La alegría del burlón es soberbia e insolencia. Solamente los que saben reconocer lo que son las cosas serias saben cuáles son las cosas verdaderamente ridículas. Solo los sabios de aguda y sutil mente crítica saben verdaderamente reír con aquella risa que, como se dice, hace buena sangre. El burlón no tiene sentido del ridículo, toma en serio lo que es gracioso, toma en serio aquello de lo que es necesario reírse. Es desde lo alto de las cosas serias que se puede ver en lo bajo el ridículo. El burlón, o sea el mundano, no ve la ridiculez de estas cosas terrenas porque las magnifica como si fueran valores absolutos. [En la imagen: fragmento de "Stańczyk en un baile en la corte de la Reina Bona tras la pérdida de Smolensk", óleo sobre lienzo de Jan Matejko, culminado en 1862, conservado y expuesto en el Museo Nacional de Varsovia, Polonia].
----------La Sagrada Escritura tiene una fuerte polémica contra los burlones o socarrones (véase por ejemplo: Jb 17,2; Pr 1,22; 3,34; 9,7; 9,12;14,6; 19,29; 21,11; 22,10; 29,8; Sir 33,6; Is 29,20; 2 Pe 3,3), una polémica de la cual no se tiene gran cuenta en la actual teología moral. De hecho, hoy existe la creencia extendida de que el tomar a burla a alguien o bromear sobre cosas de religión o asuntos doctrinales o morales, no presente nada malo y sea simplemente una cosa para divertir, una cosa graciosa. Se piensa que la persona que se siente ofendida o por el ataque personal o por el ataque a sus convicciones religiosas o morales sea un tipo de visión rígida o estrecha, sensible, "que no está predispuesto a las bromas".
----------Aquellos que conocen la historia de la Iglesia, saben bien que la religión cristiana en el curso de estos dos milenios ha sido siempre objeto de irrisión no solo por parte de los paganos, sino también por parte de los mismos judíos que no han aceptado a Cristo. Los testimonios de esta irrisión blasfema aparecen muy pronto ya con el Talmud.
----------La irrisión o burla del judaísmo anticristiano (hablo de ese judaísmo y por supuesto, no de todo el judaísmo) la encontramos en el reciente espectáculo blasfemo de la inauguración de las Olimpiadas en París, cuando la protagonista del impío espectáculo se declaró, con tono de desafío, judía y orgullosa de serlo, no ciertamente como digno miembro del pueblo elegido por Dios, sino como descendiente de los fariseos y doctores de la ley que hicieron crucificar a Cristo. ¡Pero no tenemos que viajar a París para encontrar la burla a la Iglesia y a sus enseñanzas! Sin ir más lejos, en este blog nos topamos casi cotidianamente con ello! Con frecuencia me encuentro explicando serena y pacientemente alguna actual enseñanza de la Iglesia, esforzándome por aportar argumentos de razón y fe para hacerlas comprensibles al obstinado o al descreído, al modernista o al pasadista, y suelo hallar por respuesta la burla arrogante, el desprecio altisonante, la escueta ironía altiva... que es la risa o mueca de quien en realidad no tiene argumentos para refutar nada. Pero en esto no debo autocompadecerme; de hecho hay otros que en la Iglesia sufren mucho más los ataques del burlón. El Papa, por ejemplo. De hecho hay blogs enteros únicamente dedicados a burlarse del Papa.
----------Así que, viene bien que hoy digamos algunas palabras sobre la psicología del burlón. En realidad, si nosotros reflexionamos sobre quién es verdaderamente el burlón y sobre qué es lo que lo empuja a su conducta reprensible, nos daremos cuenta de que en la raíz de ella se encuentra una profunda corrupción de su espíritu, que a una mirada superficial, que considera solo su afabilidad y su alegría, no aparece.
----------El burlón es alguien que conoce la verdad revelada, conoce las verdades de fe, conoce las leyes de Dios, pero no las toma en serio, no las hace suyas, no las considera seriamente y absolutamente como regla, criterio y norma de base de su pensamiento, no las hace el centro de sus preocupaciones e intereses, el fundamento y sentido de su existencia y de su destino, no está apegado a ellas de modo absoluto, sino que está dispuesto a negociar y a venderlas para trocarlas por otros valores que le sean más cómodos o convenientes. Las profesa solo cuando le agrada, cuando quiere hacer buena figura de sabio o dar apariencia de alma piadosa, cuando sabe que le conviene y no le da problemas sino éxito. Por lo tanto, también es un hipócrita.
----------Al burlón le falta la fuerza para sostener las verdades de fe, para justificarlas y para defenderlas, precisamente cuando eso le procura daño por parte de los enemigos de la verdad. El burlón es muy admirado por los comodines, por los doble-jueguistas, los laxistas y por los oportunistas. No quiere sufrir por la verdad. Si se da cuenta de ello, deja aparte la verdad y contenta a quien la niega.
----------El burlón no se preocupa de advertir a quien va descaminado dando así la impresión de ser un alma superior, comprensivo, abierto y liberal que concede a todos su libertad. Se opone solo a aquellos que están convencidos en la fe y combaten los errores. Estos le dan un enorme fastidio, porque constituyen una reprensión o un reproche a su conciencia, los toma en odio y por eso los calumnia, los ignora, se burla de ellos como si fueran unos maníacos, presuntuosos, mezquinos, de mirada estrecha, intolerantes, asociales, amargados, dogmáticos, atrasados, rígidos y esclavos de sus fundamentalismos. ¡Pero guay de que el papa Francisco los cualifique a ellos de ser unos "rígidos" o unos "gnósticos" de medio pelo! ¡Entonces todo el arsenal de calumnias y burlas de este bufón de la corte se abate sobre el Sumo Pontífice!
----------Ahora bien, notemos atentamente que el hacer reír a los demás es de por sí una cosa buena. En realidad es un verdadero arte. Sin embargo, cuando uno no se preocupa por el motivo por el cual se hace reír, los ánimos superficiales y frívolos consideran esto como una virtud o el signo de un ánimo tranquilo, ingenioso y sociable, que sabe hacerse simpático y agradable.
----------En realidad el burlón no es, no obstante las apariencias en contrario, un alma realmente serena, sino un espíritu afligido, angustiado, arrugado o replegado sobre sí mismo, que no toma nada en serio aparte de sí mismo aferrándose espasmódicamente a sí mismo.
----------El socarrón o burlón es un sujeto inseguro, que no ha encontrado o no quiere encontrar la verdadera certeza, por lo cual la suya no es la certeza natural, serena y objetiva que nace de la adhesión a la verdad, sino una certeza artificiosa, forzada y subjetiva que nace de la voluntad.
----------Preguntémonos ahora: ¿sobre qué cosa basa sus convicciones y su propia conducta moral el burlón? A decir verdad, el burlón está preocupado ante todo por su propia auto-afirmación y auto-complacencia. Los demás, el resto, tienen para él el sentido y la función de hacer de teatro de sus conciertos o de sus recitales o de sus representaciones, es solamente materia para su creatividad y es funcional al exhibicionismo de quien piensa que puede juzgarlo todo sin ser juzgado por nadie.
----------Ciertamente, el burlón no ha resuelto el problema de la verdad, o digamos que lo ha resuelto mal. Su necesidad de certeza no la ha satisfecho simplemente adecuando su pensamiento a la realidad, sino con una decisión de su voluntad: es verdad no lo que es, sino lo que él decide. En este aspecto, es un buen discípulo (quizás inconsciente) del "cogito" cartesiano, que como he dicho y repetido con frecuencia (siguiendo al padre Fabro), no es en realidad un "cogito", un pensar, sino un "volo", un querer.
----------Su necesidad de libertad prevalece sobre la necesidad de verdad. De hecho, en el conocimiento de la verdad, el intelecto está necesitado de la evidencia o de la demostración. El intelecto, si quiere estar en la verdad está obligado a representar en los conceptos y en los juicios las cosas como son.
----------En cambio, la voluntad es libre. Puede formar su juicio sobre la realidad libremente, como quiera, independientemente de cómo son efectivamente las cosas en realidad. Por eso, lo que para el realista es mentira, para el burlón es la verdad, es decir su verdad, la verdad como él la decide, no teniendo en cuenta como el realista lo que es. Lo que le parece al burlón es para él lo que es.
----------No se preocupa de verificar, como hace siempre el realista, si lo que a él le parece es la verdad, precisamente por el temor a equivocarse. Para él el error es la ingenuidad del método del realista, de suponer cosas que le están delante ya bellas y hechas, de suponer un ser externo al pensamiento, presupuesto al pensamiento, independiente del pensamiento y regla de la verdad del pensamiento.
----------Al respecto, tengamos en cuenta que cuando Nietzsche dice que la verdad es un error, que el mundo verdadero no existe y que la verdad consiste en el mentir, refleja exactamente este hacer depender la verdad no del intelecto, sino de la voluntad: "es verdad lo que yo decido ser verdadero y si la realidad no corresponde a lo que digo, tanto peor para la realidad". Vale decir, es el decisionismo en el puesto del realismo. La verdad no nace de un acto de obediencia a lo real, sino de un acto de mando.
----------En ello precisamente consiste la ideología. Heidegger hace notar que para Nietzsche el ser es la voluntad de poder. Si, por tanto, lo verdadero es el ser, lo verdadero será el poder sobre el ser. Es desde 1966 que me intereso por Heidegger. Lo he estudiado a lo largo y a lo ancho con la máxima atención y toda la benevolencia posible. Pero aún, después de infinitas discusiones y confrontaciones, hasta hoy debo decir que me cuesta entender lo que Heidegger intenta decir por ser, verdad y conocimiento.
----------Encontramos en Heidegger influencias de los filósofos más dispares y contrastantes, desde los presocráticos hasta los contemporáneos. Pero, casualmente, están ausentes los Santos Padres y los Doctores de la Iglesia, en particular santo Tomás de Aquino. ¡Qué diferencia entre la luminosidad, el buen sentido común, la profundidad, la coherencia de éstos, y las contorsiones, las palabras enredadas o enmarañadas, las forzaturas de sentido, las insinuaciones, los equívocos, las rarezas de Heidegger!
----------Debe reconocerse que cada tanto hay en Heidegger algún destello de luz, algunas observaciones verdaderas y sabias, algunas palabras sugestivas, pero cuando después de tanta fatiga para seguirlo, te parece que has entendido, ¡he aquí que te advierte que quería decir todo lo contrario!
----------Al final, el mejor juicio sobre Heidegger lo encuentro en el gran estudioso del gnosticismo, Hans Jonas. Si tuviéramos que remitir el pensamiento de Heidegger a un solo nombre, éste es Nietzsche, al cual en los años del nazismo Heidegger dedicó un muy ponderado y minucioso estudio de 900 páginas, muchas más que a cualquier otro autor al cual Heidegger haya prestado atención. Pues bien, dice Jonas:
----------"A Heidegger se le podía reprochar algo muy grave: el formalismo absoluto de su filosofía de la decisión, en la cual el decidir en cuanto tal era la suprema virtud. [...] En Hitler, en el nacionalsocialismo y en la 'reconquista', en la voluntad de iniciar un nuevo Reich, incluso milenario, él vio en todo eso cosas que merecían la aprobación y que por un tiempo Heidegger identificó con su propio esfuerzo por encontrar un auténtico inicio, por volver a ascender, desde la pendiente de aquel filosofar que se alejaba cada vez más de los orígenes, hasta algo que proporcionara un nuevo punto de partida. Heidegger identificó el carácter decidido como tal -el Führer y el partido- con el principio de la decisión y de la resolución en cuanto tal. Cuando yo, disgustado, me di cuenta de que no se trataba solo de una desviación personal, sino de una cosa que tenía algún fundamento en su pensamiento, se me reveló el carácter sospechoso del existencialismo en cuanto tal: es decir, el elemento nihilista que se encontraba en él" (de su libro: Respuesta. Una entrevista con Martin Heidegger, por E. Kettering y G. Neske, Ediciones Guida, Nápoles, 1992, p.249).
----------El tomar para burla las cosas divinas, el bromear sobre ellas, la falta de seriedad en tratar de cosas sagradas o de valores morales, el divertirse a espaldas de otros, el probar gusto en hacerse los zorros o astutos con Dios, el burlarse y ridiculizar a los piadosos, a los sencillos y a los honestos, el ironizar allí donde se requiere respeto, son signo de estupidez, necedad, soberbia, doblez y maldad. Son para el hombre las peores desgracias que pueden sucederle, presagios y causas de perdición, como de muchos modos nos advierte la Biblia.
----------Si merece reprobación el odio, todavía peor es el desprecio. Quien odia da importancia, si no más, a lo que odia. Lo toma en consideración y por eso lo combate y se opone a él. Pero el que desprecia no le da importancia al enemigo, como si fuera alguien de quien no hay más que reírse.
----------Ahora bien, ¿cómo corregir al burlón? Es necesario darle el buen ejemplo. No hay que confundir el reír con el burlarse. Saber bromear es un arte importante, útil en la sociedad, un arte no fácil, que supone sentido de las circunstancias, un buen conocimiento de la escala de valores y una fuerte capacidad de comunicación, para hacer agradable y amable la convivencia y la vida común.
----------Es necesario expresarse de modo que el otro entienda que estamos bromeando; la broma debe ser comprensible y agradable. Pero hay que evitar bromear con personas sensibles, que pueden malinterpretar o tomárselo mal. Al respecto, si tenemos la impresión de ser tomados a risa, intentemos lo mejor que podamos interpretar en bien las intenciones de quien nos ha tomado por punto.
----------Hay diferentes maneras de bromear y hay que saber usarlas según las circunstancias y según las personas que tenemos delante. Como he dicho, el saber bromear es un verdadero arte, o mejor, una sabiduría, incluso un don de Dios. También en la tristeza el santo sabe bromear.
----------Viene bien aquí decir al menos una palabra sobre el ridiculum según santo Tomás de Aquino. Recordemos que al Aquinate, mientras condenaba con tono grave y serio ciertos errores gravísimos o herejías, le gustaba burlarse de ciertas posiciones de adversarios por la grosería de los errores en los que caían y defendían con suma pasión. Pero la grosería de tales errores, sin embargo, aparece sólo a la sutileza de su aguda mente crítica. La dramática paradoja es que hoy en día, algunos teólogos académicos tomarían con seriedad aquellos mismos errores sobre los que se burlaba Tomás, y los sostendrían con un tono solemne.
----------Saber bromear es un servicio de caridad fraterna, alivia las tensiones y hace alabanza a Dios. La verdadera alegría y el verdadero buen humor se encuentran, sin embargo, solo en las personas que saben cuáles son las cosas serias sobre las cuales no se puede bromear.
----------La alegría del burlón es soberbia e insolencia. Solamente los que saben lo que son las cosas serias saben cuáles son las cosas verdaderamente ridículas. Solo ellos saben verdaderamente reír con aquella risa que, como se dice, hace buena sangre. El burlón no tiene sentido del ridículo, toma en serio lo que es gracioso, toma en serio aquello de lo que es necesario reirse. Es desde lo alto de las cosas serias que se puede ver en lo bajo el ridículo. El burlón, o sea el mundano, no ve la ridiculez de estas cosas terrenas porque las magnifica como si fueran valores absolutos.
----------Observemos, por último, que Dios se burla de quien se burla de él, como recita el Salmo 2: "Los reyes de la tierra se sublevan, y los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Ungido: 'Rompamos sus ataduras, librémonos de su yugo'. El que reina en el cielo se sonríe; el Señor se burla de ellos desde lo alto" (vv.2-4).
Me viene a la mente el salmo 122:... Piedad de nosotros, Señor, piedad de nosotros, ya nos han llenado demasiado de burlas, estamos demasiado hartos de las bromas de los que se ríen, del desprecio de los soberbios. ’
ResponderEliminarRecito este salmo para mí y... yo cada vez que encuentro situaciones de burla y desprecio..., por mi persona y por la fe que profeso y de la que no hago misterio,con nadie, especialmente públicamente, y a veces, desgraciadamente, también en familia.
He releído el artículo con atención y debo decir que la tipología del burlón está descrita de manera magistral, también porque, desgraciadamente conozco muy bien ese comportamiento relativo a un familiar mío. Añadiría algo: el burlón siempre se siente por encima de los demás, está convencido de estar en lo correcto y, en cada ocasión mínima, se lanza con ferocidad y violencia contra quien, según él, se equivoca. Muy hábil en el arte de la calumnia no duda en escupir sentencias y juicios contra el prójimo, especialmente contra quien él considera débil y deprimido... Diría que la depresión de los demás es un aliado en su manipulación... El burlón es un narcisista, un narcisista de la peor clase... Finge con habilidad ser bueno, comprensivo, amable, para luego atacar de repente con su veneno infernal. El burlón odia a su prójimo, y por supuesto, odia a Dios... en su boca de blasfemo a menudo surgen palabras orantes hacia el Señor, pero son auténticas blasfemias. Confieso que me resulta muy difícil rezar por estas personas, sin duda pecaré... o no pido ayuda a Dios, no sé... Dios tenga piedad de mí.
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarcomparto plenamente sus consideraciones. El Señor permite estos sufrimientos para que nosotros aprendemos la paciencia, carguemos con nuestros pecados y nos ejercitemos en la caridad, recordando lo que dice San Pablo: "Todo va en beneficio de aquellos que aman al Señor".
Por supuesto padre, discúlpeme por el desfogue y mis vuelos teológicos (si cabe decirlo). Gracias
EliminarEstimado padre Filemón,
ResponderEliminarInteresante profundización sobre una plaga con la que estamos confrontados diariamente nosotros los católicos, hoy como ayer. Es necesario, sin embargo, que le señales de que la obra de Pranaitis que usted cita es un concentrado de interpretaciones tendenciosas hechas por un autor que no goza de ninguna autoridad y cuya obra puede ser catalogada tranquilamente como un falso historiador de tendencia virulentemente antisemita. Cf:
https://es.wikipedia.org/wiki/Justin_Bonaventure_Pranaitis
Creo que eliminar la referencia sería útil para el prestigio de los otros argumentos que presenta.
Suyo en Cristo,
Pedro
Estimado Pedro,
Eliminarle agradezco por esta información. He procedido ha eliminar la citación.
Me había impresionado el hecho de que este sacerdote católico, como resulta del libro, había recibido el imprimatur del obispo Cozovsky, prelado doméstico del papa León XIII, siempre que la noticia fuera cierta.