viernes, 4 de julio de 2025

"La serpiente me engañó" (1/2)

No son pocas las ocasiones en que durante los diálogos que mantengo en el foro de este blog con algunos de los lectores, a veces manifestando tendencias pasadistas y a veces modernistas, que al tratar de convencerlos de una verdad de razon o de fe, con los más convincentes argumentos, hasta el punto de ponerlos contra la pared, rechazan las evidencias y obstinadamente se mantienen apegados al error, y cortan abruptamente el diálogo, ya sin argumentos, o bien explotan en insultos y ofensas. ¿Cuáles son los motivos de fondo de esta actitud? Para explicar esta cuestión, remontémonos en primer lugar a lo sucedido en el Génesis con la pareja primitiva, Adán y Eva. [En la imagen: fragmento de "Adán y Eva expulsados del paraíso", gouache y oro sobre papel, de un folio del Falnama, Libro de los presagios, atribuida a Ja'far al-Sadiq, c. 1550, dinastía safávida, Irán, conservado y expuesto en la Arthur M. Sackler Gallery, de la Smithsonian Institution, Washington, D.C.].

Un caso paradigmático
   
----------Según el relato bíblico, cuando nuestra primera progenitora, Eva, intenta justificarse ante Dios por el pecado cometido, dice: "la serpiente me ha engañado". Es verdad que la ha engañado, pero ella se ha dejado engañar. Y por eso Eva es castigada. Ciertamente este episodio originario, clave de toda la historia de la humanidad, suscita en nosotros algunas reflexiones y algunas preguntas.
----------Es ante todo sorprendente la grandísima responsabilidad de Eva, la cual, perfectamente consciente de la gravedad destinadora del mandato divino y completamente libre de aquel impulso al pecado que habría de ser la consecuencia en nosotros del pecado de la pareja primitiva, cambia su voluntad de buena a mala escuchando al demonio. ¿No sabía que era el demonio? ¿Cómo es que prefirió creerle a él en lugar de a Dios?
----------Otro punto de reflexión es el rol de la mujer. ¿Cómo hizo Eva para tener tanto poder sobre nuestro primer progenitor, Adán, como para convencerlo de pecar? Por otra parte, Adán no es sincero, cuando para justificarse llega casi a acusar a Dios de haberle puesto al lado a la mujer.
----------Nace de esta manera el tema de la mujer tentadora instrumento de Satanás, mito destinado a un enorme y desgraciado éxito a lo largo de los milenios y origen ancestral del desprecio hacia la mujer. Este prejuicio parece reforzarse cuando Dios reprocha a Adán por haber escuchado a la mujer. Ahora bien, una cosa esencial para no caer en el equívoco, es tener en cuenta las palabras que Dios pronuncia contra la serpiente: "yo pondré enemistad entre ti y la mujer". Vale decir, que si de la mujer puede venir la perdición, de una mujer vendrá la salvación y la beatitud. Y esta mujer es evidentemente María.
----------Otra cosa que sorprende en el relato genesíaco es cómo es que Dios no advierte a la pareja del riesgo de la tentación diabólica. El motivo de esta falta de advertencia por parte de Dios, es que probablemente la pareja primitiva ya era capaz por sí sola de reconocer y frustrar la tentación diabólica. Por tanto, es conscientemente y voluntariamente que ella desobedece a Dios y obedece al diablo. Pero ¿cómo ha podido creerle al diablo en lugar de a Dios? No lo sabemos. Es el misterio del pecado.
----------¿Cómo ha podido el demonio estar presente en el Edén? Ante todo, su presencia nos dice que la caída de los ángeles rebeldes ya había ocurrido. ¿Y cómo es que no aparece algún ángel santo? Claramente Dios ha querido someter a la pareja a una prueba de fidelidad, como ya había hecho con los ángeles.
----------Otro punto a considerar: es extraño que el demonio venga presentado bajo la imagen de una bestia. Tal vez el hagiógrafo quiera inspirarnos desprecio. A primera vista, por cómo se expresa el relato bíblico, el demonio parecería ser una de las creaturas del Edén. Sin embargo, es presentado como "la más astuta de todas las bestias salvajes que Dios había hecho" (Gn 3,1). La Biblia se esfuerza en decir que también el demonio ha sido creado por Dios, pero el hecho de que la serpiente sea presentada como "astuta" da a entender que el demonio no proviene del edén, donde todo es bueno y obediente a Dios, sino de un mundo extraño, malvado y rebelde a Dios, que es el infierno, residencia de los demonios. La astucia, en efecto, es el arte de los aprovechadores, de los impostores y de los seductores. De este infierno habla san Pedro (2 Pe 2,4).
----------Es interesante que el fruto prohibido se presente como atractivo para el sentido y para el espíritu: "bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para adquirir sabiduría" (3,6). ¿Por qué, entonces, estaba prohibido? Porque era el árbol del conocimiento del bien y del mal, es decir, de aquello a lo que solo a Dios le corresponde dar fundamento, norma y razón última, mientras que a nosotros, en lo que respecta a ello, nos corresponde solo tomar nota, adecuarnos y ponerlo en práctica, aplicándolo en lo particular y en lo detallado.
----------El relato bíblico narra que el demonio se acercó ante todo a la mujer. ¿Por qué motivo? ¿Porque la mujer es más sugestionable? ¿Porque es más capaz de contactar con los ángeles? Aquí es difícil distinguir lo que es Revelación de cuanto depende de la mentalidad del hagiógrafo. Hoy sabemos con certeza que varón y mujer son de igual dignidad en el intelecto y en la voluntad, en la conciencia y en la responsabilidad.
----------Quien, en cambio, yerra de buena fe, quien, aun queriendo hacer el bien, no sabe que está haciendo mal, no merece punición, como dice Jesús respecto de sus verdugos: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", es decir, no son conscientes de estar cometiendo un pecado; al contrario, estaban convencidos de ejecutar a un impío y a un malhechor. Por tanto, no han pecado voluntariamente. Y, por tanto, no tienen culpa. Y, por tanto, están excusados y permanecen inocentes.
   
Certeza objetiva y certeza subjetiva
   
----------La certeza es un estado psicológico de seguridad o firmeza del poder cognitivo tanto sensitivo como intelectivo, por el cual estado el objeto conocido está ante el sujeto de modo veraz o verdadero, innegable o irrefutable, ya sea porque el objeto es evidente mediatamente o inmediatamente, o porque el objeto está demostrado, o porque el objeto está testimoniado por un testigo creíble.
----------Existen tantos tipos de certeza como posibles objetos de cada forma de conocimiento. Existe, por tanto, la certeza sensible: estoy cierto de tener frente a mí la computadora; la certeza científica: estoy cierto de que el agua hierve a 100°; la certeza matemática: estoy cierto de que 2+2=4; la certeza metafísica: estoy cierto de que todo agente actúa por un fin; la certeza moral: estoy cierto de que mis Superiores me estiman; la certeza memorativa: estoy cierto de que ayer consumí el almuerzo; la certeza histórica: estoy cierto de que Belgrano ha existido; la certeza de fe: estoy cierto de que en Dios hay tres Personas.
----------Sin embargo, hay otras certezas, pero estas son subjetivas, no me constriñen al asentimiento, no me vinculan de modo absoluto, no son irrefutables, como por ejemplo aquellas por las cuales el bastón en el agua me parece quebrado, o en el horizonte del desierto me parece ver un lago, o respecto a una cierta acción realizada me parece haber pecado, o me parece que el sol gira alrededor de la tierra, pero, tras una indagación más precisa, me doy cuenta de estar equivocado. Se trata de certezas en buena fe, por las cuales, si yo creo en buena fe y por ignorancia invencible que una determinada acción sea en sí misma y objetivamente pecaminosa, mientras en realidad es lícita y yo la realizo, peco.
----------La cuestión que aquí nos planteamos es la de saber si en metafísica y en el juicio moral es posible equivocarse en buena fe, vale decir, sin querer. ¿Los errores en metafísica son siempre culpables o pueden ser excusados? ¿Es posible en metafísica o en el obrar moral confundir la certeza objetiva con la subjetiva? Parece que sí, de lo contrario ¿cómo podríamos cometer una acción objetivamente mala, pero excusable porque subjetivamente es tenida o creída como buena y por tanto realizada en buena fe?
----------Ha sido con un acto de evidente necedad o protervia que Descartes, para fundar la metafísica, ha querido gratuitamente y forzadamente poner en duda todas estas certezas incontrovertibles. En cambio, puedo dudar de aquello que necesitaría demostrarse y no está demostrado, de aquello de lo cual no estoy objetivamente cierto, de aquello que no está suficientemente probado.
   
Gnoseología idealista y fenomenología de la alucinación
   
----------Comienzo por aclarar que con el término alucinación entiendo no sólo aquel fenómeno psicopatológico por el cual el enfermo mental, a causa de un trastorno de la sensibilidad o de la imaginación o de las funciones cerebrales, cree ver o escuchar lo que en realidad no existe, sino que en general entiendo el hecho de tomar por verdadero y real lo que no existe, el confundir lo sentido o lo imaginario o la representación o lo ideal con lo real. Esta confusión puede ser involuntaria o voluntaria.
----------En efecto, a algunos de nosotros les interesa saber cómo son las cosas, y a este respecto les interesa ser cuidadosamente objetivos y desapasionados e imparciales en los juicios, vale decir, les interesa conocer la verdad, incluso si de ello pudieran recibir daño o perjuicio; son los que odian el ser engañados o engañarse a sí mismos; son cautos al considerar verdadero aquello que simplemente parece tal o aparece como tal; no quieren equivocarse o caer en el error; prefieren la verdad cierta a su simple opinión; desean que sus conceptos y juicios correspondan a la realidad; aceptan la verdad sea cual fuere; no están apegados a sus ideas subjetivas, sino que están dispuestos a corregirse si se dan cuenta de que están en el error; no tienen por verdadero sólo aquello que les interesa, sino que reconocen la verdad incluso de lo que no les agrada; son prudentes y cautos al tener por verdadero lo que a ellos les es contado.
----------A estos tales, como a todos nosotros, sea cual fuere su concepto del conocimiento, tanto si son realistas como si son idealistas, ya por demencia senil o a causa de una enfermedad mental o por distracción o al soñar, les sucede ser engañados en el sentido, en la imaginación o en el intelecto. No obstante todo ello, mantienen siempre el amor por la verdad y, ciertamente, en esos casos no se dan cuenta de que se equivocan, porque, si lo supieran, sin duda se corregirían ciertamente.
----------A otros, en cambio, lo que les interesa no es la verdad, sino la afirmación de su propia voluntad. Es poner en el centro, al inicio, al principio y al final de todo, su propio yo. Ellos, por tanto, están dispuestos a oponerse incluso a la evidencia y a dudar de lo indudable, con tal de satisfacer sus propios deseos o voluntad, y tienen por cierto aquello que no existe, siempre con este propósito de satisfacer el egoísmo del propio yo.
----------En el plano de la sensibilidad y de la imaginación, estos, como todos, pueden perfectamente estar sanos de mente; se preocupan, como los realistas, por evitar el error; están dispuestos a reconocer si han errado y a corregirse; son perfectos realistas, atentos a la realidad, y amantes sinceros de la verdad.
----------Pero en el plano intelectual y de las ideas de fondo o en lo que respecta al sentido de la existencia, elaboran, para su conveniencia y para justificar su deshonestidad, una gnoseología, es decir, una concepción del conocimiento, de la verdad y de la realidad, según la cual el objeto del pensamiento ya no es la realidad externa, sino que la apariencia y el pensar sustituyen al ser. El pensante y lo pensado sustituyen a lo pensable. El pensamiento ya no tiene por objeto al ser, sino al propio yo.
----------El pensamiento ya no contacta con lo real mediante una representación conceptual; la idea ya no es un simple proyecto mental de la realidad, sino que deviene la realidad; la verdad del conocer ya no es adecuación del pensamiento al ser, sino coherencia del pensamiento consigo mismo; la realidad o el ser ya no trascienden al pensamiento, sino que son inmanentes y relativos al pensamiento, al sujeto, al yo, a la conciencia. Todo lo real deviene inmanente a la autoconciencia. ¿Qué es esto sino el hombre que se hace Dios?
----------Se trata de los idealistas. Para los idealistas, entonces, aquella alucinación que para los realistas consiste en confundir la apariencia con la realidad, se convierte en el funcionamiento normal de la inteligencia humana. Los idealistas reconocen la alucinación en el plano psíquico, pero son incapaces de reconocer la alucinación en el plano del espíritu. En este sentido, Cristo los llamaría "ciegos, guías de ciegos". Creen ver, pero en realidad no ven; o podríamos decir que solo se ven a sí mismos, y todo lo demás, incluso a Dios mismo, lo ven en relación con su propio yo y como proyección de su yo.
----------En base a lo que he dicho, se hace necesario, por tanto, distinguir dos modos fundamentales de confundir la apariencia con la realidad: uno es el propio de la demencia, de competencia del psiquiatra, y el otro es el propio de los idealistas, que compete al crítico del conocimiento o al gnoseólogo o al epistemólogo. En el primer caso tenemos un simple trastorno psíquico involuntario, que se cura con un adecuado y correcto uso crítico del sentido, o bien con tratamientos psicoterapéuticos.
----------En el segundo caso, en cambio, tenemos al idealista, que puede estar perfectamente sano de mente, es decir, distinguir perfectamente, en el plano de las realidades sensibles, la apariencia o la ilusión de la realidad; puede ser un perfecto realista. Su error no es psíquico, sino espiritual.
----------La causa no es un defecto involuntario del dinamismo de la aprehensión sensitiva, sino una decisión de la voluntad dictada por la soberbia y la hipocresía -ejemplo típico, los fariseos del Evangelio o los sofistas de los tiempos de Aristóteles-, decisión por la cual la voluntad, dudando de la evidencia o de lo creíble, decide y declara ser verdadero no aquello que objetivamente es verdadero, sino aquello que la voluntad subjetivamente y arbitrariamente decide y declara ser verdadero para complacerse a sí misma y afirmarse absolutamente a sí misma en oposición a la voluntad divina y a la verdad objetiva fundada sobre la realidad creada por Dios.

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