesario recordarnos que si esto es posible, no es porque en línea de principio conocemos antes a Dios y luego a nosotros mismos, sino porque, una vez demostrada la existencia de Dios a través de lo creado, entonces es posible, en base al conocimiento de Dios que hemos obtenido, a la luz del proyecto de Dios sobre nosotros, saber quines somos y qué es lo que Él quiere de nosotros.
   
Los atributos divinos
   
----------Un problema delicado de la teología rahneriana es el de los atributos divinos. Por una parte él subraya exageradamente el aspecto del Misterio divino, aunque sepa hablar de ello a veces con acentos profundos, poéticos, sugestivos y denotantes de una cierta piedad religiosa y una vigorosa imaginación (cf. Nuevos ensayos, op.cit., vol. III, p.182; vol. V, pp. 144, 177). Rahner muestra mucha estima por la mística, salvo sin embargo para entenderla del modo apriorístico y atemático que ya hemos visto.
----------Dios, para Rahner, es "el misterio incomprensible [...] es el fundamento inaferrable de toda comprensión que aferra, fundamento que siempre y en todo está ya presente, sostiene y abre allí donde el hombre comienza a erigir los sistemas de coordenadas de su comprensión" (Teología de la experiencia del Espíritu, op.cit., p.484).
----------Es "el Incomprensible que todo comprende, el Inefable que todo sostiene, que nos envuelve a nosotros y a todos en su misteriosidad, que no se hace presente como consecuencia de nuestra búsqueda, sino que está ya presente antes que nosotros lo busquemos, siendo el mismo el motivo insondable que nos impulsa a su búsqueda" (Nuevos ensayos, op.cit., vol. II, p.80).
----------Al respecto, debo hacer la observación de que Dios se hace presente a nosotrosa nuestra inteligencia, a continuación de nuestra búsqueda, aunque en sí mismo esté presente antes que lo busquemos. Las dos cosas no son incomposibles. Lo vienen a ser, sin embargo, si, como hace Rahner, confundimos idealistamente el pensamiento con el ser, el en sí con el para nosotros.
----------En base a la visión rahneriana, "por Dios entendemos ese misterio absoluto que nosotros, en nuestro encuentro espiritual con el mundo ímplicitamente al menos con-pensamos [N.d.A.: mitdenke, o sea, el continuitus de san Buenaventura: un intuir juntos a Dios y la creatura] como presupuesto y fundamento del objeto y del sujeto, sea que lo queramos o no. En la afirmación de la fe cristiana, Dios es por tanto visto como fundamento y unidad complexiva preconstituida de la experiencia del espíritu y del mundo material en su unidad". Planteo la objeción de que Dios ciertamente existe en sí, sea que lo queramos o no; pero está en nosotros hacerlo existir intencionalmente en nuestro pensamiento y en nuestro amor.
----------En estas declaraciones rahnerianas, Dios aparece, a decir verdad, más que la causa trascendente, el fundamento primero inmanente de nuestro pensar, como una especie de principio primero de la razón, condición indispensable de todo pensamiento y de todo conocimiento empírico. Ahora bien, en honor de la verdad, los fundamentos del pensamiento son ciertamente indispensables para pensar a Dios, pero no son todavía el pensar a Dios. Para llegar a saber que Dios existe y para llegar a saber quién es Dios, es necesario aplicar el principio de causalidad partiendo de los efectos creados. Por tanto, debemos concluir que es posible el ejercicio del pensamiento antes de llegar a saber que Dios existe y quién es.
----------En cuanto a la doctrina del Misterio divino, parece por otra parte también un cómodo refugio para Rahner en su tendencia anti-conceptualista e irracionalista, tanto como para sentirse dispensado de hacer una seria y articulada consideración especulativa de los atributos divinos, tal como vienen elaborados sea por la teología filosófica como por la dogmática católica. Así, por ejemplo, en los enunciados de tipo ontológico, Rahner prefiere aquellos que se refieren al actuar divino en la historia de la salvación (cf. Nuevos ensayos, op.cit., vol. III, p.204). En su inmensa producción en vano se buscará un tratamiento científico de cuestiones clásicas como por ejemplo la relación entre el intelecto y el querer divino, entre la esencia y el actuar divino, entre la creación y la procesión divina, entre la justicia y la misericordia, entre la gracia y el libre albedrío.
----------Ciertamente, nadie duda de que Rahner habla de Dios ser absoluto, subsistente, infinito, creador, sapiente, providente, justo, misericordioso, omnipotente, salvador, donador de la gracia, encarnado en Cristo, origen del Espíritu Santo, Trinitario. Todo ello es cierto.
----------Pero si por una parte Rahner exagera la inefabilidad y la incomprensibilidad divinas, ciertamente para considerar a Dios inaccesible o incapturable para todo humano concepto, incluidos los conceptos dogmáticos, a no ser sólo por la indefinible e inexistente "experiencia trascendental", por otra parte, luego Rahner, sobre las huellas de Hegel, como veremos, al tratar de la Encarnación y de la Redención del Verbo, no distingue suficientemente las dos naturalezas ("Dios es como el centro más íntimo de la realidad del mundo, y el mundo como el destino de Dios": en este pasaje, según Rahner, estaría "el concepto realmente cristiano [N.d.A: ¿o hegeliano?] de Dios", cf. Nuevos ensayos, vol. IX, ed. Paoline, Cinisello Balsamo 1984, p.265), y termina por atribuir a Dios caracteres mundanos, como por ejemplo el devenir, el sufrimiento y la muerte, mientras que a la inversa, como hemos visto y volveremos a ver, asigna a la naturaleza humana una dignidad exagerada, al punto de ponerla casi idéntica a la divinidad y de caer en el panteísmo. En definitiva, en Rahner no es clara la distinción entre los atributos divinos y los humanos, y ello pone en peligro el dogma de la Encarnación, sobre todo como ha sido definido por el Concilio de Calcedonia.
----------Al respecto de este error rahneriano de atribuir a Dios una característica mundana como el devenir, Rahner dice: "La historia complexiva de la libertad es también un momento del mismo concepto de Dios", como si tal concepto comportara una sucesión de "momentos": es la concepción hegeliana de Dios, que sin embargo compromete su inmutabilidad, su identidad, y su simplicidad. Así también: "La historia de la libertad de Dios y del hombre, es realmente la historia de Dios mismo, porque él ha hecho de su realidad inviolable más propia el fundamento, la dinámica más íntima, el contenido verdadero y propio y el fin de esta historia" (ibid., p.266). Hago la observación de que, por el contrario, la historia es atributo de la naturaleza creada, no de la naturaleza divina. Por el contrario, para Rahner, como para Hegel, Dios deviniendo históricamente, "se determina a sí mismo" (cf. Curso fundamental, op.cit., p.352).

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