Dado que el depósito de la divina Revelación fielmente custodiada y cada vez mejor explicitada por la Iglesia tiene su anclaje en la Tradición y en la Escritura, la interpretación del texto bíblico genera dificultades para las dos corrientes rebeldes que, como obstáculos, se ubican al margen del cauce de la plena comunión eclesial: los modernistas pretenden amoldar la Escritura a sus cambiantes esquemas racionalistas, mientras que los pasadistas, encerrados en su burbuja fundamentalista, le niegan al Espíritu Santo su acción de hacer entender cada vez mejor la Palabra de Nuestro Señor. [En la imagen: fragmento de "Virgen María", óleo sobre lienzo, hacia 1885-1887, obra de Joaquin Sorolla y Bastida, expuesta en el Museo de Bellas Artes de Valencia].
----------La divina Providencia ha querido que días atrás, en las semanas previas a la elección del nuevo Papa, pudiera evadir mi mente de las banales discusiones en las que se engarzaron vaticanistas, sociólogos de la Iglesia y chimenteros de todos los pelajes en blogs amarillistas, mediante un rico intercambio epistolar con un buen amigo y sabio sacerdote, el padre N.C. La temática de nuestros diálogos fue la exégesis y hermenéutica bíblica, particularmente centrada en la interpretación alegórica y literal.
----------Mi interlocutor me introdujo en el debate haciéndome notar, con razón, que el cristianismo desde sus primerísimos orígenes, o sea, en el origen del Nuevo Testamento, ha anclado su base doctrinal al texto de la Biblia hebrea, el Antiguo Testamento; y que la necesidad de eludir las críticas vinculadas al uso en sentido trascendentalista y soteriológico de un texto como el de la Biblia ha favorecido el desarrollo de un método exegético, la alegoría, que permitió a los primeros teólogos escribir un capítulo crucial de la historia de la cultura. Y he aquí que mi interlocutor se preguntaba por el valor de verdad de la interpretación alegórica.
----------A fin de que la lectura de nuestro intercambio de emails con el padre N.C. no resulte tan engorrosa al lector, publicaré en letra cursiva las intervenciones de mi interlocutor, y en letra normal mis respuestas.
----------p.N.C.: Ante todo, Filemón, no te sorprendas si el modo como trato este tema parezca un modo demasiado secular y no religioso, para lo que se espera de un sacerdote; pero lo hago a propósito, a fin de tratar de ubicarme en un plano más objetivamente científico, pues lo que me preocupa es discernir el valor científico del método alegórico de la interpretación bíblica.
----------Y lo primero que quisiera decir es que, ciertamente, la teología ha sido, en la historia del pensamiento occidental, una disciplina que ha desempeñado un papel fundamental en el conjunto de las disciplinas especulativas. No podemos ocultar que desde los tiempos de la ciencia, tal como era definida hasta el siglo XVII, la verdadera ciencia especulativa, que representaba un papel apical en la pirámide de los conocimientos, hoy en día la teología es generalmente relegada a un papel marginal, confesional, si queremos decirlo así, un discurso de uso interno de la confesión católica, porque aquí estamos hablando ciertamente de la teología católica.
----------Hay que decir que buena parte de la responsabilidad de esta marginalización de la teología se la debe atribuir a los mismos teólogos que, de hecho, ya no practican la teología como disciplina especulativa, sino que hacen un discurso generalmente dirigido hacia un cierto sentimentalismo moralístico, o, a veces, un discurso que se dedica a resolver esta o aquella otra cuestión social. Pero hoy yo quisiera intentar recorrer contigo la vía de una aproximación a la disciplina teológica que descubra (o redescubra) de alguna manera también su valor especulativo, y es por eso que he querido encontrarme contigo, un teólogo de la vieja escuela, que a mi criterio eres ¡un epígono de Alberto Magno y de Santo Tomás de Aquino!
----------Personalmente, tengo que decir que uno de los principales motivos de interés de la teología como disciplina intelectual es aquello por lo cual parece que también la teología ha fascinado a numerosos pensadores, incluso laicos, numerosos filósofos, numerosos intelectuales. Pienso, por ejemplo, en una figura como la del italiano Manlio Sgalambro, filósofo importante, céntrico en la escena del pensamiento occidental del siglo XIX, que ha reivindicado para sí mismo incluso el título de teólogo, y que tenía un conocimiento teológico vasto y fundado (en meses recientes he disfrutado de la lectura de sus obras).
----------Digo que uno de los motivos, diría el principal motivo, de fascinación de la reflexión teológica reside en lo que me parece ser la característica distintiva de la teología, que creo que es ésta: de hecho, el discurso teológico se mueve desde una serie de aserciones de carácter axiomático. Me estoy refiriendo evidentemente a los dogmas, al sistema dogmático que constituye la base fundamental a partir de la cual el discurso teológico se desarrolla. El aparato o dispositivo dogmático de la teología católica, tiene su fundamento en la Sagrada Escritura o en una serie de inferencias que de hecho han sido obtenidas del dato escriturístico. Este aspecto específico de la teología católica constituye al mismo tiempo una garantía para el teólogo que se mueve en buena parte prescindiendo de una observación argumentativa crítica del dato dogmático, es decir, el teólogo, por mencionar un ejemplo, no debe demostrar el dogma de la Trinidad.
----------Vale decir, en la teología católica se empieza a trabajar al modo como un matemático comienza su tarea con los axiomas de la matemática; y similarmente, el teólogo católico empieza su tarea con los axiomas de la teología, axiomas dogmáticos, asertos del Magisterio de la Iglesia, los cuales son, o deberían ser, establecidos de una vez y para siempre, aunque aquí digamos que la práctica contemporánea, al menos en las apariencias del modo como últimamente la Iglesia pastoralmente comunica sus enseñanzas, pareciera desmentir un poco esta certeza de la solidez del dogma, pero esto es otro discurso. Volviendo a mi discurso: al mismo tiempo, la existencia de vínculos de carácter dogmático, porque es una garantía, constituye también el límite de la disciplina teológica. Pero atención: no quiero que esto suene devaluador; entiendo el límite en el sentido en que podríamos entender limitantes las reglas dentro de un juego.
----------También esta imagen, por la que la teología es como jugar, digamos que de algún modo como jugar una partida de ajedrez, por lo que no se puede jugar sin seguir las reglas del ajedrez, pues sabemos que el juego es una cosa serísima, lo es, por ejemplo, en el sentido en que Wittgenstein ha entendido la práctica lingüística como juego lingüístico, o sea, en el momento en que producimos comunicación, estamos implícitamente vinculados a una serie de normas. Pues bien, la teología católica procede exactamente en este sentido. Entonces, el teólogo católico se mueve en su actividad especulativa como, en un cierto sentido, en un campo minado, hay caminos que no se pueden seguir, porque la razón no tiene plenitud de libertad frente al sistema de limitaciones impuesto por el aparato dogmático católico.
----------Quiero aclarar, repito, antes de seguir adelante, que aquí, en esta conversación, trato de ubicarme en una óptica que no sea confesional, sino que quisiera hacer un discurso de general valencia cultural e intelectual. En otras palabras, para ser aún más claro, no me interesa tanto tratar de la teología católica como posible vía de aproximación a la Verdad, con la V mayúscula, sino que trato (y quisiera que ambos tratáramos) de acercarnos a la teología en su esencia de disciplina especulativa, en su dignidad de práctica especulativa e intelectual.
----------Pues bien, por eso quisiera desarrollar contigo un tema que a mí me parece realmente fascinante y muy, muy interesante, precisamente desde el punto de vista de la historia de la cultura, y es la interpretación del texto bíblico, la interpretación de las Escrituras, en particular la interpretación del Antiguo Testamento. ¿Por qué ello es tan importante, tan decisivo, en la historia del cristianismo y en la historia de la teología católica? Porque es evidente a todos que el texto bíblico al cual queda anclada la reflexión teológica, es un texto que ha sido escrito en un contexto histórico y cultural esencialmente irreducible al contexto del cristianismo.
----------Pero, y esto no es cosa de poca monta, el Antiguo Testamento es un texto que ha sido asumido desde las orígenes de la reflexión teológica, desde el evangelista san Juan, como base a la cual anclar todo el dispositivo dogmático y todo el discurso teológico que fundamenta nuestra fe cristiano-católica. Ahora bien, se entiende que nos encontramos frente a una operación cultural de extraordinario interés y de una fineza, en mi opinión, fascinantísima. Hay que decir que, en buena parte, este anclaje veterotestamentario del cristianismo en cuanto sistema dogmático, de fe y teología, fue posible porque, en su origen, el texto bíblico de referencia no era la Biblia hebrea, sino una traducción, la traducción de los Setenta, o canon alejandrino como ha sido llamado, que de por sí es ya una traducción interpretativa, en clave espiritualista.
----------Ciertamente, sin embargo, a pesar de esto, fundar una religión enraizada en la fe, trascendentalista y soteriológica, como el cristianismo, sobre un texto como el Antiguo Testamento, el cual revela un horizonte, digamos así, histórico y cultural, de carácter más bien inmanentista, es una empresa cultural extraordinaria. Ahora bien, esto no lo digo yo, sino que puedo referirme, por ejemplo, a una definición dada por el biblista cardenal Gianfranco Ravasi, que a propósito del Antiguo Testamento habla de “sacro materialismo”, o sea, el horizonte en el que se mueve el mundo hebreo antiguo es un horizonte evidentemente caracterizado en sentido inmanentista. Entonces comprendemos que el trabajo de ejecución textual reviste un papel fundamental para permitir este anclaje entre la Antigua Ley y la Nueva Ley, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
----------Entonces se comprende lo importante que es, en particular, un instrumento que, desde el origen de la historia de la exégesis bíblica, ha sido el instrumento principal a través del cual se ha hecho la aproximación a las Sagradas Escrituras, es decir, el método de interpretación que definimos alegórico o tropológico o anagógico. Estos son, en realidad, términos que subrayan diferentes matices, pero que me los expliques con tus maneras siempre claras. Entonces, me gustaría ahora centrar nuestro diálogo en esta primera pregunta que te hago: ¿cuáles son las orígenes históricos del método de interpretación alegórica de la Escritura? Vale decir, ¿cuándo se ha comenzado a producir interpretaciones figuradas o alegóricas del texto sacro?
----------Respondo: Pues sí, se ha comenzado ya desde los primeros siglos del cristianismo. El inicio o impulso ha sido dado por el mismo san Pablo Apóstol en la Carta a los Gálatas 4,22-26, cuando san Pablo propone la interpretación alegórica. Pero, en primer lugar aclaremos, ¿qué es la alegoría?
----------Se trata de una figura literaria bastante conocida, sobre todo en el ámbito de la literatura. Es una figura por medio de la cual yo digo una cosa para significar otra. Entonces, el punto fundamental en la pregunta que me planteas, es que se trata de un inicio bíblico. Como ya he dicho, proviene de la Carta a los Gálatas de san Pablo: "Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, que era libre. El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa. Hay en todo esto un simbolismo: estas dos mujeres representan las dos Alianzas. La primera Alianza, la del monte Sinaí, que engendró un pueblo para la esclavitud, está representada por Agar, porque el monte Sinaí está en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya que ella con sus hijos viven en la esclavitud. Pero hay otra Jerusalén, la celestial, que es libre, y ella es nuestra madre" (Gal 4,22-26).
----------De modo que aquí Pablo nos habla por alegoría, las dos mujeres, de hecho, representan las dos Alianzas. Por consiguiente, tenemos un texto que recibe, antes que todo, la así llamada interpretación literal. Ahora bien, la interpretación literal es el entender qué es lo que el autor sagrado, el hagiógrafo, ha querido decir inmediatamente. En este caso, tenemos estas dos mujeres de las que habla Pablo. La interpretación literal es siempre obligatoria, necesaria y, diría, también bastante lógica. Cuando alguien me habla, la primero que se tiene que hacer es entender exactamente el significado inmediato de lo que me dice. Pero, a veces, además del significado literal, existe también el significado alegórico. El significado alegórico es un significado transpuesto, o sea, el autor sagrado, el hagiógrafo, entiende decir inmediatamente una cosa y la inteligencia del exégeta comprende que esta cosa se diferencia de otra. Ese es el ejemplo dado por Pablo.
----------Ahora bien, aquí tenemos el origen de la interpretación alegórica, que es un método usado por todos en literatura. En la Sagrada Escritura, la interpretación alegórica es muy importante porque eleva el espíritu. Por lo tanto, la interpretación alegórica tiene un carácter anagógico.
----------Por consiguiente, otro método interpretativo es la anagogía. Ahora bien, ¿qué es la anagogía? Anagogía es un término de origen griego que se refiere a lo pedagógico, significa guiar hacia lo alto, elevar, subir, ascender. El significado alegórico normalmente en la Escritura tiene un significado anagógico. ¿Y esto qué significa? Significa que el autor sagrado nos comunica inmediatamente un determinado dato que normalmente es de carácter histórico, de carácter material, que inmediatamente tiene un sentido material que es totalmente proporcionado a nuestra sensibilidad, porque nosotros somos personas corpóreas y, por lo tanto, es normalísimo que al comunicarnos el primer contacto tenga una referencia material.
----------Sin embargo, más allá de ese significado material, el hecho importante en la Sagrada Escritura, como en todos los grandes textos sapienciales, pensamos también en lo que es la literatura india, y en otros grandes textos sacros, pensemos por ejemplo en el mismo Corán, todos estos textos están estructurados de tal manera que elevan nuestro espíritu. En este caso, para nosotros creyentes cristianos, el autor de la Sagrada Escritura es Dios, y Dios nos quiere comunicar verdades elevadas, nos quiere guiar hacia lo alto. Lo alto es representado por el cielo. Entonces, la alegoría es este género literario que tiene una función anagógica, vale decir, de guía, podríamos decir de guía espiritual, o sea nos quiere elevar desde el conocimiento de las cosas sensibles hacia las cosas inteligibles, de las cosas materiales hacia las espirituales, de las naturales hacia las sobrenaturales, de las humanas a las divinas. Nos quiere elevar porque la Sagrada Escritura es un mensaje divino. Todos los católicos sabemos esto, todos los cristianos en general lo sabemos, y así, en la Misa, en la lectura de la Sagrada Escritura, se termina diciendo: "Palabra de Dios".
----------Entonces, ese es el objetivo de la alegoría, la cual normalmente tiene esta función anagógica. Pero también puede tener una función llamada tropológica, como bien has dicho. ¿Qué quiere decir tropológica? Es la interpretación moral. Si tomamos, por ejemplo, las parábolas de Nuestro Señor, casi todas las parábolas de nuestro Señor Jesucristo tienen significado alegórico, anagógico y tropológico. Tropológico en el sentido de que nos quieren educar moralmente, nos quieren hacer santos, nos quieren hacer aprender y hacer vivir las grandes virtudes cristianas, sobre todo la caridad, y por eso tienen esta finalidad tropológica.
----------p.N.C.: Encuentro tu argumentación particularmente interesante, primero por el equilibrio, y después porque has aclarado de manera muy precisa el hecho de que, en la base de la estructuración de un método exegético de carácter alegórico, exista una especie de investidura dogmática. Vale decir, te has referido a ese pasaje de la Carta los Gálatas que, de algún modo, proporciona ante todo un ejemplo, tal vez el primero, el más antiguo ejemplo, de interpretación alegórica de la Escritura, y de este modo funda, dogmáticamente, o autoriza, podríamos decir, desde un punto de vista dogmático, el método interpretativo que aquí estamos considerando.
----------Pero otra de las cosas interesantes que has puesto en evidencia, es que el sentido alegórico no elimina el sentido literal. El sentido literal de la Escritura, en realidad, como bien has dicho, es lo que nos llega inmediatamente. De alguna manera, podríamos avecinar a la Biblia, el Antiguo Testamento, a los grandes textos escritos de las civilizaciones antiguas, que en cierto sentido también podrían ser textos utilizados como fuentes históricas para el conocimiento de esas civilizaciones antiguas. Y esto es un dato, opino yo, fundamental; es una adquisición utilísima, preciosísima, desde el punto de vista del método de interpretación.
----------Ahora bien, me gustaría preguntarte, Filemón, lo siguiente: dado que también has aclarado que, desde el punto de vista teológico, o sea desde el punto de vista de la doctrina católica, en el fondo, el autor de la Escritura es Dios, que es quien la ha inspirado, y esto es un dogma, y así hay que tomarlo como tal, y el teólogo no lo debe someter a crítica racional; sin embargo, hablemos ahora del autor material de la Escritura, el hagiógrafo. Según la doctrina cristiana, el autor material de la Escritura, en particular del Antiguo Testamento, ¿ha entendido escribir el texto en sentido literal o en sentido alegórico? Es decir, el autor material, el hagiógrafo, tal como se lo llama, ¿ya tenía en vista el sentido figurado, el sentido alegórico? ¿O bien, desde su punto de vista, todo se reducía y todo se resolvía en el sentido literal o material de lo que escribía?
----------Respondo: Para responder a tu pregunta, es necesario ver los diversos pasajes de la Sagrada Escritura. Por ejemplo, un pasaje particularmente interesante es el del capítulo 7 del libro del profeta Isaías, donde hay una profecía famosa, que dice que "la virgen concebirá". Este pasaje es delicadísimo y es importantísimo, porque tiene relación con el dogma, e incluso con el dogma de la Virginidad de Nuestra Señora.
----------Ante todo, hay que decir que la interpretación de este pasaje tiene una historia compleja y delicada, por lo que tenemos que hacer algunas consideraciones lingüísticas. El término hebreo es "almáh", que significa, efectivamente, virgen. Pero en este punto nacen dificultades que están ligadas, por un lado, a la traducción de los Setenta del pasaje de Isaías 7,14, que dice "He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo y lo llamará Emmanuel", y los Setenta traducen como: "ἰδοὺ ἡ παρθένος ἐν γαστρὶ ἔσται καὶ τέξεται υἱόν, καὶ καλέσουσιν τὸ ὄνομα αὐτοῦ Ἐμμανουήλ", que efectivamente significa "virgen". Pero, por otro lado, las dificultades están vinculadas a una problemática de gran actualidad que concierne a las traducciones actuales de la Biblia. En efecto, la interpretación de la Escritura está estrechamente ligada al problema de las traducciones y, como bien has señalado, está ligada en concreto al texto de la así llamada Biblia Septuaginta, que en la Iglesia siempre ha tenido una enorme autoridad.
----------¿Qué es lo que quiero decir? ¿Cuál es la cuestión que aquí pone en juego al dogma? La cuestión es ésta: que aquí el término hebreo "almáh" significa, efectivamente, virgen. Pero lo que ha sucedido en las traducciones recientes, es que no traducen "virgen", sino "joven mujer" o "niña" o "doncella" o "muchacha", así también en la traducción italiana: "ragazza", o en la traducción argentina, por ejemplo la Biblia del Pueblo de Dios, la obra del querido padre Armando Levoratti, se traduce "joven", que está bien, pero que da un poco de risa, "una mujer joven concebirá". La pregunta es: ¿y esto qué tiene hoy de sorprendente?
----------Porque el hecho es que nosotros conocemos muy bien el clima actual, donde los costumbres sexuales, digamos así, no brillan por su elevada virtud, y no creo que necesite explicarme, y si decimos "una joven concebirá", entonces nos preguntamos ¿pero será virgen esta "joven"? ¿Será también virgen esta "ragazza"? No sé si logro explicarme bien. Pero sigamos adelante con el discurso.
----------Entonces, ¿qué es lo que ha sucedido? Sucedió que el evangelista Mateo, hablando de Nuestra Señora, toma el texto de la Septuaginta, porque ya en la Septuaginta está la línea de la virginidad en el sentido de la ausencia de uniones sexuales. Se trata de una joven que nunca ha tenido uniones sexuales. Entonces, este pasaje es importantísimo. Tiene un significado alegórico, porque, ciertamente, desde el punto de vista literal, se trata de la joven, la muchacha, concebirá. Es cierto, literalmente sólo hay eso.
----------Sólo que, retornando al hebreo, es decir "almáh", entonces deberíamos decir, según las costumbres de aquel entonces, para decir la joven mujer, se usaba este término, almáh. Sin embargo, a diferencia de hoy, dado que debemos movernos en el tiempo, cuando escuchamos hablar de una joven mujer, no es que nos vayamos a poner la mano en el fuego garantizando su virginidad. Pero en aquella época, la joven mujer era, ciertamente, ignara de contactos sexuales, porque había entonces una extrema severidad al respecto. Vale decir, se pedía a las jóvenes que se casaran sin nunca haber tenido antes contactos sexuales. Esto es muy importante para entender el discurso: "almah" no significa hoy lo mismo que antes.
----------Pero ahora llegamos a la conclusión, y la conclusión, repito, es delicadísima, porque he aquí que este texto está fundamentalmente ligado a un dogma. El dogma de la virginidad perpetua de María está basado con una tesis teológica bíblica, que tiene que ver con el dogma de la virginidad perpetua de María, vale decir, antes del parto, en el parto, después del parto, un dogma que tiene esta base bíblica: el texto "la virgen concebirá", tomada esta base a través de la Septuaginta, la cual ya insinúa la virginidad de esta joven mujer. Y luego, lo que es importantísimo, la profecía isaiana viene retomada por el Evangelio.
----------Pues bien, ¿qué es lo que ha sucedido? Ha sucedido que el evangelista Mateo ha interpretado a Isaías en el capítulo 7 en el sentido alegórico, o sea, que mientras el autor sagrado, el hagiógrafo de Is 7,14, quería referirse simplemente a la hija del rey (vale decir, simplemente quería decir que el rey tendrá una hija), lo cual es el significado literal, podríamos decir material, sin embargo, en este punto se plantea para el evangelista la exigencia o necesidad de una interpretación alegórica, o sea, esta joven mujer es una mujer que vivió en ese tiempo, y por eso es figura de María. Entonces, alegoría significa que el autor sagrado ha dicho una cosa para significar otra, o sea, ha hablado de esta "joven mujer" (almah) para significar a María.
----------Otro aspecto muy interesante que quiero señalar es el siguiente, y lo hago con una pregunta que nos podríamos hacer: ¿pero el hagiógrafo entendió hablar de Nuestra Señora? No, y podemos discutir tranquilamente; pues lo que es verdaderamente importante es que lo sabía Dios. Entonces, cuando Dios inspiró al hagiógrafo a escribir "la joven concebirá", Dios mismo tenía en mente esta verdad, esta verdad sobre la cual el hagiógrafo no necesariamente tenía esta sabiduría. Y se puede preguntar, ¿cómo nos damos cuenta? Nosotros nos damos en el curso de los siglos, porque ya los Setenta, lo han reflejado.
----------La Septuaginta, como bien sabemos, es una traducción griega, todavía hebrea. Hoy tenemos la Biblia de los Setenta, toda la Biblia, pero los Setenta comenzaron a traducir la Biblia hebrea. Pues bien, ¿entonces qué ha sucedido? Sucedió que después de esto sobrevino el Evangelio. El Evangelio constituye un paso determinante porque el evangelista interpreta en el sentido alegórico la palabra almáh. Entonces, ¿cuál es el término de esta alegoría? Es la Virgen María. Entonces llegamos a la base bíblica del dogma de la virginidad de María.
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