Finalizamos ahora el repaso que estamos haciendo acerca de las concepciones erróneas, contrarias a la doctrina católica, acerca del dogma del infierno. Tras haber examinado en publicaciones anteriores las concepciones de Hans Urs von Balthasar y de Karl Rahner, explicamos ahora la concepción de Edward Schillebeeckx. Por cierto, no tenemos aquí el vigor especulativo de Rahner, pero no tenemos tampoco los sueños y enormidades de tipo idealista-panteísta rahnerianos; y a la inversa, tenemos puntos de vista un tanto utopistas y prosaicos, de una superficialidad que roza en la irreverencia frente al Misterio de la fe, metáforas del todo inadecuadas con las dimensiones teoréticas del tema. [En la imagen: ilustración para el XXXII Canto del Infierno, de la Divina Comedia de Dante Alighieri, miniatura de Priamo della Quercia, siglo XV].
Dios destruye a los condenados
----------La posición de Schillebeeckx es mucho menos elaborada que la de Rahner. Mientras que este último reservó al infierno una cierta atención, por lo cual muchas veces se refirió a este tema en el curso de varios años, la atención dada por Schillebeeckx a la cuestión, por cuanto a mí me parece, es escasísima, y surge solo en los últimos años, sobre todo en su obra Los hombres. Relato de Dios.
----------Este diferente interés que parecen manifestar ambos autores sobre el infierno, depende del diferente trasfondo antropológico-moral de los dos teólogos: Rahner se ve afectado por el enfoque luterano-hegeliano, en el cual la temática del mal, del pecado y de la muerte (lo "negativo") ocupa una posición de primer plano hasta llegar a entrar en Dios, mientras que Schillebeeckx se ve afectado más por la tradición naturalista-empirista-iluminista rousseauiana (no del todo ausente en el mismo Rahner, también él en el fondo y al final buenista), llevada a minimizar el problema del mal o a ocultar la realidad de la muerte debido a un ingenuo optimismo que resuelve las cuestiones humanas en una simple y honesta promoción de la justicia y de la paz.
----------No tenemos aquí el vigor especulativo de Rahner, pero no tenemos tampoco sus sueños y sus enormidades de tipo idealista-panteísta; y a la inversa, tenemos puntos de vista un tanto utopistas y prosaicos, de una superficialidad que roza en la irreverencia frente al Misterio de la fe, metáforas del todo inadecuadas con las dimensiones teoréticas del tema, pero en compensación se ve también realismo, buen sentido y el signo de una consciencia moral normal, amante de la dignidad y de la libertad humanas.
----------Para testimoniar cuanto acabo de decir, todo el pensamiento de Schillebeeckx sobre el tema, al menos por cuanto sé de ello, dada su vasta producción, se recoge sin embargo en sólo tres páginas del libro citado, y por tanto las reporto casi por entero, al menos en los pasajes más significativos.
----------Tales pasajes son los siguientes: "Mientras que en la misma Biblia aprendemos que Dios se hace en Jesús próximo a los que están marginados, según la concepción apocalíptica subsistiría eternamente, junto al reino de Dios, un 'reino de los condenados y los que padecen', un reino de los expulsados definitivamente del reino de Dios, un reino de hombres que sufren para siempre. Y este padecimiento infernal habría de continuar por toda la eternidad sin perspectiva alguna que le diera sentido, porque, por definición, en el infierno no puede adscribirse a ese sufrimiento absolutamente ningún significado terapéutico. No es, pues, sino la perpetuación eterna de la revancha: venganza y represalia" (véase la mencionada obra: Los hombres. Relato de Dios, Ediciones Sígueme, Salamanca 1995, pp. 210-211).
----------Hago la observación que, ciertamente, nuestro Señor Jesucristo "se hace próximo a los que están marginados" o excluidos, pero se hace cercano a aquellos que son marginados por los malvados. Por lo cual es precisamente el amor y la compasión por estos excluidos inocentes o arrepentidos que Cristo es tan severo y amenazador frente a los hipócritas y a los prepotentes que los oprimen. Jesús no excluye a los inocentes, sino a los malvados. Y hace bien. No se trata de "venganza", sino de justa pena.
----------Continua Schillebeeckx: "Todo el problema está en saber si hay de hecho hombres que opten de modo absolutamente definitivo por el mal. Yo lo ignoro. Ningún hombre puede averiguarlo. El juicio en ese sentido sólo corresponde a Dios. Las amenazas y perspectivas bíblicas del 'cielo y el infierno' son, sin embargo, imágenes del futuro que tienen sentido terapéutico y pedagógico, basadas en las posibilidades del hombre" (Ibid., p.211).
----------Aquí Schillebeeckx confunde la pretensión de saber quién está condenado, pretensión que la Iglesia jamás ha tenido, con la cuestión de saber si existen condenados (sin conocer quiénes son y cuántos son), tema al cual en cambio la Iglesia responde afirmativamente. Schillebeeckx, ciertamente, no puede tener bien claro QUIEN se ha condenado, pero, como buen católico, debería saber QUE existen los condenados.
----------Repito lo que acabo de decir: la Iglesia nunca jamás ha pretendido saber quién está en el infierno, ni cuántos son los que padecen eternamente. Las mismas palabras de nuestro Señor Jesucristo referentes a Judas no deben necesariamente entenderse en el sentido de que Judas efectivamente haya ido al infierno, porque, como el buen ladrón, podría haberse arrepentido en el último momento, aún cuando Judas se haya sentido vencido por un perturbador desconcierto que lo ha llevado a suicidarse.
----------Continúa diciendo Schillebeeckx: "Pues como la comunidad de vida con Dios es el fundamento de la vida eterna, la ausencia de tal comunidad de vida (no tanto por la negación teórica de la existencia de Dios, sino por una praxis vital que contradiga radicalmente la solidaridad con los demás y justo por ello se excluya de toda comunidad de vida con Dios) es a la vez el fundamento de una vida no-eterna para tales hombres. Esto me parece que es 'la segunda muerte' del pecador definitivo (si es que hay alguno).
----------Esto es el 'infierno': no tener parte en la vida eterna, mas no como eterno torturado, sino, sencillamente, dejando de existir al morir. Esta es la 'segunda muerte' bíblica (Ap 20,6). Tal sanción es el fruto de la propia conducta en la vida, y no un acto positivo de un Dios que castiga y expulsa y lanza a los pecadores al eterno fuego de los infiernos (sea como quiera que se lo conciba, en todo caso como instrumento de tortura). Es sólo que no existe fundamento para la vida eterna. Han resistido a la santidad de Dios y son incapaces de amar. Nadie se acordará de ellos nunca en el cielo" (Ibid., p.213).
----------Hago la observación de que la "segunda muerte" del Apocalipsis no es absolutamente una anulación de los malvados, sino que es, como aparece claro por las descripciones del mismo Libro Sagrado, precisamente la pena infernal reservada a los condenados del infierno. Ellos están "muertos" no en el sentido materialista de una extinción total del individuo, sino en el sentido bíblico de la culpa mortal, por la cual el alma, ontológicamente inmortal, "muere" en el sentido de que no es ya alimentada por la vida divina de la gracia.
----------Sigue diciendo Schillebeeckx: "Para mí, y precisamente en cuanto cristiano y hombre familiarizado con el evangelio, es una situación inconcebible la de que, mientras en el cielo reina la alegría, por así decir al lado mismo de tal cielo vayan a vivir hombres que por toda la eternidad yazcan asfixiándose y sufran sin término el castigo de penas infernales (imagíneselas comoquiera: espirituales o corporales). Por otra parte, el pensamiento de la muerte segunda o definitiva hace honor a la santidad de Dios y a su ira respecto del incomparable mal que se ha infligido en perjuicio de los pobres y los oprimidos. Nadie está, pues, definitivamente excluido del reino de Dios. Únicamente existe el 'reino de Dios', un reino de hombres liberados y libres, sin que, vecino a él, haya un reino de hombres definitivamente echados fuera.
----------Los malos no tienen vida eterna. Su muerte es realmente el final de todo. Se han excluido a sí mismos de Dios y de la comunidad de los buenos y no les aguardan un cielo nuevo y una nueva tierra. Sencillamente, ya no son, y no pueden tener ni siquiera noción de la dicha que están gozando los buenos. Pero no existe reino infernal de las sombras junto al reino eternamente feliz de Dios. [...]
----------Por su propio vacío, por su contenido sin peso ninguno, el malo, en otro tiempo tan poderoso, desaparece por su propia lógica en la nada absoluta (si es que hay en realidad algún pecador definitivo, que sobre ello ningún mortal puede juzgar); sin que los buenos tengan que sentirse perturbados porque haya al lado del cielo no sé qué barracones en donde estén recibiendo tormento por toda la eternidad sus antiguos opresores. Tal experiencia precisamente la han hecho ya una vez, en su vida terrena. Que se repita una segunda vez, y ahora para la eternidad, es para ellos una pura blasfemia" (Ibid., pp. 213-214).
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