¿Puede la Iglesia reconocer valores en religiones que no confiesan a Cristo? ¿Es legítima la libertad religiosa fuera del catolicismo? El Santo Padre responde con claridad, y su Mensaje al Encuentro Interreligioso en Bangladesh (firmado el 28 de agosto y publicado ayer, 9 de septiembre) confirma una doctrina veraz que algunos sedicentes "católicos" todavía se niegan a aceptar. Este artículo desmonta el exclusivismo religioso y muestra cómo el diálogo entre las variadas religiones es exigencia de la fe, no concesión pastoral. [En la imagen: el papa León XIV con líderes budistas el 19 de mayo, durante una audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico en una amplia reunión de budistas y otros líderes religiosos de todo el mundo, cuando también reafirmó su compromiso con la unidad cristiana y el diálogo interreligioso].
“El que no está contra vosotros, está con vosotros”, Lc 9,50
“Toda verdad, dicha por quienquiera que sea, viene del Espíritu Santo.”
San Ambrosio de Milán, De Spiritu Sancto, II, 11, 130
Alocución de gran importancia del Santo Padre
----------La reciente intervención del papa León XIV, con un Mensaje dirigido a los participantes del Encuentro Interreligioso que se celebra en Bangladesh desde el 6 al 12 de septiembre de 2025, constituye un testimonio elocuente de la continuidad viva del Magisterio de la Iglesia en materia de diálogo interreligioso. En un momento histórico marcado por la polarización ideológica y el recrudecimiento de conflictos identitarios, el Santo Padre ha querido reafirmar, con lenguaje pastoral y contenido doctrinal denso y veraz, la vocación universal de la Iglesia a ser “sacramento de unidad” (cf. Lumen Gentium, n.1), también en su relación con las religiones no cristianas. Y no podemos más que estar de acuerdo con el Romano Pontífice de que sólo "las personas de buena voluntad", como los organizadores de este Encuentro, "son capaces de fomentar con los miembros de otras tradiciones religiosas una cultura de armonía entre hermanos y hermanas".
----------Nadie que no posea recta voluntad en lo más íntimo de su corazón puede reconocer a "hermanos y hermanas" entre quienes viven otras religiones y reconocer sus valores. Como eco del magisterio católico perenne que llega por ejemplo hasta el más reciente de la encíclica Fratelli tutti, del papa Francisco, el papa León comenzó su Mensaje diciendo: "Todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos y hermanas. Como una sola familia, compartimos la oportunidad y la responsabilidad de seguir cultivando una cultura de armonía y paz". Por el contrario, afirma de inmediato el Papa, "los estereotipos se vuelven rígidos y los extremistas explotan los miedos para sembrar división". No es necesario individuar nombres.
----------El mensaje papal se inscribe explícitamente e indudablemente en la línea doctrinal del Concilio Vaticano II (y no podía ser de otro modo), al recordar que “nuestra comunidad humana es verdaderamente una — en origen y en destino bajo Dios”, citando directamente la declaración Nostra Aetate, en su n.1. Vale recordar que esta afirmación, como otras veces lo he dicho, no es meramente sociológica ni diplomática, sino que se funda en la antropología teológica que reconoce en todo ser humano la imagen de Dios y la vocación a la comunión. Vale decir, se trata de doctrina dogmática del Concilio.
----------Más aún, el papa León ofrece una clave hermenéutica para comprender el diálogo interreligioso como expresión de una “cultura de armonía”, entendida en doble sentido: como patrimonio espiritual de los pueblos, y como “ambiente nutritivo que sostiene el crecimiento”. En palabras del Pontífice: “Así como un ecosistema sano permite que diversas plantas florezcan una al lado de la otra, también una cultura social sana permite que diversas comunidades prosperen en armonía. Tal cultura debe ser cuidadosamente cultivada. Requiere la luz del sol de la verdad, el agua de la caridad y el suelo de la libertad y la justicia.”
----------Esta imagen del jardín espiritual, que será retomada por el Papa más adelante en su discurso, no es una mera metáfora decorativa, sino una expresión magisterial en el ámbito del dogma, que brota del principio de catolicidad: la Iglesia, en cuanto universal, no teme la diversidad, sino que la acoge, la purifica y la eleva. El diálogo interreligioso, en esta perspectiva, no es concesión ni estrategia, sino misión.
----------A este respecto, resulta necesario advertir contra ciertas lecturas reductivas que, bajo apariencia de fidelidad doctrinal, niegan el carácter religioso de las religiones no cristianas, calificándolas como meras “falsas religiones” o como sistemas sin valor salvífico alguno. Tales posturas, además de contradecir explícitamente el Magisterio conciliar y postconciliar, desconocen el principio de libertad religiosa como derecho natural fundado en la dignidad de la persona humana. Como ha afirmado el Papa en su mensaje al encuentro de Bangladesh: “Nuestra comunidad humana es verdaderamente una — en origen y en destino bajo Dios.” Esta afirmación, lejos de ser meramente sociológica, expresa una antropología teológica que reconoce la fraternidad universal como fundamento de la libertad religiosa y del diálogo interreligioso..
----------El presente artículo, además de invitar al lector a una lectura del Mensaje del Papa, busca mostrar cómo esta enseñanza pontificia no sólo confirma la doctrina conciliar sobre las religiones no cristianas, sino que la actualiza y la desarrolla en fidelidad a la Tradición. Para ello, retomaremos las enseñanzas del Vaticano II, las raíces tomistas de la noción de religio naturalis, y el discernimiento crítico sobre los límites y errores de las religiones no cristianas, tal como han sido expuestos en artículos anteriores de este blog.
El Concilio Vaticano II y la explicitación doctrinal acerca de las religiones no cristianas
----------Una de las novedades más significativas del Concilio Vaticano II —y, por cierto, también una de las más incomprendidas por ciertos sectores sedicentes “tradicionalistas”, pero en realidad pasadistas— es su enseñanza explícita sobre las religiones no cristianas. Esta enseñanza, lejos de constituir una concesión diplomática o una adaptación sociológica, pertenece al ámbito doctrinal de la fe, en cuanto trata de materias conexas fidei, y por tanto reviste carácter infalible en grado definitivo (cf. Ad tuendam fidem, 1998).
----------El Concilio, en efecto, no se limita a reconocer la existencia de religiones no cristianas como hechos culturales, sino que afirma la presencia en ellas de “valores verdaderos y santos” (Nostra Aetate, n.2), que reflejan “un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres”. Esta afirmación, que algunos han pretendido relativizar o incluso negar, no puede ser falsa, y constituye una enseñanza magisterial que debe ser acogida con fe eclesiástica, como expresión fiel de la verdad evangélica.
----------Ahora bien, la clave teológica que nos permite comprender este desarrollo o explicitación doctrinal se encuentra en la noción de religio naturalis, tal como la desarrolla la tradición tomista (cf. Summa Theologiae, II-II, qq. 81–100), fundada a su vez en la doctrina paulina de la ley natural y de la conciencia (cf. Rom 2,14–16). La religión natural, en cuanto respuesta racional del hombre al conocimiento de Dios, puede contener elementos verdaderos que disponen a la gracia y, en ciertos casos, permiten una pertenencia implícita a la Iglesia, como enseñaban ya en los siglos XIX y XX, Pío IX (Quanto conficiamur moerore) y Pío XII (Mystici Corporis Christi), la respuesta sincera del hombre a la ley natural y al conocimiento de Dios puede disponer a la gracia, y en ciertos casos, permitir una pertenencia implícita a la Iglesia, aun sin una incorporación visible.
----------Desde esta perspectiva, el Concilio no introduce una ruptura, sino una ampliación doctrinal fundada en la continuidad. Como se ha dicho en artículos anteriores de este blog, cuando esto doctrinalmente nuevo aparece en las doctrinas de un Concilio ecuménico de la Iglesia, el fiel católico está cierto y seguro que ello no está en ruptura con lo antiguo, aún cuando la continuidad no aparezca inmediatamente evidente (véase al respecto este artículo en mi serie de notas sobre la interpretación auténtica del Concilio Vaticano II).
----------Es precisamente esta continuidad doctrinal la que el Papa León XIV ha querido reafirmar en su Mensaje al Encuentro Interreligioso de Bangladesh, al recordar que “nuestra comunidad humana es verdaderamente una — en origen y en destino bajo Dios”, y que “las diferencias de credo o de origen no deben dividirnos”. Estas palabras, lejos de promover un relativismo doctrinal, se fundan en la catolicidad de la Iglesia, que reconoce en toda búsqueda sincera de Dios una apertura a la gracia.
----------Por este motivo, como he dicho, resulta absolutamente necesario corregir aquellas posturas que, bajo apariencia de fidelidad, niegan el carácter religioso de las religiones no cristianas, que hasta llegan a calificarlas de “falsas religiones” sin valor alguno. Tal negación, además de contradecir el Magisterio de la Iglesia, desconoce la doctrina sobre la libertad religiosa como derecho natural, que no se restringe a la Iglesia católica, sino que se funda en la dignidad de toda persona humana. Como ha recordado el papa León, “la paz siempre busca la caridad, que siempre busca estar cerca, sobre todo, de los que sufren”, y esta cercanía nunca puede excluir a quienes, desde otras religiones, buscan sinceramente a Dios.
El reconocimiento de valores en las religiones no cristianas
----------El Concilio Vaticano II, en su desarrollo doctrinal sin ruptura, ha reconocido explícitamente la presencia de valores religiosos en las religiones no cristianas. Este reconocimiento, lejos de ser una concesión diplomática, se funda en la doctrina de la religio naturalis y en la convicción de que “todo lo que hay de santo y verdadero” en dichas religiones “refleja un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres” (Nostra Aetate, n.2). Esta afirmación, como se ha argumentado en artículos anteriores, compromete la infalibilidad del Magisterio en grado definitivo, en cuanto materia conexa fidei.
----------El Concilio, como es sabido, nombra expresamente cuatro tradiciones religiosas: judaísmo, islamismo, hinduismo y budismo -aunque no son las únicas-, y en cada una de ellas reconoce elementos de verdad, aunque también señala —con lenguaje pastoral— sus discrepancias doctrinales. Esta distinción entre valores y errores es esencial para evitar tanto el indiferentismo como el exclusivismo reductivo.
----------El papa León, en su Mensaje al Encuentro Interreligioso de Bangladesh, confirma esta doctrina del Concilio de nuestro tiempo, y además la actualiza con lenguaje pastoral, pero a la vez doctrinal y teológicamente preciso. Al afirmar que “las diferencias de credo o de origen no deben dividirnos”, y que “en el acto de encontrarnos unos a otros en amistad y diálogo, nos mantenemos unidos contra las fuerzas de división, odio y violencia”, el Pontífice no está promoviendo una visión relativista, sino una teología de la catolicidad que reconoce la acción de Dios más allá de las fronteras visibles de la Iglesia.
----------Más aún, el Santo Padre ofrece una clave hermenéutica para comprender el valor de las religiones no cristianas en términos de cultura espiritual. Afirma que “cultura puede significar el rico patrimonio de artes, ideas e instituciones sociales que caracterizan a cada pueblo. Al mismo tiempo, cultura puede entenderse como un ambiente nutritivo que sostiene el crecimiento.” Y añade, con fuerza simbólica: “así como un ecosistema sano permite que diversas plantas florezcan una al lado de la otra, también una cultura social sana permite que diversas comunidades prosperen en armonía.”
----------Estas palabras, que algunos podrían malinterpretar como concesiones al pluralismo relativista, deben leerse en continuidad con la doctrina conciliar sobre la praeparatio evangelica y los semina Verbi, presentes en las religiones no cristianas. El Papa no está afirmando que todas las religiones sean igualmente verdaderas, sino que en cada una puede haber elementos que disponen a la gracia, como enseñaba san Justino Mártir y como reafirmó la declaración Dominus Iesus, del año 2000. Por ende, no hay duda que para el Papa está claro (y no podía no estarlo) que la plenitud de la Verdad reside en la Iglesia católica.
----------En este punto, como ya lo he dicho -pero lo repito una y otra vez en pos de que entienda quien no quiere entender-, conviene corregir aquellas posturas que niegan el carácter religioso de las religiones no cristianas, reduciéndolas a sistemas falsos o demoníacos. Tal negación, además de contradecir el Magisterio, desconoce la acción del Espíritu Santo en la historia y la doctrina sobre la libertad religiosa como derecho natural. Como ha recordado el papa León: “Donde otros han sembrado desconfianza, nosotros elegimos la confianza; donde otros podrían fomentar el miedo, nosotros nos esforzamos por el entendimiento; donde otros ven diferencias como barreras, nosotros las reconocemos como vías de enriquecimiento mutuo.”
----------Esta afirmación constituye una refutación implícita de toda teología del exclusivismo religioso que niega la posibilidad de verdad fuera de los límites visibles de la Iglesia. El diálogo interreligioso, en esta perspectiva, no es una concesión, sino una expresión de la misión universal de la Iglesia, que busca “estar cerca, sobre todo, de los que están sufriendo” como dice el Santo Padre.
El mensaje de León XIV: confirmación y desarrollo
----------El mensaje del Santo Padre al Encuentro Interreligioso en Bangladesh no sólo confirma la doctrina conciliar sobre las religiones no cristianas, sino que la desarrolla en clave pastoral, ofreciendo una teología del diálogo profundamente enraizada en la Tradición. Su lenguaje, aunque sencillo, está cargado de densidad teológica y de implicaciones doctrinales que merecen ser destacadas.
----------Una de las imágenes centrales del mensaje es, como hemos dicho, la del jardín espiritual, que sirve como analogía para comprender la cultura de armonía que el diálogo interreligioso busca cultivar. Dice el Papa: “así como un ecosistema sano permite que diversas plantas florezcan una al lado de la otra, también una cultura social sana permite que diversas comunidades prosperen en armonía. Tal cultura debe ser cuidadosamente cultivada. Requiere la luz del sol de la verdad, el agua de la caridad y el suelo de la libertad y la justicia.”
----------Esta metáfora, lejos de ser decorativa, expresa una visión teológica de la catolicidad: la Iglesia no teme la diversidad, sino que la acoge, la purifica y la eleva. El diálogo interreligioso, en esta perspectiva, no es una concesión ni una estrategia, sino una expresión de la misión universal de la Iglesia. La armonía entre religiones no se logra por diluir la verdad, sino por irradiarla con caridad.
----------El papa León nos advierte también sobre los peligros que surgen al descuidar esta cultura de armonía: “Sabemos por momentos dolorosos de la historia que cuando se descuida la cultura de la armonía, las malas hierbas pueden ahogar la paz. Las sospechas echan raíces; los estereotipos se endurecen; los extremistas explotan los temores para sembrar división.”
----------Estas palabras constituyen una crítica implícita a las posturas (pasadistas) que, bajo apariencia de ortodoxia, fomentan el exclusivismo doctrinal, el desprecio por las religiones no cristianas y la negación de la libertad religiosa como derecho universal. Tales posturas, al "endurecer estereotipos y explotar temores", no sólo contradicen gravemente el Magisterio, sino que obstaculizan la misión evangelizadora de la Iglesia.
----------León XIV propone una alternativa clara: el diálogo vivido como jardinería espiritual. Afirma: “Juntos, como compañeros en el diálogo interreligioso, somos como jardineros que cuidan este campo de fraternidad, ayudando a mantener fértil el diálogo y a despejar las malas hierbas del prejuicio.” Esta imagen pastoral, profundamente bíblica, remite a la vocación misionera de la Iglesia: sembrar la verdad con caridad, cultivar la comunión sin renunciar a la identidad. El diálogo no es relativismo, sino expresión de la catolicidad.
----------Más aún, el Papa ofrece un criterio concreto para discernir la autenticidad del diálogo interreligioso: el servicio a los más vulnerables. Cita la Carta de Santiago: “La religión pura e incontaminada ante Dios […] es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción” (St 1,27), y concluye: “Desde esta perspectiva, podemos decir que una medida genuina de la amistad interreligiosa es nuestra disposición a estar juntos al servicio de los más vulnerables de la sociedad.” Esta afirmación constituye una actualización pastoral de la doctrina conciliar sobre la praeparatio evangelica y los semina Verbi: allí donde hay caridad verdadera, hay apertura a la gracia. Y allí donde hay colaboración en el bien común, hay signos de la acción del Espíritu.
----------Por ello, resulta necesario corregir aquellas posturas que niegan el valor salvífico de toda religión no cristiana, o que restringen la libertad religiosa exclusivamente a la Iglesia católica. Como ha recordado el Papa: “Cuando nuestro diálogo se vive en acciones, resuena un mensaje poderoso: que la paz, no el conflicto, es nuestro sueño más preciado, y que construir esta paz es una tarea que emprendemos juntos.”
Hacia una teología del diálogo en fidelidad a la Tradición
----------En definitiva, el mensaje del papa León XIV al Encuentro Interreligioso reunido en Bangladesh no constituye una novedad doctrinal, sino una actualización pastoral de enseñanzas que pertenecen al depósito de la fe. Su lenguaje, aunque accesible, está impregnado de una teología de la catolicidad que reconoce en el diálogo interreligioso no una concesión, sino una exigencia misionera. Como él lo ha afirmado: “Cuando nuestro diálogo se vive en acciones, resuena un mensaje poderoso: que la paz, no el conflicto, es nuestro sueño más preciado, y que construir esta paz es una tarea que emprendemos juntos.” Esta afirmación, junto con otras del mensaje, confirma que el reconocimiento de valores en las religiones no cristianas, así como la afirmación de la libertad religiosa como derecho universal, no son meras opciones pastorales, sino doctrina definitiva del Magisterio. Negar esta doctrina —ya sea calificando todas las religiones no cristianas como “falsas religiones” sin valor alguno, o restringiendo la libertad religiosa exclusivamente a la Iglesia católica— equivale a contradecir enseñanzas infalibles y, por tanto, cae bajo sospecha de herejía.
----------La carta Ad tuendam fidem del papa san Juan Pablo II, del año 1998, ha precisado que las doctrinas definitivas, aunque no definidas solemnemente como dogmas, deben ser creídas con fe eclesiástica, lo cual quiere decir que son dogmáticas en amplio sentido. Su rechazo voluntario y pertinaz constituye una desviación doctrinal grave. En este sentido, toda postura que niegue el carácter religioso de las religiones no cristianas, o que afirme que la Iglesia no puede reconocer en ellas elementos de verdad y santidad, se sitúa fuera de la comunión doctrinal con la Iglesia y cae claramente bajo sospecha de herejía.
----------El papa León ha reafirmado esta doctrina no sólo en este mensaje al Encuentro Interreligioso en Bangladesh, sino también en otras intervenciones recientes. En el Jubileo de los Gobernantes (el 21 de junio de 2025), afirmó con claridad: “La política sana […] asegura el respeto de la conciencia y la libertad religiosa como pilares de toda sociedad verdaderamente humana.” Esta afirmación confirma que la libertad religiosa no es un privilegio confesional, sino un derecho natural fundado en la dignidad humana. Negarlo, como hacen ciertas corrientes que se reclaman “tradicionales”, no sólo contradice el Magisterio, sino que desfigura la doctrina católica sobre la ley natural, la conciencia y la misión universal de la Iglesia.
----------Por ello, concluyo el presente artículo con una exhortación clara: el diálogo interreligioso, fundado en la verdad, vivido en la caridad y sostenido por la libertad, no es una opción entre otras, sino una exigencia de la fe católica. Negarlo, relativizarlo o caricaturizarlo no sólo empobrece la misión de la Iglesia, sino que contradice el Magisterio infalible y pone en riesgo la comunión doctrinal. Como ha dicho el Santo Padre, en una frase que resume toda esta visión: “Cooperar en toda obra buena es el antídoto más eficaz contra las fuerzas que nos arrastrarían hacia la hostilidad y la agresión.”
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 9 de septiembre de 2025
Gracias, querido padre Filemón, por esta hermosa reflexión,... ¡y tan actual!... Las barbaridades que hoy se dicen... de que las demás religiones no son religiones... que la única en tener derecho a la libertad religiosa es la Iglesia católica... Y esta gente sigue hablando no sólo porque el aire es gratis, como dice usted..., sino porque el Papa y los Obispos son demasiado misericordiosos como para no hacerlos callar!... No se dan cuenta que caer en la herejia está a la vuelta de la esquina...
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarle agradezco su comentario, que nace de una fe viva y de una justa preocupación por las confusiones doctrinales que hoy circulan con tanta ligereza. Tiene razón en señalar que ciertas afirmaciones —como negar que las religiones no cristianas sean verdaderas religiones, o sostener que sólo la Iglesia tiene derecho a la libertad religiosa— no sólo contradicen el Magisterio, sino que se acercan peligrosamente a posturas heréticas.
Sin embargo, conviene que mantengamos la firmeza doctrinal unida a la caridad intelectual. El papa León, como sus predecesores desde san Paulo VI, ha ejercido una paciencia pastoral admirable frente a quienes aún no comprenden el alcance de la enseñanza conciliar. No se trata de “hacer callar” por fuerza, sino de formar, corregir y acompañar, incluso cuando algunos se obstinan en errores graves, como los que he señalado, y yo también he hecho referencia a ellos en expresiones muy actuales de sacerdotes que deberían ser llamados por sus Obispos a la obediencia al Magisterio.
La Iglesia enseña —claramente desde Dignitatis humanae hasta el mensaje reciente al Encuentro Interreligioso de Bangladesh— que la libertad religiosa es un derecho natural fundado en la dignidad de la persona humana, y que las religiones no cristianas, aunque no posean la plenitud de la verdad revelada, pueden contener elementos verdaderos y preparar el alma para la gracia. Negar esto no es fidelidad, sino reduccionismo doctrinal (para usar un eufemismo y no usar el término canónico de herejía, que quiere decir precisamente cortar o reducir el depósito de la divina Revelación).
Gracias por su fidelidad, Rosa Luisa. Que su ardor se mantenga siempre unido a la sabiduría que viene del Espíritu, para que podamos seguir edificando juntos una Iglesia que sea firme en la verdad y generosa en la misericordia.
Quiero agradecer al padre Filemón por esta entrada clara, valiente y necesaria. En tiempos donde abundan las confusiones disfrazadas de fidelidad, hacía falta una voz que, sin concesiones ni estridencias, recordara lo esencial: que la comunión con el Magisterio no se negocia, y que el diálogo, cuando está fundado en la verdad, no debilita la fe sino que la purifica.
ResponderEliminarEsta reflexión no sólo orienta a quienes buscan comprender la teología tomista en diálogo con el mundo contemporáneo, sino que devuelve al lector culto la confianza en que es posible pensar con profundidad sin traicionar la Tradición. Gracias, padre Filemón, por hablar claro cuando tantos prefieren callar o vomitar sus ideologías.
Sergio Villaflores (Valencia, España)
Estimado Sergio,
Eliminarle agradezco sus buenas palabras, que no sólo honran el trabajo realizado en esta entrada, sino que expresan con lucidez el espíritu que deseamos custodiar en este blog: fidelidad sin rigidez, profundidad sin elitismo, comunión sin concesiones.
Usted ha señalado con precisión lo que hoy se vuelve urgente: recordar que la comunión con el Magisterio no es negociable, y que el diálogo —cuando está fundado en la verdad revelada y en la razón iluminada por la fe— no debilita la identidad católica, sino que la purifica y la fortalece. En tiempos donde muchos confunden la fidelidad con el repliegue ideológico, y la tradición con la repetición estéril, es necesario pensar con hondura y hablar con claridad.
Gracias por su constante presencia desde Valencia, por su agudeza doctrinal y por su compromiso con la formación de lectores cultos y fieles. Que el Señor nos conceda seguir colaborando en esta tarea común, al servicio de la verdad y de la Iglesia.
Todos los dioses de los paganos son demonios dice el Señor
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarla frase que usted cita —“Todos los dioses de los paganos son demonios dice el Señor”— tiene un origen bíblico indirecto, concretamente en el Salmo 96,5, donde se afirma que “todos los dioses de las naciones son ídolos”. En algunas traducciones antiguas, como la Septuaginta, se usa el término "daimónia", lo que ha llevado a interpretaciones patrísticas que identifican ciertos cultos idolátricos con influencias demoníacas.
Sin embargo, conviene no absolutizar esa expresión fuera de su contexto. La Iglesia, desde san Pablo hasta el papa León XIV, siempre ha enseñado que si bien la idolatría es un pecado grave, no todas las religiones no cristianas deben ser vistas como demoníacas. Muchas contienen elementos de verdad y bien, y pueden ser caminos de preparación para la gracia, como ya lo enseñaron claramente Pío IX y Pío XII, y con mucha mayor explicitación el Concilio Vaticano II con san Paulo VI.
El papa León, en su mensaje reciente al Encuentro Interreligioso de Bangladesh, nos invita a cultivar el diálogo interreligioso como expresión de fraternidad y búsqueda común de la vrdad. Por eso, más que repetir fórmulas polémicas, conviene leer los textos sagradoes con la luz del Magisterio vivo, que nos enseña a discernir con caridad y fidelidad.
Quedo a su disposición para seguir dialogando con respeto y profundidad.
Todos los dioses son demonios
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarsu frase —“Todos los dioses son demonios”— tiene una raíz bíblica en el Salmo 96,5, según la traducción griega (daimónia), y fue usada por algunos Padres en contextos de polémica contra el paganismo. Sin embargo, repetirla sin explicación ni contexto no ayuda a la comprensión ni al diálogo.
La Iglesia, especialmente desde el Concilio Vaticano II, ha enseñado que las religiones no cristianas pueden contener elementos verdaderos y preparar el alma para la gracia. El papa León ha reafirmado esta enseñanza y ha rechazado el fundamentalismo, que consiste en tomar la Escritura al pie de la letra sin discernimiento teológico ni comunión con el Magisterio.
Le invito, si desea continuar el diálogo, a ofrecer argumentos, fuentes y razones. En este blog buscamos pensar con profundidad, no repetir como eco. La verdad no se impone por fórmulas, sino que se propone con caridad y se defiende con inteligencia.
Está en la Biblia, padre, no lo niegue: todos los dioses son demonios.
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminaral repetir, como eco, o como una máquina sonora, “Todos los dioses son demonios” sin contexto ni argumento, corre usted el riesgo de caer en una forma de fundamentalismo que precisamente el papa León XIV ha rechazado explícitamente. En su discurso del 6 de septiembre de 2025, afirmó que una pietas y una praxis marianas auténticas “nos liberan del fatalismo, la superficialidad y el fundamentalismo”, y que “toman en serio todas las realidades humanas”, especialmente las de los últimos y los descartados. Por ende, el Santo Padre condena el fundamentalismo al que usted parece estar aferrado.
El Magisterio no niega que haya idolatrías que puedan estar influenciadas por el mal, pero también enseña —desde Pío IX hasta el Papa actual— que las religiones no cristianas pueden contener elementos verdaderos, y que sus fieles, si buscan sinceramente a Dios, no deben ser tratados con desprecio ni reducidos a caricaturas demoníacas.
Le invito, si desea continuar el diálogo, a hacerlo con argumentos, fuentes y respeto por el Magisterio vivo. En este blog buscamos pensar con profundidad, no repetir sin discernir.
Todos los dioses son demonios, dice el Señor
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarsu insistencia en repetir “Todos los dioses son demonios” me recuerda al loro de "El amor en los tiempos del cólera", de Gabriel García Márquez, aquel loro que recitaba frases en francés con admirable dicción, pero sin entender una sola palabra. También evoca aquella escena de "Don Quijote", donde Sancho Panza, al no comprender los razonamientos de su amo, se limitaba a repetir refranes como si fueran dogmas.
Repetir sin contexto no es fidelidad bíblica, sino una forma de fundamentalismo que el Papa León XIV ha rechazado explícitamente. En su discurso del 6 de septiembre pasado, afirmó que el cristiano que vive su fe de manera auténtica está libre “del fatalismo, la superficialidad y el fundamentalismo”, y que “toma en serio todas las realidades humanas”, incluso las de quienes buscan sinceramente a Dios fuera de la Iglesia.
En este blog, por modesto que sea, no graznamos fórmulas ni recitamos versículos como si fueran conjuros. Aquí pensamos, discernimos y obedecemos con inteligencia. Si desea continuar el diálogo, le invito a dejar el plumaje y tomar el Catecismo. De lo contrario, este foro no es una jaula para ecos, sino una casa para quienes buscan la verdad con humildad y razón.