Las verdades católicas siempre deben ser proclamadas a pares, y santo Tomás de Aquino, y Jacques Maritain -siguiendo las huellas del Doctor Angélico-, son insuperables maestros en esa tarea. Por el contrario, hoy estamos en medio de los extremismos, de las parcialidades, de las falsas contraposiciones que luego se conectan con las confusiones, con los particularismos. Faltan los puntos de vista amplios, sintéticos, armoniosos, comprehensivos, equilibrados, objetivos, fautores de la concordia y de la paz en la verdad. [En la imagen: fragmento de "El joven Jacques Maritain", acuarela sobre papel, 2023, obra de José del Puerto, colección privada].
"Examinadlo todo; retened lo bueno"
San Pablo, 1 Tesalonicenses 5,21
----------Desde mi primer encuentro con la filosofía y con los filósofos se van cumpliendo ya sesenta años, y a lo largo de todas estas décadas de mi vida no han sido pocas las veces en que se me ha preguntado acerca de cuáles han sido los autores que particularmente han influido sobre mi, precisamente desde el punto de vista filosófico. Pues bien, no tengo ninguna duda que mi Maestro ha sido y sigue siendo todavía santo Tomás de Aquino, como debería ya aparecer claro por cuanto he publicado en este blog, e incluso por todo lo que he relatado acerca del nacimiento de mi vocación al sacerdocio y a la teología. Y siempre ha sido para mi de gran satisfacción el constatar cómo a mi espontánea preferencia por Tomás entre todos los otros teólogos corresponda la constante recomendación desde hace ocho siglos por parte del Magisterio de la Iglesia del pensamiento del Aquinate como modelo de pensamiento teológico.
----------Indudablemente el discipulado tomista, con el transcurso de los siglos, ha estado sujeto a una evolución. Y en esta evolución en el modo de seguir a Tomás de Aquino, se ha pasado de una actitud exageradamente obsecuente y casi servil, a un enfoque más inteligente y prudente y a una exégesis más históricamente contextualizada, como ha sido la del teólogo dominico padre Marie-Dominique Chenu. En efecto, manteniendo la estima especial por el Doctor Común de la Iglesia -y esto ha sido promovido por el Concilio Vaticano II y reafirmado por los Papas del postconcilio- se han dejado de lado ciertas partes caducas del Corpus Thomisticum, con el resultado de poner en mayor luz el método, los principios y las tesis mayores, perennemente y universalmente válidas, del Doctor Angélico.
----------Un ejemplo particularmente inteligente de discipulado tomista es el de Jacques Maritain, quien nos ha sido propuesto como ejemplo de filósofo y teólogo católico por san Paulo VI y por san Juan Pablo II. El método de Maritain ha anticipado esa forma de tomismo que ha sido indicada por el Concilio Vaticano II: el abordar críticamente el pensamiento moderno a la luz del pensamiento del Aquinate, ya sea para asumir lo positivo de la modernidad como para rechazar lo negativo. Por lo tanto, ni modernismo ni conservadurismo o pasadismo, sino sana modernidad en la fidelidad a la philosophia perennis.
----------Un lamentable fenómeno que se ha difundido en diversos ámbitos de la Iglesia durante lo que llevamos vivido del postconcilio, incluso en la Orden de Predicadores a la que perteneció santo Tomás de Aquino, ha sido el abandono del pensamiento del Aquinate, como cuadro de fondo o punto de referencia para la renovación de la teología; y se ha pretendido sustituirlo con pensadores inconciliables con el dogma católico, como Lutero, Calvino, Descartes, Hume, Kant, Hegel, Marx, Heidegger y en general los teólogos protestantes alemanes, como Schleiermacher, Kierkegaard, Barth, Cullmann, Moltmann, Bultmann, Bonhöffer, Tillich, Robinson y otros, cuando no se da también el caso de que se ha ido a tomar de los presocráticos, del budismo, del brahmanismo, del islamismo, del taoismo, de los misterios paganos, de la teosofía, del pensamiento masónico o del espiritismo o de antiguos herejes como los precalcedonenses o ciertos herejes medievales.
----------Estando así las cosas, ha surgido una tendencia teológica sistemáticamente rebelde al Magisterio de la Iglesia, que ya san Paulo VI con dolor llamó “magisterio paralelo”, responsable de haber introducido, como se expresó el mismo papa Montini, el “humo de Satanás” en la Iglesia.
----------Naturalmente, no se trata como piensan los lefebvrianos y otros pseudo tradicionalistas, en mayor o menor medida filolefebvrianos indietristas (como decía el papa Francisco), de retornar al tomismo del preconcilio: un tomismo esclerotizado y esquelético, incapaz de asumir los valores del pensamiento moderno, críticamente analizados y cribados. Se trata en cambio de elaborar un tomismo prudente y abierto, que sepa llevar a la realidad las indicaciones del Concilio relativas al ecumenismo, al diálogo interreligioso y con los no-creyentes, así como al diálogo con los aspectos positivos de la modernidad.
----------Lamentablemente incluso la Orden de Predicadores (y vuelvo a referirme a ella, y no dejaré de hacerlo, porque debería ser la más discípula del pensamiento tomista) tiene dificultades todavía para encontrar en esto el camino correcto, aunque esta prospectiva sea para ella y para nuestro tiempo la bellísima chance a aprovechar. Pero estoy seguro de que lo hará, superando los actuales extremismos de tipo modernista, representados por ejemplo por la revista Concilium, y por otros foros de actual propaganda neomodernista.
----------Con el correr del tiempo, he tenido naturalmente la oportunidad de examinar críticamente las enseñanzas recibidas de mis numerosos profesores y formadores, tanto en el seminario como en los institutos universitarios, distanciándome en ocasiones de ellas, al menos en parte, pero a la vez también reconociéndome deudor, de modo más o menos completo de esa corriente filosófica que hoy podríamos llamar tomismo maritainiano.
----------Desde cuando descubrí a santo Tomás a través de Maritain, he encontrado una guía segura de mi labor crítica, una guía que cada vez siempre de nuevo me ha aparecido en su valor incontrovertible, fortalecido, como he dicho, por las mismas constantes indicaciones del Magisterio de la Iglesia. Por lo tanto indudablemente desde entonces siempre he hecho un examen crítico de cuanto me fue impartido también en los estudios seminarísticos y universitarios, pero siempre a la luz del tomismo maritainiano.
----------Por consiguiente, si es que puedo decir que pertenezco a una determinada corriente filosófica, pues bien, hablaría precisamente del tomismo maritainiano, que obviamente, dado que he elegido entre otras formas de tomismo, me parece el mejor y el más ajustado a los deseos de la Iglesia. Otras formas de tomismo moderno están de varias maneras contaminadas por los errores de la modernidad, en la tentativa quizás generosa y honesta pero demasiado atrevida de dialogar con ella. Entre estas otras modalidades del tomismo, más allá del tomismo maritainiano, la que me parece la más fiel a Tomás de Aquino, pero con una impronta acaso un poco demasiado existencialista, es la del padre Cornelio Fabro, un sacerdote, filósofo y teólogo de inmensa cultura y de gran vigor especulativo, además de poseedor de una gran espiritualidad, a quien considero de todos modos el más grande tomista italiano del siglo pasado.
----------Por el contrario, ha sido desafortunada y de consecuencias perjudiciales la tentativa del así llamado tomismo “trascendental”. Ya este adjetivo mismo es equívoco, porque no se trata del trascendental tomista, sino del kantiano, lo que ya quiere decir partir con el pie equivocado. Y la cosa curiosa es que este tomismo filokantiano ha sido inventado por el sacerdote jesuita Joseph Maréchal, hombre por lo demás también él muy docto y de fuerte temperamento metafísico. Maréchal, en los años veinte del siglo pasado, apenas pocos años después de que san Pío X había puesto en guardia contra el pensamiento de Kant con su famosa encíclica Pascendi, se lanzó a la empresa muy arriesgada, aunque en sí misma oportuna, de una confrontación comparativa entre Tomás de Aquino y Kant. Pero entre los dos quien terminó mal, más allá de las buenas intenciones de Maréchal, fue Tomás, por el hecho de que el teólogo jesuita quiso sostener la tesis sorprendente de que el realismo tomista se podía recabar incluso del idealismo kantiano, tan sólo con que al intelecto le fuera asignado un “dinamismo” similar al de la voluntad. Es como se sabe el famoso voluntarismo jesuítico, que aquí le jugó al padre Maréchal una mala pasada.
----------No me parece oportuno, al menos en esta ocasión, sobre todo para no agobiar al lector en este artículo que sólo tiene por propósito hacer una sucinta presentación del tomismo maritainiano, explicar los detalles de la deriva marechaliana, empresa que fue retomada a fines de los años treinta del siglo pasado por Karl Rahner, con una audacia que roza la insolencia, pues Rahner, yendo aún más allá de las intenciones de Maréchal, confronta comparativamente a Tomás de Aquino ya no con Kant, sino con Hegel.
----------Repito, no hay aquí espacio, ni tampoco es el propósito de esta publicación, hacer una recopilación de todos los falsos tomismos que han surgido después de esos intentos fallidos. En cierto modo ya hice esa recopilación en otros artículo de este blog, y seguramente tendremos en el futuro próximo otras ocasiones para volver sobre ello. Baste por ahora con decir que, si en el pasado existía una excesiva separación entre los tomistas y los eventos del pensamiento filosófico no-católico, hoy por el contrario se ven formas sincretistas y sumamente torpes en las cuales el teísmo va a la par del panteísmo, el realismo está junto con el idealismo, el catolicismo con el protestantismo, cuando también se dan los casos en que precisamente Tomás de Aquino no es completamente abandonado para ser sustituido, como en Rahner y Schillebeecxk, por un cuadro intelectual puramente profano, derivado de filosofías fenomenistas, historicistas, irracionales, escépticas o secularistas, más o menos barnizado de Evangelio o de espiritualidad.
----------Sobresalir en el discipulado tomista, como siempre desde hace ocho siglos los Papas nos han invitado a hacer, y también los Papas del postconcilio, siempre sigue siendo la gran chance en nuestro tiempo, no sólo para la Orden de Predicadores, que tiene en Tomás a su máximo filósofo y teólogo, sino también para todos los filósofos y teólogos católicos. De hecho el papa Francisco en los últimos años de su pontificado nos ha confirmado en aquella sentencia que ni siquiera san Juan Pablo II ni Benedicto XVI habían llegado a repetir: la seguridad de que Tomás de Aquino sigue siendo para toda la Iglesia el Doctor Communis, no sólo para nuestro tiempo sino tambien para los tiempos futuros, hasta que no surja un genio superior al Aquinate. Siguiendo al Aquinate en la filosofía y en la teología, desarrollamos una tarea de la cual la Iglesia tiene necesidad, por lo cual, si fracasamos nosotros, los teólogos católicos, como hoy lamentablemente está sucediendo, incluso entre los Dominicos, surgirán en otro lugar otros centros tomistas y la Iglesia irá allí para buscarse los especialistas de los cuales ella tiene necesidad.
----------Y puestos a la tarea de ser discípulos de santo Tomás de Aquino, como he dicho, después de haber madurado desde hace sesenta años mis más profundas convicciones, considero que la dirección que está más cercana a las verdades expuestas por el Aquinate, sea el tomismo maritainiano, no porque yo me quiera cerrar a los meros contenidos de hecho de la producción maritainiana, a la cual le falta, ni de otro modo podría ser, la consideración de muchas cuestiones actuales y la asunción de muchos valores actuales, sino en cuanto encuentro en el método maritainiano, en sus tesis centrales y en la interpretación que Maritain ha hecho de muchos autores antiguos y modernos, un patrimonio cultural todavía válido para nuestro tiempo, que tiene sólo necesidad de ser enriquecido mediante la aplicación del método y el desarrollo de sus temas centrales.
----------De todas maneras, es absolutamente cierto el hecho de que también la grandiosa obra maritainiana, como cualquier obra humana, no está exenta de defectos y de incoherencias, que sin embargo no afectan sus articulaciones fundamentales. Y podría también hacer una lista de esos defectos, por ejemplo: su concepción del “preconsciente espiritual” no conceptual y por tanto difícilmente compatible con su doctrina del concepto, de inspiración tomista, ejemplarmente expuesta en otras obras suyas; una concepción de la persona como “subsistencia del alma”, que difícilmente va de acuerdo con la doctrina de la naturaleza humana compuesta de alma y cuerpo, también esta doctrina expuesta en otras obras suyas con verdadera maestría tomista, sobre todo por cuanto respecta a la ley natural y a los derechos del hombre; su tesis según la cual la filosofía moral “adecuadamente tomada” debería ser completada por la teología moral, cuando luego en otras obras distingue claramente el plano del actuar natural de aquel otro plano del actuar sobrenatural, tanto en Humanisme intégral como en sus escritos sobre la mística.
----------Con todos los defectos que pueda tener la labor maritainiana de purificación del tomismo preconciliar, no veo qué otro maestro en ámbito católico hoy esté presente, tal como para superar la obra de Maritain, en razón de la riqueza sistemática de este pensamiento y de los intereses que expresa, así como por la obra de purificación de la filosofía moderna que tal obra ha cumplido a la luz de un auténtico conocimiento del pensamiento del Aquinate en una plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Si alguien tiene algún nombre distinto para proponerme, para mi actualmente ignoto, quedo a la espera de saberlo. Sin embargo, después de sesenta años de estudios, dudo que tal nombre exista, al menos sobre la escena pública de la cultura católica.
----------Existen ciertamente, claro que sí, trabajos sectoriales y específicos de alto valor, y del todo ausentes en Maritain, trabajos que ciertamente deben ser asumidos e integrados en el sistema maritainiano; pero este sistema, óptimo reflejo del mismo sistema tomista, debe ser conservado, defendido y desarrollado, sin por eso ignorar en absoluto otros eximios pensadores de hoy y de ayer, católicos y no-católicos.
----------Está claro que Jacques Maritain ha sido en mayor medida un filósofo que un teólogo, aunque el último Maritain nos ofrezca también excelentes estudios sobre la mística y sobre la eclesiología. Pero también en este último campo, como en otros campos, por ejemplo la teología bíblica, la teología fundamental, la triadología, la cristología u otras disciplinas teológicas, está claro que es necesario remitirse a otros maestros, sobre todo de ese postconcilio que es fiel al Magisterio de la Iglesia.
----------Desgraciadamente el enfoque filosófico maritainiano hoy no está lo que se dice muy extendido entre los estudiosos, ni ha entrado en la mentalidad cultural general. El caso es que lamentablemente, los seguidores de Maritain hoy son bastante pocos, como son pocos incluso los seguidores de santo Tomás de Aquino, y como son pocos, también en el episcopado y entre los teólogos, aquellos que siguen en plena fidelidad y convicción las sabias enseñanzas del Papa acerca del modo de dar testimonio acerca de la armonía entre razón y fe, entre verdad y caridad, entre justicia y misericordia, entre progreso y continuidad, entre humanismo y cristianismo, entre naturaleza y gracia, entre persona y sociedad, entre Dios y el hombre, entre consciencia y obediencia, entre autoridad y libertad. Como he dicho tantas veces, en este blog y en otras ocasiones y por otros medios, las verdades católicas siempre deben ser proclamadas a pares, y santo Tomás de Aquino, y Jacques Maritain -siguiendo las huellas del Doctor Angélico-, son insuperables maestros en esa tarea. Por el contrario, hoy estamos en medio de los extremismos, de las parcialidades, de las falsas contraposiciones que luego se conectan con las confusiones, con los particularismos. Faltan los puntos de vista amplios, sintéticos, armoniosos, comprehensivos, equilibrados, objetivos, fautores de la concordia y de la paz en la verdad.
----------Indudablemente quien abraza estos puntos de vista mediadores y de paz tiene que sufrir de parte de los opuestos extremismos. Pero para el cristiano tal sufrimiento es dulce, porque al fin de cuentas es padecimiento por Cristo y con Cristo. Sobre todo hace sufrir la oposición por parte de hermanos en la fe. Es una situación que se arrastra desde la época del modernismo de la época de san Pío X, de cuando el Santo Pontífice denunció la presencia de fuerzas hostiles también en lo interno de la Iglesia misma.
----------Por lo demás, bien sabemos que ha sido nuestro Señor Jesucristo quien primero tuvo que sufrir de parte de los suyos: “Vino a los suyos y los suyos no lo han recibido”. Nemo propheta in patria. Me complace repetirme a menudo ese versículo del Salmo: “Elegi abiectus esse in Domo Dei mei” (“He preferido ser despreciado en la casa de mi Dios”, Sal 83 [84], 11). Estar en la Iglesia es de todos modos bello, aunque se tenga que sufrir. No envidio a aquellos que creen encontrar honores o éxito saliendo de la Iglesia o viviendo en ella sin convicción, por intereses puramente humanos y no sobrenaturales.
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 6 de agosto de 2025
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