jueves, 19 de junio de 2025

Los motivos de la excomunión de Ernesto Buonaiuti

Hace ya décadas que los observadores católicos más fieles a la Iglesia y a la verdadera reforma impulsada por el Concilio Vaticano II, denuncian los abusos, los desórdenes y las profanaciones en el campo litúrgico, o las tergiversaciones del dogma y la doctrina católica, por parte de los modernistas y falsos reformadores, dando ocasión a reacciones contrarias de tipo preconciliar de parte de los pasadistas. Aplicando la verdadera reforma conciliar, ¿no sería ya hora de poner fin a esta vergonzosa representación, a esta horrible puesta en escena, y de sanar esta situación insoportable, que está viciando el ambiente, produciendo sal insípida, desangrando a la Iglesia y llevándola a la ruina? [En la imagen: fragmento de "Templo de la Santísima Concepción de Yanque, Arequipa", acuarela sobre papel, 2019, obra del peruano Víctor Doria Tintaya].

El caso Buonaiuti
   
----------Una vez más, el diario italiano Avvenire (estrechamente vinculado a la Conferencia Episcopal Italiana) del pasado 8 de junio nos sorprende desfavorablemente con la publicación de un artículo de Luigino Bruni titulado "La buena batalla de Ernesto Buonaiuti", el famoso modernista excomulgado por Pío XI y por Pío XII, del cual Bruni (un economista vinculado a nuestro país en otros gobiernos nacionales del pasado reciente) da un juicio absolutamente positivo ("un estudioso, un sacerdote y un hombre de talento excepcional y de valor absoluto"), del cual sería necesario "cancelar la excomunión", impuesta porque "recordaba la naturaleza comunional y comunitaria de la eucaristía de los primeros cristianos".
----------Desde aquí, Bruni toma ocasión para afirmar que esa cancelación debería "extenderse al numeroso grupo de sacerdotes y laicos modernistas, cuyas vidas, desde Pío IX hasta Pío XII, fueron trastornadas y arruinadas. Sería este el tiempo para pedir perdón por haber usado el Evangelio, la fe, la teología y la doctrina como armas impropias para golpear y herir de muerte a otros cristianos".
----------Después, Bruni pasa a cuestionar el mismo instituto jurídico y disciplinar de la excomunión en la Iglesia: "el asunto es realmente serio y nos obliga verdaderamente a plantearnos la pregunta: ¿cuál es, hoy, la razón para mantener con vida el instrumento de la excomunión?". Siguiendo la línea de pensamiento de Bruni, sería más o menos como decir: dado que los jueces cometen errores en sus sentencias y los cirujanos se equivocan en sus operaciones, ¿para qué mantener la profesión de juez o la de cirujano?
----------Los elogios que Bruni reserva para Buonaiuti se refieren a la manera en que él concebía la Misa. Bruni reporta estas palabras extremadamente significativas de Buonaiuti:
----------"Históricamente, los sacramentos son la solidificación progresiva del concepto de gracia aplicado a las principales contingencias de la vida: la eucaristía, por ejemplo -y menciono esta porque su evolución es más visible-, ha ocupado el lugar del banquete en el que los primeros cristianos simbolizaban la hermandad que los esperaba en el Reino. Con el tiempo, se ha ido formando la doctrina de la presencia real y, más tarde, la de la transubstanciación. Se ha perdido, a través de esta transformación, el valor ético primitivo del rito".
----------Bruni no se da cuenta de cuán falsa es esta interpretación que Buonaiuti da de la Misa y de la medida en la que tal falsificación es dañina para esa fraternidad cristiana que ella finge promover y simbolizar, y de cuánto, por lo tanto, esta tesis es destructiva para la Iglesia y el cristianismo.
----------Es necesario afirmar que, indudablemente, esa tesis es aún peor que la de Lutero, el cual, aunque también se limitara a ver en la Misa una simple memoria de la Última Cena, al menos sostenía la presencia real de Cristo en la eucaristía, aunque la entendiera de manera equivocada. Cristo, de hecho, está realmente presente no en el sentido de que se encuentre en el pan, sino bajo las especies del pan. De ahí la necesidad de explicar este hecho con el dogma de la transubstanciación.
----------La celebración de la Misa, ya desde el comienzo del cristianismo, ha sido concebida y practicada por la Iglesia no solo como memoria o memorial de la Última Cena, sino también y sobre todo como reactualización o representación incruenta de la ofrenda que Cristo hizo de sí mismo en la cruz al Padre para la salvación del mundo. En esto, la Carta a los Hebreos es clarísima: nuestro Señor Jesucristo es el sumo sacerdote de la Nueva Alianza, que finalmente ofrece a Dios un sacrificio verdaderamente eficaz, plenamente agradable a Él y definitivo, dado que ya no es el simple sacrificio de animales, sino el sacrificio que Cristo hizo de Sí mismo como víctima ofrecida a Dios en cuanto su acto sacrificial sacerdotal.
----------Bruni, siguiendo a Buonaiuti, habla mucho sobre la celebración litúrgica de la fraternidad cristiana. En realidad, Bruni olvida que la fraternidad cristiana se edifica y se construye sobre la base de la sinaxis eucarística, que no es un simple recuerdo de la Última Cena, sino la reactualización incruenta del sacrificio de Cristo que nos nutre con su cuerpo y su sangre, los cuales no solo están simbolizados en la consagración eucarística, sino que están realmente presentes bajo las especies eucarísticas.
----------Ahora bien, la falta de fe en este misterio de salvación, que está en la base de la Iglesia, ¿cómo puede conciliarse con la pertenencia a la Iglesia? Por lo tanto, un fiel cristiano se excluye a sí mismo de la Iglesia en el momento en que niega su fe en ese misterio. A decir verdad, la excomunión canónica que le fue impuesta a Buonaiuti no fue más que el reconocimiento, por parte de Roma, de una posición de distanciamiento respecto a la Iglesia que Buonaiuti ya había asumido por su cuenta.
   
¿Qué es la excomunión?
   
----------La indignación de Bruni por la medida o procedimiento que en su momento tomó el Santo Oficio (hoy llamado Dicasterio para la Doctrina de la Fe) contra Buonaiuti demuestra que Bruni no ha comprendido qué significa pertenecer a la Iglesia. De ahí su incomprensión de lo que es la excomunión.
----------Por lo tanto, aprovechemos esta ocasión de reflexionar sobre lo expresado por Bruni, para preguntarnos seriamente qué es la excomunión y cuál es su propósito.
----------La excomunión es un acto jurídico que encuentra su origen y fundamento en el Nuevo Testamento y que la Iglesia siempre ha utilizado con frutos útiles y beneficiosos, si no siempre para el excomulgado, como llamado a la reconsideración y arrepentimiento, ciertamente para la comunidad de los fieles, quienes siempre han hallado en ella una manera con la cual esclarecer el significado de ciertas acciones de los hijos de la Iglesia que pueden parecer reformadoras o benéficas, pero que en realidad dañan a la fe y a la misma Iglesia.
----------La excomunión es un acto judicial de la autoridad mediante el cual, considerando que un fiel actúa obstinadamente de modo contrario a la comunión eclesial, prohíbe a ese fiel desempeñar oficios eclesiales o realizar actos de culto o de comunión que él mismo rechaza o tergiversa o falsifica, y al mismo tiempo prohíbe a los fieles tener comunión con él, con el propósito de que el excomulgado se arrepienta del mal cometido, lo reconozca, se enmiende y se corrija para poder ser readmitido en la comunión eclesial y obtener así el permiso de cumplir aquellos actos de comunión que le habían sido prohibidos.
----------La excomunión, por lo tanto, es un acto de gobierno pastoral o procedimiento disciplinario tomado con el objetivo de corregir las ideas y el comportamiento de un fiel que sean escandalosos y lesivos o perjudiciales para la comunión eclesial. Se trata sustancialmente de una evaluación de las ideas y del comportamiento externo, y no de un juicio acerca del estado de gracia o no del fiel ante Dios, quien, por lo tanto, podría tal vez de todos modos permanecer en comunión con la Iglesia invisible y celestial.
----------El motivo de la excomunión puede ser una desviación doctrinal o una obstinada acción disgregadora de la unidad eclesial o la desobediencia a las normas de la práctica sacramental o de la liturgia o a las directrices del Papa concernientes al modo de vivir la comunión eclesial con él. Debe tratarse de un pecado objetivamente grave, pero el Superior tiene competencia de juicio sólo relativamente el acto externo y no puede determinar si el acusado está o no en estado de culpa mortal que lo ponga fuera de la Iglesia invisible.
----------El prelado o superior que decide una excomunión, puede equivocarse en este juicio de varios modos: puede juzgar que la excomunión sea útil para el arrepentimiento del reo y, en cambio, puede ella provocar en él una mayor hostilidad o arrojarlo a la desesperación; puede el prelado interpretar mal el pensamiento o la conducta del fiel sin comprender el valor de su posición, que, por su novedad, puede parecer subversiva o, por su firmeza, puede parecer reaccionaria; puede el superior llegar a esa medida no por una sana, ponderada y objetiva evaluación de los hechos, sino movido por envidia o animosidad o prejuicios hacia el fiel, o porque le han hablado mal de él, o porque el fiel le reprocha sus pecados.
----------En la Iglesia pueden existir fieles que merecerían ser excomulgados y no lo son. Otros pueden ser excomulgados a causa de una excesiva severidad por parte del superior. Por esto, el buen fiel debe saberse regular también por sí mismo, prescindiendo de quién está excomulgado y quién no lo está. Y esto puede hacerlo porque, en base al principio de la sinodalidad, también él recibe del Espíritu Santo un olfato o sentido o instinto sobrenatural que le permite distinguir los verdaderos de los falsos profetas, los verdaderos de los falsos cristos, los lobos disfrazados de corderos y los corderos que parecen lobos pero no lo son.
   
¿Para quién está trabajando el periódico Avvenire?
   
----------Indudablemente, Avvenire da pruebas cotidianas de su atención a la vida eclesial, sigue con respeto los actos del Sumo Pontífice, da noticias de nombramientos o fallecimientos episcopales, de nuevas beatificaciones o canonizaciones, de congresos católicos, de publicaciones de libros católicos, de reuniones de capítulos de Institutos religiosos, de actividades misioneras, de vidas de Santos.
----------Lo que sorprende, y a veces nos deja estupefactos, es el hecho de que, no rara vez y hasta con cierta frecuencia, alberga artículos que sería más lógico ver en un diario luterano o masón o comunista o judío o musulmán o laicista. La Iglesia hoy, y en especial modo la prensa católica, tiene la necesidad y la obligación de afrontar y rechazar muchas fuerzas adversas, denunciar muchas mentiras, frustrar muchas insidias, refutar muchos errores, desenmascarar muchas ilusiones, defenderse de muchos enemigos.
----------Claro que es útil, ciertamente, dar a conocer a los enemigos, a los impostores, a los herejes. ¡Pero no para elogiarlos!, no para darles campo libre o exaltarlos como campeones de la fe o maestros o profetas, sino para enseñar a los lectores cómo reconocerlos, cómo defenderse de ellos y cómo evitarlos. En cambio, el caso es que con una actitud como la de Avvenire, estamos asistiendo a una obra de auto-demolición y auto-destrucción, de la que ya se lamentaba san Paulo VI en los años '70 del siglo pasado. No podemos evitar que nuestros enemigos hagan esto, pero al menos no lo hagamos nosotros. Si no, ¿qué es lo que estamos haciendo en la Iglesia? Siendo católicos, ¿en qué nos hemos convertido?
----------Hace ya décadas que los observadores católicos más fieles a la Iglesia y a la verdadera reforma impulsada por el Concilio Vaticano II, denuncian los abusos, los desórdenes y las profanaciones en el campo litúrgico, o las tergiversaciones del dogma y la doctrina católica, por parte de los modernistas y falsos reformadores, dando ocasión a reacciones contrarias de tipo preconciliar de parte de los pasadistas. Aplicando la verdadera reforma conciliar, ¿no sería ya hora de poner fin a esta vergonzosa representación, a esta horrible puesta en escena, y de sanar esta situación insoportable, que está viciando el ambiente, produciendo sal insípida, desangrando a la Iglesia y llevándola a la ruina?

36 comentarios:

  1. Querido padre Filemón,
    Después de leer su interesante artículo, me vino a la mente una discusión que una vez tuve (tratando de mantener la calma y el respeto por mi interlocutor) con un pasadista evidentemente embebido en ideas lefebvrianas.
    Tratando de hacerle entender de lo que estoy convencido, que sus ideas sobre la Misa actual, el Magisterio del Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Papas del postconcilio, así como su desobediencia a las directrices pastorales del Papa implican sospechas de herejía y signos de cisma, le sugerí que reflexionara sobre el hecho de que su condición personal ya podría ser la de un auto-excomulgado.
    En otras palabras, mi idea es que existe de hecho una excomunión formal, que es precisamente la institución jurídica de la que usted habla en este artículo, como medida o procedimiento disciplinario de la Iglesia. Pero que yo quería decir que se puede hablar también de la existencia de una excomunión virtual, que es aquella que existe de hecho por voluntad propia del excomungado, sin que exista necesariamente una medida formal de la Iglesia, es decir, del Papa, o del Obispo al cual el fiel debe obediencia.
    Mi interlocutor se rió de mi evaluación.
    ¿Qué opina? ¿Podría ser aceptable esta distinción entre excomunión formal y virtual?
    Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Dino,
      ya en mi artículo había aludido a aquellos fieles que viven en la Iglesia, quizás ejerciendo cargos eclesiásticos, pero que de hecho, por sus ideas o por su comportamiento, están presentes en la Iglesia solo abusivamente, similarmente a aquel que, según la parábola evangélica, se encuentra en un banquete de boda sin tener el traje de boda.
      Algunos Pastores se dan cuenta de estas situaciones, pero no siempre están obligados a intervenir, porque ese fiel puede ser corregido también de manera diferente. Por eso estoy de acuerdo con usted en distinguir una excomunión formal, como medida jurídica que excluye o aleja de la comunión eclesial, de una excomunión de hecho, que depende de la libre decisión del fiel de no estar en verdadera comunión con la Iglesia.
      Por eso se puede tener el fenómeno por ejemplo de sacerdotes que celebran la Santa Misa sin creer en la transustanciación o de profesores de teología que enseñan herejías o de obispos que son rebeldes al Papa.

      Eliminar
  2. Buonaiuti fue excomulgado porque era un hereje.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Miriam,
      el motivo que usted aduce es evidente. Ahora bien, si el motivo de la excomunionn a Buonaiuti es evidente, ¿por qué razón he escrito este articulo? Precisamente para responder a Luigini Bruni, quien lo defiende, y para explicarle los motivos a quienes tengan la tentación de pensar similarmente a Bruni. En otras palabras he sentido que debía explicar a Bruni -esperando que me escuchara- y a los que comparten su modo de pensar, cuál fue el motivo de la excomunión, aunque hoy por hoy creo que la Iglesia no habría tenido esa severidad que usó entonces contra Buonaiuti. Me refiero al hecho de que Buonaiuti llegó a encontrarse en dificultades económicas, por lo que le resultó difícil su propia existencia. La expresión "excommunicatus vitandus", entonces en uso, no debía entenderse en el sentido de marginar al excomulgado en sentido económico, sino que el vitandus se refería al deber de evitar sus herejías.

      Eliminar
  3. El prof. Bruni, cuando sale del campo de sus frijoles, a veces cae en afirmaciones imprudentes. La excomunión de Bonaiuti estaba más que fundada, como lo fue el contraste con el modernismo. Artículos como el del Avvenire no ayudan...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Juan,
      tus observaciones de buen sentido común son más que aceptables. Pero, como sabes, hoy vivimos en un clima de dictadura modernista ante la cual las voces de disenso son ignoradas o marginadas.

      Eliminar
  4. EXCELENTE análisis y respuesta 🙂 gracias Padre Filemón de la Trinidad - Ave María

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Dorotea,
      te agradezco por haberte manifestado con estas buenas palabras. Tengo un recuerdo muy querido de ti, como gtan devota de Santa Catalina.

      Eliminar
  5. Pero la conferencia episcopal italiana ¿sigue alimentando a este Bruni en lugar de enviarlo a trabajar para la República? ¿Es que no han terminado los tiempos del papa Francisco ?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo que quiero decir es que, lamentablemente, los cambios no suceden inmediatamente.

      Eliminar
    2. Estimado Juan,
      efectivamente la esperanza que nutren los buenos católicos es que el Papa León consiga que Avvenire se encuentre verdaderamente en comunión con la Iglesia, de modo que también los católicos italianos tengan la satisfacción de tener un diario que refleje las posiciones de la Iglesia.

      Eliminar
  6. Gracias, padre, por la claridad de sus conceptos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Pedro,
      le agradezco por sus palabras, y su consenso hacia mi artículo.

      Eliminar
  7. No me sorprende que esta posición haya sido tomada por Luigino Bruni. Y no me sorprende que se haya publicado en Avvenire.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Luciano,
      efectivamente, seguimos rezando para que Luigino Bruni produzca esa conversión que su alma necesita. Y también para que Avvenire se convierta de una buena y definitiva vez en ese diario católico que Italia y el mundo necesitan.

      Eliminar
  8. "Pedir perdón" por hacer lo correcto... cosa de locos...🙏

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Ana María,
      efectivamente, como he dicho, yo considero que la excomunión ha sido sustancialmente justa. Donde podemos tener reservas es el contexto marcado por una severidad que hoy nos parece excesiva. Pero sobre todo lo que debemos desaprobar son las palabras de Bruni, que presenta la obra disciplinaria desde Pío IX a Pío XII en términos de una crueldad totalmente inaceptable, un discurso que hace solo el juego de la tradicional acrimonia de la masonería con respecto a la Iglesia.
      Otra pregunta que podríamos hacernos es la propuesta de Bruni de que la Iglesia pida perdón. Pero nosotros podríamos preguntarnos: ¿pedir perdón a quién? En efecto, debemos considerar que con el advenimiento del Concilio Vaticano II la Iglesia ha tomado providencialmente un estilo más maternal. Aquellos que fueron objeto de las medidas de entonces, han muerto hace mucho tiempo y deseamos que estén en el paraíso del cielo. La petición de perdón, que por ejemplo un san Juan Pablo II hizo en algunas circunstancias, fue otra cosa, porque tenía una referencia concreta, como por ejemplo los judíos o los protestantes, según la perspectiva de la reconciliación. Pero en cuanto a los modernistas de hoy, la Iglesia no puede pedir perdón, sino que tiene el deber de llamarlos maternalmente para que vuelvan al redil.

      Eliminar
  9. He comprado y leído varias veces la historia del cristianismo de Bonaiuti (un texto didáctico muy buscado y escrito de manera detallada y bien explicada) y me ha confirmado que la tradición es el camino correcto. La preparación y el estudio son muy importantes ( luego surge el carácter personal y el discernimiento correcto o incorrecto ) si la Iglesia ha luchado siglos contra protestantes y modernistas tenía sus buenas razones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Cristian,
      el caso Buonaiuti demuestra de manera evidente que la gran acumulación de nociones y una refinada cultura no son suficientes para un sacerdote para ser un verdadero maestro de la fe. Sino que en casos como estos viene a la mente la advertencia de San Pablo: "la ciencia hincha, mientras que la caridad edifica". Lo más importante para un profesor de teología no es la cantidad de las nociones, sino la fidelidad a la Iglesia, la humildad ante la verdad y la dedicación en la caridad en comunicar el saber aprendido con el fin de conducir las almas a la salvación. Podría decir más en general que el modernismo nació con una instancia en sí justa de renovación y progreso de la teología, pero fue equivocado el método por el hecho de que los modernistas, en lugar de remitirse a Santo Tomás de Aquino, se dejaron engañar por los errores presentes en la modernidad.

      Eliminar
  10. Gracias por el artículo. Desde hace tiempo ya había notado incongruencias en el pensamiento de Bruni...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado León,
      entiéndase bien, no sólo incongruencias lógicas o incongruencias con el buen sentido común natural, sino sobre todo incongruencias con la fe, con el dogma, con la doctrina de la Iglesia.

      Eliminar
  11. Buonaiuti fue un intelectual y estudioso del cristianismo primitivo, un estudioso de gran valor, aunque sus cualidades no representan la perfección absoluta de una idea intrínsecamente falible. Su excomunión, de tipo "vitando", fue ciertamente severa, quizás excesiva, tanto que Gemelli intentó repetidamente inducirle a la retractación. Sin embargo, permaneció fiel a sus convicciones, animado por una profunda confianza en su validez; esto testimonia su buena fe, que se interpreta no como obstinación sino como expresión de una firme convicción interior. Paradójicamente, esta actitud podría constituir una circunstancia atenuante en el juicio, que corresponde únicamente a Dios.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Nicolás.
      usted se ubica sobre un plan de evaluación muy delicado, donde efectivamente el juicio es difícil y es bueno dejar a Dios mismo la tarea de dar una valoración. Sin embargo, me pregunto ¿cómo un estudioso, sacerdote y teólogo, que ha recibido una formación católica tan cuidadosa, puede haber emprendido de buena fe un camino tan peligroso?

      Eliminar
  12. ¿Sin agua y sin fuego como x Talyerand ?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Dino,
      lo que usted dice sobre Talleyrand es poco claro. Explíquese mejor.

      Eliminar
  13. ¿Quién es más culpable y modernista entonces , quién escribe este tipo de tonterías, o la conferencia episcopal italiana que las publica en su revista?🙂

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bruni se equivoca, pero piensa que está en lo correcto desafortunadamente.

      Eliminar
    2. Estimado Andrés,
      el diario Avvenire -lo leo todos los días- es efectivamente un periódico católico, por varias razones que ahora no voy a enumerar. Lo que es desconcertante es que de vez en cuando suceden como golpes de mano, que parecen actos de violencia totalmente disonantes de la línea católica del diario. En mi opinión se trata de intervenciones violentas por parte de un poder dominante, evidentemente de inspiración masónica, frente al cual la Dirección parece impotente. Por cuanto respecta a la CEI, creo que sabe exactamente lo que está pasando, pero no tiene la fuerza para defenderse. Esto quiere decir que nosotros católicos venimos a ser perseguidos por parte de estos modernistas, que en mi opinión son instrumentos de la masonería. Este estado de cosas se está arrastrando de alguna manera desde hace sesenta años y también los santos Pontífices, como San Juan Pablo II y San Pablo VI, han tenido que soportar este fenómeno, por lo que podrían ser llamados "Papas mártires".

      Eliminar
  14. Muy buen artículo, padre Filemón!!! estoy totalmente de acuerdo. 😉

    ResponderEliminar
  15. ¿Pero quién puso a ciertos directores y escritores dentro del diario Avvenire?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Dino,
      es la pregunta que me hago también yo. Pero el problema es que este escándalo ha durado muchos años. Por supuesto, todos los católicos normales se preguntan cómo es posible un hecho de este tipo, considerando que Avvenire debería ser el periódico apoyado por la CEI. Pero ¿no se dan cuenta de que por ejemplo un artículo, como el de Luigino Bruni, con su ataque contra la Misa y el Sacerdocio, es un insulto al Episcopado y a la Iglesia? Mi gran temor es que detrás de Avvenire esté la presencia tenebrosa de la masonería, aunque, como he dicho varias veces en mi blog, no tengo ninguna dificultad para reconocer sus lados positivos. Lo que nosotros pedimos es simplemente la coherencia, de lo contrario se tiene la impresión de un doble juego sistemático y de un servicio a dos señores (cosa condenada por Cristo en el Evangelio).

      Eliminar
  16. Luigino Bruni, Luciano Moia... Es increíble que Avvenire se obstine en dar voz a estos discutibles personajes. 🙏

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Carlos,
      Avvenire es un ejemplo típico de la duplicidad y la hipocresía, que están muy difundidas hoy en el mundo católico. Probablemente es una forma distorsionada de entender la apertura a todos y la voluntad de acoger a todos. Pero con esto se olvida la parábola de los invitados a la boda, en la que hay uno que no tiene el vestido de bodas. ¿Qué le sucede? Hoy se habla de inclusividad. Ahora bien, la voluntad de acoger a todos es sacrosanta, pero no es incondicional, porque solo puede ser acogido quien de alguna manera se conforme al bien y a la verdad. Quiero decir que hay que tener la franqueza de aceptar el enfrentamiento en nombre de la verdad, porque en estos casos es precisamente mostrando al hermano que se equivoca, que nosotros le mostramos que lo queremos.

      Eliminar
  17. Querido padre Fiemón, pienso que el intento de Luigino Bruni y de Avvenire de rehabilitar a Ernesto Buonaiuti y con él al modernismo, tomando netamente distancia de la Iglesia preconciliar -aquella que desde San Pío X hasta Pío XII ha reafirmado la condena contra los modernistas golpeando duramente a Buonaiuti- corre el riesgo de parecer una operación que me atrevería a definir como "coja".
    En un punto podemos estar de acuerdo: con el sacerdote modernista se fue demasiado lejos y la Iglesia de principios del siglo XX, al condenar el modernismo, no comprendió la exigencia de modernidad, equivocándose al no querer recorrer caminos capaces de acoger y traducir las instancias de renovación manteniendo fidelidad a la tradición.
    Se le habrían desactivado las armas a Buonaiuti y a los principales exponentes del modernismo, y hoy no estaríamos aquí discutiendo la rehabilitación de una figura que, en gran parte del mundo católico -el representado precisamente por Luigino Bruni- es considerada una suerte de mártir.
    Pero si hoy en el ámbito neo-modernista (no uso el término progresista porque sé cuánto le importa distinguir entre progresismo y modernismo) se pretende la rehabilitación de Buonaiuti, en el frente opuesto se volvería casi obvio, en el ámbito tradicionalista, indietrista o pasadista, según como se lo quiera definir, una completa rehabilitación de monseñor Marcel Lefebvre. El cual, a diferencia de Buonaiuti, no sostuvo posiciones heréticas como aquellas sobre la misa o la transustanciación, sino que, al contrario, se opuso a las reformas conciliares vistas por él como peligrosas herejías, para defender la sana y sólida tradición católica del peligro de la modernización.
    Ambos, Buonaiuti y Lefebvre, se equivocaron: el primero al querer perseguir una renovación en clara ruptura con la tradición de la Iglesia; el segundo al querer impedir a toda costa cualquier cambio y al no querer reconocer la autoridad de los sumos pontífices posconciliares.
    Dos figuras controvertidas que han combatido desde perspectivas diversas por objetivos opuestos, ambos excomulgados en épocas distintas y por razones diferentes (Buonaiuti por haberse opuesto a la Pascendi de Pío X y haber seguido sosteniendo posiciones calificadas como heréticas; Lefebvre por haber consagrado obispos ilegítimamente para garantizar continuidad a su comunidad).
    Pero no se puede pretender hoy de la Iglesia una rehabilitación en un solo sentido. La operación llevada a cabo por Bruni es peligrosa y no se mantiene en pie. ¿Por qué considerar justas las posiciones modernistas rehabilitando a Buonaiuti, y erróneas las de Lefebvre y de los tradicionalistas católicos que siguen defendiendo su memoria?
    Si se quiere a Buonaiuti rehabilitado, entonces también se debe rehabilitar a Lefebvre y reabrir también un diálogo con monseñor Carlo Maria Viganò, ahora que el papa Francisco ya no está y el papa León ha demostrado claramente no querer seguir llevando adelante obsesivamente las instancias neo-modernistas contra las que el ex nuncio ha emprendido una violenta cruzada.
    Avvenire y Luigino Bruni parecen asemejarse a aquellos curas de los años setenta, los de las protestas contra la guerra de Vietnam, que Indro Montanelli acusaba de llorar con un solo ojo, porque veían el mal en el imperialismo americano pero cerraban los ojos ante los horrores del comunismo en la Europa del Este.
    Llorar por la excomunión de Buonaiuti y no por las otras ocurridas posteriormente y por razones opuestas, parece un signo de gran incoherencia y contradicción, justificable únicamente bajo la óptica de la presunta superioridad moral típica de los católicos neo-modernistas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Diego,
      tanto los errores doctrinales de Buonaiuti como los de Lefebvre son lo que son. En tal sentido, ni uno ni otro pueden ser rehabilitados. Se podrá discutir si la autoridad ha sido o no ha sido demasiado severa al excomulgarlos.
      Por lo tanto, yo considero que lo que hay que hacer hoy es una obra de pacificación y de conciliación, que corresponderá sobre todo al Papa, porque aquí estamos ante dos "Iglesias" dentro de la Iglesia, la una armada contra la otra, cuando en cambio, habiendo aspectos positivos tanto en los modernistas como en los pasadistas, deberían completarse recíprocamente para el bien común de la Iglesia, porque tanto un partido como el otro partido son portadores de valores indispensables para la Iglesia -la tradición y el progreso- que, sin embargo, están hechos para unirse entre sí y que ya encuentran esa unión en los católicos normales, sean progresistas o sean tradicionalistas.
      En cambio, en los dos partidos extremistas, esos dos valores, no equilibrados y moderados por el valor opuesto, adquieren dimensiones anómalas, que los sacan fuera de la Iglesia y los ponen en conflicto entre sí.
      Lo que podemos augurarnos de la obra del papa León XIV es que sepa retomar el trabajo de Benedicto XVI, evitando la ingenuidad de dejarse instrumentalizar por los filo-lefebvrianos (como lamentablemente ocurrió con Benedicto), y al mismo tiempo retome la obra del papa Francisco, evitando la ingenuidad de dejarse instrumentalizar por los modernistas (como lamentablemente ocurrió con Francisco).
      Entonces, en sustancia, ¿qué es lo que pedimos? Un mundo católico que comporte una síntesis de tradición y de progreso, sin fugas a la derecha o a la izquierda, o sea sin herejías de signo opuesto, sino que viva sereno dentro de los confines de la ortodoxia, con la libertad de cada uno de escoger una orientación o de progreso o de tradición, los cuales en tal caso no constituirían ningún peligro para la unidad, para la paz y para la fraternidad, sino que constituirían más bien un motivo de crecimiento en la Iglesia en la verdad.
      Para hacer una comparación muy simple, pensemos en la autopista: lo importante es no salirse del camino, si después el automovilista prefiere ir un poco más a la derecha o un poco más a la izquierda, si eso no molesta a los otros automovilistas, tiene toda la libertad de hacerlo.

      Eliminar

Los comentarios que carezcan del debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados.
Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.