sábado, 1 de febrero de 2020

Breves apuntes para comprender las Jornadas de Asís (1/4)

La llamada Jornada de Asís, encuentro interreligioso de oración, idea y ejecución del papa san Juan Pablo II en 1986, también fue una iniciativa repetida por el papa Benedicto en 2011, en el 25° aniversario del primer encuentro, y también fue repetido por el papa Francisco en 2016, en el 30° aniversario de la primera reunión.

----------Personalmente, tengo bien fresco el recuerdo de la iniciativa del papa Benedicto XVI, hoy papa emérito. A principios del 2011 había decidido convocar para el mes de octubre de ese año una nueva "Jornada de Oración" en Asís, invitando a exponentes de religiones no cristianas, siguiendo el modelo de similares encuentros ya deseados e implementados en su momento por el papa san Juan Pablo II, comenzando por el mencionado de 1986, del cual Benedicto pensaba celebrar su 25° aniversario. En la mente del papa Ratzinger, esa Jornada de Oración del 2011 en la ciudad del Poverello, debía sin duda insertarse en la práctica eclesial sistemática del diálogo interreligioso iniciado por el Concilio Vaticano II, con las perspectivas que ese proyecto abre, pero también con sus dificultades, sus riesgos, y sus fracasos.
----------La iniciativa del papa Ratzinger, en 2011, resultó inesperada para muchos, pues desde varios sectores intra-eclesiales se pensaba que aquellos encuentros interreligiosos estaban definitivamente terminados por las críticas que se habían verificado desde los primeros encuentros. Famoso fue el modo como el encuentro de 1986 causó escándalo en mons. Marcel Lefebvre, quien por entonces ya se había apartado de la comunión eclesial, y el hecho de que el arzobispo cismático no lograra comprender las intenciones del Santo Papa en aquel primer encuentro de Asís, demostraba lo difícil que le resultaba a Lefebvre mantenerse en los precisos límites del dogma católico e incluso lo mucho que le costaba distinguir entre declaraciones doctrinales y decisiones pastorales, como era la convocatoria del papa Wojtyla. Por supuesto, la comunidad lefebvriana sigue todavía hoy escandalizada por las Jornadas de Asís, cada vez más alejados los lefebvrianos de la recta comprensión del dogma y de la pastoral de la Iglesia católica. Pues bien, volviendo a la iniciativa del papa Benedicto en 2011, su decisión había encontrado, cómo no, muchos ecos favorables, pero, como era de esperar, también reacciones contrarias dentro de la Iglesia.
----------Por otra parte, como acabo de expresar, hay que comprender que las Jornadas de Asís, sean aquellas convocadas por Juan Pablo II, como por Benedicto XVI, como la convocada por Francisco en 2916, se han tratado siempre de iniciativas de carácter pastoral y no de pronunciamientos doctrinales. En estos últimos, el Papa no puede equivocarse, mientras que en los primeros no le está asegurada la infalibilidad, y pueden ser discutibles o hasta erróneos, aunque para el católico siempre existe la presunción de que la decisión del Papa sea correcta o útil u oportuna, salvo graves y prudentes objeciones en contrario.
----------En cualquier caso, hay quienes ven en esta iniciativa de de los tres últimos Papas una nueva y oportuna ocasión para encontrarse sobre valores de la oración y de la religión como testimonio humano universal frente a la moderna cultura secularizada, relativista, irreligiosa, agnóstica, por no decir atea. Pero hay, en cambio, quienes temen que un encuentro de este tipo favorezca precisamente aquel relativismo, y aquel indiferentismo que se deberían evitar, desacreditando el prestigio de la religión frente a los hombres de hoy y llevando a dudar, entre los propios católicos, del primado del catolicismo sobre las otras religiones.
----------Pero la cuestión del diálogo interreligioso ha saltado dramáticamente a escena tras el reciente recrudecimiento de la persecución y del odio anticristiano de movimientos islámicos fundamentalistas y, digamos, en verdad decididamente criminales, incluso desde el mismo punto de vista del derecho islámico y de las prescripciones del Corán, el cual, si indudablemente elogia como mártir al fiel que es asesinado en guerra por el cristiano y exalta como héroe al fiel que, siempre en guerra (la así llamada "guerra santa" o el jihàd) mata al cristiano, no da ningún espacio al terrorismo homicida perpetrado a traición de gente pacífica e inocente, y la calificación de "mártires" dada a los atacantes por ciertos grupos fanáticos es una monstruosa aberración incluso a los ojos de la propia auténtica concepción islámica del martirio.
----------Por esta razón los cristianos debemos tener cuidado hoy más que nunca de no hacer un manojo de todas las hierbas, como suele comúnmente decirse, mezclando en una condena común, amarga e indiscriminada, a todo el Islam, sobre todo si -¡Dios no lo quiera!- nos vamos a dejar llevar del rencor, del resentimiento, y del deseo de venganza, o de la ilusión de poder encontrar soluciones rápidas y definitivas.
----------Nosotros, los cristianos, tenemos armas verdaderamente eficaces para vencer el mal y difundir la verdad, armas que siempre a lo largo de la historia han dado resultados maravillosos convirtiendo el mundo a Cristo. Y si, a partir de la edad moderna, la civilización cristiana parece haber pasado de la expansión al retroceso y si el mundo moderno parece querer progresivamente rechazar o al menos marginar el cristianismo a lo privado, a lo opinable, por no decir a lo dañino, tal vez debido también al hecho de que la misma cristiandad, tan vivaz y convencida en el Medioevo hasta, podríamos decir, el Concilio de Trento y el inmediato período histórico siguiente, que vio los frutos conspicuos del Concilio -pensemos por ejemplo en los Jesuitas-, subsiguientemente ha disminuido su modo propio de conquistar el corazón de los hombres y de inducirlos a abrazar la religión del Crucificado, para dejarse seducir por fines y métodos temporales y por poderes terrenos, no conformes al modo enseñado por el divino Fundador a los suyos a fin de difundir en el mundo la Palabra de la salvación.
----------Con la crisis protestante -llamada por los mismos protestantes con el nombre altisonante pero engañoso de "Reforma"- ha surgido en realidad un proceso de decadencia y de corrupción o -para usar una expresión que el papa san Pablo VI usó para la crisis del postconcilio- de "auto-demolición" de la Iglesia en su mismo interior: hermanos contra hermanos, católicos martirizados por los protestantes y -es necesario reconocerlo- protestantes hostigados o asesinados por los católicos -pensemos en un episodio entre muchos: la famosa "noche de San Bartolomé" en 1564, que hizo exultar de alegría a san Pío V-.
----------El protestantismo, como correctamente reconocen ahora los historiadores más serios, por ejemplo De Mattei y Vassallo, no ha fortalecido el cristianismo, sino que lo ha debilitado, no ha aumentado el impulso misionero, sino que lo ha malinterpretado; en tal sentido, como se sabe, existen "misiones" protestantes; no ha reforzado la unidad y la concordia en torno a la única fe, sino que ha creado una infinidad de sectas en conflicto entre sí, no ha creado un progreso en la santidad, sino un progresivo alejamiento de las raíces cristianas -la parábola del Iluminismo al panteísmo hegeliano hasta Nietzsche-, que en las extremas consecuencias ha llegado sino al punto de la impiedad y al ateísmo, a lo que hoy se llama el posmodernismo, que es el nihilismo, como ha demostrado claramente el filósofo católico Vittorio Possenti en algunos de sus libros muy recomendables. Con todo esto, no se niegan los aspectos positivos del protestantismo, remanentes de la fe común, que justifica la existencia del ecumenismo.

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