La reforma impulsada por el Concilio Vaticano II ha dado ciertamente buenos frutos, que han sido promovidos por los Papas del postconcilio hasta Francisco. Sin embargo, como es sabido, esta reforma también ha sido en parte ignorada y deformada por la interpretación que de ella han dado los modernistas, en cuanto que la han contrapuesto a la obra del Concilio Tridentino, cometiendo en ello un grave error, que está en el origen de los males de la Iglesia actual (los pasadistas también interpretan la reforma conciliar como ruptura con el pasado). En lugar de contraponer se necesitaba unir. En vez de encontrar una ruptura, había que poner en luz la continuidad, como decía Benedicto XVI. [En la imagen: el papa León XIV, durante el inicio de la Santa Misa para dar comienzo a su pontificado, el domingo 18 de mayo de 2025, en el atrio de la Basílica de San Pedro].
El nuevo papa León XIV entre el Concilio Vaticano II y el Concilio de Trento
----------Uno de los grandes temas del pontificado cumplido por el papa Francisco, como todos saben, ha sido el de la misericordia. Al subrayar este tema, el papa Bergoglio no ha hecho más que alimentar una atmósfera espiritual que circula en todos los documentos del Concilio Vaticano II, que ha hecho comprender como nunca antes, la amplitud de la misericordia del Padre para con nosotros, pecadores perdidos, a quienes el Padre nos la ha donado gratuitamente, a fin de dar remedio a la desgracia del pecado original.
----------Es necesario sin embargo señalar, por otra parte, que el movimiento ecuménico promovido por el Concilio Vaticano II con respecto a los luteranos ha sido malinterpretado por una tendencia modernista que ha traído como resultado, en lugar del acercamiento de los luteranos a la Iglesia católica, el cedimiento de muchos católicos a las herejías de Lutero, sin por ello querer renunciar al nombre católico. El punto nodal sobre el cual hay que disipar el equívoco parece ser el concepto luterano de la misericordia divina, evidentemente equivocado, porque está dando frutos de pecado y no de misericordia.
----------El papa León se encuentra hoy ante la tarea no fácil de afrontar seriamente y resolver esta compleja e intrincada cuestión de la misericordia divina, sobre todo en las relaciones con la justicia, que ha contaminado la moral católica contemporánea y por consiguiente las costumbres.
----------Los modernistas han conseguido presentar a infinidad de comunidades católicas y a la opinión pública, un Concilio Vaticano II como corrección del Concilio de Trento, lo cual es un error de grandes magnitudes, error que, nacido de los modernistas, han comprado ingenuamente las mentes poco iluminadas de los lefebvrianos y de los pasadistas filolefebvrianos, quienes de ese modo tachan de modernista al Concilio de nuestro tiempo. Y esta interpretación de los modernistas y lefebvrianos es una falsedad, porque se debe tener presente que la operación correcta a hacer, para no llevar al fracaso la obra reformadora del Vaticano II, es la de mostrar la actualidad y la utilidad de la toma de posición del Tridentino respecto a Lutero.
----------Son en verdad pocos hoy los que señalan que la asunción de las propuestas reformadoras válidas de Lutero no ha tenido que esperar al Concilio Vaticano II, sino que tal asunción ya comenzó con el Tridentino; el cual, por otra parte, nos ha dejado una magistral corrección de los errores de Lutero, que desgraciadamente hasta hoy los luteranos no han comprendido del todo y que los modernistas se niegan a aceptar, llegando a la audacia de acusar al Tridentino de no haber entendido a Lutero. Por su parte, los lefebvrianos y pasadistas en general no comprenden que Trento había iniciado la asunción de las instancias de Lutero.
----------Una tarea importante que se le presenta al papa León, con el fin de traer paz a la Iglesia en su división entre pasadistas y modernistas, será la de hacer comprender el verdadero ecumenismo promovido por el Vaticano II, para detener la difusión también entre los católicos de los errores de Lutero, por lo cual se debe recuperar la referencia del Tridentino a Lutero. Y si es verdad que el Tridentino ha sido demasiado severo, es igualmente verdad que, a la inversa, el Vaticano II tiene una tendencia buenista, por lo cual hay que encontrar un equilibrio en este nuevo pontificado, que debe estar marcado por un progreso en la continuidad (a este respecto, véase mi serie de artículos: La interpretación auténtica del Concilio Vaticano II).
El Apóstol san Pablo malinterpretado por Martín Lutero
----------Es necesario entonces que nos detengamos brevemente en Lutero. Y a tal respecto, comencemos por recordar que el interés de fondo de la teología de Lutero, y el drama de su atormentada vida, como sabemos, fue poder estar seguro de ser perdonado y amado por Dios no obstante su condición de pecador, el deseo de experimentar la misericordia de Dios en un contexto psicológico atormentado cual era el suyo, caracterizado por una falsa convicción de no poder actuar libremente y de no poderse liberar del sentimiento de culpa, para así llegar a su famosa doctrina de la justificación por la cual Dios cubre el pecado pero no lo borra, fingiendo no verlo. Dios, por lo tanto, concedería el perdón y la salvación al pecador que continúa sin arrepentirse, pecando y advirtiendo el remordimiento por la culpa cometida.
----------Se trata de su doctrina del servo arbitrio, que nace de una falsa interpretación de Lutero al pasaje donde el Apóstol san Pablo parece afirmar que su voluntad esté prisionera, esclava del pecado: "El deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. [...] Hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me hace esclavo de la ley del pecado que está en mis miembros" (Rm 7, 18-19.23), dice san Pablo.
----------De estas palabras del Apóstol de las gentes parece efectivamente resultar que Pablo sostenga que el pecador hijo de Adán ha perdido la libre voluntad de hacer el bien, como si su voluntad fuese contra sí misma: en el momento en el cual quisiera hacer el bien, la voluntad esclava se determina por el mal.
----------En realidad el discurso de Pablo, tomado como suena, es un absurdo, porque es imposible que una voluntad quiera simultáneamente el bien y el mal. A decir verdad, éste es uno de los pasajes más infelices del lenguaje paulino, inclinado a las paradojas, y desgraciadamente sobre un tema de primaria importancia cual es el de la relación de la voluntad del hombre pecador con el pecado.
----------Pablo quiere significar simplemente, como lo explicará bien el Concilio de Trento, la dificultad para realizar siempre el bien en el hombre pecador, y por tanto la debilidad de su voluntad, pero no que el hombre haya perdido en absoluto el libre albedrío, como falsamente entiende Lutero y como le reprenderá el Concilio de Trento, el cual dirá que con el pecado original el libre albedrío no ha sido destruido al punto que nosotros nos hayamos convertido en bestias, sino que ha sido herido o debilitado, de modo que logramos todavía hacer algún bien, pero con las limitadas fuerzas que nos quedan y a causa del empuje de la concupiscencia, no podemos sin la gracia cumplir todos los actos buenos necesarios para salvarnos.
----------Por tanto, cuando el Apóstol san Pablo pide a Dios ser "liberado de su cuerpo destinado a la muerte" (Rm 7,24), no pide en absoluto ser liberado de su voluntad creada por Dios -lo cual sería cosa absurda-; Pablo no pretende pedir en absoluto a Dios, como mal entiende Lutero, sustituir su gracia y su voluntad a su voluntad humana insuperablemente e irreparablemente maligna y por lo tanto inutilizable, sino que, al contrario, pide ser liberado de los defectos de su voluntad, de la tendencia de su voluntad al pecado y de permitirle, con la ayuda de la gracia, el observar siempre y perfectamente la ley divina, el cumplir todo el bien que debe realizar tanto en el plano natural como en el sobrenatural.
----------En cambio Lutero entiende la misericordia divina que libera del pecado como concesión incondicional de su gracia, sin que sea necesario que el pecador se esfuerce con su voluntad por corregirse y hacer el bien, porque para Lutero son esfuerzos inútiles. El hombre, por lo tanto, siempre según Lutero, está dispensado de la obligación imposible de observar la ley, y se le permite continuar pecando, en la certeza de salvarse lo mismo, siempre y cuando crea firmemente que Dios lo perdona.
----------La gracia principio de la fe no sirve, según Lutero, para dar fuerza a nuestra voluntad a fin de convertirnos y observar los mandamientos, sino que simplemente nos garantiza la salvación, la cual cohonesta el mal que inevitablemente seguimos cometiendo, mal que en este punto deviene cosa normal y por consiguiente se transforma en bien. Según Lutero, a Dios no le interesa que nosotros obedezcamos sus mandamientos, nos deja libres de hacer como queramos, porque sabe que no podemos hacer el bien; de ahí que estemos dispensados de ello; basta que creamos y confiemos siempre en su perdón.
----------De esta manera, los pecados, que inevitablemente el hombre seguirá cometiendo en su vida, ya no son pecados, si por pecado se entiende acción merecedora de castigo, sino que son perdonados por Dios y considerados como justicia. Y por consiguiente, los sufrimientos de esta vida ya no tienen valor expiatorio y reparador, ni siquiera en unión con Cristo, porque Él ya ha hecho todo y nosotros no tenemos que añadir nada. De aquí, según Lutero, la inutilidad e incluso la abominación de la Misa.
----------El cristiano, según Lutero, actúa así en orden a su salvación no utilizando de su inútil voluntad, sino exclusivamente movido por el Espíritu Santo y goza de una suprema libertad, que ya no es la inexistente de la voluntad humana, el libre albedrío que no es libre, sino que es la misma libertad divina, por la cual él, hijo de Dios, es libre de hacer lo que quiera en la certeza de hacer la voluntad de Dios.
----------De esta concepción errónea de la misericordia y de la libertad, concepción que se había forjado Lutero, por la cual Dios deviene cómplice del pecado y no lo castiga, deriva el misericordismo y el liberalismo modernos, que no son más que una extensión a la entera humanidad de la experiencia personal de Lutero y del concepto que él se había hecho de su propia historia personal.
----------Pero los errores no se detienen aquí. Porque mientras que Lutero siguió creyendo en la existencia de los condenados en el infierno, reservándose para sí y sus seguidores la certeza de la salvación, los misericordistas de hoy, creyendo comprender aún mejor en la línea de Lutero la grandeza de la misericordia divina, llegarían a considerar contraria a la misericordia divina la justicia punitiva divina, con el resultado de concebir un Dios injusto, que aprueba el pecado y peca al dejarlo impune.
Las fallas del misericordismo
----------Lutero es quien abre el camino a los modernos misericordistas de la actualidad, y Lutero lo hace cuando, interpretando la justicia de la cual habla el Apóstol san Pablo en el capítulo 5 de la Carta a los Romanos como misericordia, amplía indebidamente esta identificación que sólo vale en ese específico pasaje, a la concepción general de la misericordia, con la consecuencia de negar que Dios castigue las culpas, ya que es claro que no corresponde a la misericordia, sino a la justicia la irrogación de la pena.
----------De del modo, el misericordismo, al negar que Dios castigue, confunde lo que Dios ha hecho con lo que, si hubiera querido, habría podido efectivamente hacer o querer. En efecto, según la divina Revelación, Dios no ha querido impedir el mal de culpa y ha querido positivamente el mal de pena como sanción del pecado.
----------Sin embargo, si consideramos lo que, si hubiera querido, podría haber efectivamente hecho, entonces debemos decir que Dios, si hubiera querido, podría haber creado criaturas personales conduciéndolas a la misma gloria que nos procura nuestro Señor Jesucristo sin pasar a través de la caída del pecado, sino de modo inmediato, haciendo cumplir a ellas un acto de plena obediencia a Dios.
----------El misericordismo ha nacido entre aquellos católicos que han interpretado mal el ecumenismo con los luteranos porque no han sabido conectar el Concilio Vaticano II con lo que el Concilio de Trento había enseñado para corregir las herejías de Lutero. El Concilio esclarece, al respecto, algunos conceptos: la gracia, el libre albedrío, la predestinación, la elección, el mérito.
Es necesario recuperar los valores olvidados
----------1. La predestinación. Dios, según un inescrutable designio de su misericordia, concebido desde la eternidad e infaliblemente eficaz, destina a algunos a la gloria celestial, purificándolos del pecado y moviendo con la gracia su libre albedrío, de modo que por él el predestinado en gracia se convierte del pecado a la justicia, guarda los mandamientos, realiza buenas obras y adquiere en Cristo el mérito de entrar en el paraíso del cielo.
----------Los que no están predestinados son aquellos que, aun habiendo recibido la llamada universal a la salvación y habiendo tenido la posibilidad concreta de salvarse porque Dios pone a disposición de todos los medios de la salvación y quiere salvar a todos, sin embargo por culpa de ellos rechazan el ofrecimiento divino y, en consecuencia, son castigados con la pena eterna.
----------2. La elección. Según cuanto nuestro Señor Jesucristo nos ha revelado, Dios, de entre la totalidad de las criaturas humanas castigadas como consecuencia del pecado original elige un cierto número de personas, a quienes Él salva conduciéndolas a la vida eterna (Mt 24, 22.31; Lc 18,7). Pero hay que tener en cuenta que también los salvados o predestinados a la salvación van al paraíso del cielo por su libre elección. Por lo tanto ¿cómo son en realidad las cosas? Que Dios escoge a aquellos cuya voluntad Él mueve para elegir a Dios como su bien supremo y fin último. Aquellos que no son elegidos rechazan por su culpa la gracia que Dios les ofrece, sin que en este rechazo Dios tenga parte alguna, a diferencia del acto de aceptación de la gracia, que es acto libre del libre albedrío, pero causado y movido por Dios.
----------La doctrina de la predestinación parecería favorecer el fatalismo, según el cual Dios decretaría desde la eternidad la salvación de algunos y la condenación de otros sin tener en nada en cuenta la elección de los hombres; de modo que en el fatalismo el libre albedrío no juega ningún papel en el destino del hombre, por lo cual, el que está destinado al paraíso del cielo puede pecar libremente en la certeza de que de todos modos se salvará, mientras que el que está destinado al infierno, puede ser tan virtuoso como quiera, pero va al infierno.
----------Esta doctrina no es muy diferente de la de Lutero. La única diferencia es que se reconoce el ejercicio del libre albedrío: el hombre puede elegir entre el bien y el mal. Pero es igual a la de Lutero en el negar que el libre albedrío tiene una parte en la obra de la salvación donde quien actúa es solo Dios.
----------También es necesario evitar una doctrina voluntarista de la predestinación. Al respecto, es necesario decir que si Dios quiere salvar a algunos y no a otros, lo hace en nombre de su sabiduría y como acto voluntario basado en ella y no por su simple voluntad prescindiendo de su sabiduría. Dios, en efecto, quiere algo porque es verdadero bien, y no es que algo sea verdadero bien o algo sea bueno simplemente porque lo quiere Dios. Decir que Dios quiere sin sabiduría, observa santo Tomás de Aquino, es una blasfemia. Por lo tanto, si Dios elige a estos y no a aquellos hay un porqué. El único punto es que el por qué lo sabe sólo Él.
----------3. El mérito. Es necesario que el papa León vuelva a recordarnos que no podemos salvarnos sin mérito. Como dice la Escritura, no podemos presentarnos ante Dios con manos vacías. Si sepultamos el talento recibido en vez de hacerlo fructificar, no podremos obtener salvación. Nosotros nos salvamos sólo a condición de que hayamos observado los mandamientos divinos. Para salvarnos no basta la fe, sino que son necesarias las obras. El saber es esencial, pero es inútil si faltan la práctica y el amor. El amor debe ser un amor real, no simplemente pensado. Por otra parte, no existe verdadera libertad que no sea efecto de la verdad. La justicia es efecto de la obediencia a la ley, pero suponiendo que el agente goce de la gracia de Cristo.
----------Esto significa que existe un doble plano de méritos: una cosa es el mérito simplemente humano, por el cual, en virtud de una obra nuestra, merecemos entre los hombres y de los hombres, y otra cosa distinta es el mérito sobrenatural, participación en los méritos de Cristo, mérito por el cual, sostenidos por la gracia, merecemos ante Dios y de Dios un aumento de la gracia y el mismo paraíso del cielo.
----------Este segundo tipo de mérito, como dice el Concilio de Trento siguiendo a san Agustín de Hipona, es en sí mismo don de gracia y efecto de la predestinación. Por consiguiente, creer que se puede merecer con el simple mérito humano la gracia es herejía pelagiana, pero creer merecerla después de haber recibido la gracia, es verdad de fe. Por lo tanto, existe una gracia llamada preveniente, que causa el mérito, y existe una gracia llamada consecuente, que es la que obtenemos mereciendo en gracia.
----------Todo esto no excluye en absoluto la primacía y la gratuidad de la gracia, es decir, el hecho de que la iniciativa de la obra salvífica corresponde a la gracia, que es así llamada preveniente, pero el Concilio de Trento precisa contra Lutero que el consentimiento del libre albedrío es necesario en la obra de nuestra justificación, porque a tal obra Dios quiere que cooperemos con la gracia. Por eso nuestra salvación de parte nuestra es por nosotros merecida y premio de nuestras obras, pero de parte de Dios es gratuita.
----------4. Libertad y libre albedrío. Es necesario recuperar el verdadero concepto de la libertad humana, que, en Lutero primero y en el idealismo alemán después, asume dimensiones desproporcionadas al ser asimilada a la absolutez de la libertad divina. Como es sabido, Lutero exagera al subrayar la corrupción del libre albedrío y su sometimiento al pecado y a la pasión.
----------Le venía cómodo y conveniente porque así se evitaba el fatigoso trabajo ascético de autodominio y de autocorrección. Solo que procediendo de esta manera no podemos obtener ese dominio del Espíritu sobre la carne y esa conciliación de la carne con el Espíritu, que es el propósito de la vida cristiana.
----------El pesimismo luterano respecto a la impotencia del libre albedrío, además de favorecer una conducta laxista, parecería favorecer una conducta quietista, como la promovida por Molinos en el siglo XVII, por lo cual sorprende el hecho de que Lutero en su actividad reformadora desplegó una actividad intensísima y múltiple que tiene perfiles prodigiosos, se sometió a inmensas fatigas, mostró una voluntad fortísima y fue capaz de tomar decisiones importantes e incluso históricas.
----------¿Cómo se explica todo esto? Con la convicción de que Lutero tenía de ser un instrumento del Espíritu Santo y que por lo tanto todo lo que decía, hacía y decidía era querido por el Espíritu. La pregunta que sin embargo surge en nosotros es si en la difusión de sus herejías, en su rebelión al Papa, en su obra de devastación de la Iglesia actuaba realmente el Espíritu Santo o tal vez algún otro espíritu no precisamente santo.
Una tarea para el papa León
----------La reforma impulsada por el Concilio Vaticano II ha dado ciertamente buenos frutos, que han sido promovidos por los Papas del postconcilio hasta Francisco. Sin embargo, como es sabido, esta reforma también ha sido en parte ignorada y deformada por la interpretación que de ella han dado los modernistas, en cuanto que la han contrapuesto a la obra del Concilio Tridentino, cometiendo en ello un grave error, que está en el origen de los males de la Iglesia actual. A estos males también contribuyen los pasadistas, que han asumido la misma interpretación dada por los modernistas a la reforma conciliar, pues también los indietristas (lefebvrianos o filo-lefebvrianos, la entienden en clave de ruptura). En lugar de contraponer se necesitaba unir. En vez de encontrar una ruptura, había que poner en luz la continuidad, como decía Benedicto XVI.
----------Como referencia para un juicio más maduro sobre la obra de Lutero (tanto en cuanto a sus errores como en cuanto a sus aspectos positivos), el papa León podría tomar como base de partida la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial del 3 de octubre de 1999 en la que participó el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos.
----------De tal Declaración conjunta resulta la corrección de los actuales luteranos de algunos errores de Lutero como el de la doble predestinación, del parangón del Papa con el anticristo, de la negación del libre albedrío, de la coexistencia de la gracia con el pecado mortal, del rechazo de las buenas obras. Sin embargo, aún falta el reconocimiento de la necesidad del mérito para obtener la salvación, de la necesidad de la penitencia, de la distinción entre pecado y concupiscencia, del valor de los sacramentos, de los dogmas marianos, de la armonía de la fe con la razón y de la naturaleza con la gracia.
¡Qué hermosa Misa de Entronización! Con el Papa León, hemos tenido la S. Misa en LATÍN Y GRIEGO!!! ¿Desde hace cuántos años no se sentía y participaba en una S. Misa así!?...
ResponderEliminarEstimado Vicente,
Eliminarciertamente nos gustó la Misa en lengua latina, pero no olvidemos que también el papa Francisco en algunas ocasiones celebró la Misa en latín. A decir verdad, yo no dispongo en este momento de información detallada. Sin embargo, yo diría que no hay motivo para criticar al papa Francisco en relación a este punto. En efecto, la Misa celebrada por el papa León no es, por supuesto, la Misa preconciliar, sino que es la Misa según el rito aprobado por san Paulo VI.
Estimado Padre, debía llegar el Papa estadounidense, para escuchar y entender que el latín y el griego son las lenguas del catolicismo y no LENGUAS INÚTILES, como se ha proclamado durante décadas ¡sobre todo por los autodenominados intelectuales progresistas! Desde hace décadas y décadas, en las escuelas secundarias, en Argentina y en otros países del mundo NO se estudia latín. Y hoy tenemos ingenieros, arquitectos, médicos, informáticos y profesionales que van a la Iglesia y no entienden una simple inscripción en latín. Hacer mea culpa de este desastre cultural!? Sería oportuno...
EliminarVicente: no es tanto problema de latín, sino de las diferencias entre el misal de 1962 y el Novus Ordo.
EliminarVicente: ¿creés que cambia la sustancia de la Misa si la decís en español, en italiano, en latín o en otra lengua? Quedate tranquilo... 🤍🖤
EliminarJuan, la LITURGIA Tridentina tiene una MAJESTUOSA REALEZA que las lenguas nacionales solo pueden soñar... pero nunca alcanzar...
EliminarVicente: Nada que ver. Para mí de real majestuosidad existe solo el memorial
EliminarDurante 2.000 años el Catolicismo Romano se ha expresado en Latín. ¿Esto significa algo, o se trata solamente de un simple e inútil oropel lingüístico? Si el Papa León celebra toda la S. Misa en latín, sin un acento equivocado, ¡significa algo! ¿o ni siquiera somos capaces de entenderlo? Hágamelo saber. Estoy muy interesado.
EliminarSr Juan Acierne: la sustancia doctrinal no , pero usted descargue de Internet el Breve examen crítico del Novus Ordo Missae firmado por los cardenales Ottaviani y Bacci o lea la misa del misal latino de 1962 y luego el Novus Ordo en latín.
EliminarEstimado Vicente,
Eliminarel Concilio Vaticano II se hizo promotor de una apertura a las diversas culturas extra-europeas. De aquí nació el actual método de la llamada inculturación (el cual, por supuesto, no ha nacido ahora, sino que ha sido implementado por la Iglesia desde sus mismo comienzos). Vale decir, por el método de la inculturación el mensaje evangélico se comunica utilizando los valores y los lenguajes de las diversas culturas, así como los medios y las modalidades de la comunicación propios de cada cultura.
Sin embargo, en esta empresa, que es importante en sí misma, se ha pasado en estas últimas seis décadas de un extremo al otro, como a menudo ha sucedido en la forma equivocada de implementar las novedades conciliares.
Si antes del Concilio Varticano II se pretendía exportar, desgraciadamente, junto con el mensaje evangélico, también la cultura europea, ignorando las culturas locales, ahora se ha caído en el extremo opuesto de un pluralismo particularista, que se ha olvidado de la universalidad de la cultura y, por tanto, de la lengua griega y romana, que la Iglesia ha utilizado y utiliza para la edificación de la doctrina católica y la formulación de los dogmas católicos.
Estoy, por tanto, de acuerdo con usted en señalar con tristeza el descuido que se ha producido en estas últimas décadas respecto a la formación clásica greco-latina. Yo, en los lejanos años 1960-1963, asistí al bachillerato clásico y estoy bien contento de ello, aunque reconozco que la formación clásica se adapta más a la clase intelectual que a las clases populares, pertenecientes al mundo del trabajo.
Estimado Dino,
Eliminarsegún las disposiciones del Concilio Vaticano II, la lengua latina sigue siendo siempre la lengua de la Iglesia y ya hemos visto estos primeros días del nuevo pontificado, con el papa León, una cierta recuperación en este sentido. Por eso existe también una Misa Novus Ordo en latín, la cual, sin embargo es de escasa implementación en la práctica de las parroquias, según me parece notar.
Por otra parte, la institución de la Misa en lengua vernácula en las diversas lenguas nacionales, que es una medida querida por el Concilio, es sin duda una cosa buena y que debe mantenerse (digan lo que digan los pasadistas).
Pero llegados a este punto existe el problema de una lengua universal. A este fin, el latín ya no es adecuado, porque, aunque mantiene un carácter de oficialidad, de hecho ya no se usa en las Misas Novus Ordo, como he dicho antes.
Interesante a este respecto ha sido la iniciativa del papa Francisco de utilizar el italiano en sus viajes apostólicos.
Padre Filemón, Gracias por sus respuestas. solo una nota: el verdadero problema no es si latín o lengua vulgar, sino las diferencias entre el latín del misal de 1962 y el del Novus Ordo; cuando la reforma de Paulo VI, durante unos meses hubo la misa mitad en lengua vernácula y mitad en latin, y a partir del ofertorio después en latín Novus Ordo. Por lo que recuerdo del concilio en la Sacrosantum Concilium no estableció que toda la misa fuera en vulgar, sino en el caso de algunas partes como la lectura del Evangelio. Bugnini hizo el Novus Ordo, que después fue traducido todo a las lenguas nacionales, pero no me parece que el Concilio pidió un Novus Ordo así, sino en latín, de hecho me parece que los adres conciliare habían pedido que los fieles supieran cantar la Gloria, Credo, Sanctus , Pater y Agnus Dei en gregoriano. Gracias
EliminarPadre Filemón, respecto a su segundo comentario: si seguro , solo que he encontrado varios sacerdotes jóvenes que no saben latín, un profesor en el seminario ( antiguo testamento) me dijo que había preguntado hace unos 20 años a una clase de seminaristas cuántos sabían latín : poquísimos . Finalmente solo una pequeña noticiaa: el problema no es entre la misa en latín o en lebngua vulgar, sino entre el misal de 1962 y el Novus Ordo de Bugnini , no se ha traducido el Vetus Ordo al español sino el Novus Ordo , cordialmente
EliminarDino, concuerdo contigo.
EliminarEstimado Dino,
Eliminarsobre la cuestión del lenguaje litúrgico, la Iglesia tiene facultad ya sea de establecerlo o cambiarlo.
Por consiguiente, si en el espacio de unas pocas décadas hemos visto algunos cambios que no se habían producido durante siglos, esto no debe sorprendernos, porque en este campo la Iglesia tiene plena autoridad y nosotros, como católicos, no tenemos nada más que hacer que adecuarnos a lo que la Iglesia disponga.
Estimado Dino,
Eliminarno veo qué problema hay con el cambio del Misal Vetus Ordo al Misal Novus Ordo, ya que ambos han sido aprobados por la Iglesia. En cuanto al hecho de que el Vetus Ordo esté en latín, ciertamente es algo loable, pero en principio el latín del Vetus Ordo también podría ser traducido, siempre que la Iglesia nos dé permiso.
Vicente: Creo que el Concilio habría permitido la traducción del Vetus Ordo a la lengua vernácula pero Bugnini no lo hizo. El problema es la diferencia entre los dos textos latinos. La lengua vernácula no había nacido.
EliminarEstimado Dino,
Eliminarsu texto no es claro.
Quizás el concilio pensaba en traducciones en parte en vulgar del misal 1962 y no un nuevo texto más breve como el de Bugnini, el punto es la diferencia entre los dos latinos no el texto en lengua vulgar.
EliminarEstimado Dino,
Eliminarla Sacrosanctum Concilium, en el n.50, ordena revisar los textos de la liturgia eucarística, pero no determina ninguna modificación que se hará posteriormente.
Por cuanto respecta a Bugnini, es bueno no citarlo, porque fue alejado por san Paulo VI.
Hay que aceptar con confianza los nuevos textos, establecidos por la Iglesia.
También en lo que se refiere al texto latino del misal 1962 y del misal Novus Ordo, también aquí se trata de documentos oficiales de la Iglesia, ambos dignos de respeto, aunque sabemos que el texto querido por el Papa es el del Novus Ordo Missae.
Está bien, pero la comisión de Mons. Bugnini (que escribió el Novus Ordo) estaba compuesta también por 4 protestantes. Luego el Vaticano tuvo que cambiar el párrafo 7 del N.O. en cuanto identificaba la Misa como conmemoración. He leído que no se puede derogar un rito utilizado durante cientos de años. El problema son las variaciones del N.O. respecto al V.O. de 1962. No pueden ser doctrinales - las diferencias - son pastorales y por lo tanto discutibles
EliminarPadre. disculpe que le cambie un poco de tema. No creo que León XIV aprobaría estas abominables críticas al Papa Francisco que son lanzadas estos días por algunos... qué triste: ni la muerte puede detener estas lenguas diabólicas... así es el mundo...
ResponderEliminarEstimada Rosa,
Eliminartenga la plena seguridad que no. Ya en los pocos días que el papa León lleva al frente de la Iglesia ha dado suficientes señales de continuar todo lo bueno que ha enseñado y emprendido el papa Francisco.
Asuma con paciencia las calumnias de los maledicientes, y rece por ellos, porque son los más necesitados de nuestra oración, pobres de espíritu como son.
Creo que el Papa Benedicto también abordó algo similar en su encíclica sobre la Esperanza cuando escribió, refiriéndose al Purgatorio, que "nuestro modo de vivir no es irrelevante".
ResponderEliminarEstimado Danilo,
Eliminarno puedo menos que compartir sus palabras cuando usted dice que nuestro modo de vivir no es irrelevante. Pero no entiendo bien a qué cosa concreta usted quiere apuntar. ¿Podría ser más claro?
"Una tarea importante que se le presenta al papa León, con el fin de traer paz a la Iglesia en su división entre pasadistas y modernistas, ..."
ResponderEliminarNo, Padre Filemón. La Iglesia no está dividida entre pasadistas y modernistas. La Iglesia, en su gran mayoría, casi en su totalidad, es fiel al Papa y al Magisterio del Concilio Vaticano II y de los Papas postconciliares. Mientras que los que están divididos son los pasadistas y los modernistas, que son dos minorías de rebeldes, ambas.
Estimado Anónimo,
Eliminartengo una larga experiencia como sacerdote y como teólogo, siempre me he mantenido al día sobre la situación de la Iglesia, me he dedicado mucho al ministerio sacerdotal y a la enseñanza de la teología. Siempre he vivido intensamente las vicisitudes de las Iglesias locales en las que he prestado servicios. También trabajé en la Curia Romana, al servicio del Papa.
Mi impresión hoy en día es que los pasadistas son muy pocos, aunque su ruido se nota más que en otras décadas en que no existían las redes de la internet. En cambio hoy en la Iglesia encuentro que está muy extendida entre fieles, tanto laicos, como religiosos, sacerdotes, teólogos, moralistas y obispos, una tendencia que si no es claramente herética está muy cercana a la herejía.
Por otro lado, estoy de acuerdo con usted en que hay toda una zona de católicos que son perfectamente normales y ajenos a los extremismos. Pero lo que me parece constatar es que estos católicos son continuamente objeto de la propaganda de esos dos partidos, los pasadistas y los modernistas.
Por cuanto respecta al Papado, éste sigue siendo ciertamente el punto de referencia para estos católicos que conforman el caudal casi unánime de la Iglesia. Sin embargo, en mi opinión el nuevo Papa debería acentuar una pastoral que pueda ayudar tanto a los católicos normales a resistir a las insidias que vienen de los extremistas como a ayudar a estos extremistas a tomar posiciones que los alejen de la herejía.
Estimado Padre,
ResponderEliminarLe planteo una pregunta que se refiere precisamente al arcano de la predestinación a la cual usted ha dedicado parte de este post.
Usted dice textualmente: "Los que no están predestinados son aquellos que, aun habiendo recibido la llamada universal a la salvación y habiendo tenido la posibilidad concreta de salvarse porque Dios pone a disposición de todos los medios de la salvación y quiere salvar a todos, sin embargo por culpa de ellos rechazan el ofrecimiento divino y, en consecuencia, son castigados con la pena eterna." Lo que usted define como "recibir la llamada universal a la salvación" ¿coincide con lo que en teología se indica con el término de "gracia primera", o sea "aquella que está en el origen de la conversión"? Ahora bien, el Catecismo de la Iglesia Católica (n° 2010) confirma la doctrina clásica según la cual esta primera gracia no puede en modo alguno ser merecida y deriva enteramente de la benevolencia divina.
Si usted, al decir que los reprobados han recibido de todos modos la llamada a la santidad, se refiere a la gracia primera, entonces significa que la gracia primera es dada a todos los hombres, que luego la hacen fructificar o no según que su libertad coopere o no con ella. Pero decir esto implicaría que Dios concede primero la gracia a todos indistintamente. En ese caso, sin embargo, me parece que la verdad de la predestinación queda algo vacía de significado. Si Dios mueve a todos a la conversión, entonces a priori la predestinación a la salvación es universal, y la única variante está constituida por la libertad. Pero afirmar esto es una forma (al menos larvada) de pelagianismo. Entonces mi pregunta es la siguiente: ¿la predestinación consiste en una causalidad eficiente a la salvación o coincide con la simple presciencia que Dios tiene de nuestros futuros libres y del uso que haremos del libre albedrío? Y si es verdad la primera de las dos opciones, o sea si la predestinación implica una causalidad eficiente que empuja a un determinado hombre a la justicia, ¿podemos afirmar que no se ofrece a todos, sino solo a aquellos que infaliblemente la harán fructificar?
Discúlpeme si no he sido claro. Espero que entienda lo que quiero decir. Gracias por su tiempo.
Suyo en Cristo
Pedro
Estimado Pedro, (1)
Eliminarla llamada universal a la salvación yo la haría coincidir con lo que usted llama "gracia primera" y que yo llamaría con la teología escolástica "gracia preveniente", que corresponde a aquel amor del cual habla san Juan, que es el amor con el cual Dios nos amó primero, cuando aún éramos pecadores, esa gracia que está en el origen de la conversión y es el principio de la justificación.
Sin duda esta gracia no es merecida, pues si afirmamos lo contrario caeríamos del pelagianismo.
La gracia preveniente se ofrece a todos. Los dominicos, con el padre Bañez, la llaman "gracia suficiente". Los jesuitas, con el padre Molina, la llaman "gracia oblata". Pero hay una diferencia, que la gracia suficiente, como dice la palabra, es suficiente para la salvación. En cambio la "gracia oblata" es una simple propuesta que viene de Dios.
En este punto surge entonces el problema de la relación entre la acción divina, es decir la gracia, y la acción humana, es decir el libre albedrío. El hecho de que la gracia preveniente sea dada a todos no impide que algunos se condenen, porque la rechazan. Sin embargo la salvación o la condenación no dependen exclusivamente de nuestro libre albedrío, o más precisamente la salvación implica un acto de nuestro libre albedrío movido por la gracia preveniente, que conduce nuestra voluntad del mal al bien y la pone en estado de gracia, o sea que es la gracia santificante, gozando de la cual podemos adquirir en Cristo los méritos sobrenaturales, que nos consiguen el paraíso del cielo.
Por el contrario, el acto del rechazo de la gracia depende solo de nosotros y esa gracia que era suficiente para la salvación es destruida, de tal manera que la salvación se vuelve imposible, pero solo por nuestra culpa, porque Dios no entra para nada en este acto de nuestra voluntad.
En cambio la posición de Molina es diferente. Para él, como he dicho, la "gracia oblata" es una simple oferta o propuesta. Dios, gracias a la así llamada "ciencia media" predice si nosotros aceptaremos o rechazaremos, por lo que Él da la llamada "gracia unida" a los que aceptan y la rechaza a los que la rechazan.
Ahora bien, esta manera de razonar, que podría valerse de la metáfora bíblica de la Alianza o de la relación evangélica patrón-trabajador, se sitúa en un plano humano tal que nosotros podríamos malinterpretar nuestra relación con Dios, que no es una relación igual como entre hombre y hombre. Recordemos que Dios es nuestro Creador, por lo cual los actos de nuestro libre albedrío son creados ontológicamente por Él, también los malos, pero no en cuanto malos, sino como actos en sentido ontológico.
Por lo tanto, la teoría de Molina, según la cual Dios da la gracia si el hombre la acepta, da la impresión de que el otorgamiento de la gracia depende del hecho de que el hombre la acepte. Ahora bien, semejante modo de pensar parece reducir la gracia preveniente a una simple propuesta por parte de Dios, como sucede entre nosotros los hombres. Pero ya he dicho que es Él quien crea y mueve nuestra voluntad, por lo cual, como dice el padre Bañez, la gracia suficiente se hace eficaz no porque el hombre la acepte, sino porque es eficaz.
Ciertamente en la concepción dominicana parece que el hombre ya no es libre. Pero esto es solo una apariencia, porque en realidad en la concepción de Bañez, la libertad está totalmente salvada precisamente como creada por Dios. De otro modo ya no estaríamos ante una libertad creada, sino ante una libertad absoluta tal como es la propia y exclusiva de Dios.
Estimado Pedro, (2)
EliminarDios mueve a todos a la conversión, pero existen dos tipos de moción divina. Hay una moción no frustrable y hay una moción frustrable. Aquí estamos ante el misterio de la predestinación o elección divina. Si la moción no es frustrable tenemos una gracia eficaz, que es lo que Molina llama "gracia unida". Si la moción es frustrable tenemos la "gracia suficiente", que corresponde a la "gracia oblata".
La Revelación nos dice, como nos explica san Agustín, que Dios saca del conjunto de la humanidad pecadora y perdida a algunos a los que da la gracia de la salvación. Este hecho misterioso es un efecto de la misericordia divina, porque en rigor de justicia habríamos debido quedar perdidos todos en los infiernos.
Dios, en su misericordia, nos ha dado a Cristo, gracias al cual podemos ser liberados de nuestra miseria causada por el pecado original y alcanzar una condición de vida, la de los hijos de Dios, superior a la que habríamos disfrutado según el proyecto del Edén originario.
En esta visión de misericordia, el actual Catecismo nos sugiere que la salvación llega también a los niños no nacidos.
La predestinación a la salvación coincide con una causalidad eficiente, que corresponde a lo que Bañez llama "gracia eficaz". La teoría de la presciencia divina es la de Molina, que, como he dicho, tiene un carácter demasiado humano y no salva lo suficiente la trascendencia divina.
La predestinación es una causalidad eficiente, pero no mecanicista, porque estamos siempre en el horizonte de la libertad, libertad divina y libertad humana. Esta causalidad se refiere solo a aquellos que Dios elige para salvarlos. Es la gracia suficiente que se ofrece a todos. Y si la gracia eficaz concierne a los que se salvan, Dios no la da a los elegidos que la aceptan -esta es la posición de Molina-, sino que estos elegidos la aceptan porque son movidos por la gracia eficaz. A la inversa, aquellos que no aceptan la gracia, no aceptan la gracia suficiente para la salvación. Entonces, en tal caso, Dios no da la gracia eficaz, por la cual el hombre se salva efectivamente.
En otras palabras, Dios da la gracia eficaz a aquellos que salva y da solo la gracia suficiente a los que no se salvan. En este sentido Dios da la gracia a todos y con todo esto no todos se salvan, porque algunos la rechazan por su culpa.
En conclusión, la predestinación divina es solo para la salvación.
Estimadísimo Padre,
EliminarAnte todo, le agradezco mucho el tiempo que ha dedicado a responderme y la gran doctrina y precisión de su respuesta. No quería entrar en la polémica de auxiliis, pero me parece ya inevitable en el horizonte de nuestra conversación. Le ruego que me ayude, ya que se trata de un problema bastante angustioso: ¿cómo se puede afirmar que está a salvo el libre albedrío (entendido como la posibilidad real de decir "sí" o "no" a la gracia suficiente) si el "sí", que es la única respuesta posible en orden a la salvación, es causado por la gracia eficaz? Por lo general se resuelve diciendo que el "no" es todo del hombre y no tiene una causalidad en Dios (salvo el hecho de que, como usted dice, todos los actos humanos son creados ontológicamente por Dios), mientras que el "sí" es obra de la gracia. Pero me parece que la consecuencia lógica de estos supuestos es que el "no" será realmente demeritorio, en cuanto efecto de la voluntad del hombre, mientras que el "sí" solo será ficticiamente meritorio, porque en definitiva es causado eficazmente por Dios.
En todo esto, no veo cómo no se deba considerar la opción "dominicana" (i.e. la de Bañez) como una derivación de facto en la doble predestinación (de sabor luterano y jansenista) ya condenada por la Iglesia, donde la posición de Molina salva plenamente la libertad y no corre el riesgo de caer en el pelagianismo en la medida en que no suprime la necesidad de la gracia, subordinando sin embargo su eficacia a la respuesta del hombre.
Le hago una última pregunta: ¿la Iglesia ha dogmatizado alguna vez en relación a la disputa de auxiliis? Que yo sepa, con la supresión en 1606 de la Congregación de Auxiliis divinae gratiae, Pablo V se negó a atribuir a las obras de Molina la nota de herejía y permitió que el debate al respecto continuara libremente. Pero no conozco el resultado de la disputa. Supongo que hoy casi nadie se ocupa más de ello, visto el descentramiento de los intereses eclesiales sobre ejes mucho más... concretos.
Le agradezco y le aseguro mi oración.
Pedro
Estimado Pedro, (1)
Eliminardebemos afirmar que cuando Dios quiere un efecto, este efecto se produce. Ahora bien, el acto bueno del libre albedrío es un efecto de la causalidad divina. Por eso cuando Dios quiere un buen acto de libre albedrío, se produce infaliblemente.
Usted se pregunta: entonces, ¿no es frustrante? No, porque es querido por Dios con la gracia eficaz. ¿Qué sucede cuando desobedecemos a Dios? Él nos da la gracia suficiente, pero en este caso nosotros por nuestra propia iniciativa dejamos caer la propuesta divina e impedimos a la gracia actuar.
Cuando actúa la gracia eficaz, el libre albedrío no puede decir que no, no porque esté obligado, sino porque la gracia actúa eficazmente, es decir, causa el acto que en sí mismo es libre y las dos voluntades, humana y divina, se encuentran al obrar el bien: la una es la causa de la otra.
Cuando Dios da la gracia suficiente, esto no significa necesariamente que el hombre diga que no, porque, en cuanto la gracia es suficiente, puede decir también que sí. ¿Por qué entonces, si solo hay suficiente gracia, el hombre puede decir que no? Porque la gracia suficiente aún no es la gracia eficaz. Es decir, Dios causa el acto, que en sí mismo es libre, pero las dos voluntades, humana y divina, en este caso no se encuentran al hacer el bien, por lo cual el hombre cae en el pecado.
Otra cosa a tener en cuenta es la distinción en la causalidad divina entre el causar en sentido ontológico y el causar en sentido moral. Desde el punto de vista ontológico, incluso el demonio es causado por Dios como Creador. En cambio, desde el punto de vista moral, el acto bueno encuentra en Dios su primera causa y el acto humano es segunda causa; mientras que cuando el acto es malo la iniciativa es solo nuestra.
Estimado Pedro, (2)
Eliminaraquí es necesario aclarar qué es el mérito. El mérito es una cualidad del acto libre, por la cual a él se le debe o un premio o un castigo.
Como ya he dicho, el acto libre es causado por Dios. El acto que merece el premio es causado por Dios de tal manera que Dios es causa del mérito. El acto que merece castigo es causado por Dios, pero de tal manera que la falta depende solo del hombre.
De aquí se deduce que, mientras hacemos el bien, Dios es el motor de lo que hacemos, cuando pecamos en cierto modo nos sustituimos a Dios, es decir, nuestro acto ya no viene de Dios, sino solo de nosotros mismos y en cierto modo nos convertimos en "creadores" de nuestro propio acto, porque somos la causa moral. Al hacer el mal nosotros no ponemos del ser, sino el no-ser, porque el mal es una privación de ser. El pecado es como apagar la luz o cerrar el grifo del agua.
Por cuanto respecta a la doble predestinación, es necesario decir que la predestinación al infierno asumiría que Dios es la causa de nuestro pecado, pero hemos dicho que la causa de nuestros pecados somos solo nosotros y Dios no tiene nada que ver.
Por cuanto respecta a Molina, es cierto que reconoce la necesidad de la gracia, pero, en el momento en que sostiene la ciencia media, deja a nuestro libre albedrío demasiado poder, como si el acto meritorio, además de depender de nosotros, no dependiera ante todo de Dios.
¿Cómo es que el Papa no condenó a Molina? Por una forma de delicadeza. Pero el Papa se explicó muy bien cuando ha presentado a santo Tomás como Doctor Común y, como es sabido, la teoría de Bañez no es otra que la explicación de lo que santo Tomás ya había dicho.
Rev. Padre Filemón de la Trinidad, es verdad. Hoy, para demasiadas personas dentro de la misma Iglesia, el infierno ( y por tanto también la justicia divina) es un tema que no se debe afrontar o es un tema "incómodo". Hay personas que afirman que el infierno estaría vacío. Esto va en contra de lo que afirma Jesús mismo en los Evangelios y en contra del magisterio de la Iglesia. Esta posición es fruto del hecho de que se ha subrayado sobre todo la dimensión de la Misericordia de Dios. Muy bien si se dice que Dios es infinitamente misericordioso. Esto es cierto. Pero hay que afirmar también que Dios es infinitamente justo precisamente porque es Dios , Aquel que es perfecto, Aquel que es Santo. De esto, como Usted Padre explica maravillosamente, se sigue que , si Dios es tan bueno que lo perdona todo, entonces no hay necesidad del mérito para alcanzar la vida eterna. De aquí un cierto laxismo que no da buenos frutos a la fe. Personalmente, estoy convencido de que la descristianización de la sociedad occidental actual depende también de ciertos pecados que no se combaten demasiado. En efecto, Dios es tan misericordioso, se dice, que al final perdona todo. Esto es cierto, pero también se necesita el compromiso personal.
ResponderEliminarPor otra parte, ya no se oye hablar de predestinación, una gran e importante verdad explicada muy bien por Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica. El católico de hoy ( si no profundiza mucho más ) solo oirá hablar de la llamada universal a la salvación, es decir, de la gracia suficiente dada a todos. Pero fácilmente no oirá hablar de la predestinación a la gracia y a la gloria ni de la gracia eficaz ( que, aun siendo eficaz y produciendo de manera infalible el acto saludable, no quita el libre albedrío). Y cuidado con decir que Dios castiga los pecados: hay católicos también sacerdotes, que te miran como si hubieras dicho algo realmente mal. En cambio, Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Dios hace ver su infinita misericordia en Cristo que muere en la cruz por la salvación de todos, ninguno excluido. Pero Dios no cambia y, por tanto, es el mismo que ha liberado a Israel de los egipcios con brazo poderoso. Sí, hay que recuperar verdades que han sido un poco descuidadas para proclamar la Verdad toda entera. El Papa Francisco hizo bien en subrayar la Misericordia. Ahora, sin embargo, por el bien del Pueblo de Dios y del mundo entero, hay que recuperar verdades un poco descuidadas.
Estimado Pedro Pablo,
Eliminarsus constataciones me encuentran de acuerdo, me parecen bien, y para comprobar mi acuerdo solo hace falta que usted haga una comprobación de lo que he estado escribiendo desde hace muchos años. Me limito entonces ahora a unas pocas palabras de comentario.
Una exposición muy eficaz de cómo la misericordia divina se acompaña con la justicia es el Salmo 135, en el cual Israel se detiene largamente a alabar la misericordia de Dios. Pero, ¿qué es esta misericordia? La justicia con que ha castigado a sus enemigos.
También hay que observar que la aversión a hablar del infierno, de la predestinación, de la elección y del mérito, puede estar motivada no solo por el deseo de poder pecar libremente sin ser castigados, sino también por una carencia en campo metafísico, en el sentido de que se ha perdido de vista la relación entre la voluntad divina, como causa de los actos humanos, y se concibe la voluntad humana como si estuviera a la par o en lugar de la voluntad divina.
Está claro que este supuesto metafísico trae como consecuencia la falsificación de la libertad humana y por consiguiente la realidad del pecado, la justicia de su castigo, y la verdadera grandeza de la misericordia divina, que convierte la voluntad humana del pecado a la justicia y da al hombre el mérito en orden a la adquisición de la salvación.
Excelente padre, la lectura de su clarísimo exámen sobre misericordia y misericordismo en la relación entre los dos últimos concilios me ha alegrado no poco en cuanto son inmediata y totalmente una confirmacion de lo que pienso. Gracias.
ResponderEliminarAl Sr. anomimo del 23 de mayo de 2025, 5:02, quisiera puntualizar mi opinión ajena a la suya: los que este anónimo etiqueta como pasadistas no son "rebeldes" sino de hecho son muy sencillos hombres de Fe y de Oración que creen y entienden que la forma litúrgica debe ser portadora de aumento de la calidad y consecuentemente de aumento de sustancia: la sustancia que todos nosotros debemos al Padre.
Los modernistas, en cambio, son en realidad los superficiales: aquellos que entran a la iglesia con las manos en el bolsillo, no se arrodillan a la consagración, charlan en la Iglesia, aplauden al difunto en los funerales, a veces recitan el nuevo padrenuestro tomándose de la mano como si se tratase de una bailante, le rezan a la Pachamama, se trepan de banco para los vulgares apretones de manos y sonrisas con palmeadas en los hombros al distrayente tanto como falso signo de paz, se acercan a la comunión cantando, toman la partitura con las manos, la mastican como goma americana, regresan de la Comunión y se sientan sin meditar nada, huyen en cohete al final de misa mirando el reloj: son fáciles para adaptarse al cambio, siguen las modas, pero precisamente por eso se pueden restaurar rápidamente. Éstos son la mayoría en los practicantes; otra mayoría mucho pero mucho mas conspicua de humanidad está fuera de las Iglesias, fuera totalmente fuera de Dios. Sr. anónimo, no existen los extremistas, se trata solo de estilos interpretativos diferentes, verá, veremos juntos, que este Papa Nuevo hará lo que debe hacer para llenar las iglesias, también por medio de la restauración de los modos de participar: mucho trabajo pendiente ...
luego a todo el resto de la pirámide: obispos y sacerdotes deberán ejecutar las órdenes dadas:
y será un triunfo en el nombre de Jesucristo. La Iglesia siempre será una, santa, católica y apostólica.
De extremo hay solo Dios, en efecto Él no es un político de compromiso:
o conmigo, o contra mí.
Estimado,
Eliminarsus observaciones sobre el comportamiento de muchos fieles en la Misa, las comparto y me desagradan también a mí. Sin embargo recordemos que la Comunión en la mano está oficialmente permitida, ponerse de rodillas al tomar la Comunión no es obligatorio, estrecharse la mano al rezar el Padre Nuestro no implica nada malo, intercambiar un signo de paz es una posibilidad prevista por el ritual. El nuevo Padre Nuestro ha sido aprobado por el Papa.
Sobre las otras observaciones que usted hace estoy de acuerdo con ellas: es verdad que no se respetan los momentos de silencio, a veces hay una alegría que llega a ser torpeza. Después de la Santa Misa sería bueno detenerse a meditar un poco.
Dicho esto, sin embargo, me parece que su oposición a las recientes novedades litúrgicas introducidas por la Iglesia lo sitúan a usted efectivamente y objetivamente en una línea que parece apegada a un pasado, que ya está acabado. El verdadero modelo de católico es, por tanto, aquel que, respetando la Tradición, asume sin embargo las sanas novedades introducidas por la reforma del Concilio Vaticano II. Al mismo tiempo, siempre con el fin de vivir un catolicismo normal y equilibrado, es bueno no solo asumir los lados positivos de los pasadistas, sino también asumir críticamente los lados buenos de los modernistas, condenando sus errores, condenando los errores de ambos, pasadistas y modernistas.
Un fiel prisionero: soy el anónimo del que vos hablás.
EliminarEn efecto, me lo has confirmado: todo me hace sospechar que sos un rebelde pasadista o indietrista filolefebvriano.
Con el Cuerpo y la Sangre del Señor no se bromea: quien lo hace de ignorante, comulgando con las manos, porque algún nuevo reglamento reciente le ha hecho creer que es posible hacerlo como regla, no como excepción motivada, o porque "así' lo hacen todos" será salvado; los demás que insisten con las manos, aun sabiendo a Quien tienen delante, la pagarán cara; y peor mil veces para los sacerdotes que enseñan estos comportamientos también antes, a los niños en la primera comunión. ¿Usted come con las manos?
ResponderEliminarUsted cree que la Eucaristía CONSISTE en el Cuerpo y la Sangre de Jesús o no? Tengo la sensación de que muchos no se dan cuenta de esto: sepa que un amigo de un conocido mío me informa' que él, aunque no creyendo, se presenta a veces en Misa a la Comunión porque "ES UNA TRADICIÓN";
Este desgraciado obviamente usa las manos, pero si estuviera de moda, usaría los pies, ¿por qué no los pies?
Pobres pastores descarriados y pobres ovejas ignorantes.
Estimado Fiel...,
Eliminarle hago presente ante todo que la regulación de la administración de los sacramentos es competencia de la autoridad eclesiástica. Si usted mira en la introducción al Misal Romano, en el n.161, verá que es facultad del fiel elegir si recibir la Eucaristía en la mano o en la boca.
Por lo tanto su polémica contra la Comunión en la mano solo tiene valor porque algunos fieles, al parecer, no se comportan en esta circunstancia con la debida devoción. Pero tenga en cuenta que este riesgo también existe para quien lo toma en la boca.
Otro discurso, y muy importante, corresponde a la pregunta que usted se hace: ¿cuántos fieles creen en la transustanciación? Sobre este punto mi preocupación es grande, porque se ha difundido la herejía de Lutero, según la cual la Hostia Consagrada no es el Cuerpo de Cristo, sino que es un pan que permanece pan y Cristo está en este pan.
Ahora bien, Cristo, en cuanto Dios creador y conservador de todas las cosas, está presente en cualquier porción de pan en todo tiempo y lugar. En este sentido Cristo está presente también en la tienda o panadería del panadero, pero no por eso tenemos allí la Eucaristía.
En cuanto al rito de la Comunión, recordemos que Jesús en la Última Cena ofreció su Cuerpo diciendo: "Tomad y comed". Ahora bien, este "tomar" significa evidentemente "tomar en la mano" y consecuentemente llevar a la boca lo que se ha tomado con la mano.
Aún así, con todo esto, se mantiene siempre respetable y comprensible el uso del sacerdote de poner en la boca al fiel la Santa Comunión. ¿Qué significado tiene ese gesto? Quiere representar el hecho de que el Pan Eucarístico no es un pan común a nuestra disposición, que nosotros utilizamos como simple alimento natural, sino que el Pan Eucarístico es Jesús mismo, que nos es dado por el sacerdote, ministro de Cristo. Por eso, en el caso de la Eucaristía la renuncia al uso de la mano (que también permanece siempre respetable y comprensible, como ya he dicho) quiere significar el hecho que esta comida divina no es tanto algo que nosotros tomamos por nuestra propia iniciativa, sino un don que nos es dado desde lo alto.
Otra consideración, que se refiere al acto de comer. Algunos creen que es necesario tragar la Hostia sin masticarla, casi como si el masticarla fuera una ofensa para el Cuerpo del Señor. Hay que recordar, en cambio, que masticamos los accidentes del pan, por lo cual ese comer que Jesús refiere a su Cuerpo, no es un comer físico, como todos bien sablemos, sino, como ha dicho san Agustín de Hipona, es un comer espiritual (sobre esto le sugiero leer mi artículo de mañana).
PS. : Lo que usted afirma sobre el CV segundo con la Comunión en la mano yo no lo he entendido, son dos artículos no comunicantes, tanto en el fondo como en el tiempo: o sea añado: quisiera que me explique por qué, según usted, mi oposición a las recientes novedades litúrgicas me pone sobre "una línea que parece unida a un pasado que: está ya acabado"? No me ha quedado claro,
ResponderEliminarPerdón sabe, pero el párroco que me preparó para mi primera comunión recuerdo como era ahora/nos enseñó y ordenó así:
1- la Particula se toma sobre la lengua ligeramente extendida.
2- la cabeza está hacia arriba.
3- la Partícula se traga en el menor tiempo posible.
4- la Partícula no se mastica en la boca!
5- la Particula accidentalmente caída al suelo debe ser recogida ÚNICAMENTE a cargo y MANOS del Sacerdote !
Estas pocas cosas las recuerdo con perfecto conocimiento y considere que en los tiempos de mi juventud se estaba comulgando en la balaustrada: pero, también éstas han sido desmanteladas y arrojadas al vertedero, cosas del pasado, acabadas, como usted dice:
De la misma manera veremos también tirar la Particula: ¿también se convertirá en cosa pasada? ¿Superada?
Si todos siguiéramos no creyendo en el Cuerpo de Cristo, tratándolo en la Hostia Consagrada como una patata frita, probablemente sí', pero hay quien no se rinde y luego ha llegado directamente de la Providencia un nuevo gran Papa que no permitirá el cierre de las Iglesias para la próxima pandemia.
Estimado Fiel...,
Eliminarlos recuerdos de su infancia son también los míos. Cuando yo hablaba de un pasado, que es pasado, no entendía referirme a cosas de las que no tenga sino un buen recuerdo. Y le diré también que la actual autoridad eclesiástica no prohíbe volver a estas prácticas, que pueden estar vinculadas también a la Misa vetus ordo.
Sin embargo, dicho esto, el buen católico que sabe que le corresponde a la Iglesia regular las prácticas litúrgicas y que no corresponde a la propia iniciativa de cada fiel, acoge con confianza, aunque a veces le cueste, las novedades en el campo de la liturgia, también porque reflexionando es posible constatar su efectiva utilidad para las que son las necesidades espirituales de nuestro tiempo.
En cuanto a la cuestión de la conservación de la Eucaristía después de la Santa Misa, usted señala un gravísimo riesgo de sacrilegio, que puede ser dado por el hecho de que ciertos sacerdotes no se preocupan de purificar suficientemente la patena. Este gesto sacrílego depende siempre de la herejía luterana, porque según Lutero, Cristo está presente solo durante el rito, cesado el cual lo que queda de las ofrendas es nada mas que pan, del que se puede hacer el uso que se quiera. En cambio, como usted sabe bien, Jesús Eucarístico se conserva en el tabernáculo, como objeto de adoración.
En cuanto al rito de la Comunión, el mismo Jesús dijo en la última cena: ACCIPITE o sea : RECIBID ! y NO "TOMAD" (como se traduce falsamente, lo que imperativamente significa "con las manos").
EliminarAdelante así que terminamos como bergoglio y los protestantes.
Estimado Fiel...,
Eliminarefectivamente el verbo griego "lambano", del texto original, puede decir ya sea "recibir" o "tomar", y efectivamente en griego "tomar" se dice también "pairno".
Sé bien que en la Vulgata tenemos "accipite", lo que significa "recibid". Sin embargo la traducción de la Conferencia Episcopal Argentina dice "tomen", porque "lambano" quiere decir también "tomar".
Yo pienso que como buenos católicos debemos aceptar la traducción de la CEA, donde está claro que el verbo "tomar" se refiere a las manos y no a la boca. Sin embargo, aquí se trata de una simple traducción, pero yo diría que la cuestión está resuelta si consideramos que en los Sinópticos Jesús primero da el pan partido a los apóstoles y luego lo consagra. Y por lo tanto no podemos decir que da la Comunión a los apóstoles. Por otra parte, si Jesús da a los apóstoles el pan, está claro que este pan los apóstoles lo habrán tenido o en la mano o en el plato. Solo en este punto, en ese momento, Jesús consagra el pan y el vino.
Me han informado de que la CEA ha emitido versiones de los textos sagrados con partes traducidas incorrectamente (a consciencia, no por error);
Eliminarhe pagado personalmente la falta de acceso a la Eucaristía cuando la CEA ordeno cerrar las iglesias mientras los supermercados pululaban de clientes en el tiempo del covid;
además me parece que la comunión en la mano debería ser una excepción y no la norma;
prefiero ser considerado un católico no bueno, pues a esta CEA yo no le creo, creo solo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y pensar que sigo contribuyendo con la CEA cumpliendo el precepto de sostener el culto católico con mis ofrendas los domingos; simplemente no lo merecerían.
Estimado Fiel...,
Eliminarciertamente, las traducciones oficiales tampoco son infalibles; sin embargo, existe una presunción de autoridad, de traducción autorizada. En efecto, es perfectamente comprensible que la autoridad eclesiástica presida las traducciones de la Escritura.
Por cuanto respecta a la Comunión o en la boca o en las manos, le aconsejo que no escuche las voces que circulan al respecto, pues ya le he recomendado ir a ver el número 161 de la Introducción al Misal Romano, donde se habla de libre elección.
Por cuanto respecta a la contribución económica a la CEA, que es consecuente a nuestras ofrendas personales cada domingo, se trata, como usted bien dice, del cumplimientode uno de los preceptos de la Iglesia, el de sostener el culto católico. Pues bien, en cuanto respecta a ello, el buen católico hace un acto de confianza.
Disculpe, padre Filemón, que me salga un poco de tema; pero usted habla de las ofrendas personales en la Misa del domingo. Aquí en Mendoza hay ofrendas en todas las Misas, también entre semana...
EliminarHace quince años que estudio el comportamiento de los órganos y mecanismos de la Iglesia moderna, comenzando por el jefe (papa) hasta el último catequista laico, declinándolos en competencias, motivaciones, aspectos técnicos, enfoque en la Fe, en la oración; mucho todavía tengo que descubrir; hasta hoy he constatado faltas gravísimas a nivel doctrinal y cognoscitivo (historia, filosofía, lenguas antiguas muertas, latín, y sobre todo letras): estas ignorancias multiplican las ignorancias: me pregunto: quien conduce a las ovejas ¿conoce su oficio?,
Eliminaro simplemente cumple el oficio ??? ¡Pero qué confianza voy a tener de ellos! Los de la CEA son de ...
Estimado Anónimo,
Eliminarusted pone el dedo en una llaga purulenta, me temo.
Ante todo, hagamos una distinción. Una cosa son las ofrendas que se llevan al altar en el inicio de la liturgia de la Eucaristía en la Santa Misa, vale decir, las ofrendas de pan, vino y agua. Y otra cosa distinta son las contribuciones de los fieles, en ese mismo momento, o antes, para el sostenimiento del culto.
El sostenimiento del culto es ciertamente un precepto de la Iglesia. Ahora bien, dado que los fieles cumplen con el mandamiento de dar culto a Dios en domingo, mi parecer es que esa contribución sólo debe hacerse en domingo. Sin embargo, nada obsta a que el fiel que así pueda hacerlo, o que por su riqueza se sienta en bienes materiales se sienta necesitado a hacerlo, contribuya con la Iglesia en otros momentos, también fuera deldomingo.
Mi experiencia en varias Iglesias locales (es decir, en varias diócesis) me permite decirle que lo que sucede en Mendoza, y desgraciadamente desde hace mucho tiempo, o sea, el hecho que usted comenta, que se solicita contribuciones a los fieles en días de feria o de semana, no es lo común. Personalmente me parece un abuso, y podría motivarlo por razones económicas, psicológicas y sociológicas, pero aquí no hay espacio para ello. Tales abusos a mi criterio resultan más escandalosos cuando está a la vista que los clérigos que solicitan tales contribuciones suelen no vivir una vida de pobres o, cuanto menos, al nivel promedio del pueblo al que deben servir.
En definitiva, creo que algún sentido deben tener para los sacerdotes aquellas palabras de Jesús al expulsar a los vendedores del Templo de Jerusalén.
Estimado Un Fiel Prisionero,
Eliminartengo la impresión de que usted habla de la situación de la Iglesia como lo haría el alcalde de una ciudad que se da cuenta de que la administración de la ciudad ha llegado a quedar en la ruina. Me gustaría preguntarle cortezmente: ¿es usted un católico?
Si es que usted se considera católico, ¿cómo se permite tener este tono de crítica objetivamente arrogante y presuntuosa? ¿No se da cuenta de que la Iglesia está dirigida por los Sucesores de los Apóstoles y por el Sucesor de Pedro? ¿No sabe que estos nuestros pastores son instrumentos, aunque falibles, del Espíritu Santo? Por supuesto, usted también puede escuchar al Espíritu Santo cuando expresa sus juicios, pero parece que usted quisiera sustituir a nuestros pastores. ¿Cree acaso que usted puede dirigir mejor a la Iglesia que el Papa?
Usted no piensa como un católico, sino como un no creyente.
Tiene razón, yo vengo del mundo de la competición: la competición no para dominar, sino para sobrevivir; una vida, por lo tanto, en la que tolero mal la ambigüedad y sobre todo no tolero los trucos y menos las mentiras en general, incluso las de los sacerdotes, de los obispos y de los papas y de las traducciones falsificadas;
Eliminarsi para ser católico, tengo que someterme a estas formas de gestionar la misión por parte de los eclesiásticos, me auto excluyo solo, pero, de la Fe en Dios, nadie me separará. Usted también me habla desde el lado ciego, no me lo imaginaba; pero hay también sacerdotes diferentes, gracias a Dios.
Ahora le agradezco de todos modos por las buenas enseñanzas y sea alabado Jesucristo, voy a rezar por el nuevo papa y también por el difunto, por todos.
Estimado Un Fiel Prisionero,
Eliminarla pertenencia a la Iglesia no es como la pertenencia a un partido político o a una asociación deportiva, por la cual si nos encontramos con irregularidades o injusticias, nos vamos y quizás nos unimos a alguna otra asociación.
Pertenecer a la Iglesia es una cosa profundamente involucrante, que toca todos los aspectos de nuestra vida, tanto aquellos espirituales como aquellos materiales, y pone en juego todas las virtudes, tanto la obediencia como la iniciativa personal, tanto la humildad como el coraje, tanto la colaboración como la sumisión, tanto la confianza como la cautela.
Nuestros Pastores son ciertamente pecadores, como todos, pero el secreto para el camino de la salvación es el saber distinguir una escala de valores y saber aceptar sus defectos para asumir los valores de vida eterna que ellos nos transmiten.
Por eso, antes de hablar de salir de la Iglesia, como se abandona una sociedad deportiva, agradezca más bien a Dios, que le ha educado en la vida católica, y sea fiel a este incomparable ideal por el cual hay que estar dispuestos a soportar las deficiencias de los superiores para recibir en abundancia esa vida, que nos conduce a la beatitud eterna.
Gracias y estoy de acuerdo en su totalidad, Usted entiende que en el método he excedido en términos, pero, en el fondo, mi acción ha sido dictada solo por amor a la Iglesia, pastores y ovejas, todos juntos, para mejorar, en la perspectiva de la Salvación, para todos y no por odio o aversión, Nunca más! No tengo ningún propósito oculto desestabilizador.
EliminarEn cuanto a la cuestión de la conservación de la Eucaristía después de la Santa Misa, le hago notar que yo no he señalado nada, simplemente porque no es mi tarea el "almacenamiento", he usado el término característico, de Particulas, y nada sabía sobre este tema y nada tenía por lo tanto para criticar. Gracias por su disponibilidad, cortesía y paciencia; ah,
ResponderEliminarrespóndeme si puede y explíqueme le pido sobre la quaestio "ACCIPITE"
de mi anterior intervención, me preocupa mucho este problema, ya que en caso de mi error me cuidaré bien de enseñar mal a terceros fieles prisioneros.
Estimado amigo,
Eliminarya le he respondido