Una característica fundamental de la antropología rahneriana es que la esencia del hombre es concebida como tensión o "trascendencia" hacia Dios; de modo que surge inmediatamente el problema de lo que viene a ser de aquellos que no orientan a Dios su vida: ¿acaso ya no son hombres? Además, con tal idea del hombre, está claro que viene a menos la libertad de la elección por Dios: si la orientación o "apertura" a Dios constituye al hombre como tal, ¿dónde va a terminar la libertad de la elección? Pero, contra Rahner, sabemos bien que lo que constituye la esencia de una realidad es necesario y determinado: no puede constituir objeto de elección. [En la imagen: fragmento de "Autorretrato à l'oreille mutilée", óleo sobre lienzo, de Vincent Van Gogh, 1889, conservado y expuesto en el Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño, Oslo, Noruega].
El sol no elige salir por la mañana y ponerse por la noche
----------La más sintética definición rahneriana del hombre, la podríamos encontrar allí donde expresa que la naturaleza o "la esencia del hombre es trascendencia e historia" (Curso Fundamental sobre la Fe, op.cit., p.178). Tenemos una referencia a la dimensión espiritual y a la material, pero la mencionada definición sustancialmente resuelve la esencia del hombre en su actuar espiritual, aún cuando al indicar la "historia" es posible ver una relación con la materia y con el mundo. Pero no aparece la unión de lo corpóreo con lo espiritual, ni aparece lo específico del hombre, porque una definición de ese género podría venir bien también para los ángeles. Tenemos dos elementos yuxtapuestos, sin que nos venga explicado cómo están juntos.
----------¡Qué enorme diferencia advertimos con respecto a la definición de Aristóteles! Es ciertamente vergonzoso que aquí un católico se deje superar por un pagano. Recordemos, entonces, que la definición aristotélica deja inmediatamente entrever la relación alma-cuerpo por la misma forma de la definición, donde la diferencia (razón) entra en el ámbito del género (animal), dado que aparece inmediatamente la composición de un sujeto (material) y de una forma (alma) en el constituir una única sustancia.
----------En Rahner, en cambio, el aspecto espiritual parece tan excesivamente absorbente, que el espíritu humano, subsistente por cuenta propia separadamente del cuerpo, aparece aquí más unido a lo trascendente a la propia misma corporeidad, mientras que no faltan en Rahner, en otros lugares, otras visuales sobre el hombre, en las cuales el aspecto historicista y evolucionista está tan acentuado, como para comprometer la trascendencia del espíritu (cf. Karl Rahner & Paul Overaghe, El problema de la hominización, Cristiandad, Madrid 1973), que parece -como veremos- sometida a las mutables decisiones de la humana libertad, y tal como para comprometer también los productos mismos del espíritu, como las doctrinas y los conceptos, que parecen incapaces, como ya hemos visto, de sobrepasar el tiempo y el espacio, para dispersarse en un pluralismo "insuperable" y quedar sujetos a una multiplicidad irresoluble de interpretaciones contradictorias.
----------Ahora bien, ¿qué quiere decir para Rahner que el hombre es "espiritual"? Pues: que "vive su vida en un continuo tender hacia lo absoluto, en una apertura hacia Dios. Y esta apertura hacia Dios no es una mera incidencia que pueda, por decirlo así, darse o no darse en el hombre a discreción [Evidente negación del libre albedrío], que pueda darse aquí y allá, o no darse, sino que es la condición de posibilidad de lo que es y ha de ser el hombre y lo es efectivamente siempre, aun en la más oscura vida de todos los días. Sólo es hombre por cuanto está siempre en camino hacia Dios, sépalo expresamente o no lo sepa, quiéralo o no lo quiera [El hombre rahneriano va al paraíso del cielo forzosamente], puesto que siempre será la infinita apertura de lo finito hacia Dios" (Oyente de la Palabra, op.cit., pp. 96-97).
----------Aquí observamos una característica fundamental de la antropología rahneriana: la esencia del hombre es concebida como tensión o "trascendencia" hacia Dios; de modo que surge inmediatamente el problema de lo que viene a ser de aquellos que no orientan a Dios su vida: ¿acaso ya no son hombres? Además, con tal idea del hombre, está claro que viene a menos la libertad de la elección por Dios: si la orientación o "apertura" a Dios constituye al hombre como tal, ¿dónde va a terminar la libertad de la elección? Lo que constituye la esencia de una realidad es necesario y determinado: no puede constituir objeto de elección. El sol no elige salir por la mañana y ponerse por la noche.
----------Y sin embargo veremos cómo para Rahner el hombre, mediante la "libertad", parece poder determinar incluso su misma esencia, por sí "indefinida", y por tanto indefinidamente plasmable. Pero también hay que preguntarse si definiendo al hombre como tensión hacia Dios, no se confunde al hombre con un espíritu puro y además se toma a la naturaleza humana no en sí misma, como lo requiere una correcta definición, sino puesta por sí en un estado de perfección moral, que es precisamente la tensión hacia Dios.
----------Pero aquello que puede sorprender es que el hombre rahneriano no se resuelve sólo en una genérica trascendencia hacia Dios, sino que este autrotrascenderse, este superarse, es "búsqueda de la presencia de Dios en su historia" (Ensayos de cristología y mariología, Paulinas, Cinisello Balsamo 1967, p.72), por tanto relación de comunión con Dios que no está asegurada por la simple relación natural-creatural, sino por algo más, la necesidad de esa presencia que corresponde al hecho de la Encarnación de Dios.
----------Como en efecto observaremos posteriormente (dice Rahner: "La cristología es principio y fin de la antropología, y esta antropología en su realización radical es por toda la eternidad teología", en Curso Fundamental, op.cit., p.268), este algo más no es sino la vida sobrenatural, la vida en Cristo, de modo que para Rahner el hombre no está caracterizado sólo por la tensión hacia Dios como fin último natural (del cual sin embargo Rahner no habla jamás), sino por la tensión hacia Dios como fin último sobrenatural, objeto de la revelación cristiana, por lo cual el hombre aparece como un ente sobrenatural.
----------Rahner entiende al hombre como hombre-Dios, o sea, como Dios encarnado. El teólogo alemán no sabe ver la completez de la naturaleza humana en sí misma, distinta de la vida cristiana. Por eso Rahner elabora una "cristología trascendental", la cual correspondería, según él, a la plena definición del hombre. En ella, en efecto, "el hombre viene concebido como el ente trascendental por necesidad, que en cada acción categorial del conocimiento y de la libertad se mantiene siempre más allá de sí mismo y del objeto categorial y orientado hacia el misterio incomprensible que se llama Dios" (Cristología. Perspectiva sistemática y exegética, en colaboración con W.Thüsing, Morcelliana, Brescia 1974, p.23).
----------Por su explícita declaración, esta "cristología trascendental" es una "cristología a priori de la humanidad divinizada, que resulta de la antropología metafísica" (Ensayos de espiritualidad, op.cit., p.479). Para Rahner, el pasaje de la antropología filosófica a la teológica no sucede por el hecho de que la primera adquiere (en la fe) nociones sobre el hombre de una revelación divina externa, sino por simple explicitación de lo que ella contiene ya "a priori" en su interior, en su autoconsciencia.
----------Nuestro Señor Jesucristo, por su parte, parece nada más que el desarrollo final del hombre; pero tratándose de Cristo Dios, he aquí que Dios parece el desarrollo final del hombre. De aquí la identificación rahneriana de antropología, teología y cristología. La Encarnación viene así a ser nada más que la "plena transferencia en Dios" de la "autotrascendencia del hombre" (Sacramentum Mundi, op.cit., vol. IV, col.498). Pero si el hombre es tensión-apertura a Dios, esto sucede (y aquí Rahner es coherente consigo mismo, o sea con el error anterior) porque el hombre está esencialmente constituido por una relación intelectiva con el ser: él es "un ente que indaga el ser en toda su acción y en todo su pensamiento [...]. El hombre se abre esencialmente al ser", y esta apertura es "ineluctable" (Oyente de la Palabra, op.cit., p.122).
----------Digo que para Rahner, Cristo parece nada más que el desarrollo final del hombre. Esta consideración está desarrollada por el cardenal Ratzinger, en su libro ya citado, con las siguientes palabras: "Para Rahner, en efecto, el hombre es el ser que se auto-trasciende; y así, a partir de la esencia del hombre, puede deducirse al Dios-hombre como el verdadero salvador del hombre: la encarnación de Dios es el supremo caso de la realización esencial de la realidad humana, la auto-trascendencia perfecta y plenamente lograda. Como forma lograda de la auto-superación humana o, respectivamente, como la promesa de Dios acontecida en un sujeto finito, el Salvador -el Cristo- es la expresión y la realización de lo humano universal" (p.196).
----------La declaración de Rahner de que la Encarnación viene a ser nada más que la "plena transferencia en Dios" de la "autotrascendencia del hombre" puede verse también en los siguientes lugares que ahora indico: "La encarnación puede significar la suprema consumación absoluta (si bien libre, indebida y única) de lo que encierra en sí el concepto de hombre" (citado Rahner por Hans Küng en La Encarnación de Dios, Herder, Barcelona 1974, p.708); "la humanidad [...] llega finalmente a sí misma, [...] la humanidad llega simultáneamente al Dios-hombre, a la objetivación histórica absoluta de su relación trascendental con Dios" (Curso Fundamental, op.cit. p.207); "la Encarnación es el caso supremo de la actualización esencial de la realidad humana" (Ensayos de Cristología, op.cit., pp.101-102; Curso Fundamental, op.cit., p.259). Por el contrario, es necesario decir que con la Encarnación el hombre sigue siendo hombre en su finitud uniéndose a una naturaleza divina infinita, y por tanto permaneciendo distinto. En cambio, para Rahner, "con la Encarnación lo finito mismo ha recibido una profundidad infinita" (Curso Fundamental, op.cit, p.268).
----------Está claro que la apertura al ser y la apertura a Dios están estrictamente coligadas. Pero lo que cuanto menos es ambiguo, en Rahner, es el sentido de este término "apertura", de origen heideggeriano, y que hoy circula comúnmente en el lenguaje; un término en sí bello, pero que en Rahner viene a confundir la posibilidad o virtualidad con la actualidad: que en el hombre exista una disposición, de hecho una inclinación natural, al conocimiento del ser y a la búsqueda de Dios, y por tanto la posibilidad de alcanzar a Dios, es certísimo y es verdad de capital importancia; pero, a la vez, esto luego no significa para nada que de hecho, actualmente, permanentemente y necesariamente cada hombre, en cada pensamiento suyo y acción suya, piense y busque el ser como ser divino, o sea, piense y busque a Dios.
----------Esto, como se ha dicho, no es un elemento de la esencia humana, sino que, salvada la universalidad de esta esencia como animal racional, depende de la voluntad de los singulares, por lo cual la mencionada relación con el ser y con Dios es remitida a la elección del libre albedrío: puede ejercerse pero también no ejercerse; puede ejercerse en algunos y no ejercerse en otros; puede ejercerse en un momento pero puede no ejercerse en otro momento; puede comenzar a ejercerse y puede dejar de ejercerse. De lo contrario, ¿dónde terminaría la alternancia del pecado y de la gracia? Todos estarían en gracia y el pecado no existiría.
----------Por cuanto respecta a esta apertura-tensión (trascendencia) natural y sobrenatural a la vez, según dice Rahner, originaria y apriórica, del hombre hacia Dios, por tanto constitutiva de la esencia humana, se debe decir que aquí el teólogo alemán, además de confundir el ser con el actuar del hombre, reduciendo aquél a éste, a la manera de un Fichte, confunde tres planos del actuar humano:
----------1. El actuar del hombre, en cuanto el hombre es un ente viviente, que es el actuar natural, espontáneo y necesario (voluntas ut natura).
----------2. El actuar del hombre como ente psíquico, que es el actuar psicológico (libertad psicológica, voluntad ut libera), por el cual el hombre pone en acto la voluntad finalizada en el bien absoluto y general. Aquí no entiendo todavía referirme a Dios, el Cual es el verdadero absoluto, sino que me refiero al hecho de que nuestra voluntad no puede no hacer una elección absoluta, sea que el objeto de esta elección sea el verdadero absoluto (Dios), o bien que no lo sea.
----------3. El actuar del hombre como ente moral, que es el actuar moral (libertad moral, voluntas moralis), por el cual él actúa libremente decidiendo si pone o no pone a Dios como fin último del querer, por lo cual se trata de la elección entre el verdadero bien y el verdadero mal.
----------El primer plano del actuar conlleva un actuar necesario y determinista (determinatum ad unum), que surge de la esencia misma del hombre como viviente, por ejemplo el respirar o el moverse o la misma tendencia esencial del querer. Tal actuar es distinto de aquel actuar voluntario, en cuanto libre y contingente. La libertad luego debe ser distinguida o diferenciada en libertad psicológica y libertad moral.
----------La libertad psicológica dice simplemente el dominio o control del querer sobre los propios actos; en cambio, libertad moral dice el tomar posición (a favor o en contra) frente a los valores morales. He aquí por qué tenemos otros dos planos del actuar. Yo soy psicológicamente libre frente a los bienes relativos (acción respecto a los medios), pero estoy necesitado frente al bien en absoluto (acción relativa al fin en general), porque por su naturaleza la voluntad no puede no quererlo. Pero moralmente estoy obligado a seguir el verdadero bien, aunque permaneciendo mi acto libre y teniendo la posibilidad de negarme.
----------Sin embargo, ¿cuál es, concretamente, el verdadero bien absoluto? Este es el punto decisivo del actuar humano y para la felicidad del hombre. Es aquí que aparece el actuar que decide del destino del hombre en el bien o en el mal: el actuar moral, por el cual yo decido libremente cómo llenar la forma del absoluto a la cual espontáneamente e inevitablemente tiendo; yo tengo la posibilidad de elegir como absoluto o a Dios, que es el verdadero absoluto, o a una creatura (mi yo), que no es el verdadero absoluto.
----------No puedo no tender a un absoluto; tengo en cambio la facultad y el deber de decir: esto para mí es el absoluto. Por tanto, decir que el hombre tiende naturalmente al absoluto, no quiere decir todavía que todo hombre tiende a Dios, porque si uno absolutiza, o a sí mismo o a las riquezas o a los placeres o a los honores, etc., no tiende para nada a Dios, aún tendiendo a un absoluto. El absoluto está inevitablemente ligado al ejercicio del querer, cualquiera que sea el fin de este querer. Es aquí que Rahner se confunde y se convierte en el fundador del buenismo, hasta llegar al absurdo de sostener que también los ateos y los "pecadores" tienden a Dios y se salvan, porque tienden al "absoluto" (simul iustus et peccator).
----------Rahner, de tal modo, reduciendo todo el actuar humano a este tercer plano, encastra por fuerza a todo hombre en la elección por Dios, constriñe a todos a ir al cielo, olvidando a la vez tanto al libre albedrío como a la realidad del pecado y de la condenación. Nadie, según Rahner, se condena, ni siquiera queriéndolo.
----------Sé que es difícil pensar cómo sea posible que alguien elija el infierno, con la eterna pena que ello conlleva. La respuesta está ligada a la vez a la dignidad de la voluntad humana y a la conciencia de las extremas consecuencias de esa tendencia a la soberbia, que ha nacido del pecado original, de la cual ninguno de nosotros, en esta vida, por más santo que sea, está inmune. Se elige el infierno obviamente no por la pena que él implica, que no agrada a nadie, sino para dar plena y libre satisfacción a la propia soberbia. Quien se condena dice: Dios no me interesa; decido yo en su lugar. Reflexionemos ahora: cuando pecamos, incluso con el pecado venial, ¿no nos viene acaso a la mente un pensamiento de ese tipo? Pues bien, recordémonos entonces que también para nosotros el infierno, en ese momento, no está muy lejano. Ciertamente, es de suponer que nosotros, con la ayuda de Dios, nos detengamos antes de caer en el abismo.
----------Según Rahner, todos están necesariamente en buena fe, todos son moralmente buenos, salvados y beatos. El mal no existe o es sólo una apariencia o se quita por sí mismo. Es el principio teórico del buenismo, hoy tan extensamente difundido y des-responsabilizante para muchos ilusos que tienen modo de pasársela muy cómodos con su excusa de la infinita bondad de Dios.
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