martes, 18 de febrero de 2025

Los errores de Karl Rahner: el libre albedrío (2/3)

Karl Rahner, constituyendo al hombre como esencialmente y originariamente orientado a Dios, confunde la inclinación voluntaria y libre (lo que en la escolástica denominamos "voluntas ut libera") del hombre con la inclinación o tendencia natural y determinista de los entes inferiores ("voluntas ut natura"). [En la imagen: fragmento de "La danza de la libertad", acrílico sobre tela, obra de Gisela Gaffoglio].

La elefantiásica producción rahneriana no alcanza su propósito
   
----------Rahner, como ya hemos visto anteriormente, confunde la inclinación natural de la voluntad hacia el bien con una inexistente libre "trascendencia hacia Dios", ella aunque en realidad necesaria y sostenida infaliblemente por la gracia. Y al mismo tiempo, el desprecio con el cual él mira al libre albedrío le impide entender verdaderamente la libertad de la elección por Dios y el verdadero valor de la opción fundamental por Él como supremo bien y fin último de la existencia humana.
----------Además, el rechazo rahneriano a hacer depender la libertad de una facultad o potencia, denota su tendencia a confundir la libertad humana con la libertad divina. En efecto, mientras que en la creatura la voluntad y por tanto la libertad es una potencia activa, la cual supone una potencia pasiva de la misma voluntad, en cuanto la voluntad se mueve a sí misma, solamente en Dios no existen facultades o sea potencias pasivas, dado que, como bien sabemos, Dios es Acto puro de ser y de actuar. Estas ideas sobre el libre albedrío que aquí he recordado, no hacen sino repetir la enseñanza de santo Tomás de Aquino.
----------La existencia de una potencialidad pasiva en la voluntad humana hace, sí, que ella, cuando actúa y por tanto cuando ejercita la libertad, pase de la potencia al acto por obra de sí misma. Lo que quiere decir que esta potencialidad puede actuarse en un sentido como en otro. Aquí está el fundamento de la libertad de elección, de modo tal que Dios mismo para el hombre puede ser objeto de elección y, por consiguiente, puede ser preferido a otro bien finito o es ese bien que puede ser preferido a Dios. En efecto, la voluntad, cuando se actúa, tiende de todos modos necesariamente al bien inteligible, pero no necesariamente a Dios. Dios, por tanto, debe ser objeto de elección. Rahner olvida completamente este hecho importantísimo.
----------Algunos, al respecto, para hacer defensa de esta posición, citan a santo Tomás de Aquino, el cual dice que objeto de elección es el medio, no el fin. Ahora bien, Dios es el fin último, por tanto no es objeto de elección. Pero tengamos en cuenta que la tesis de Tomás se refiere al fin en general, no a Dios. Dios es un fin concreto, no es el fin último en general. Por eso, supuesto que la voluntad quiera de todos modos un fin último en general, radica entonces en el libre albedrío considerar como fin último ese bien concreto o ese otro.
----------La voluntad humana va ciertamente por su esencia a un bien absoluto, pero tiene al mismo tiempo la facultad de considerar como absoluto no el verdadero bien absoluto que es Dios, sino un bien creado. Aquí está la naturaleza y al mismo tiempo el riesgo del libre albedrío. Y Dios quiere ser elegido así por el hombre, quiere ser objeto de elección libre y no ha querido que el hombre, como los seres inferiores, tendiera a Él por necesidad de naturaleza. Constituyendo al hombre como esencialmente y originariamente orientado a Dios, Rahner confunde la inclinación voluntaria y libre (voluntas ut libera) del hombre con la inclinación o tendencia natural y determinista de los entes inferiores (voluntas ut natura).
----------Indudablemente también Dios posee el libre albedrío, también Dios elige (y aquí está el misterio de las elecciones divinas, como por ejemplo la elección de crear el mundo, la predestinación o el misterio de las preferencias divinas, como por ejemplo la elección de Israel, o de Roma como sede del papado); pero en Él no existe una facultad o una potencia necesitada de actuarse, sino que la elección divina es expresión de su esencia y omnipotencia, que conlleva simplemente para su voluntad -que está siempre en acto- la actuación o no de los posibles que existen en su mente, una actuación por tanto que no se refiere a la voluntad divina sino al objeto mismo creatural de tal voluntad.
----------Por consiguiente en Dios no existen singulares actos voluntarios que se sucedan en el tiempo y que puedan actuarse o no actuarse, como en cambio sucede en nosotros, incluso si antropomórficamente podemos imaginar que las cosas vayan así también en Dios, como se expresa la misma Biblia (el Dios rahneriano, el Dios que deviene, por lo cual se habla de una "historia de Dios", se presta a similares concepciones mitológicas). Por el contrario, en el hombre es precisamente su voluntad, con el libre albedrío, la que se actúa moviéndose a sí misma de la potencia al acto, tanto en un sentido o en otro, según lo que el sujeto elige. En otras palabras: el hombre no coincide con su actuar, como sucede en Dios (propiamente no se debe decir que Dios actúa, sino que es Acción; Dios es Amor), sino que el acto de su actuar puede tanto ejercerse como no ejercerse, puede orientarse a esto como a aquello. Esto es el libre albedrío.
----------Otra cosa a observar es que la brecha entre la certeza absoluta, pero atemática de la experiencia trascendental, y la insoluble incerteza y relatividad del conocimiento categorial, como la hemos visto en el saber teorético rahneriano, se repropone en el saber práctico, en la cuestión de la decisión y del juicio moral, en el conocimiento moral, en el conocimiento de la norma moral.
----------Ciertamente en Rahner el sujeto puede encontrar consuelo y refugio en la autoconsciencia trascendental que le asegura estar siempre y en cualquier caso perdonado por Dios, en movimiento hacia Dios, teniendo experiencia de Dios, en cierto modo ya beato; pero debe vérselas sin embargo siempre con un plano categorial, aunque perteneciente también él a la vida moral y a la existencia humana, donde en cambio arrecian las dudas, los remordimientos, las incertezas, las angustias, los sentidos de culpa, los problemas insolubles, el "pluralismo irresoluble", los contrastes con los otros hombres, con la Iglesia y con la sociedad.
----------El caso es que Karl Rahner quisiera hacer prevalecer el primer elemento, que considera aquello verdaderamente fundamental. Pero nos preguntamos: ¿un similar dualismo puede ser resuelto? ¿Puede dar verdaderamente la paz? Y sobre todo: ¿corresponde verdaderamente, como Rahner quisiera hacernos creer, a la espiritualidad cristiana? (más bien recuerda a la atormentada espiritualidad protestante). ¿Acaso Rahner se pone aquí en la huella de la Escritura leída en comunión con la Iglesia, de la Tradición de los Padres, de los Doctores y de los santos? Después de todo lo que hemos visto, debo dar lamentablemente una respuesta netamente negativa, aún cuando no faltan en este teólogo versátil, profundo y complejo, las observaciones agudas e ingeniosas, las intuiciones centradas y los sabios consejos.
----------Prosigamos el análisis por cuanto respecta al problema de la certeza en campo categorial: "Encontramos por doquier a Dios en forma radical [...] en forma no explícita, no temática, no objetiva, no expresa, [...]. Con esto no se excluye que estemos obligados a proceder a una tematización. Pero ésta no nos da originariamente la relación con Dios en nuestra libertad, sino que es la tematización y la objetivación de la referencia de nuestra libertad a Dios, referencia que viene dada juntamente en la esencia originaria del sujeto en cuanto tal" (Curso Fundamental sobre la fe, op. cit., p.127).
----------Se da, nos dice Rahner, una claridad doctrinal y conceptual, pero cuya persuasividad y fundamento son sólo aparentes; en realidad la verdad profunda está a un nivel preconceptual y existencial, donde juega también la emotividad y la libertad: es el nivel de la experiencia-opción fundamental-trascendental. Radica aquí nuestra verdadera objetividad, Pero lamentablemente, cuando intentamos expresar o interpretar o recordar este oscuro fondo fontal y originario de nuestro ser -donde también Dios habita- no salen más que tentativas torpes, aproximativas y, en definitiva, deformantes.
----------Nuestra verdad interior -tal es la impresión que nos da Rahner- es como un prisionero que grita desde el interior de una oscura prisión de gruesos muros y del cual prisionero desde afuera se oyen tan sólo sonidos inarticulados e incomprensibles.
----------Continuemos. "Por lo que respecta a las acciones particulares de la libertad en la vida de un hombre, el sujeto nunca tiene una seguridad absoluta en relación con el carácter subjetivo y en consecuencia con la cualidad moral de tales acciones particulares, pues éstas, como objetivadas real y cognoscitivamente, son siempre la síntesis de libertad originaria y necesidad asumida, síntesis que ya no puede disolverse adecuadamente en forma refleja" (ibid., p.125).
----------"La libertad es contenido de una experiencia subjetiva trascendental y no un dato aislado de nuestra experiencia objetiva, no podemos por nosotros mismos en una existencia individual señalar con seguridad un determinado punto de nuestra vida y decir: exactamente aquí y en ninguna otra parte se ha producido un sí o no realmente radical frente a Dios" (ibid., p.130).
----------"El hombre no está en grado de repensar objetivamente, de modo adecuado y con absoluta certeza, la decisión tomada por su libertad [...]. La libertad es genuina subjetividad, y ésta a su vez -en sí y en su consciencia- es una realidad antecedente y más originaria de cuanto lo sea el elemento positivo, subsistente, objetivo, que puede venir claramente determinado en base a un sistema preexistente de coordenadas, hecho de conceptos fundamentales" (Nuevos ensayos, vol. I, op. cit., p.320).
----------De estas palabras de Rahner se transparenta un principio de su gnoseología: la verdad es una cosa existencial, que está antes de la universalidad de la esencia captada por el concepto, está precisamente en la experiencia trascendental "subjetival" preconceptual. No está privada de verdad esta convicción: también Tomás dice que lo verdadero depende antes del ser que de la esencia.
----------Es de hecho, sin embargo, que nuestra mente, aunque debe recurrir a ese ser que es extra genus notitiae, como dice el Aquinate, capta, expresa y comunica el ser conocido solo en la esencia significada por el concepto y la definición y expresada en la palabra, la cual, a su vez, permite la comunicación humana y el recíproco comprenderse e instruirse, con la posibilidad de la verificación recíproca de la validez objetiva de cuanto nos decimos los unos a los otros.
----------De lo contrario, siempre se trabaja sobre el equívoco y sobre el malentendido y sobre la infinita rima de la interpretación. Y es éste, en mi opinión, el drama interior y secreto de la producción rahneriana, la cual, no llegando a encontrar paz en la cualidad comunicable y verificable de los significados, busca vanamente compensar con una producción elefantiásica que, por mas ilimitada y prodigiosa que sea, no alcanza a lograr su propósito, dado que de la cantidad no se consigue la calidad.
----------Y el mismo éxito internacional de Rahner, que probablemente lo ha alentado hasta el final de su vida a proseguir en este atormentado e ilusorio camino, no es según me parece un verdadero fenómeno de comunicación de verdades objetivas y universales, sólidamente fundadas sobre lo real y sobre el dato de fe, como se da en los grandes Maestros de la historia de la cultura no sólo cristiana, sino también clásica y pagana, sino que depende de la resonancia de la situación subjetiva y "existencial" de Rahner en tantos espíritus que se rencuentran en él para compartir y sufrir -acaso exaltándose románticamente- esta misma experiencia subjetiva. Estamos por tanto más en el plano de lo psicológico y de la literatura, que de la verdadera teóresis científica, filosófica y teológica, aún cuando sean muchos los rahnerianos que están convencidos de haber llegado gracias a su maestro a audaces e innovadores vértices especulativos.
----------Pero dejemos este excursus, que acaso no ha sido inútil, y continuemos con los textos rahnerianos...

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