En el caso único de María el concepto de muerte debe adaptarse a su caso. Su muerte, de hecho, no tiene todas las características de la muerte. De aquí la incertidumbre y los contrastes entre mariólogos sobre si María ha muerto o no ha muerto. Que el curso de la vida terrena de María haya tenido un término, esto, en cualquier caso, hace pensar en la muerte. Pero permanece misteriosa la causa de la interrupción del curso de su vida. No puede haber sido un término causado por la corrupción de la naturaleza, sino causado directamente por el mismo Dios. [En la imagen: fragmento de "Asunción de la Virgen", óleo sobre lienzo, s/d, obra de Giovanni-Battista Tiepolo, conservado y expuesto en el Musee des Beaux-Arts Andre Malraux, Le Havre, Francia].
Gratitud a la mujer, gratitud a María
El misterio de la asunción de María al cielo
----------En torno a la vicisitud histórica de María hay un conjunto de creencias, narraciones, hechos y cosas misteriosas que bien se adecúan a la Madre del Señor, la criatura humana que más que ninguna otra está en comunión con el misterio de Cristo y envuelta por el misterio de Dios. Es extraño, por ejemplo, que ninguno de los Evangelistas se haya preocupado por decirnos cuál ha sido el fin de la vida terrena de María.
----------Por el contrario, es bien sabido que aparece prontísimo en los primeros siglos cristianos, a nivel popular, la voz de que María habría sido asunta al cielo, una cosa milagrosa y extraordinariamente grandiosa, privilegio único de la Virgen María, y sin embargo conveniente para la Madre de Dios, una narración popular nacida de la devoción a María, un misterio de salvación que sin embargo pronto encontró crédito entre los fieles. Pero el concepto mismo de asunción al cielo es misterioso y de difícil comprensión. Veremos en este artículo cuáles son las dificultades que presenta, pero también la maravilla de su significado.
----------La asunción al cielo de Nuestra Señora, la Virgen María, aunque no poseamos oficialmente los nombres de los testigos de tal hecho, comenzó a ser anunciada y narrada prontísimo en las comunidades cristianas, como un hecho realmente ocurrido y al mismo tiempo como verdad de fe, convirtiéndose en una certeza común, difundida, gozosa y consoladora, que con los siglos se ha venido reforzando cada vez más, hasta recibir el consenso y el apoyo de los Padres, de los Doctores, de los Santos y de los Papas.
----------Con el cisma de 1054 la doctrina de la Asunción permaneció entre los cismáticos de fe eclesial. En cambio, esta fe se convirtió en verdadera y propia fe divina y católica entre nosotros, los católicos, gracias a su famosa proclamación como dogma de fe hecha por Pío XII en 1950.
----------Abro aquí un brevísimo paréntesis. La certeza y la consideración de esta verdad de la Asunción de Nuestra Señora al cielo, es muy inferior entre los ortodoxos orientales respecto a la que tenemos nosotros los católicos. Esto ha perjudicado a su espiritualidad, que se ha estancado en un cierto misoginismo que nosotros los católicos hemos superado. Basta pensar en el Monte Athos, que prohíbe el acceso a las mujeres. Una realidad de este tipo para nosotros los católicos sería inconcebible. Tengamos en cuenta que mantener a las mujeres alejadas conlleva la pérdida de contacto con familias y niños. ¡Qué diferencia con la tradición monástica latina, que en los siglos ha dado origen a una infinidad de núcleos urbanos!
----------Es verdad, sin embargo, que ya desde entonces comenzó el uso de ese razonamiento en mariología, por el cual, partiendo de verdades reveladas sobre María, se decía: si María ha sido así, ciertamente tiene que haber sido también así, aunque no se tuvieran en mano las pruebas documentadas de que las cosas habían sucedido efectivamente así. Esta manera de razonar, si se usa con moderación, amplía ciertamente nuestro conocimiento del misterio de María y hace crecer en nosotros nuestra devoción por ella.
----------¿Acaso también la asunción es una conclusión de este tipo? Ciertamente en los siglos siguientes este razonamiento fue hecho, pero sobre la base de la convicción precedente de que, en todo caso, María era asumida al cielo. Por ello, estamos obligados a concluir que aquella convicción está fundada en un dato de hecho, un hecho referido o por personas que asistieron al mismo hecho o que fueron bien informadas del hecho por quienes habían asistido al hecho (María Valtorta nos ha dejado la visión que tuvo del tránsito de la Virgen, una descripción que refleja la finura de su alma, aunque se trate de simple revelación privada).
----------Sabemos por la narración del Evangelio que la Santísima Virgen María fue hospedada por san Juan Apóstol en su casa, probablemente en Éfeso (como se sabe, la casa de la Virgen en Éfeso fue encontrada por indicaciones recibidas milagrosamente por Caterina Emmerick). Por tanto, cabe pensar que Juan asistiera al tránsito de la Virgen. Sin embargo, él no nos dice nada en sus escritos.
----------Es ridículo pensar que un buen día María desapareciera repentinamente sin dejar rastro de sí, de modo que el hecho o doctrina de la asunción sería solo una deducción hecha por los fieles para dar una explicación adecuada acerca de cuál podía ser el fin terrenal digno de la Madre de Dios.
----------No obstante, desafortunadamente —y esto es realmente extraño, pero es así— no sabemos quién haya sido ni cómo haya dado primero noticia y haya difundido el conocimiento del hecho de la asunción al cielo, cuya fama pronto se consolidó en las comunidades cristianas, y se difundió hasta tal punto que se convirtió en una convicción sólidamente asentada, de fe. Solamente contamos con el testimonio de Dionisio el Areopagita, discípulo de san Pablo Apóstol, que relata haber estado presente en el tránsito de la Virgen.
----------Yo considero atendible y fiable este testimonio, como ha hecho todo el Medioevo, aunque hoy la mayoría de los estudiosos sostenga que el Corpus dionysianum sería en realidad obra de un monje siríaco del siglo VI. En cualquier caso, es un hecho que ni la revelación neotestamentaria ni los primeros cristianos hasta el siglo IV hablan de la asunción de María al cielo. La cosa es ciertamente extraña. ¿Un hecho de tal magnitud no debería haber entrado en la predicación de los apóstoles? Y, sin embargo, de él no hay ninguna huella ni en los Hechos de los Apóstoles ni en la predicación oficial de la Iglesia primitiva. Y, sin embargo, esta fe tan tenaz desafió siglos y milenios hasta ser consagrada como dogma de fe por Pío XII en 1950.
----------¿Qué importancia o interés tiene la asunción de María para nuestra salvación? Constituye un motivo de júbilo, de estímulo, de consuelo y de esperanza para nuestra salvación y resurrección gloriosa. El saber que María ha sido salvada y glorificada de manera tan maravillosa, y al mismo tiempo saberla nuestra abogada e intermediaria, bajo Cristo ante el Padre en el Espíritu Santo, para nuestra salvación, es motivo que robustece nuestra fe y nuestra gratitud a Dios, nuestra voluntad de hacernos santos y de responder plenamente a la voluntad de Dios, de estar totalmente a su servicio para su gloria y la salvación de los hermanos.
----------El dogma de la Asunta presenta una particular dificultad, que consiste en la obligación que nos viene hecha de imaginar y representar ese cuerpo femenino, del cual la castidad nos ordena, en determinadas circunstancias, desviar la mirada. Pero el dogma, en cambio, nos concede la gracia de contemplarlo con pureza de corazón. Por otra parte, este dogma es motivo de orgullo para la mujer, que no debe avergonzarse de su cuerpo; ocultarlo sí, pero solo para impedir la concupiscencia masculina. En cambio, a la luz del edén y en la gracia de Cristo puede mostrarlo como signo y expresión de su espiritualidad.
----------El misterio de la Asunta es rico de enseñanzas que nos ayudan a obrar la conciliación entre elementos, principios, inclinaciones y factores que en la vida presente se encuentran en conflicto entre sí, provocándonos vergüenza, sentimientos de culpa remordimientos, irritación, disgusto y sufrimiento (hasta hacer estallar en un grito a san Pablo Apóstol: "¿quién me librará de este cuerpo destinado a la muerte?", Rm 7,24), estimulándonos a la impiedad y a la blasfemia y sin saber cómo conciliar.
----------En efecto, María Santísima, con el perfectísimo equilibrio de su persona, con la perfecta conciliación en ella se da de la carne y del espíritu, del sentido y del intelecto, del instinto y de la voluntad, de la desnudez y del atuendo, de la fruición y de la renuncia, de la relación del varón con la mujer, nos muestra con la maravilla de su asunción al cielo cuál es la conciliación entre el estado edénico, el actual estado de naturaleza caída y redimida, y el futuro estado de naturaleza resucitada y gloriosa.
----------En la vida presente, por cierto, no sabemos cómo conciliar el espíritu con la carne, el placer físico con el placer espiritual, la desnudez con el atruendo, el varón con la mujer. La meditación y la imitación del misterio de la Asunta nos iluminan sobre el significado de estos valores, y nos muestran cómo armonizarlos, cómo ponerlos de acuerdo, en esa síntesis que corresponde a la voluntad divina originaria, redentora y escatológica para la unidad interior y exterior de nuestra personalidad hecha de espíritu y de cuerpo, para la concordia de la sociedad hecha de varones y de mujeres y para nuestra comunión con Dios creador, redentor, salvador y glorificador de nuestra alma y de nuestro cuerpo.
----------Además, el dogma de la asunción desmiente la antigua convicción pagana —presente también en el hagiógrafo de la Biblia— según la cual el cuerpo femenino es un cuerpo masculino defectuoso, de modo que, puesto que en la resurrección gloriosa no habrá defectos, la mujer debe convertirse en varón. Por el contrario, el dogma muestra claramente que el cuerpo femenino posee perfecciones, por ejemplo las mamas, que el varón no tiene. Nuestra Señora en el cielo es más que nunca mujer, incluso mejor de lo que lo ha sido en la tierra.
----------Además, la igual dignidad y mutua reciprocidad del cuerpo masculino y femenino enseñadas por el dogma ya habían sido enseñadas por los avances de la biología, que en el siglo XIX descubrió en el óvulo femenino la contribución esencial propia de la mujer a la constitución ontológica del hijo. En precedencia, de hecho, ignorando dicha contribución, se creía que en la generación el individuo entero procedía del varón, mientras que el útero femenino se limitaba a desempeñar la función meramente pasiva de un vaso que fuera llenado por aquello que procedía del varón, es decir el individuo entero que se pensaba ya todo implícita y microscópicamente presente en el semen masculino.
----------Por otra parte, el hecho del dominio del varón sobre la mujer, y por tanto la tesis de la inferioridad de la mujer, eran considerados cosas naturales y no se había prestado atención al hecho de que en realidad son consecuencias del pecado (Gn 3,16) y no fueron en absoluto queridas por Dios en el plan originario de la creación, que en cambio preveía la unión de tal modo que se formara una sola carne.
El viviente mortal y el viviente inmortal
----------Para saber si María ha dejado este mundo muriendo o de otro modo, debemos recordar qué cosa es la muerte. Ella es la cesación o la pérdida de la vida en la sustancia material viviente, compuesta de alma y cuerpo, planta, animal y hombre. Es el momento en el cual el cuerpo, corrompido o por un motivo traumático o por enfermedad o por vejez, ya no es animable ni gobernable por el alma, por lo cual ésta cesa de informarlo y de animarlo, por lo cual el cuerpo se disgrega, se desorganiza, se descompone, se disuelve en sus elementos químicos que lo componían y lo organizaban.
----------Al arribarse al momento de su muerte el viviente pierde su existencia, ya que para el viviente el existir coincidía con su vivir, por lo cual de un difunto decimos que ya no está, ya no existe, aun cuando su alma continúa viviendo sin el cuerpo. Pero el alma no es el hombre o la persona; es sólo una parte de la persona. Permanecen eventualmente el cadáver o, en todo caso, en el caso de que el cuerpo haya sido desmembrado o despedazado, permanecen las partes de su cuerpo o, en el límite, quedan algunas reliquias o los componentes químicos de su cuerpo, aquella materia que la Biblia llama "polvo".
----------La cuestión de la muerte concierne evidentemente a los vivientes, ya que la muerte es el fin de la vida. No es la simple ausencia de vida. Es verdadero que una piedra o un átomo no vive, pero no decimos que esté muerto, porque no ha perdido la vida: no la posee por esencia. La vida está allí donde en la sustancia material está el alma: en las plantas, en los animales y en el hombre. Pero ella existe aún más en los espíritus: en la misma alma espiritual, en los ángeles y en Dios.
----------Sin embargo, la vida y el alma que es su principio en los vivientes infrahumanos es mortal; en cambio, donde está el espíritu la vida es inmortal. En el hombre muere el cuerpo. Pero no el alma. El alma de los vivientes infrahumanos, que no es espiritual, sino materia sutil, surge o se alza de la materia, es mortal y se extingue en el momento de la muerte volviendo a la materia de la cual proviene. Se puede decir que el alma de los entes vivientes infrahumanos es inmaterial, por su sutileza respecto a la materia densa de los no vivientes, pero no es espiritual. Se asemeja al espíritu por su poder de organizar la materia densa, pero ella misma no asciende al nivel del espíritu. El lobo conoce al cordero como cordero, pero no es capaz de formar el concepto de cordero, es decir, de abstraer la esencia universal del cordero singular. La gnoseología de Ockham y de Hume describe el conocimiento animal, no el humano.
----------Propiedad tanto del alma humana como de la infrahumana es la de ser un principio activo, directivo e informante que da vida al cuerpo, lo organiza y hace realizar a la materia actividades que por sí misma no sería capaz de realizar. Hay, sin embargo, una diferencia esencial entre el alma humana y la infrahumana, y es que mientras la primera es espíritu y por tanto inmortal, la segunda no es completamente independiente de la corporeidad, sino que pertenece al mundo de los cuerpos, aunque se asemeje al espíritu en la actividad vital. Por eso ella tiene una existencia limitada en el tiempo, mientras que el alma humana, aunque ejerza una actividad vivificante limitada en el tiempo, perdura para siempre.
----------Por tanto, lo espiritual es inmaterial; pero no siempre lo inmaterial es espiritual. Y esto porque la realidad creada está dividida en dos clases de entes: los cuerpos, hechos de materia y forma, y los espíritus, que son puras formas, los ángeles. En medio está el hombre, que está compuesto de espíritu y cuerpo. Y esta división de entes es también dogma de fe definido por el Concilio Lateranense IV de 1215 (Denz. 800).
----------Los vivientes materiales, a excepción del hombre, parecerían ser una tercera categoría entre los cuerpos y los espíritus, por lo que lo inmaterial parecería interponerse entre lo material y lo espiritual. En cambio, aunque lo inmaterial parezca tener afinidad con el espíritu, debe ser remitido a lo material, es decir, a lo corpóreo. Es, sin embargo, un corpóreo sutil que domina lo corpóreo denso.
----------Aquí tenemos la sustancia compuesta, mientras que el espíritu es sustancia simple. Ahora bien, siendo la muerte descomposición de lo compuesto, he aquí por qué las almas infrahumanas son mortales, mientras que el alma humana es inmortal. Sin embargo, el hombre muere porque una parte de su ser es material.
----------El alma humana es inmortal; la de los animales y de las plantas es mortal. ¿Qué significa esta tesis? Es una tesis filosóficamente demostrable, pero también es dogma de fe definido por el Concilio Lateranense V de 1513. Significa que el alma humana, al momento de la muerte, no sigue, como en los animales y las plantas, el destino del cuerpo que se disuelve, sino que mantiene intacto su ser, sobrevive a la muerte del cuerpo y continúa existiendo o subsistiendo para siempre por sí misma, por el momento separada e independientemente del cuerpo que se ha disuelto, pero, como enseña el Concilio Lateranense IV de 1215, a la espera de retomar su propio cuerpo en la Parusía de Cristo.
----------Así, de hecho, se expresa el Concilio Lateranense IV: "Cristo vendrá al fin del mundo para juzgar a los vivos y a los muertos y para dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos, los cuales todos resucitarán con ese mismo cuerpo que tienen ahora" (Denz. 801).
----------Por tanto, las almas de los difuntos, estén en el paraíso o en el infierno o en el purgatorio, están en espera de retomar su propio cuerpo al fin del mundo. De aquí vemos cómo la tesis de Rahner según la cual todos en el momento de la muerte somos asuntos al cielo como la Virgen María es absurda y herética. Absurda, pues, si la asunción al cielo en alma y cuerpo ocurre inmediatamente tras la muerte, ¿qué hace el cadáver en el sepulcro y qué sentido tiene el culto de los muertos? Herética, porque la asunción de María es un privilegio único de Nuestra Señora. Si fuera suerte común, ¿qué necesidad había de definir un dogma expresamente para María? Y, además de esto, ¿qué es del purgatorio, que es un período de purificación y de expiación del alma en espera de subir al paraíso?
----------En el caso único de María el concepto de muerte debe adaptarse a su caso. Su muerte, de hecho, no tiene todas las características de la muerte. De aquí la incertidumbre y los contrastes entre mariólogos sobre si María ha muerto o no ha muerto. Por esto algunos prefieren hablar de dormición en lugar de muerte. Pero tampoco este término parece adecuado, porque dormir supone un cierto período de tiempo en el que se duerme. En cambio María pasó directamente de esta vida al paraíso sin un intervalo de tiempo, sino en un instante. Su corazón no dejó de latir, sino que se transfiguró en el corazón del cuerpo glorioso.
----------Que el curso de la vida terrena de María haya tenido un término, esto, en cualquier caso, hace pensar en la muerte. Por lo demás, ¿podría haber vivido para siempre aquí abajo? Por tanto María, por voluntad de Dios, ha asumido bajo este punto de vista las consecuencias del pecado, aunque inmaculada. Pero permanece misteriosa la causa de la interrupción del curso de su vida. No puede haber sido un término causado por la corrupción de la naturaleza, sino causado directamente por el mismo Dios.
----------Asimismo no podemos imaginarnos a la Santísima Virgen María morir en la decadencia de la vejez. Nada excluía que ella pudiera morir por una causa traumática, como le sucedió a nuestro Señor Jesucristo. No sabemos a qué edad murió. La encontramos en el cenáculo con los apóstoles el día de Pentecostés y ciertamente debía tener una edad avanzada. No sabemos, sin embargo, a qué edad. No conviene pensar que haya conocido la decadencia de la vejez.
----------María ha sufrido algo similar a la muerte, pero al mismo tiempo algo más cercano a la vida. No hubo una separación del alma del cuerpo. El alma ha permanecido unida al cuerpo, pero ha habido solo un cambio instantáneo de condición espiritual: el pasaje del ejercicio de la fe a la visión beatífica. Lo que comúnmente ocurre a cada persona que muere en gracia, es decir, la adquisición de la visión por parte del alma separada, el alma de María lo ha adquirido continuando a animar el cuerpo. Dios le ahorró la corrupción física que conduce a la muerte así como los sufrimientos que ordinariamente preceden a este evento.
----------Un misterio es también el vestido con el que María estaba revestida al momento del tránsito (particularmente conmovedora es la reliquia del cinturón que María dejó al apóstol Tomás y que se conserva en la catedral de Prato). ¿Qué ha sido luego en el cielo de aquel vestido? ¿Es posible que haya subido al cielo con ese vestido? ¿O habrá asumido una nueva vestidura? Por otra parte, no podemos imaginarnos a María sin ningún vestido, aunque el atuendo esté ligado a la naturaleza caída.
----------La vestidura, como nos dice san Pablo Apóstol, es también símbolo de la gracia. En tal sentido resulta espontáneo pensar en María revestida de Cristo, como se expresa san Pablo.
----------Existe una bella tradición pictórica, piénsese por ejemplo en Tiziano, que nos muestra a María subir al cielo envuelta en espléndidas vestiduras. Pero está claro que aquí no logramos salir de esta representación. Lo que efectivamente ha sucedido con María, para nosotros es un misterio, porque es ridículo imaginar a un bienaventurado en el cielo con el mismo vestido que usaba aquí en la tierra. Por otra parte, el vestido nació como protección contra la concupiscencia consecuente al pecado original. Pero ¿qué sucede cuando la existencia es la de la inocencia edénica?

Estimado Fr. Filemón de la Trinidad,
ResponderEliminarhe leído con verdadero agrado el primer artículo de su serie sobre el Tránsito de la Virgen María en linumfumigans.blogspot.com. Su exposición conjuga admirablemente la riqueza patrística del tema con la delicadeza devocional que requiere un misterio tan entrañable. La claridad de sus referencias y la armonía de su prosa invitan tanto al estudio riguroso como a la contemplación reverente.
Le doy las gracias por este valioso aporte al acervo mariano de la red. Espero con interés las próximas entregas y ruego a Nuestra Señora que bendiga su labor de difusión y meditación.
Atentamente,
Domna Mencía
Estimada Domna Mencía,
Eliminaragradezco de corazón sus generosas palabras y su aprecio por esta humilde labor. Que la Santísima Virgen nos alcance a ambos la gracia de vivir siempre más unidos a su Hijo, y que Ella bendiga abundantemente sus intenciones.
Padre Filemón… gracias por traer estas páginas sobre la Virgen justo en estos días… antes de la Asunción… no todos saben preparar el corazón como se prepara la mesa… sin ruido… sin apuro… con lo que hay y con lo que falta… que la Señora le guarde bajo la sombra de su manto…
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminargracias por tan bella imagen y por su cercanía espiritual en estos días. Que la Señora le siga guardando y conduciendo suavemente hacia su Hijo, en el silencio fecundo de su manto.
Dignas de señalarse con las Revelaciones Celestiales de Santa Brígida que especifican el desprendimiento alma-cuerpo antes de la asunción (cap.21): "Entonces, como verdaderamente creemos que por la justicia de Dios todos los cuerpos humanos deben resucitar en el último día, para recibir con sus almas la recompensa según lo demandan sus obras (por el hecho de que, como el alma de cada uno, mediante el empleo de la voluntad había sido la iniciadora de todas las obras, así también el cuerpo unido al alma las había cumplido materialmente), por lo tanto debe creerse sin duda que, como el cuerpo del Hijo de Dios, que no pecó, resucitó de la muerte y al mismo tiempo fue glorificado con la divinidad, así también el cuerpo de su digna madre, que nunca cometió pecado, algunos días después de su entierro, por virtud y poder de Dios, fue asunto al cielo junto con su santísima alma, y glorificado junto con ella con todo honor"
ResponderEliminarAlgo similar también la beata Emmerick que en sus visiones sitúa el lugar del tránsito en Éfeso, pero el testimonio de santa Brígida, a mi parecer, es superior.
Estimado Anónimo,
Eliminaryo diría que la interpretación que hace santa Brígida de la asunción de María al cielo no corresponde a la fórmula del dogma de Pío XII:
https://www.vatican.va/content/pius-xii/la/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19501101_munificentissimus-deus.html
En efecto, santa Brígida habla de una permanencia de la Virgen durante algunos días en el sepulcro. ¿Qué es que viene puesto en el sepulcro? No ciertamente una persona viva, en la cual el alma está unida al cuerpo, sino que se pone en el sepulcro un cuerpo que ha sido abandonado por el alma.
Ahora bien, Pío XII dice que María ha sido asunta al cielo al final del curso de su vida terrena. Esto quiere decir que entre el momento correspondiente a este término del curso y la asunción no ha habido ningún periodo de tiempo. Por consiguiente, María ha muerto sólo en cuanto ha terminado este curso, pero en este evento en María no ha jugado absolutamente ningún tipo de corrupción ni antes del término ni después. Por tanto, el alma de María no se ha separado de su cuerpo.
En efecto, esto habría ocurrido si el instante del término hubiera sido precedido por un proceso de corrupción. De hecho, la separación del alma del cuerpo ocurre en todos nosotros a causa de un precedente proceso de corrupción, que es de tal gravedad, por lo cual el alma abandona el cuerpo. Además, inmediatamente después de esta separación continúa un proceso de corrupción.
Ahora bien, el cuerpo de María nunca ha conocido ninguna corrupción y por lo tanto no se puede decir que en ella el alma se haya separado del cuerpo y por lo tanto, al no haber habido en ella ni corrupción ni separación del alma del cuerpo, en este sentido no se puede decir que haya muerto y por lo tanto no se puede aceptar la tesis según la cual ella fue depositada en el sepulcro.
Queriendo intentar reconstruir el episodio de la asunción, podríamos imaginar, como por lo demás nos sugiere una piadosa tradición, que María haya previsto el momento de la asunción, por lo cual es posible que ella haya advertido a los Apóstoles, de tal manera que ellos pudieron asistir a este prodigio único en toda la historia de la humanidad. Ella, por lo tanto, se preparó para este evento de tal manera que cuando ocurrió estaba dispuesta para recibir de Dios esta gracia especialísima, que es uno de los privilegios propios de Nuestra Señora.
Es posible que el momento de la asunción haya sido precedido por un breve intervalo de tiempo en el cual María ha dormido en un sueño místico. Habrá que decir además que el momento en que fue asunta debe haber sido un hecho que los mismos Apóstoles no fueron capaces de describir por la maravillosa trascendencia de este fenómeno sobrenatural.
Summa, IIIa, q 51, art 3
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarsupongo que usted me hace referencia a ese pasaje de la Summa Teológica, respecto al modo como santo Tomás dice que el cuerpo de Jesús no sufrió corrupción en la sepultura.
Ahora bien, como ya le he respondido a otro lector, es necesario entender el concepto de corrupción. Le transcribo, entonces, lo que ya he respondido a otro lector:
Cuando santo Tomás dice que el cuerpo de Jesús ha permanecido incorrupto, quiere decir, como él mismo explica, que no llegó a putrefacción. Ahora bien, es necesario tener en cuenta que los medievales no conocían aquellos que son los procesos químicos que siguen a la muerte del sujeto.
Yo he usado el término corrupción en el sentido moderno, según los datos que nos han sido proporcionados por la fenomenología, que surge de los modernos análisis químicos del cadáver. Pero incluso sin referirnos a estos datos científicos, cualquiera de nosotros, después de haberse hecho una herida de la cual salió la sangre, se da cuenta que esa sangre, ya no estando viva, es diferente, es decir, es sangre muerta, y en este sentido he hablado de sangre corrupta.
Padre Filemón: le escribe el primer Anónimo de este hilo (el del 13 de agosto de 2025, 15:53), que responde a su respuesta a mi primera intervención.
EliminarCon respecto a lo que usted me dice, sin embargo, en mi opinión una cosa no excluye necesariamente la otra ya que el texto de Munificientissus Deus se mantiene vago, tal vez para evitar polémicas estériles: "terminado el curso de su vida terrena", también recuerda cómo "los misterios de la gracia, que Dios obró en la Virgen, no deben medirse según las leyes ordinarias, sino según la omnipotencia de Dios, suponiendo la conveniencia de la cosa en sí misma, y excluyendo cualquier contradicción o repugnancia por parte de la s. Escritura", en caso de que el proceso de descomposición del cuerpo hubiera sido inhibido, no olvidemos que aquí se habla de la Madre del Verbo Encarnado, Arca de la Nueva Alianza, figura de aquella de la Antigua que pasó el Jordán a seco (Jgs 3,16). Por otra parte, no es raro que incluso para algunos santos este proceso se haya detenido milagrosamente. "Preciosa a los ojos del Señor es la muerte de sus fieles" (Sal 116,15) y ¿quién más que María? Si se dice que "sus piedras de Sión son queridas por tus siervos" tanto más a Aquel que es llamado el "salvador del cuerpo" (Ef 5,23). Un detalle interesante en el relato de la Emmerick dictado a un sorprendido Clemens Brentano, donde se dice que en el momento de las exequias "el fuego del hogar fue cubierto" por lo tanto debería excluirse el período de verano y se sabe como en ciertos períodos fríos por causas naturales el cuerpo puede incluso conservarse exento de la descomposición. Incluso hay una nueva note sobre la noche del entierro, por lo que relata: "vi de repente una gloria formada por tres Coros de Ángeles y de almas buenas que rodeaban una aparición: Jesùs Cristo, con sus Llagas resplandecientes de luz intensa estaba cerca al Alma de Maria Santissima. Los Coros angélicos estaban formados por niños, todo era indistinto ya que solo aparecía en una gran forma de luz. Vi sin embargo el Alma de la Santa Virgen seguir la Imagen de Jesús, bajar con el Hijo por la roca del Sepulcro, e inmediatamente después salir con su propio Cuerpo resplandeciente entre torrentes de viva luz, luego la vi remontar con el Señor y con toda la gloria angélica hacia la Jerusalén celestial". Al día siguiente, los Apóstoles revisaron el ataúd vacío.
Dormitio Mariae hablan los orientales: No está muerta sino que duerme, (Mc 5:39) afirma Cristo de la hija de Jairo. San Antonio de Padua comenta que para el Señor resucitar a un hombre es tan fácil como despertarlo del sueño.
Estimado Anónimo,
Eliminarhabía olvidado responder a su mensaje. Ahora lo hago y le agradezco por haberme informado estas visiones místicas relativas al momento de la asunción al cielo de la Virgen.
Muy importante es excluir cualquier corrupción en su cuerpo, antes y después de la muerte, por lo que, dado que en cada uno de nosotros y en el mismo Cristo ha habido esta corrupción, hay que decir desde este punto de vista, como he dicho y repetido, que María no ha muerto.
Un punto que no puede ser aceptado es la referencia al ataúd o sepulcro. ¿A quién ponemos en el ataúd? Evidentemente el cuerpo de un difunto y no una persona viva, en la que el alma está unida al cuerpo.
Ahora bien, como he escrito anteriormente, María fue asunta al cielo en cuerpo y alma y por lo tanto no existió la separación del alma del cuerpo y por lo tanto en este sentido no murió.
Si acaso, como ya he dicho, se puede decir que María murió porque "terminó el curso de su vida terrena".
Podemos pensar posiblemente que María, poco antes de ser asunta, se durmió en un sueño místico, de tal manera que la condición terrenal se transformó gradualmente en la condición celestial, Así que en el momento de la asunción el cuerpo de María estaba dispuesto para esta elevación a la gloria celestial.
De esta manera María preparó a los Apóstoles admirados para este extraordinario acontecimiento único en toda la historia de la humanidad.
Creo firmemente que María Santísima ha conocido la muerte y que Su Hijo vino a llevarla consigo al cielo donde Dios Trino ¡la ha coronado Reina del cielo y de la tierra!
ResponderEliminarEstimado José,
Eliminarel único aspecto de la muerte, que nosotros podemos admitir en María, es aquel que entra en la fórmula del dogma y es que María ha terminado el curso de su vida terrena. Por todo lo demás no podemos admitir en María el carácter de la muerte. En efecto, la muerte implica la separación del alma del cuerpo, como le ha sucedido a Jesús. En este caso hay que admitir un intervalo de tiempo entre la separación del alma del cuerpo y la resurrección del cuerpo. Por eso no podemos hablar de resurrección a propósito de Nuestra Señora, sino que tenemos el hecho único de la asunción, la cual no implica la separación del alma del cuerpo, sino el cambio de la condición terrenal a la condición celestial, por lo que el alma de María permanece unida al cuerpo.
En segundo lugar hay que considerar que, tan pronto como el alma abandona el cuerpo, el cadáver comienza a corromperse, como le sucedió al mismo Jesús. Ahora bien, el cuerpo de María, en virtud de su inmaculación, gozaba de la misma perfección del cuerpo humano del estado edénico; más aún podemos añadir que, estando llena de gracia, pudo pregustar la condición escatológica hasta esta vida.
No sea animal, el cuerpo de Jesús no ¨comenzó a corromperse¨. Es vergonzoso que un sedicente teólogo tomista escriba esta tontería.
EliminarEstimado padre Filemón, en la respuesta que usted ha dado acerca de la asunción de María en comparación con la sepultura y la muerte de Jesús, usted ha dicho que:
Eliminar"...hay que considerar que, tan pronto como el alma abandona el cuerpo, el cadáver comienza a corromperse, como le sucedió al mismo Jesús." (respuesta a José Costa)
Yo siempre tuve entendido que el cuerpo de Jesús no se ha corrompido o, como dice usted, no "comenzó a corromperse". ¿No dice algo así Santo Tomás de Aquino en la III parte, cuestión 51, artículo 3?
Estimado Dino,
Eliminares necesario entender el concepto de corrupción. Cuando santo Tomás dice que el cuerpo de Jesús ha permanecido incorrupto, quiere decir, como él mismo explica, que no llegó a putrefacción. Ahora bien, es necesario tener en cuenta que los medievales no conocían aquellos que son los procesos químicos que siguen a la muerte del sujeto.
Yo he usado el término corrupción en el sentido moderno, según los datos que nos han sido proporcionados por la fenomenología, que surge de los modernos análisis químicos del cadáver. Pero incluso sin referirnos a estos datos científicos, cualquiera de nosotros, después de haberse hecho una herida de la cual salió la sangre, se da cuenta que esa sangre, ya no estando viva, es diferente, es decir, es sangre muerta, y en este sentido he hablado de sangre corrupta.
Estimado Anónimo,
Eliminaren teología tomista, la “incorrupción” del cuerpo de Cristo se refiere a la ausencia de putrefacción, sin negar los cambios físicos inmediatos propios de todo cuerpo tras la muerte. Mi respuesta empleaba el término “corrupción” en su sentido moderno.
Saludos cordiales.
Señor Anónimo: A veces, las palabras llegan como flores… y otras como piedras... Las primeras alimentan, las segundas hieren... En estos días que nos acercan al misterio de la Asunción, me quedo con las flores, porque son las únicas que pueden adornar la mesa que se prepara para la Señora... Ojalá un día quiera usted sentarse a esa mesa, sin ruido… y sin apuro...
EliminarEstimado Fr. Filemón:
EliminarYa se sabe que todos somos “animales”, aunque —Dios nos conceda— unos más racionales que otros. Por mi parte, he supuesto que Vd. ha tomado cierto apelativo en su sentido más glorioso, tal como lo recibieron aquellos frailes predicadores llamados Domini canes, los “perros del Señor” que velaban por la grey.
A propósito, ¿he percibido bien en su respuesta —y en su lectura de Santo Tomás— ese modo tomista vivo, pedido por el Concilio, que sabe distinguir con finura el dato que aporta la ciencia experimental del que pertenece al orden filosófico en los textos del Aquinate? Me alegra pensar que sí, pues nada tendría que ver con un tomismo literalista y complaciente como el que, antes del Concilio, tanto dañó la frescura de su pensamiento.
Domna Mencía
Estimada Rosa Luisa,
Eliminarle agradezco sus palabras, que saben poner en alto la delicadeza que merece el misterio de Nuestra Señora. Que Ella nos conceda a todos sentarnos a esa mesa de la fe, donde solo tienen cabida las flores de la caridad y el silencio fecundo de la esperanza.
Estimada Domna Mencía,
Eliminarcelebro su fina alusión a los "Domini canes". En ese apelativo, lejos de toda mordacidad, hay una vocación: velar sin estrépito, discernir sin acritud, ladrar solo cuando peligra la grey y, sobre todo, guiarla hacia los pastos de la Verdad. Que el Señor nos conceda ser de esos perros fieles: atentos, sobrios y alegres en el servicio.
Por cuanto respecta al “modo tomista vivo” que usted ha reconocido, confieso que es ahí donde deseo permanecer: en esa distinción operativa —que es ya de santo Tomás de Aquino— entre lo que pertenece al orden empírico y lo que compete al filosofar. La ciencia, con su método y objeto propios, nos ofrece datos que iluminan las causas segundas; la filosofía, por su parte, interroga los principios y el sentido. Confundirlos empobrece a ambas; separarlos en hostilidad las esteriliza. El Concilio nos pidió reavivar precisamente esta sabiduría, capaz de acoger los logros de las ciencias sin abdicar de la primacía del ser y de la verdad.
En ese horizonte, la obra de Jacques Maritain me ha sido maestra. Su tomismo no se contenta con repetir fórmulas: vuelve al acto de ser, a la analogía, a los grados del saber, para dialogar sin miedo con la modernidad, para identificar los valores a aprovechar, y rechazar los errores de los cuales hay que alejarse. Allí donde otros veían amenaza, Maritain percibió ocasión: en las ciencias naturales, un llamado a afinar la noción de causalidad y de contingencia; en la estética, la posibilidad de mostrar cómo el splendor formae participa de la Belleza primera; en la filosofía política, la urgencia de defender la persona —no el individuo aislado— y el bien común en clave de humanismo integral. Nada de esto diluye a santo Tomás: más bien lo deja respirar a pulmón lleno.
Conviene decirlo con claridad: ese “humanismo integral” no canoniza modas ni relativismos. Es una fidelidad creativa que, sin renunciar al realismo metafísico, reconoce la legítima autonomía de las disciplinas y las ordena —sin confundir— hacia su fin. Por eso Maritain puede conversar con artistas, científicos y estadistas; sabe que la verdad no se enclaustra en el aula, y que la gracia no destruye, sino que sana y eleva la naturaleza.
De ahí mi reserva ante un tomismo esquelético, de museo: un conjunto de conclusiones descontextualizadas, sostenidas por manuales que ya ni siquiera interpelan los problemas reales del hombre. Ese tomismo, atado a lecturas rígidas y a veces inexactas del propio Aquinate (como el confundido Anónimo me citaba), desoye no solo el llamado del Concilio a un pensamiento vivo, sino también el magisterio que —antes y después— ha invitado a beber en las fuentes con inteligencia histórica, apertura a los progresos genuinos y rigor conceptual. Guardar el tesoro no es vitrinarlo: es hacerlo fructificar.
No propongo, claro está, sustituir una caricatura por otra. Hay esquemas “actualizadores” que, en nombre del diálogo, vacían la metafísica de su columna vertebral (he aquí Rahner, Schillebeeckx, etc.). Tampoco ahí queremos estar. Se trata, más bien, de esa senda media y exigente: conservar lo perenne, discernir lo verdadero donde aparezca, y someterlo todo al examen del ser y de la razón iluminada por la fe. Como gustaba recordar el Aquinate, no rehuir la verdad venga de quien viniere.
Si, como usted sugiere, compartimos este programa —distinción sin divorcio, diálogo sin claudicación, tradición sin inmovilismo—, me doy por bien entendido.
Es indiscutible que María está muerta.
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminarel término "muerte" representa una síntesis de elementos según los cuales, si esta síntesis no es completa, no se puede hablar de muerte en sentido pleno. Fundamentalmente la muerte comporta dos cosas: el cese de la duración de la vida terrena y la separación del alma del cuerpo, por lo cual desde el primer instante de esta separación comienza el proceso de corrupción, de descomposición y de disolución del cadáver. Ahora bien, del dogma resulta que "la Virgen María, ha completado el curso de su vida terrena". En este mismo instante, sin intervalos de tiempo "fue asunta a la gloria celestial en alma y cuerpo". Esto quiere decir que en María, no habiendo habido ningún intervalo de tiempo entre la cesación y la asunción, no ha iniciado en su cuerpo el más mínimo proceso de corrupción. En este sentido ella no está muerta, ya que la muerte conlleva la mencionada corrupción. Su alma, por lo tanto, no ha abandonado el cuerpo, sino solo la condición terrenal, y de esta condición ha pasado a la condición celestial. Considerando estas cosas, tampoco parece adecuada la teoría oriental de la dormición (uspensky), por el hecho de que dormir implica una duración temporal, mientras que, según el dogma, María, terminado el curso de su vida terrena, ha ascendido inmediatamente al cielo, sin ningún intervalo de tiempo intermedio.
Muerte en sentido pleno, como la de Jesús.
EliminarEl padre Angel Bellon dice lo mismo.
EliminarDice lo mismo san Juan Pablo II: "Al pasar por la suerte común de los hombres, Ella es capaz de ejercer con más eficacia su maternidad espiritual hacia aquellos que llegan a la hora suprema de la vida".
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarlo que usted dice no es verdad. Si usted relee lo que he dicho sobre la muerte, se dará cuenta de que solo Jesús ha muerto en sentido pleno como nosotros morimos. Es decir en Cristo el alma se ha separado del cuerpo, como consecuencia de los traumas mortales recibidos. Después de la muerte su alma descendió al infierno y el cuerpo permaneció en el sepulcro. Al tercer día resucitó. Nada de esto le sucedió a la Virgen María.
Estimado Jorge,
Eliminarpor cuanto respecta a lo que usted me cita de san Juan Pablo II, el Santo Pontífice está aquí haciendo un discurso general, sobre el cual no hay nada que decir. De hecho, el Papa no desciende a detalles. Si lo hubiera hecho, habría dicho lo que he dicho yo, lo cual resulta de manera evidente de un simple examen de los hechos y del dato de fe.
Padre Filemón: Jesús murió en sentido pleno como María. Que María no haya descendido a los infiernos no tiene nada que ver, esto solo es posible para Cristo Dios.
EliminarPadre: Jesús resucitado tiene un cuerpo espiritualizado.
EliminarPadre Filemón: Usted se ha equivocado en todo. Actualice su obsoleta teología.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarla muerte en Cristo fue causada por la violencia sufrida. María no sufrió ninguna violencia. Tenga en cuenta también que la muerte, en la vida presente, llega después de un período de decadencia física. En cambio, el cuerpo de María nunca ha estado sujeto a ninguna decadencia física. Además, como ya he dicho, mientras que en el caso de Cristo su cuerpo comenzó a corromperse desde el primer instante en que su alma se separó del cuerpo, el cuerpo de María no ha sufrido ninguna corrupción. Lo cual significa que, cuando terminó el curso de su vida terrena, su cuerpo no se ha separado de su alma, sino que continuó siendo vivificado por el alma. Por consiguiente, lo que ha cambiado en María, en el momento de la asunción, ha sido su condición terrenal, que se ha transformado en una condición celestial. Tenga presente por último que la asunción de María al cielo en alma y cuerpo es dogma de fe, por lo cual en ella el alma no se ha separado del cuerpo, como sucede en la muerte, sino que ha permanecido unida al cuerpo. Se puede decir que María ha muerto, pero solo en el sentido de que terminó el curso de su vida terrena, pero, como ya le he dicho, en ella faltan los elementos de corrupción, que son esenciales para un concepto de muerte en pleno sentido.
Estimado Jorge,
Eliminarle ruego tomar nota serenamente de lo que le he explicado acerca del significado del dogma, porque esto da al alma una gran alegría y una gran esperanza. Renuncie por consiguiente, a cualquier injusta acusación, porque denota un ánimo maligno, incapaz de verdadero diálogo y en condiciones de poner en peligro su propia salvación. Quizás usted imita a alguien, pero le invito a razonar con su cabeza. Por eso no vuelva más sobre estas cosas, repitiendo un estribillo inútil.
Tanto la muerte de Cristo como la de Maria no acarrearon corrupcion. En el caso de Cristo, su cuerpo incorrupto, muerto, permaneció unido a la naturaleza divina; en el caso de María, su cuerpo resucitó inmediatamente, sin solución de continuidad. “No me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu Siervo ver la corrupcion”
ResponderEliminarEstimado señor: Coincido, por supuesto, en que ni en Cristo ni en María se dio corrupción alguna. Sin embargo, la distinción que a mi entender el padre Filemón intentaba subrayar es otra: en el Señor hubo verdadera muerte —separación real del alma y el cuerpo— aunque sin corrupción del cuerpo, y con la unión hipostática intacta; en la Señora, en cambio, la tradición que se ha recogido en el artículo entiende que no hubo tal separación, sino tránsito y asunción, preservada de la experiencia misma de la muerte como ruptura del compuesto humano.
EliminarLa afirmación de que el cuerpo de María “resucitó inmediatamente” describe un dato que, si bien encuentra eco en algunos textos piadosos, no es un punto definido dogmáticamente ni unánimemente atestiguado en los Padres; de ahí la necesidad de precisar qué se entiende por "tránsito" y en qué sentido se distingue de la muerte común.
En ambos casos —Cristo y María— es cierto que puede aplicarse el versículo: "Non dabis Sanctum tuum videre corruptionem". Pero las razones teológicas de esa incorruptibilidad difieren: en Cristo, por la unión de la naturaleza humana a la Persona divina; en María, por un privilegio singular, como primicia de la redención perfecta.
Procuremos, pues, no borrar esas diferencias bajo fórmulas demasiado rápidas, para que la fe pueda gozar de toda la riqueza de los misterios y no se reduzca a un esquema único que, aunque bienintencionado, empobrece la contemplación.
Estimado Teólogo,
Eliminartenga presente que la muerte consiste en el hecho de que el alma suspende la actividad vivificante del cuerpo. Es esta actividad la que mantiene incorrupto el cuerpo. Pero, tan pronto como el alma abandona el cuerpo, comienza el proceso de corrupción.
Si usted, por ejemplo, se hace una herida y sale sangre, se dará cuenta de que esta sangre, ya no animada por el alma, se corrompe inmediatamente.
Ahora bien, ciertamente el cuerpo de Jesús muerto no sufrió corrupción de modo macroscópico, pero recordemos que también este cuerpo santísimo, inmediatamente después de la muerte, fue también sujeto al proceso normal de corrupción. Lo que podemos decir es que este cuerpo fue inmediatamente objeto de un cuidado premuroso, adecuado para conservarlo, y además, en estas condiciones, ha permanecido en el sepulcro durante tres días, desde el viernes por la tarde hasta el domingo al alba.
Ciertamente el cuerpo de Jesús ha permanecido unido a la naturaleza divina, pero esta unión no ha impedido el proceso de corrupción al que me he referido anteriormente. En efecto, la naturaleza divina no desempeña la función vivificante propia del alma humana creada, sino que ha permanecido unida al cuerpo en base a la unión hipostatica. Y lo mismo se debe decir del alma humana de Jesús, la cual también ha permanecido unida hipostaticamente a la Persona del Verbo, incluso durante su descenso a los infiernos.
De una manera diversa Dios ha dispuesto para Nuestra Señora.
Propiamente hablando el cuerpo de María no ha resucitado, porque la resurrección es el hecho de que el alma separada retoma su cuerpo o se reúne con su cuerpo. Pero no ha sucedido así con María.
Por tanto, propiamente hablando, no ha resucitado, sino que, precisamente como dice el dogma "fue asunta alma y cuerpo al cielo". ¿Qué significa "alma y cuerpo"? que no se separaron, sino que permanecieron unidos.
Por lo tanto, en cuanto a esta unión, en María ha ocurrido simplemente un cambio en el estado de su vida, porque en ella la unión alma-cuerpo ha pasado de la condición terrenal a la condición celestial.
Querido padre Serafín,
Eliminarestoy sin más de acuerdo con sus palabras de comentario a lo que he dicho yo.
Padre Filemón: Todos, precisamente todos, en el momento de la muerte, se "revisten" con un cuerpo espiritual que tiene las mismas características del cuerpo glorioso de Cristo, así fue para María y así es para los que son salvados.
ResponderEliminar" ... cuerpo íntegro, espiritualizado, eternamente joven, luminoso, hermoso."
Eliminar" ... de poner en peligro su propia salvación.". Ciertamente no es usted quien decide quién se salva y quién se pierde 🙂
EliminarSan Pablo: "cuerpo espiritual"
Eliminar"La verdad sobre el juicio particular, que ocurre inmediatamente después de la muerte, ya está presente en el Antiguo Testamento. Por ejemplo: "Es fácil para el Señor en el día de la muerte devolver al hombre según su conducta" (Sir 11,26).
EliminarPara el Nuevo Testamento te recuerdo lo que dijo Jesús en la palabra del rico epulón y del pobre Lázaro: "Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles junto a Abraham. Murió también el rico, y fue sepultado. Estando en el infierno entre los tormentos..." (Lc 16,22-23).
Como se ve, la retribución se presenta como ocurrida inmediatamente después de la muerte y esto supone el juicio.
Por lo demás, las frecuentes llamadas que Cristo dirige a los discípulos sobre su repentina e inesperada venida en la cual pedirá cuentas de su propia vida suponen claramente esta verdad.
En la carta a los Hebreos se afirma explícitamente: "Y como para los hombres está establecido que mueran una sola vez, después de lo cual viene el juicio" (Hb 9,27)." Padre Angel Bellon
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
EliminarBeda el Venerable dijo que hay dos revelaciones: una es la naturaleza.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarle hago notar que todos los dogmas tienen una relación con nuestra salvación. Por eso el concepto de muerte, que resulta del dogma de la Asunción, debe ser recibido con esa exactitud, que yo le propongo, porque es solo en estas condiciones que nosotros percibimos la verdad del dogma y, aceptando esta verdad, tenemos la posibilidad de ponernos frente a nuestra propia muerte en esa actitud que corresponde a la concepción cristiana de la muerte y por consiguiente tenemos la posibilidad de afrontar nuestra muerte, según la voluntad de Cristo y el ejemplo de la Virgen María.
En ningún momento el dogma definido dice que la asunción se produjo inmediatamente” como interpreta Filemón. Pio Xii tuvo buen cuidado en no intervenir en la discusión entre dormicion o muerte.
ResponderEliminarEstimado Señor: Cierto es que Munificentissimus Deus no define la cronología del tránsito de María en términos de “inmediatez” o “mediación” temporal; y que, deliberadamente, Pío XII evitó zanjar la disputa entre quienes afirmaban la dormición y quienes postulaban una muerte estricta.
EliminarPero me parece que la exposición del eximio Padre Filemón no pretendía suplir el silencio del dogma, sino expresar —siguiendo una línea patrística y litúrgica que es muy familiar a los teólogos versados— que la incorruptibilidad de María se manifestó sin lapso de espera: su cuerpo glorificado no conoció el estado de cadáver. Esta es una opinión venerable, mantenida en Oriente y Occidente, aunque no impuesta como única.
En este sentido, al decir “inmediatamente” no se reclama una definición magisterial inexistente (lo que no quiere decir que no exista doctrina dogmática), sino que se subraya el contraste con el Señor: Él asumió voluntariamente la experiencia real de la muerte y la permanencia en el sepulcro, mientras que a Ella se le concedió, como privilegio singular, ser asunta sin que la corrupción tuviese ocasión de iniciarse.
Por tanto, no hay aquí contradicción con el texto pontificio, sino una opción interpretativa dentro del margen que la misma Constitución Apostólica deja abierto.
Estimado Teólogo,
Eliminarcuando yo decía que la asunción tiene lugar inmediatamente después del término de la vida terrenal, no excluía la posibilidad de una cierta evolución o transformación, como dice san Pablo en 1 Cor 15,51.
Es posible que el cuerpo de María haya evolucionado de alguna manera desde la condición terrenal a la celestial en una cierta duración temporal.
En cambio, quise decir que al final de la vida terrena el alma de María permaneció unida al cuerpo, por lo que la asunción no ocurrió después de un intervalo de tiempo, sino de manera inmediata, porque, si admitimos un intervalo de tiempo, deberíamos suponer que el alma, separada del cuerpo, tuvo que esperar de alguna manera antes de recuperar su cuerpo.
Pero eso significaría no la asunción, sino la resurrección.
Querido padre Serafín,
Eliminarsu intervención me estimula a tocar dos puntos.
Primer punto. Pío XII no usa el adverbio "inmediatamente", pero creo que es necesario usarlo para entender lo que el Papa entiende decir. En efecto, si hubiera sido asunta mediatamente tendríamos que admitir un intervalo de tiempo entre la condición terrenal y la celestial. Pero, ¿qué sentido tendría este intervalo de tiempo? Nada nos empuja a una hipótesis de tal género.
Menos que nunca podríamos imaginar un intervalo de tiempo entre la condición del alma separada y el reencuentro con su cuerpo, como sucederá para nosotros.
Por eso creo que sea necesario el uso de este adverbio para entender lo que ha querido decir el Papa, es decir, que en María el alma no se ha separado del cuerpo, sino que unida al cuerpo ha sido asunta al cielo sin intervalos de tiempo y por tanto inmediatamente.
Segundo punto. Por cuanto respecta a la famosa teoría de la dormición, yo creo que la única concepción posible, de esta así llamada dormición, es el hecho de que María tuvo el presagio de su inminente asunción y, en preparación a ella, haya tenido cuidado de prepararse y se haya sumergido en un sueño místico, que ha terminado con el momento de su asunción.
Entendiendo de este modo la dormición, ella no se contrapone a la tesis de que María haya muerto, pero siempre y cuando se tengan en cuenta las precisiones que he hecho en mis precedentes escritos respecto al concepto de muerte.
Es decir, María murió según una forma especialísima de muerte que, aunque correspondiendo al término de la vida terrena, carece de los elementos de corrupción de la muerte, que son propios para cada uno de nosotros y lo fueron para el mismo Jesucristo.
“pone en peligro la propia salvación” jaja ahora terrorismo teológico con quienes discrepan
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarcomprendo su reserva respecto al juicio particular sobre la salvación de cada alma. Jamás he pretendido arrogarme esa potestad —solo Dios conoce los corazones— sino señalar que todo dogma, por su propia naturaleza, apunta a la vida eterna.
Cuando insisto en que una comprensión imprecisa del misterio puede “poner en peligro la propia salvación”, me refiero a esto: si distorsionamos la verdad revelada —en este caso, la distinción entre la muerte de Cristo y el tránsito de María—, corremos el riesgo de debilitar nuestra esperanza y de vivir con una fe vacilante. Es la fe misma, no mi voz, la que invita a custodiar con exactitud los misterios de la redención, porque en ellos hallamos el aliento que sostiene el alma ante la prueba final.
No descalifico a quien discrepa, sino que recuerdo la responsabilidad de acoger con precisión el tesoro de la Iglesia. Ninguna advertencia teológica pretende amedrentar al fiel, sino empujarlo a abrazar con valentía y claridad los dones de la gracia.
Le aconsejo leer esta entrevista al cardenal Biffi, Lecciones sobre el Más allá.
ResponderEliminarhttps://www.internetsv.info/ULife6.html
Ha olvidado el consejo que le he dado ... me reconozco una cualidad: nunca me ofendo. 🙂
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarpor otra parte, y antes de seguir adelante con este diálogo, respóndame: ¿qué tiene que ver el "cuerpo espiritual", según san Pablo, que usted repetidamente trae a colación?
No hay peor sordo que el que no quiere oír. 🙂
EliminarTodos tenemos que aprender siempre... tú también.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminaren lugar de referirse a estas lecciones del Card. Biffi de manera genérica y con el fin de poder continuar fructíferamente nuestra discusión, le pediría que extrajese de estas lecciones del Cardenal algún argumento que, a su juicio, usted considere pueda servir como objeción o crítica a lo que le he dicho.
No tienes la ciencia infusa. 🙂
EliminarHasta mañana!
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarle dejo ahora una breves reflexiones para que usted las tenga en cuenta.
Lo que usted dice no corresponde en absoluto a la doctrina de la Iglesia, tal como resulta de las enseñanzas del Concilio Lateranense IV de 1215 y de Benedicto XII de 1336. Estos mismos dogmas los podrá encontrar también en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Por el contrario, la doctrina según la cual todos en el momento de la muerte seguiremos las condiciones de la Virgen es contraria a la fe y por lo tanto el buen católico debe rechazarla absolutamente.
Estimado Jorge,
Eliminaresas palabras del Señor, que usted cita, «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso», se refieren a la promesa hecha al buen ladrón, que dentro de poco tiempo su alma ascendería al paraíso. En cuanto a Cristo, es cierto que su alma, después de la muerte, descendió al infierno, pero recordemos que él, como Dios Salvador, tenía la visión beatifica y con su muerte abrió las puertas del paraíso. Por lo tanto, el buen ladrón no descendió al infierno, porque Cristo con su muerte sacó a los justos de los infiernos y los llevó al cielo, mientras que los injustos cayeron en el infierno. A partir de ese momento se cerraron los infiernos y se inauguraron el paraíso, el infierno y el purgatorio para las almas humanas, en vista de la futura resurrección.
Estimado Jorge,
Eliminarpor cuanto respecta a la cita de San Beda que usted me nace, evidentemente San Beda, hablando de la naturaleza, usa la expresión Revelación en un sentido traslaticio, ya que él, como Doctor de la Iglesia, sabía muy bien que para el conocimiento de la naturaleza es suficiente la razón, mientras que la Revelación divina en sentido propio contiene verdades que sobrepasan la capacidad de la razón y son objeto de fe.
Mi teología es muy diferente a la tuya.
EliminarNo quiero contradecirte para no escandalizar a tus lectores.
EliminarDENZ.-SCH. 3016
EliminarEstimado Jorge,
Eliminaryo me atengo al magisterio de la Iglesia. Por eso, si me contradice, usted no es diferente, sino que se equivoca. Para ser legítimamente diferente, es necesario que usted se mantenga en el cauce de la doctrina de la Iglesia.
Estimado Jorge,
Eliminar¿por qué motivo me ha señalado ese número del Denzinger?
La comprensión de la Revelación crece y, por tanto, también la teología y la doctrina de la Iglesia.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarsobre eso no hay ninguna duda: "La comprensión de la Revelación crece y, por tanto, también la teología y la doctrina de la Iglesia". Sin embargo, ten en cuenta que este progreso no debe ser entendido a la manera modernista, en el sentido de que cambien los significados de los dogmas, sino que se trata de un conocimiento cada vez más avanzado de las mismas verdades, que Cristo entregó a los Apóstoles. Por tanto, junto al deber de progresar en este conocimiento, está el de conservar intacto el depósito de la fe.
Padre, no olvidemos que la Iglesia, comunión viva en la fe de los Apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo, en las Escrituras, que él inspiró, en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales, en el Magisterio de la Iglesia.
EliminarPersonalmente creo que la Madre de Dios fue llevada al cielo cuando estaba viva. Por supuesto que en la escuela, con mis alumnos digo que la Iglesia no se ha expresado sobre el hecho de que la Virgen haya subido al cielo muerta o viva.
EliminarÉl asiste, en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y símbolos en los que el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo, en la oración, en la que intercede por nosotros, en los carismas y ministerios por medio de los cuales se edifica la Iglesia, en los signos de vida apostólica y misionera, en el testimonio de los santos, en el que manifiesta su santidad y continúa la obra de salvación.
EliminarErróneo
EliminarCristo murió, es absurdo y no tiene sentido que María no haya muerto.
Eliminar"Jesús era inmaculado y santísimo y pasó por la muerte, destino de todos los hijos de Adán, puerta y parto necesarios para la inmortalidad. María es el modelo de todos aquellos que han sido rescatados por Cristo a través de su muerte y resurrección. También María, que se unió a Él en el Calvario, se habrá configurado a Él en la muerte y en la resurrección. Como ella, sin pecado, pasó por dolor, angustia y persecución, habrá pasado también por la prueba más grande, la muerte corporal, sin que con esto se afirme que su cuerpo haya sufrido la descomposición."
Eliminar"Pío XII, sin embargo, no intentó negar el hecho de la muerte, sino solamente no juzgó oportuno afirmar solemnemente, como verdad que debía ser admitida por todos los creyentes, la muerte de la Madre de Dios.
EliminarAlgunos teólogos, en verdad, han sostenido la exención de la Virgen de la muerte y su paso directo de la vida terrena a la gloria celestial. Sin embargo, esta opinión es desconocida hasta el siglo XVII, mientras que en realidad existe una tradición común que ve en la muerte de María su introducción a la gloria celestial.
¿Es posible que María de Nazaret haya experimentado en su carne el drama de la muerte? Reflexionando sobre el destino de María y sobre su relación con el divino Hijo, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario para la Madre.
En este sentido han razonado los Padres de la Iglesia, que no han tenido dudas al respecto. Baste citar a san Jacobo de Sarug (+ 521), según el cual «el coro de los doce Apóstoles», cuando para María llegó «el tiempo de caminar por el camino de todas las generaciones», es decir, el camino de la muerte, se reunió para sepultar «el cuerpo virginal de la Bendita» (Discurso sobre la sepultura de la Santa Madre de Dios, 87‑99 en C. VONA, Lateranum 19 [1953], 188).
San Modesto de Jerusalén (+ 634), después de haber hablado ampliamente de la «beatísima dormición de la gloriosísima Madre de Dios», concluye su «encomio» exaltando la intervención prodigiosa de Cristo que «la resucitó del sepulcro» para llevarla consigo a la gloria (San Modesto de Jerusalén, Enc. in dormitionem Deiparae semperque Virginis Mariae, nn. 7 y 14: PG 86 bis, 3293; 3311).
San Juan Damasceno (+ 704), por su parte, se pregunta: «¿Cómo es que aquella que en el parto sobrepasó todos los límites de la naturaleza, ahora se somete a sus leyes y su cuerpo inmaculado es sometido a la muerte?». Y responde: «Era necesario, ciertamente, que la parte mortal fuera depuesta para revestirse de inmortalidad, puesto que incluso el Señor de la naturaleza no rehusó la experiencia de la muerte. Él, en efecto, muere según la carne y con la muerte destruye la muerte, a la corrupción concede la incorrupción y del morir hace fuente de resurrección». (San Juan Damasceno, Panegírico sobre la Dormición de la Madre de Dios, 10: SC 80, 107).
Es cierto que en la Revelación la muerte se presenta como castigo del pecado. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia proclame a María liberada del pecado original por singular privilegio divino no lleva a concluir que Ella haya recibido también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior al Hijo, que asumió la muerte, dándole nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación."
San Juan Pablo II
La dormición. «Es el nombre con el que se designa en la Iglesia oriental el Transitus de la Virgen María. La fiesta de la Κοίμησις se celebra también en la Iglesia ortodoxa el 16 de agosto, fecha impuesta por el emperador Mauricio (582‑602). La dormición es propiamente uno de los episodios del Tránsito y, precisamente, la muerte de la Virgen, cuando, en presencia de los apóstoles, reunidos milagrosamente, Jesucristo confía el alma de la Madre a los ángeles. Esta es la escena preferida del arte bizantino, que quizá la derivó de la egipcio‑copta. La Virgen suele ser representada en el lecho de muerte, rodeada por los apóstoles, mientras Cristo estrecha entre sus brazos el alma de Ella, figurada como un niño en pañales; dos o más ángeles descienden desde lo alto para acogerla. Ejemplos típicos se encuentran en los mosaicos bizantinos de la iglesia del monasterio de Dafni (siglo XI) y de la Martorana de Palermo (siglo XII), en los frescos, más tardíos, de algunos conventos del monte Athos, etc. El arte occidental complicó la composición, añadiendo con frecuencia la Asunción, como se ve, por ejemplo, en algunas miniaturas de la escuela de Reichenau de los siglos X y XI. La representación de la Dormición, aún muy difundida en la decoración escultórica de las catedrales góticas, fue luego, en el Renacimiento, casi en todas partes sustituida por la Asunción.»
Eliminar"La Madre de Dios no murió de enfermedad, porque ella, por no tener pecado original, no debía recibir el castigo de la enfermedad. Ella no murió de vejez, porque no debía envejecer, dado que a ella no le llegaba el castigo del pecado de los primeros padres: envejecer y acabar por debilidad. Ella murió de amor. Era tanto el deseo de ir al paraíso donde se encontraba su Hijo, que este amor la hizo morir." San Juan Damasceno
EliminarOrígenes afirma que María «permaneció virgen hasta la muerte»
Eliminar"Efrem Siro (†373), como otros Padres de la Iglesia, habla de la muerte de María sin ningún problema, precisando solo que María murió sin haber sido nunca violado el sello de su virginidad"
EliminarMaría "dejó el cuerpo a la tierra". Angelo Bellon, sacerdote perteneciente a la Orden de los Predicadores (dominicos). Realizó sus estudios en las instituciones académicas propias de la Orden (Studium generale di Chieri, Facultad teológica de Bolonia y Pontificia Universidad Santo Tomás). Enseña teología moral desde hace varios años, en particular en la Facultad teológica del norte de Italia - sección de Génova.
EliminarEl paradigma, sine qua non, es siempre y solo Cristo: ¡Cristo ha muerto!
EliminarEstimado Roberto,
Eliminarevidentemente María, subiendo al cielo, claramente estaba viva y no solo eso, sino viva de una vida celestial propia de los resucitados. Sin embargo, recibió la vida celestial después de haber terminado el curso de su vida terrenal. Ahora bien, como ya he dicho, esta terminación es una consecuencia del pecado original, porque en el edén, como bien sabemos, la muerte no existía. Como sabemos, Dios quiso que Jesús y María asumieran algunas consecuencias del pecado original, aunque no las merecieran en absoluto. Entonces yo le sugeriría que diga a sus alumnos que María subió al cielo estando viva, pero después de estar muerta, con las precisiones que hice sobre el concepto de muerte, concepto que se debe modificar solo para el caso de la Virgen María.
Estimados Jorge y Roberto,
Eliminarante todo me complace la interesante recopilación hecha por Jorge de Autores antiguos, siempre dignos de respeto. Sin embargo, debo decir con franqueza que en ellos falta un atento análisis de los elementos que componen el hecho de la muerte.
En efecto, la alternativa que ellos plantean, "ha muerto o no ha muerto", es demasiado simple, porque yo he explicado varias veces que la muerte es un hecho que resulta de varios factores. En primer lugar, la muerte es el cese de la duración de la vida terrena. En segundo lugar, es la separación del alma del cuerpo. En tercer lugar, es la conclusión de un proceso previo de decadencia física o de envejecimiento o de tipo traumático o por patologías. En cuarto lugar, inmediatamente después de la muerte, comienza el proceso de descomposición del cadáver.
¿Cuál de estos elementos debemos constatar en María, en el momento en que ha terminado el curso de su vida terrena?
Como ya he dicho, el único elemento que compone la realidad de la muerte presente en María es el que encontramos en la fórmula dogmática: "cesado el curso de su vida terrena". Los otros elementos de la muerte no están, por el hecho de que María, Inmaculada y Llena de Gracia, ha vivido una vida no solo semejante, sino por encima del estado de inocencia.
Hay otra cosa que debemos decir: que el dogma dice que María, "cesado el curso de su vida terrena, fue asunta al cielo en alma y cuerpo". Lo que quiere decir que el alma no se separó del cuerpo, no hubo ninguna corrupción ni antes ni después, y que el alma no subió sola al paraíso para luego volver a la tierra a retomar su propio cuerpo resucitado. Esto significa que en María faltó este aspecto de la muerte, que en cambio está presente en Jesús y en todos nosotros. Por lo tanto, a la pregunta de si María ha muerto o no ha muerto, no se puede dar una respuesta tajante, sino que debemos decir que, por ciertos aspectos, no ha muerto, y que ha muerto solo por el hecho de que ha terminado el curso de la vida terrena.
Padre: Cristo murió, también María ha muerto.
Eliminar¡Punto!
EliminarMaría ha sido asunta al Cielo en alma y cuerpo, ¡no ciertamente con su cuerpo biológico!
EliminarEn el Cielo solo hay cuerpos espirituales (espiritualizados).
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarel nivel biológico del cuerpo humano es creado por Dios y el Concilio Lateranense IV de 1215 dice que es éste el cuerpo destinado a la resurrección. Si, por tanto, es este cuerpo el que resucita, con mayor razón es con este cuerpo que María fue asunta al cielo.
Estoy de acuerdo en hablar con san Pablo apóstol de cuerpo espiritual. Pero tenga presente que tanto el nivel espiritual como el nivel biológico de la persona son dos niveles vitales, ambos creados por Dios y por lo tanto ambos destinados a la gloria futura.
La espiritualización cristiana del cuerpo no implica por tanto la desaparición de la materia biológica, sino su transfiguración, aunque por ahora no sabemos cómo será esta transfiguración.
Por otra parte, cuerpo espiritual quiere decir cuerpo animado por el Espíritu Santo, el cual lejos de sustituir la vitalidad biológica, la sublima perfeccionándola con la gracia de la gloria futura.
María ha sido asunta al Cielo con su cuerpo espiritual o espiritualizado. Es obvio que también este cuerpo es obra de Dios.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarlo que usted dice, tal como suena está bien. Sin embargo es necesario hacer las precisiones que ya he dicho: cuerpo espiritual se debe entender como lo entiende san Pablo, cuando habla del cuerpo resucitado glorioso. ¿Qué es lo que ha sucedido en María? Que su cuerpo físico, que tenía aquí abajo, no ha decaído y no se ha corrompido en la muerte, sino que ha permanecido en el estado de perfección que poseía en virtud de su plenitud de gracia. Al término de su vida terrena, es decir en el momento de la muerte, a este estado de gracia se ha añadido el estado de gloria celestial. Esta es la espiritualización, que el cuerpo de María recibió en el momento de la asunción. Nosotros, los mortales comunes, en cambio, si somos dignos, no recibiremos esta espiritualización hasta el momento de la resurrección de los muertos en el fin del mundo.
María ha muerto.
EliminarNosotros, los mortales comunes, en el mismo momento en que morimos biológicamente, sin solución de continuidad, seguimos viviendo con nuestro cuerpo espiritual.
EliminarEstimado Jorge,
EliminarMaría murió solo en el sentido de que terminó el curso de su vida terrena. En cuanto a los otros factores, que constituyen el hecho de la muerte, han estado ausentes. Desde este segundo punto de vista María no ha muerto.
Estimado Jorge,
Eliminaresta teoría de la resurrección inmediata con el cuerpo espiritual, ¿usted de dónde la ha sacado? ¿de Rudolph Steiner? ¿de Rahner? ¿de Biffi? ¿de quién?
De mi buen sentido teológico y de muchos teólogos.
EliminarMaría murió como Cristo y, como Cristo, su carne no se ha corrompido.
EliminarEstimado Jorge.
Eliminarlamento tener que decirte que tu teoría no sólo es contraria al sentido común, sino también al magisterio de la Iglesia y a la sana teología. Además recuerda que si estás en compañía de muchos otros teólogos, la verdad no depende del número, sino de la esencia de la misma verdad. Entre mil ciegos, no hay nadie que pueda ver.
Cristo no es ciego.
Eliminar"Hoy estarás conmigo en el paraíso"
EliminarEl Catecismo de la Iglesia Católica afirma inequívocamente que: "Todo hombre desde el momento de su muerte recibe en su alma inmortal la retribución eterna, en un juicio particular que pone su vida en relación con Cristo, por lo cual o pasará a través de una purificación, o entrará inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, o se condenará inmediatamente para siempre" (n. 1022).
Eliminar"D. ¿No hay pues sentencia, como no hay tribunal? -
EliminarR. No hay necesidad de sentencia. Nuestro balance interior con sus efectos: he aquí nuestra sentencia.". " D. ¿El único tribunal está, pues, en nosotros?
R. Sí, y es la conciencia" . Angelo Bellon. Sacerdote perteneciente a la Orden de los Predicadores (dominicos). Realizó sus estudios en las instituciones académicas propias de la Orden (Studium generale di Chieri, Facultad teológica de Bolonia y Pontificia Universidad Santo Tomás). Enseña teología moral desde hace varios años, en particular en la Facultad teológica del norte de Italia - sección de Génova.
"Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino" (Lc 23,42). De Aquel que "es antes de todas las cosas y todo subsiste en él" (Col 1,17) el llamado "buen ladrón" recibe inmediatamente el perdón y la alegría de entrar en el reino de los cielos". Bemedetto XVI
Eliminar"Es allí, en el Calvario, donde Jesús tiene la última cita con un pecador, para abrirle también a él las puertas de su Reino". Papa Francisco
EliminarEscatología realizada en el Evangelio de Juan.
EliminarEl reino de Dios es Jesucristo.
Eliminar"Jesús es el reino de Dios en persona, es el Emmanuel, Dios-con-nosotros". Papa Francisco
EliminarEstimado Jorge,
Eliminartu afirmación "No es cierto lo que escribiste", es una afirmación no probada. Por lo tanto, lamento decirte que tú eres el ciego.
Estimado Jorge,
Eliminaren el n. 1022 del CCC, no hay ningún punto de apoyo para la resurrección inmediata, porque solo se habla del alma del difunto.
Estimado Jorge,
Eliminaryo no soy ciego, yo veo porque sigo la doctrina de la Iglesia. Son ciegos los que no la siguen. Ahora, como son muchos los que siguen esta doctrina desde hace 2000 años, gracias a Dios no soy el único vidente.
Estimado Jorge,
Eliminarexisten dos factores que determinan nuestro destino eterno. Existe un factor humano, que es nuestra elección. Y aquí el P. Bellon tiene razón al hablar de un tribunal interior, que es el juicio de nuestra conciencia. Sin embargo, este factor humano no es suficiente para fijar la condición existencial eterna que nos espera después de la muerte, sino que hay que admitir también un factor divino. ¿Por qué nuestra decisión no es suficiente? Porque debemos recordar que Dios en su providencia, siendo el legislador de nuestra conducta moral, es también el juez de nuestras acciones y por lo tanto le corresponde a Él en última instancia declarar cuál debe ser nuestra condición final según nuestras acciones cumplidas. A este respecto san Pablo dice que no encuentre en él ninguna culpa, sino que no se juzgue a sí mismo, porque su juez es Dios (I Cor 4,4).
"En lo íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley que no es él quien se da, sino a la cual debe obedecer y cuya voz, que le llama siempre a amar y a hacer el bien y a huir del mal, cuando hace falta, habla claramente a los oídos del corazón [...]. El hombre tiene en realidad una ley escrita por Dios dentro de su corazón"
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarrespecto a lo que has dicho acerca de: "Escatología realizada en el Evangelio de Juan", debo decirte que la realización de la escatología solo se refiere al futuro después de la muerte. Sin embargo, es cierto que el Nuevo Testamento anuncia un comienzo desde ahora de lo que tendrá su cumplimiento en la resurrección de los muertos.
Escatología realizada.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarla escatología en la vida presente no está plenamente realizada, sino que solo hay un inicio de realización, que es lo que San Pablo llama las primicias del Espíritu (Rom 8,23) o la caparra del Espíritu (II Cor 1,22). La plenitud de su realización está reservada para la gloria futura de la resurrección. A este respecto san Pablo dice que ahora no se considera perfecto, sino que solo declara tender a la perfección. Quien niega la plenitud de la escatología en la vida futura, termina por creer que es posible obtener la felicidad perfecta en la presente vida mortal. A este respecto san Pablo dice que si creemos tal cosa, somos los más desdichados entre todos los hombres.
Escatología presencial
EliminarAdemás de Balthasar está también la concepción escatológica de Rahner.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarpero precisamente ya te he dicho que tú compartes la misma herejía de Rahner.
"El teólogo de fama mundial, entre los fundadores de la revista internacional Concilium y hermano del gran patrólogo Hugo (1900-1968) es considerado aún hoy uno de los pensadores que más influyó indirectamente (la tesis es de Juan Alfaro) en el éxito del Concilio Vaticano II y fue uno de los nobles padres del tomismo trascendental,"
EliminarExtraño que un hereje le gustara al papa Francisco 🙂
EliminarExtraño que un santo papa como Juan XXIII, lo convocara como perito del Concilio Vaticano II. 🙂
EliminarExtraño que un hereje haya sido miembro de la Comisión Teológica Internacional 🙂
EliminarExtraño que el Cardenal Martini haya estimado a un hereje 🙂
EliminarEs extraño que Franz König se burlara de un hereje 🙂
EliminarPadre Filemón de la Trinidad: ¿Es herético también Hans Urs von Balthasar? 🙂
EliminarEstimado Jorge,
EliminarMartini apreciaba a Rahner por sus buenas cualidades, aunque el Cardenal también tenía una tendencia modernista.
Estimado Jorge,
Eliminarno conozco el pensamiento de König, pero puedo imaginar que valoró a Rahner en el Concilio por sus buenas cualidades y ciertamente no por sus herejías.
Estimado Jorge,
Eliminarvon Balthasar es uno de los más grandes teólogos del siglo pasado, hombre docto, conocedor de los Padres de la Iglesia, admirador de los santos, gran enamorado de la Iglesia, hombre con visiones profundas y proféticas. El único incidente que le ha ocurrido es haber sostenido la tesis de que todos se salvan, tesis que ha sido condenada por la Iglesia, ver por ejemplo el Concilio de Quierzy del 853.
Se equivoca. Von Balthasar nunca lo dijo
EliminarRahner no es un hereje.
Eliminar"Cualquier persona que sigue su propia conciencia, ya sea que considere que debe ser cristiano o no cristiano, ya sea que considere que debe ser ateo o creyente, tal individuo es aceptado y aceptado por Dios, y puede alcanzar esa vida eterna que en nuestra fe cristiana confesamos como el fin de todos los hombres". Rahner
EliminarMuchos han escrito que el papa Francisco se inspiró en Rahner.
EliminarEstimado Jorge,
EliminarVon Balthasar sostiene que todos se salvan y esto, como he dicho, es contrario a la doctrina de la Iglesia y del Evangelio. De hecho, von Balthasar nunca dijo que el infierno está vacío, sino que para ser precisos, sostiene que Cristo descendió al infierno para salvarnos, por lo que nosotros también debemos descender al infierno para salvarnos. Ahora, para von Balthasar el infierno no está fuera de Dios, sino que está en Dios mismo, precisamente porque Cristo descendió al infierno. Esto supone la teoría cabalística de que en Dios hay tanto el bien como el mal, la bienaventuranza y el sufrimiento. Estas cosas las he documentado en mi serie de artículos en este blog: El infierno: existencia y esencia. Véase:
https://linumfumigans.blogspot.com/2025/03/el-infierno-existencia-y-esencia.html
Estimado Jorge,
EliminarJuan Pablo II, en su texto auténtico, se limita a una referencia sobre saber quién está en el infierno, pero no habla absolutamente de la cuestión de saber si en el infierno hay o no hay alguien. La doctrina de fe nos dice que hay alguien en el infierno, pero no sabemos quién es o quienes son. El Papa hace referencia a la doctrina del Concilio de Trento (Denz. 1540), que enseña que sin una revelación especial no podemos saber quién ha sido predestinado por Dios para la salvación, y en consecuencia no sabemos quién está excluido. https://www.vatican.va/.../doc.../hf_jp-ii_aud_28071999.html "La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado saber, sin especial revelación divina, qué seres humanos están realmente involucrados."
Estimado Jorge,
Eliminarcomo ya he dicho en otras ocasiones, Rahner fue un gran teólogo, que dio una gran contribución al Concilio Vaticano II, pero lamentablemente posteriormente cayó en algunas herejías, que documenté en una larga serie de artículos en este blog. A este propósito, le sugieron recurrir a esa serie de publicaciones. Vea:
https://linumfumigans.blogspot.com/2020/03/un-elenco-de-los-errores-filosoficos-y.html
A este respecto el Card. Ratzinger, en el libro "Le principes de la Théologie catholique", Téqui, Paris, 1982, afirma que "Rahner ha retomado ampliamente el concepto de libertad propio de la filosofía idealista -un concepto de libertad que en realidad conviene solo al Espíritu Absoluto - a Dios - y nada en absoluto al hombre".
Estimado Jorge,
Eliminarsé que alguien ha querido presentar al Papa Francisco como un filo-rahneriano. He seguido las enseñanzas del Papa durante todo el curso de su pontificado y he encontrado solo algunas frases, que podrían hacer pensar en Rahner. Sin embargo, tenga en cuenta que nunca elogió a Rahner y en su lugar presentó a Santo Tomás como modelo de teólogo.
Estimado Jorge,
Eliminarusted hace referencia a lo publicado sobre Rahner en el diario Avvenire. El juicio sobre Rahner en Avvenire es evidentemente el juicio de uno de sus seguidores, que carece de sentido crítico y es la actitud típica de los fanáticos de un maestro determinado. Hoy, lamentablemente, todavía hay muchos seguidores de este tipo, engañados por Rahner, que no se dan cuenta del daño que sus herejías hacen a la Iglesia. Yo, por el contrario, me he enfrentado a Rahner basándome en el criterio que me viene de la doctrina de la Iglesia y he podido apreciar sinceramente sus cualidades.
Rahner había comenzado su carrera teológica muy bien. Había demostrado una gran sensibilidad por la espiritualidad cristiana. Vivió ese período bajo el régimen nazi, en el que desgraciadamente algunos teólogos católicos para sobrevivir se dejaron influenciar de alguna manera por el nazismo. Un filósofo que fue connivente con el nazismo era Heidegger. La desgracia de Rahner fue dada por el hecho que él quedó subyugado por Heidegger. Habiendo seguido de joven a Santo Tomás, falsificó el pensamiento del Aquinate presentando a Santo Tomás como hegeliano, cosa que seguramente le habrá complacido al régimen, porque el nazismo basaba su teoría del Estado en la filosofía de Hegel. Es así que Rahner, al final de su vida, dijo que su único verdadero maestro fue Heidegger. Tenga en cuenta que Heidegger mantuvo la membresía del partido nacionalsocialista hasta 1945 y nunca dio ninguna señal de arrepentirse de haber sido admirador de Hitler.
Estimado Jorge,
Eliminarrespecto a que Karl Rahner formó parte de la Comisión Teológica Internacional, te he dicho y repetido que Rahner era un teólogo de valor, solo que era ambicioso y orgulloso. San Pablo VI lo incorporó a la Comisión Teológica Internacional, pero él permaneció allí solo dos años, cuando en un cierto momento discutió con sus colegas, se fue cerrando la puerta a golpes y acusándolos de ser incompetentes.
Von Balthasar. “Se sigue que para von Balthasar la resurrección del cuerpo del hombre debe tener lugar inmediatamente después de su muerte y sin esperar el juicio universal postergado a tiempo indeterminado, porque éste como tal no existe. Así, la muerte del creyente (y brevemente de todo hombre) es ‘incorporación’ del alma fallecida en este cuerpo celeste, en este ‘templo’ celeste, en esta ‘casa’ celeste de la humanidad resucitada de Cristo. Esto comporta que se haga comenzar el acontecimiento de la resurrección de los muertos desde el centro mismo de la historia, desde la resurrección de Jesucristo.”
Eliminar“Entonces, el teólogo no admite la existencia del ‘estado intermedio’ concebido como la distancia entre la muerte y el juicio final, entre la muerte y la resurrección de la carne del hombre. Él no quiere siquiera detenerse en este problema que define como abierto, controvertido, incluso ocioso, porque la teología se encuentra aún ‘en camino’ y no está en condiciones de dar una explicación adecuada. Este es más bien fruto de especulaciones teológicas, que no tienen fundamento sólido en la Biblia, la cual, a diferencia de los apócrifos, no da ninguna importancia al problema y las alusiones al mismo son muy escasas.”
Eliminar“Has dicho que Rahner es hereje. Ahora, si das marcha atrás, no me molesta.”
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarhe quitado varios de tus intervenciones, con tu repetida afirmación "Rahner no es un hereje", para no mostrar públicamente tu ignorancia sobre Rahner.
Estimado Jorge,
Eliminarla fe católica, como puedes comprobar en el Catecismo, enseña que en el momento de la muerte el alma es juzgada por Dios sobre la conducta en la vida presente y recibe el premio o el castigo (nn. 1021, 1022). El alma va al cielo si está totalmente purificada (n.1023), de lo contrario va al purgatorio si necesita purificación (n.1030). Si el sujeto muere en pecado mortal va al infierno (n.1033). En estos lugares sobrenaturales las almas esperan, junto con nosotros en la tierra, la segunda venida de Cristo (n.1042). Cuando Él venga, pronunciará el juicio universal y será la resurrección de los muertos (n.1038).
Estimado Jorge,
Eliminartienes verdadera necesidad de repasar el Catecismo de la Iglesia Católica:
https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p123a12_sp.html
Estimado Jorge,
Eliminarseñalo también que el Card. Ratzinger, cuando era Prefecto de la CDF, publicó en 1979 la Carta sobre algunas cuestiones relativas a la escatología, donde recuerda el hecho que las almas de los difuntos esperan la Parusía de Cristo como acontecimiento futuro, en el que tendrá lugar el Juicio Universal y la Resurrección de los muertos.
https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19790517_escatologia_sp.html
Es hereje también Hans Urs von Balthasar? 🙂
EliminarIndíqueme un documento de la Sagrada Congregación del Santo Oficio o del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que se haya pronunciado sobre Rahner hereje.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarplanteas una cuestión muy seria: ¿cuándo y en base a qué podemos decir que un teólogo es hereje? Ante todo, hay que hacer una importante distinción: una cosa es una persona herética y otra cosa es una proposición herética.
Una persona, creada a imagen de Dios, mantiene siempre una gran dignidad, incluso cuando hubiera caído en las peores herejías. Pero diré más: la persona como tal, aunque fuera la persona del diablo, es siempre digna de respeto.
Por el contrario, la proposición herética debe ser simplemente rechazada. Es como sucede en una enfermedad: no hay una parte positiva y una negativa, sino que debe simplemente eliminarse.
En cambio, como bien sabes, en la Edad Media se eliminaba a los herejes. Pero en el siglo XVIII, la Iglesia hizo un profundo examen de conciencia y se dio cuenta de que este método de la pena de muerte para los herejes no era propiamente la solución requerida por el Evangelio. Esta convicción alcanzó su plena maduración con el Concilio Vaticano II y el famoso discurso de apertura de san Juan XXIII.
Sin embargo, el llamado del Papa a la misericordia fue malinterpretado, como si la Iglesia desde entonces debiera dejar de ejercer la severidad. De ello nació el misericordismo, que es una falsa misericordia, y que en realidad oculta la prepotencia y la violencia.
En este punto, es necesario que nosotros formemos un concepto del hereje que ya no es el medieval, pero al mismo tiempo debemos saber usar esta expresión de “hereje”. Debemos usarla de un modo nuevo, verdaderamente evangélico. ¿Qué significa esto? A mi parecer, esto quiere decir que, cuando una persona cae en la herejía, hay que verificar en qué medida esa persona está contaminada por la herejía.
Por ejemplo, una cosa son las herejías de Lutero y otra cosa son las herejías de Meister Eckhart. Podemos poner el ejemplo de la manzana: hay manzanas, las llamadas manzanas podridas, que conviene tirar porque no son buenas para comer; hay, en cambio, otras manzanas en las que existe una parte podrida que puede ser retirada y el resto se puede comer. Este ejemplo puede aplicarse al caso de Lutero y al de Eckhart.
Nosotros podemos rezar por el alma de Lutero, pero en este caso debemos decir que Lutero fue un hereje. Lo cual no quita la validez del ecumenismo con los hermanos protestantes. En cambio, en cuanto a un caso como el de Eckhart, donde se trata únicamente de algunas proposiciones heréticas en un teólogo sustancialmente santo y piadoso, sería mejor hablar, en lugar de “hereje”, de “teólogo que ha pronunciado algunas proposiciones heréticas”.
En lo que respecta a von Balthasar, yo lo asimilaría a Eckhart, porque en el fondo en él se nota solamente la herejía según la cual todos se salvan y Cristo descendió al infierno, pero por todo lo demás, que yo sepa, fue un gran teólogo.
"Exactamente el 30 de marzo de hace 40 años, era un viernes de Cuaresma, respecto a la solemnidad que celebramos hoy, el Sábado Santo, se apagaba, a la edad de 80 años, en Innsbruck, en Austria, el jesuita alemán, originario de Friburgo, Karl Rahner (1904-1984).
EliminarEl teólogo de fama mundial, entre los fundadores de la revista internacional *Concilium* y hermano del gran patrólogo Hugo (1900-1968), es considerado todavía hoy uno de los pensadores que más ha influido indirectamente (la tesis es de Juan Alfaro) en el buen resultado del Concilio Vaticano II, y ha sido uno de los padres nobles del tomismo trascendental, de cuño existencialista, por su formación tan cercana al filósofo y que fue, entre otras cosas, su profesor para la tesis de licenciatura sobre santo Tomás de Aquino, Martin Heidegger.
Y precisamente al misterio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús, Karl Rahner ha dedicado páginas significativas, que, releídas con los ojos de hoy, parecen casi un importante legado espiritual. Como estas: «Frente a tantas especulaciones, nosotros decimos “Pascua”, Resurrección. Y esto significa que el futuro definitivo ya ha comenzado. La transfiguración del mundo no es un ideal, sino una realidad».
Un pensador que, respecto a su ex compañero jesuita, el suizo Hans Urs von Balthasar (1905-1988), no ha entregado a la posteridad escritos particulares sobre esta jornada particular del Triduo Pascual, el Sábado Santo, en la que está prescrito, en la tradición plurisecular de la Iglesia, la ausencia de celebraciones eucarísticas y la invitación al recogimiento y al silencio."
"A tantos años de la muerte de Rahner, la casa editorial Queriniana ha publicado recientemente, en 2021, sobre un tema tan central, una densa recopilación de sus escritos con un título elocuente: *Qué significa la Pascua*.
EliminarEn esta pequeña joya editorial se custodian las meditaciones sobre la Semana Santa escritas por el entonces joven y ya maduro sacerdote ignaciano entre 1946 y 1957.
La edición alemana de este pequeño ensayo fue realizada por dos discípulos del pensador de Friburgo: el jesuita y curador de la obra omnia de Rahner, Andreas Batlogg, y el psicoterapeuta Peter Suchla.
En estas meditaciones están los contenidos de la fe cristiana a la luz del misterio pascual. «Es precisamente así –explica el jesuita Karl Heinz Neufeld, nacido en 1938, discípulo y durante muchos años asistente de las cátedras universitarias donde enseñó Rahner en Alemania–.
En el centro de toda su investigación teológica sobresale sobre todo este punto central: la importancia de conjugar el Evangelio con la fe vivida. Como para él, el misterio de la Pascua y del Sábado Santo simbolizan el encuentro con la vida y la muerte.
Y no sorprende que, respecto a su ilustre colega Balthasar, no haya dejado un estudio tan sistemático sobre el tema del Sábado Santo, sino que haya preferido, un poco como prescribe la Iglesia para este día del año litúrgico, vivirlo como un momento de silencio y de espera en vista de la Pascua y de la Resurrección del Señor».
El padre Neufeld, alumno de doctorado del dominico Yves Congar en el Instituto Católico de París, enseñó durante muchos años en la universidad de los jesuitas de Innsbruck. Actualmente es director espiritual del Seminario de la diócesis de Osnabrück, en Baja Sajonia, Alemania.
Entre los méritos de este estudioso hay uno singular: el de haber escrito la más autorizada biografía, editada en italiano por San Paolo en 1995, sobre Hugo y Karl Rahner.
El padre Neufeld se declara convencido de que otro texto clave para entrar en el misterio de la «teología de los tres días», es decir, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, es retomar precisamente de su «maestro» Rahner un tratado importante como *La teología de la muerte* y luego reelaborado en el más eficaz ensayo de 1976 *El morir cristiano*, en el cual indicaba, a la luz de la fragilidad (causada a menudo por sufrimientos y enfermedades) y de la finitud de nuestra naturaleza humana, la importancia de saber «morir con Cristo», donde «la conclusión de toda vida –es la convicción de Rahner– tendrá su cumplimiento pleno y definitivo en el más allá»."
"A tantos años de distancia de su fallecimiento, a juicio del padre Neufeld, siguen siendo aún actuales muchas de sus obras como *Oyentes de la Palabra*, *El cansancio de creer*, *Curso fundamental sobre la fe*, o también *Espíritu en el mundo*, o el escrito considerado por muchos como uno de sus textos espirituales más significativos, dirigido a los jóvenes, *Discurso de Ignacio a un jesuita de hoy*, considerado por el mismo Rahner como «la síntesis de mi teología y de lo que he intentado vivir».
Eliminar«En estas publicaciones se descubre de Rahner al hombre espiritual y atento al futuro de la Iglesia y a las expectativas de las nuevas generaciones. Él se encuentra –es la argumentación del estudioso– en la regla de vida indicada por los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola: es decir, encontrar a Dios en todas las cosas. Él, como a menudo lo ha descrito su discípulo el cardenal Karl Lehmann, ha sido un hombre del “pasado mañana” porque, más allá de la inevitable datación de sus obras, siempre ha buscado aportar respuestas concretas a los contextos de su tiempo, del cual se siente contemporáneo, en el que emerge su carácter primero de sacerdote y luego de estudioso».
El padre Neufeld recuerda, en su razonamiento, el papel central desempeñado por Rahner como perito personal del cardenal de Viena Franz König –con quien colaborará en los años sucesivos también para el estratégico diálogo con los no creyentes– durante el Concilio Vaticano II (1962-1965), con el entonces colega Joseph Ratzinger, el futuro Benedicto XVI, para la redacción de importantes documentos como las constituciones dogmáticas *Lumen Gentium* y *Dei Verbum*.
El estudioso jesuita se detiene, a la luz de este importante aniversario, en un ensayo rahneriano de apremiante actualidad como *Penitencia de la Iglesia* (editado por Paulinas en 1992), en el que emerge, a su juicio, «la situación concreta del sujeto, pecador, pero siempre tocado por la gracia de Dios que crea, redime y transforma».
A tantos años de distancia de su fallecimiento, vuelven a la memoria de Neufeld la famosa frase atribuida al pensador de Friburgo y repetida a menudo durante los años de su ministerio en Milán por el cardenal Carlo Maria Martini: «El cristiano del futuro o será un místico o no será». Un aviso, pues, para los teólogos, pero también para los creyentes de hoy.
Palabras que parecen tener el mismo sabor y peso que aquellas que fueron propuestas en un retrato (su última entrevista sobre cómo transmitir la fe a las nuevas generaciones) por sus hermanos jesuitas para los funerales solemnes de Rahner en 1984 en Innsbruck. Palabras que todavía hoy parecen no haber perdido su brillo y actualidad para ser buenos teólogos. He aquí las palabras: «Ante todo, se debe predicar bien. Para predicar bien, se debe primero estudiar bien teología. Pero para predicar bien, debe haber hombres vivos, devotos, radicalmente cristianos, que puedan predicar. Naturalmente, debe también haber una cierta libertad dentro del ejercicio de tal actividad apostólica o pastoral».
Una lección, por tanto, la de Rahner, que parece actual para la Iglesia de hoy." Avvenire
Estimado Jorge,
Eliminarla Congregación para la Doctrina de la Fe en sus intervenciones ha condenado las herejías de Rahner sin nombrarlas. Las herejías de Rahner, además, no son nuevas, sino viejas herejías que ya habían sido condenadas por la Iglesia.
La crítica que se puede hacer a la CDF es que podría haber sido más valiente en señalar las herejías de Rahner. Por otra parte, Rahner ha hecho una notable contribución al progreso de la Iglesia. Por lo tanto, por un lado ha hecho el mal, pero por otro lado también ha hecho el bien. La CDF se ha encontrado frente a este problema: ¿queremos denunciar el daño con el riesgo de que el bien no sea apreciado o queremos apreciar el bien esperando que esto sirva para evitar el daño?
La CDF ha hecho la segunda opción, que puede ser discutible. De hecho, muchos absorben los errores de Rahner confundiéndolos con la verdad por el hecho de que la CDF nunca mencionó a Rahner. De todos modos, quien quiera dar un juicio sobre Rahner y descubrir sus herejías, basta que compare cuanto Rahner ha dicho con el Catecismo y así se da cuenta por sí mismo de cómo están las cosas. Rahner es muy astuto en el engaño, por lo que es difícil encontrar los errores. Los ingenuos y los impreparados en teología están excusados, mientras que los astutos e hipócritas pagarán un precio muy salado.
Es difícil entender de qué espíritu Rahner está movido, porque por un lado edifica la Iglesia, pero por el otro la destruye. No es, pues, un espíritu de unión y concordia, sino de división y de contradicción. Ciertamente siempre se puede tomar lo bueno y rechazar lo malo. Parece, sin embargo, que él sea un infiltrado o de la masonería o de los luteranos o de los idealistas alemanes. Quiere modernizar la Iglesia, y eso está bien, pero termina proponiendo el modernismo.
Padre, usted debería modernizarse.
Eliminar"El cristiano no puede volver atrás. Volver a las raíces sí, para tomar la inspiración, para continuar. Pero volver atrás es volver para tener una defensa, una seguridad que nos evite el riesgo de seguir adelante, el riesgo cristiano de llevar la fe, el riesgo cristiano de hacer el camino con Jesucristo."
EliminarEstimado Jorge,
Eliminaryo me he modernizado siguiendo las indicaciones del Concilio Vaticano II. Tú, en cambio, te has modernizado a la manera modernista.
Estimado Jorge,
Eliminarestoy de acuerdo con estas palabras: "El cristiano no puede volver atrás. Volver a las raíces sí, para tomar la inspiración, para continuar. Pero volver atrás es volver para tener una defensa, una seguridad que nos evite el riesgo de seguir adelante, el riesgo cristiano de llevar la fe, el riesgo cristiano de hacer el camino con Jesucristo". Me da la impresión que su autor es el papa Francisco, si no recuerdo mal
Lo que quiero decirte es que tengo la impresión de que tú, con estas palabras, pareces hacerme una llamada o un reproche, como si yo fuera un pasadista, cosa que me cuido bien de hacer. Si tú me aplicas estas palabras en ese sentido, entonces eso significa que no las has entendido y que en realidad tu progresismo no es más que modernismo. Si me juzgas superado, es señal de que eres un modernista y no sabes lo que es el verdadero progreso.
Sí, las palabras son para usted.
EliminarYo soy alguien equilibrado en teología. El problema es que usted no logra aceptar lo nuevo.
EliminarSé que Ud. no lo entenderá.
EliminarNi siquiera Ud. llega a aceptar el CVII.
EliminarNi siquiera ha aceptado la definición de pecado original de la FTER.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminardesde el día que terminó el Concilio nunca he dejado de aprender de él y de exponerlo en mi predicación y en mis escritos. Yo asumo las doctrinas del Concilio en la interpretación que ha dado el Catecismo de la Iglesia Católica y no en cambio en la del Catecismo Holandés, que contiene algunas herejías. Por lo demás, acepto la interpretación que dan los Pontífices del postconcilio. Por la forma en que te expresas, entiendo que tú has malinterpretado sus novedades e interpretas el Concilio en sentido modernista.
Estimado Jorge,
Eliminarno conozco el documento que mencionas. Pero espero que sea conforme al Catecismo de la Iglesia Católica.
El Catecismo, el papa Francisco, Angelo Bellon, el Evangelio de Juan, Benedicto XVI ... todos se equivocan. Tú no, por supuesto...
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminaryo estoy con el Catecismo, con el Papa Francisco, con el Evangelio de Juan, con Benedicto XVI. Sobre Bellon no me pronuncio, porque no sé a qué te refieres.
Pero ¿sabes quién es?
EliminarEstimado Jorge,
Eliminaral padre Bellon lo conozco muy bien y desde hace muchos años. Es un dominico celante y de gran virtud. Usted lo que quiere es ponerme contra el P. Bellon sin motivo válido. ¿Le parece esto una acción honesta?
No quiero ponerle en contra de Bellon, lo cito porque lo considero un teólogo autorizado.
EliminarAlgunas veces no comparto sus ideas.
EliminarEn ese caso no lo cito.
Eliminar"La Comisión Teológica Internacional ya ha examinado diversos aspectos de la tarea teológica en documentos anteriores, en particular La unidad de la fe y el pluralismo teológico (1972), Magisterio y teología (1975) y La interpretación de los dogmas (1990). El presente texto se propone identificar los rasgos familiares distintivos de la teología católica Se examinarán aquellas perspectivas y principios básicos que caracterizan la teología católica, y se expondrán los criterios a través de los cuales las diversas y múltiples teologías pueden ser reconocidas como auténticamente católicas y participantes en la misión de la Iglesia católica, que es proclamar la Buena Nueva a personas de cada nación, tribu, pueblo e idioma (Mt 28,8-20; Ap 7,9) y, haciéndoles oír la voz del único Señor, recogerlas todas en un solo rebaño con un solo pastor (Jn 10,16). Esta misión requiere la presencia en la teología católica de la diversidad en la unidad, así como de la unidad en la diversidad. Las teologías católicas deberían ser identificables como tales, y están llamadas a apoyarse mutuamente y a rendir cuentas recíprocamente de sus propias obras, como lo son los mismos cristianos en la comunión con la Iglesia para la gloria de Dios. El presente texto consta pues de tres capítulos, en los que se exponen los temas siguientes: en la rica pluralidad de sus expresiones, protagonistas, ideas y contextos, la teología es católica, y por tanto fundamentalmente una, si brota de una atenta escucha de la palabra de Dios; si se pone consciente y fielmente en comunión con la Iglesia; y si está orientada al servicio de Dios en el mundo, ofreciendo a los hombres y mujeres de hoy la divina verdad en forma inteligible."
Eliminar... teologías diversas y múltiples pueden sin embargo ser reconocidas como auténticamente católicas ... ¿se equivoca también la Comisión Teológica Internacional?
EliminarEstimado Jorge,
Eliminaryo no tengo ninguna dificultad en aceptar las declaraciones de la Comisión Teológica Internacional. ¿Por qué motivo me la citas?
Estimado Jorge,
Eliminarsobre el tema de la legitimidad de las diferentes teologías estoy perfectamente de acuerdo. Pero tú, con tu errónea teoría de la resurrección inmediata no pretendas que tu tesis sea legitimada en nombre del pluralismo teológico, por el simple hecho de que es incorrecta. El pluralismo teológico supone que toda corriente teológica esté en la verdad, pero está claro que no se puede invocar el pluralismo para defender, como haces tú, un error.
Un error según tu opinión.
Eliminar... teologías diversas y múltiples pueden sin embargo ser reconocidas como auténticamente católicas.
Eliminar"La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la acogida o al rechazo de la gracia divina aparecida en Cristo. El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida, pero también afirma varias veces la retribución inmediata que, después de la muerte, será dada a cada uno según sus obras y su fe."
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarsu tesis de la resurrección inmediata con un cuerpo espiritual es herética, porque está en contraste la doctrina de la Iglesia expuesta en el Catecismo de la Iglesia Católica, del n. 988 al 1019.
Le hago presente que el nivel biológico es esencial para el cuerpo humano. Un cuerpo no biológico no es un cuerpo viviente.
Al mismo tiempo, tenga presente que la doctrina de la Iglesia enseña que nosotros reasumiremos nuestro cuerpo al fin del mundo. Como ya le he dicho el cuerpo espiritual, como enseña san Pablo, es el cuerpo que tenemos aquí, biológicamente viviente, el cual, después de la muerte, como enseña también el Concilio Lateranense IV del 1215, será resucitado por Cristo al fin del mundo y se convertirá, para quien se salva, un cuerpo glorioso o espiritual, valedecir, perfeccionado por la gracia en su dimensión biológica. Le recuerdo además que también las almas condenadas reasumirán su cuerpo, el cual seguirá siendo biológico, pero no será espiritual, aunque sea inmortal.
Un cuerpo humano que no sea biológico no existe, es solo su invención.
"La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la acogida o al rechazo de la gracia divina aparecida en Cristo. El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida, pero también afirma varias veces la retribución inmediata que, después de la muerte, será dada a cada uno según sus obras y su fe." CIC
ResponderEliminarDespués de la muerte no queda ciertamente el cuerpo biológico. 🙂
Eliminar"El término "cuerpo biológico" se refiere al conjunto de las características físicas y fisiológicas de un organismo vivo, distinto de otras dimensiones como la psicológica o social. En otras palabras, es el cuerpo entendido como entidad física y material, sujeto a las leyes de la biología."
Eliminar"Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede hacer perecer el alma y el cuerpo en la gehena."
EliminarEstimado Jorge,
Eliminares evidente que el cuerpo humano, que por esencia es biológico, de lo contrario no sería un cuerpo viviente, con la muerte ya no es un cuerpo biológico, sino un cuerpo sin vida, al que llamamos "cadáver". El cuerpo normalmente se deposita en la tumba. Jesús nos anuncia que cuando Él venga, los cuerpos que se encuentran en los sepulcros oirán su voz y el alma recuperará su cuerpo. Así que el cuerpo que resucita es éste. El cuerpo espiritual, del que usted habla, que resucitaría inmediatamente después de la muerte, es un parto de su fantasía demasiado vivaz.
No es así. El cuerpo biológico que tiene el ser humano, no resucita.
Eliminar1 Corintios 15,35-50: "35 Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo? 36 Tu pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere. 37 Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta. 38 Y Dios da a cada semilla la forma que él quiere, a cada clase de semilla, el cuerpo que le corresponde. 39 No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor: 41 uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor. 42 Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles; 43 se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza; 44 se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual. 45 Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. 46 Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. 47 El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. 48 Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. 49 De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial. 50 Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible."
Eliminar... resucita un cuerpo espiritual."
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarya le he dicho que el cuerpo humano es un cuerpo biológico, en cuanto viviente. Se distingue de los cuerpos no vivientes, que no son biológicos. Recuerde que la palabra griega bios significa vida. Por lo tanto, no tiene sentido suponer un cuerpo viviente no biológico. Así que, cuando nuestro cuerpo muere, ya no es biológico, porque es un cuerpo muerto. Pero cuando resucite no podrá ser más que un cuerpo biológico, porque será un cuerpo viviente.
Le hago notar además que, siendo el alma en el cielo la misma que está en la tierra, y siendo el alma la forma sustancial del cuerpo, el cuerpo resucitado es el mismo que el presente sobre esta tierra, con la única diferencia de que será un cuerpo glorioso e inmortal, por lo que aquí abajo no podemos imaginar cuáles serán sus características. Por cuanto respecta al cuerpo espiritual, como le he dicho y repetido, según san Pablo, se trata de la gracia de la gloria que perfeccionará nuestro cuerpo viviente. Por lo tanto, en la resurrección gloriosa decir cuerpo espiritual equivale a decir cuerpo biológico espiritualizado.
Usted no debe crear una contraposición entre lo biológico y lo espiritual, porque Dios es el creador de ambos. Si usted niega lo biológico, niega la resurrección del cuerpo. Pero entonces ya no sigue a Cristo, sino que sigue a Platón.
Padre Filemón, su Cristo no es como el mío ... que cada uno tenga el suyo propio.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminaren referencia a la herejía de la resurrección inmediata, debo decir que el tuyo es un falso Cristo, mientras que el mío es el verdadero. En todo caso reconozco que eres cristiano, pero es necesario que seas más fiel a la doctrina de la Iglesia Católica.
Estimado Jorge,
ResponderEliminardado que lo único que has venido haciendo es reiterar una y otras vez tus tesis, a las que he refutado argumentadamente, y sin embargo no has continuado el diálogo sistemáticamente, como corresponde, o sea rebatiendo mis objeciones con argumentos y articuladamente, considero que lo más conveniente para tí y para los demás lectores del blog sea publicar en el blog los pasajes centrales de nuestra discusión sobre la gran cuestión del cuerpo glorioso en el cielo en relación con el misterio de la asunción de la Virgen María al cielo, al dogma de la resurrección de la carne, y la gran cuestión de la esencia de la muerte. Si luego de esa publicación que haré, Dios mediante, en los próximos días, tienes alguna otra objeción (nueva, y a la que todavía no haya respondido), me la haces, y seguiremos adelante con el diálogo.