Los Apóstoles, quienes habían sepultado el cuerpo del Señor y que a los tres días lo encontraron resucitado, son sus testigos. Y nosotros les hemos creído. El gobernador romano Festo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, dice que los adversarios de Pablo discutían con él sobre "un cierto Jesús, muerto, que Pablo afirmaba estar vivo" (Hch 25,19). El anuncio cristiano a través de los siglos es precisamente éste: Jesús está vivo. Y obra. Domina la historia humana. [En la imagen: fragmento de "El entierro de Cristo", pintura de Joaquín Sorolla, de los años 1885-1887, según la restauración realizada y conservada en el Museo Sorolla, Valencia].
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
lunes, 21 de abril de 2025
Las huellas de la Resurrección y su mensaje
----------Son ya innumerables las pruebas, históricas y científicas, que acreditan la Sábana Santa como el lienzo que envolvió el cuerpo de Jesús. Todos los datos científicos informativos que se han ido reuniendo a lo largo de los siglos, y sobre todo en nuestro tiempo, nos llevan a comprender mejor el significado y el valor de esta misteriosa huella, que, con el progreso de las investigaciones de diversas ciencias, cada vez más y siempre con mayor certeza confirma la tradicional convicción de la Iglesia, que ese lienzo de lino de 4,4 m de largo y 1,13 de ancho, se trate efectivamente del paño en el cual fue envuelto el cuerpo de Jesús, bajado de la cruz y depositado en el sepulcro, según el relato del Evangelio (Mt 27,59; Mc 15,46; Lc 23,53).
El valor de la tradicional convicción de la Iglesia sobre la Síndone
----------Respecto a lo que acabo de indicar como tradicional convicción de la Iglesia, vale la pena hacer una breve anotación referida al principio de lex orandi - lex credendi, pues desde el siglo XVII existe en mayo en la diócesis de Turín una memoria litúrgica de la Síndone entendida como impronta del cuerpo de Cristo muerto y resucitado. Naturalmente, esta convicción de la Iglesia no es dogma de fe, y sin embargo es de suma autoridad, aunque no se trate de objeto de fe, es decir, de un dato de la divina Revelación.
----------Sin embargo, se trata de materia conexa a la fe, ya que -aparte de la relación con los relatos evangélicos- ¿qué puede estar más conectado con la fe, sino el cuerpo de Aquel que es el Autor y Perfeccionador de la fe (Heb 12,2)? Por otra parte, vale precisar también que la citada convicción eclesial no pretende en modo alguno sustituir o sobreponerse al juicio de la ciencia, la cual, en este campo, que es también de su competencia, puede y debe expresar sentencias, que quedan absolutamente libres y autónomas respecto de la fe, y dotadas de su propia autoridad y certeza fundadas en la experiencia y en la razón.
----------Es bien conocido por todos el sensacional acontecimiento, que tuvo como protagonista en 1898 al abogado turinés Secondo Pia [1855-1941], quien, al preparar en su laboratorio la fotografía del Rostro de la Síndone, se dio cuenta, sorprendido y hasta aterrorizado, emocionadísimo, que el negativo de la foto presentaba las facciones o rasgos del Rostro en relieve, como si, en modo similar a cuanto sucede en un retrato fotográfico de un rostro expuesto a la luz, las partes sobresalientes (por ejemplo, la nariz o la frente) estuviesen iluminadas, mientras que las rehundidas u ocultas estuvieran en sombra.
----------Desde aquella ocasión hasta la actualidad, ha constituído práctica habitual interpretar este sorprendente negativo de la impronta de la Síndone del mismo modo o sobre el modelo del negativo de un retrato fotográfico, como si se tratara, para ser precisos, del negativo de un negativo (por ende, un positivo). Me explico. La teoría que se ha formado tras el descubrimiento de Secondo Pia es la siguiente: se imagina a la huella sindónica como si fuera el negativo de un retrato fotográfico; por lo cual el negativo de la foto de esta impronta viene lógicamente a constituir un positivo: he aquí, por lo tanto, que aparecen con claridad y en relieve, casi iluminadas por la luz, las facciones del Rostro, como si fuera un verdadero retrato, algo que anteriormente no tenía esta eficacia representativa, porque estamos frente a una simple impronta o, podríamos decir, a un simple negativo. Naturalmente, todos siempre han reconocido la huella o impronta del Rostro.
----------La operación de Pia permitió que este Rostro se reconociera mucho mejor, en cuanto el ojo, considerando ese negativo, lo percibía como un positivo, aunque al contrario (se llegaría casi al hecho de decir, con Lutero: sub contraria specie. Casi parece asistirse a un juego dialéctico hegeliano: lo positivo en lo negativo), casi un Rostro misterioso y solemne que emergía blanquísimo de la oscuridad del negativo fotográfico. Por eso, esta foto, junto a la de la impronta de la Síndone, surgió de inmediato y ganó merecidamente fama mundial. Sin embargo, se cometió un grave error, del cual todavía hoy generalmente no se toma nota.
----------El error radica en el hecho de que es equivocado parangonar el retrato del Rostro, que surge del negativo fotográfico de la foto de la impronta, con un común retrato fotográfico, como sucede cuando fotografiamos a un amigo nuestro o a un familiar nuestro. De hecho, un común y simple retrato fotográfico representa un rostro iluminado por una fuente de luz, que proviene del exterior del rostro, generalmente una luz que proviene o de la izquierda o de la derecha o de arriba. En el llamado flash la luz golpea al sujeto frontalmente. En cualquier caso, se dan siempre partes del rostro que quedan en la sombra, sombra causada por el hecho de que, por ejemplo, la nariz pone obstáculo a la luz, por lo cual proyecta una sombra sobre la mejilla.
Algunas nuevas y sorprendentes consideraciones
----------A lo que durante mucho tiempo no se ha prestado atención y que causa el error de la teoría del negativo de un retrato fotográfico, es que las zonas del área en la cual se encuentran las improntas del Rostro (y digo, específicamente, del Rostro), privadas de improntas (por ejemplo el espacio entre la huella de las mejillas y la huella de los cabellos o aquella entre la huella de la nariz y la huella de las mejillas) no son en absoluto comparables a las zonas de sombra como podría ocurrir en un retrato fotográfico, es decir, sombra, como he dicho, causada por el hecho de que ciertas partes obstaculizan la llegada de la luz.
----------En cambio, las zonas del Rostro sindónico que están en sombra sobre la tela, lo están porque no son alcanzadas (como ahora atestigua la ciencia) por la irradiación perpendicular a la tela, golpeada por una misteriosa energía radiante, la cual, saliendo del Rostro vivo del Señor, ha impreso en la tela, o para ser más precisos, ha oxidado en mayor medida las partes más salientes del Rostro (por ejemplo la nariz, los bigotes y la frente) y ha oxidado siempre menos las partes siempre menos frontales y más oblicuas con respecto a la dirección de los rayos, hasta resultar la irradiación del todo ineficaz respecto a las zonas ubicadas en la misma dirección de los rayos, como por ejemplo las partes izquierda o derecha del cuello y de las mejillas, que no dejan ninguna impronta y están totalmente en sombra.
----------En cualquier caso (y esto es esencial para la refutación de la mencionada teoría hasta ahora habitual) las partes sombreadas no son en absoluto tales porque otras partes obstaculizan la llegada de la energía radiante, que en ese momento aún no había sido descubierta y era confundida con una fuente de luz, como sucede en las normales fotografías de otros seres humanos. Sino que las partes del Rostro sobre la tela están en sombra o más o menos en evidencia en relación al hecho de estar más o menos cerca de la fuente de la energía radiante, que es el mismo Rostro, hasta el punto de sustraerse del todo a ella en las zonas donde la impronta de la energía está completamente ausente, porque no puede llegar.
----------Si el retrato del Rostro fuera comparable a un retrato fotográfico, como se ha creído hasta hoy, la imagen del Rostro debería presentar partes en sombra causada por otras partes del Rostro, por ejemplo la sombra de la nariz sobre la mejilla o una parte del Rostro más iluminada que la otra o similares detalles, que son todas cosas que no se encuentran en absoluto. Este tipo de sombra "de obstáculo" está totalmente ausente del Rostro y sólo existe la otra sombra, "por ausencia de contacto", que no depende, como he dicho, de partes que obstaculizan la luz, sino simplemente de partes adonde la luz -para mejor decir, la energía radiante- no podía llegar, porque estaban ubicadas en su misma dirección.
----------Parece suficientemente claro que esta energía radiante era al mismo tiempo calorífica y luminosa, una luz caliente, como diría san Juan de la Cruz, quien se refería con esa expresión a la luz de la fe, principio del amor, que nos es dada e irradia del Rostro de Cristo. Calorífica por la oxidación de la tela; luminosa, en cuanto ha causado la impronta del Rostro, que es un Rostro de pura luz sin sombras, según cuanto dice san Juan que "Dios es Luz y en Él no hay tinieblas" (1 Jn 1,5).
----------Por el contrario, la hasta ahora habitual teoría llamada de la imagen fotográfica debería suponer sombras de obstáculo, como en cualquier normal fotografía; sombras que en cambio, en el Rostro sindónico, no existen en absoluto. Nada en el Rostro de Cristo, pone un obstáculo a la luz. Sin embargo, como es una luz que procede en línea recta (en Cristo todo es directo, todo es recto), no puede iluminar lo que está fuera de su dirección y de su alcance. Una lección para nosotros, que en cambio no nos dejamos iluminar totalmente por Cristo y, dado que somos finitos y existe en nosotros el no-ser, no nos extrañemos si la luz de Cristo por consecuencia está en nosotros limitada: no puede iluminar lo que no es.
----------El Rostro de la Síndone no es, por lo tanto, un rostro iluminado por una luz que viene desde fuera, como el nuestro. Es en cambio un Rostro luminoso, que emana luz, similar al rostro de Moisés, y de hecho mucho más, si es verdad que es el rostro del Verbo de la Verdad, que ilumina a todo el mundo.
----------Las conclusiones, a las cuales hemos arribado, presentan un singular interés y nos hacen descubrir un aspecto del Rostro sindónico, que hasta ahora no había sido considerado a causa de un malentendido. Después de todo, los descubrimientos que los cristianos hemos venido haciendo desde hace siglos en la Imagen sindónica se suceden uno a otro en una maravillosa y entusiasmante secuela, que parece que no fuera a tener fin nunca. Algo de este mismo género sucede en la cristología, donde los teólogos y la misma Iglesia no terminan nunca de descubrir nuevos aspectos del Misterio de Cristo, en el Cual "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2,3). Este es el progreso de la tradición.
----------Pero permítame el lector incluir aquí una consideración más, también sorprendente. Existe otro aspecto de la imagen sindónica, del cual parece que todavía hoy tampoco nos hemos dado cuenta. Y es la curiosa impronta de los cabellos. Esta impronta no es en modo alguno aquella que resultaría de un contacto de la energía radiante con cabellos aflojados o sueltos, lo cual sería lógico que fueran los de un cadáver extendido sobre un plano horizontal, como se supone que fuera ubicado el cuerpo de Cristo, cubierto por la tela. En cambio, los cabellos, de como resulta de la impronta, caen perpendicularmente, como si el cuerpo estuviera recto en pie, erguido, por lo tanto vivo, con la tela delante, a una cierta distancia, también perpendicular al piso (¿sostenida por quién?), en modo de poder recibir la impronta del cuerpo del Señor.
----------¿Qué conclusión extraer? Que la impronta sindónica, aunque perteneciente a la de un cadáver, como es testimoniado por la posición de los brazos y de las piernas, sin embargo es al mismo tiempo testimonio estremecedor del instante en el cual Cristo está resucitando, y nos deja un signo milagroso e impresionante de este instante, al cual nadie ha asistido, nadie ha presenciado, sino sólo este pobre paño mudo, pero más elocuente que miles de testimonios humanos.
Otras ulteriores precisiones confirmativas
----------El doctor Bernardo Hontanilla Calatayud, siendo catedrático de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, en la Universidad de Navarra, Pamplona, España, dió a conocer hacia principios del 2019 una investigación por él llevada a cabo, y resumida en un artículo publicado en la revista Scientia et Fides (número 8, 1, 2020) acerca de la misteriosa figura que, de un modo nunca completamente explicado por la ciencia, ha quedado impresa en la Síndone de Turín. La tesis de este experto es que la figura no corresponda a una persona inerte, como se pensaba tradicionalmente, sino a una persona viva que se está alzando.
----------Una observación que hago, por mi parte, es que la impronta sobre la Síndone, como resulta de una simple y atenta constatación empírica, respaldada por la ciencia, no es la de un hombre que se está levantando, sino la de un hombre en pie, del cual ha emanado una misteriosa energía radiante, la cual a una cierta distancia, sin contacto con la tela, la ha golpeado perpendicularmente, oxidándola con mayor o menor intensidad según la mayor o menor proximidad de las formas del cuerpo del Señor.
----------Me explico con más detalle. Por ejemplo, considerando el Rostro, la impronta dejada sobre la tela sindónica por la nariz es la que resulta más evidente, porque la nariz es la forma más cercana a la tela. En cambio, las formas menos cercanas a la tela, como por ejemplo el hueco de los ojos o aquellas que en lugar de estar frente a la tela, escapan al costado de la irradiación, como por ejemplo las mejillas o los pómulos, no han sido golpeados por la irradiación y, por tanto, no han dejado ninguna impronta.
----------¿A partir de qué dato puede comprenderse que se trata de un hombre en pie? Del modo como caen los cabellos. Si el cuerpo hubiera estado extendido o tendido, la abundante cabellera que muestra tener, se hubiera tendido y aflojado suelta y desordenadamente, cosa que no ocurre aquí en absoluto. En cambio, la cabellera cae perpendicularmente hacia abajo, exactamente como ocurre para un hombre que está en pie.
----------Por lo tanto, la impronta de la Síndone no es la de Jesús que se está alzando, sino la del Señor ya vivo y resucitado, en pie, pero todavía con la semblanza de un cadáver. Sin embargo, se trata de una mera apariencia cadavérica, porque en realidad el Señor ahora ha vencido a la muerte, tanto es verdad que desde este cuerpo parte la irradiación milagrosa que ha oxidado la tela con su energía divina, que golpea perpendicularmente la tela milagrosamente recta, en sorprendente posición vertical, sin contacto con el cuerpo del Señor, pero mudo testimonio del Señor resucitado. Un simple cadáver, ni aún siendo el de Jesús, no habría podido irradiar de sí la radiación que ha formado la impronta de la Síndone.
Datos no sólo de interés histórico-científico
----------Los pasajes anteriores ya los había publicado en un artículo de hace algunos años atrás. Sin embargo, desde entonces se han agregado nuevas constataciones científicas, que han sido divulgadas en libros recientes como "Nueva luz sobre la Sábana Santa", de Emanuela Marinelli, y también "Contemplar la Sábana Santa", de la misma Marinelli con Domenico Repice (ambos de editorial Ares).
----------Ahora bien, el interés que encierra la Santa Sindone no es solo para los profesionales o para los aficionados de novedades histórico-científicas. Tampoco es sólo para los creyentes. La Sábana Santa no es sólo historia. No es sólo un gran enigma científico (aunque cada vez menos enigmático). No es solo fe. Hablamos hoy de este tema porque acabamos de vivir la Semana Santa, pero también porque tiene una actualidad candente.
----------La Santa Sindone de Turín muestra el cuerpo de un hombre torturado y masacrado: es la representación de lo que siempre ha sucedido y todavía sucede en la historia humana, que, como decía Hegel, es un verdadero y propio matadero. La Sábana es la imagen del dolor humano. Y al mismo tiempo del dolor de Dios.
----------Como dijo en cierta ocasión Benedicto XVI es "un ícono del sábado santo", el día en que Dios comparte la terrible suerte de los mortales. El día de la "muerte de Dios" (para hablar valiéndonos de la comunicación de predicados), de su silencio, cuando la esperanza de salvación de los hombres está en un sepulcro.
----------Es otro nervio descubierto de la humanidad de nuestro tiempo que -frente a las inmensas masacres perpetradas por ella- a menudo apunta el índice acusatorio hacia el cielo y grita "¿dónde está Dios?", como si no fuéramos nosotros mismos -los modernos- quienes lo hemos echado de nuestra vida y como si Dios no hubiera muerto precisamente en las carnes desgarradas de todas esas pobres víctimas.
----------Por otro lado, el grito "¿dónde está Dios?" es también el grito de oración -en este caso humanísimo y desesperado- de tantas personas que sufren y que aplastados por la vida buscan salvación, mendigando alguna ayuda. Ellos saben cuánto pesa esa piedra que cierra el sepulcro, porque es la piedra que pesa en el presente sobre su corazón o lo golpea, anulando cualquier esperanza de curación o de liberación.
----------Los seres humanos somos todos creaturas heridas y enfermas en el cuerpo y en el alma. Nuestra herida grita siempre salvación, como se lee en el Evangelio, que es el grito de tantos que se amontonan en torno al Rabbi de Nazaret, quien restituía la vista a los ciegos, la palabra y el oído a los mudos y a los sordos, que sanaba a leprosos y paralíticos, que perdonaba a los pecadores y traía a la vida a los muertos como al hijo de la viuda de Naín y a la hija de Jairo, en Cafarnaúm, a quien le dijo "Talitha koum" ("pequeñita levántate") y luego (un detalle de inmensa sencillez y ternura): "Dadle de comer".
----------El libro del profeta Isaías -siglos antes del nacimiento de Jesús- dice una cosa vertiginosa: "él ha sido traspasado por nuestras culpas, aplastado por nuestras iniquidades, el castigo que nos da la salvación se ha abatido sobre él; por sus llagas nosotros hemos sido sanados" (Is 53,5). Pero... ¿sanados? ¿Cómo es eso posible? Ese hombre de la Sábana Santa, tan masacrado, ¿cómo podría curar a la humanidad? Parece un derrotado, abrumado por la violencia. La muerte parece triunfar. ¿Pero es así?
----------En realidad la Sindone contiene un mensaje impactante que parece haber sido "pensado" precisamente para los hombres de nuestro tiempo, aquellos que han construido instrumentos científicos antes inimaginables y pueden así descifrar algo excepcional que está escrito sobre esa sábana. Algo que durante veinte siglos no se ha podido "ver". Algo que -¡prestemos atención!- habla ante todo a la razón, por lo tanto a todos. De hecho, años y años de sofisticados estudios científicos sobre la Sábana Santa ya han definido algunas certezas indiscutibles. Aquí solamente las resumo, explicándolas brevemente_
----------Primera certeza. Es ya absolutamente cierto que esa sábana ha envuelto el cuerpo de un hombre muerto que tenía la edad de Jesús en el momento de su crucifixión en Medio Oriente. Y su muerte fue idéntica a la muerte de Jesús narrada en los Evangelios: no solo porque sufrió el mismo suplicio romano de la cruz, sino incluso por los detalles muy particulares (desde la flagelación hasta la corona de espinas, desde el golpe de lanza en el costado hasta la nariz rota por un violento golpe).
----------Segunda certeza. Las manchas de sangre (que son alrededor de setecientas y que son de sangre humana del grupo AB), fueron producidas por el contacto directo de las heridas con el lino del lienzo, y a pesar de la clara rigidez cadavérica del cuerpo envuelto en la Síndone, no existen en absoluto signos de putrefacción. Ello significa que ese cuerpo ha estado envuelto en la sábana menos de 36 ó 40 horas.
----------Tercera certeza. El cuerpo del hombre que ha sido envuelto en este lienzo, no ha sido retirado de esa sábana por nadie, precisamente porque los coágulos sanguíneos no presentan rebabas ni otros signos o rastros que deriven de movimientos. Por consiguiente, es como si ese cuerpo hubiera desaparecido pasando a través de la sábana. De hecho, adquiriendo una propiedad que no existe en la naturaleza y que rencontramos solo en las cualidades del cuerpo resucitado de Jesús tal como es descrito por los Evangelios. Porque, recordemos, en las apariciones post-pascuales Jesús se hace presente en lugares cerrados (como si pasara a través de las paredes) o desaparece de repente. Sin embargo tiene su verdadero cuerpo, a tal punto que, como dice el Evangelio, comió pescado con los suyos. La Iglesia explica que su cuerpo resucitado no es un cuerpo muerto reanimado como lo fue el de Lázaro, sino un "cuerpo glorioso", ya no limitado por el tiempo, el espacio y las actuales leyes físicas (es que nuestros cuerpos resucitados serán de algún modo "divinizados").
----------Todo esto nos hace comprender lo que ocurrió aquella noche de abril de hace dos mil años en aquel sepulcro de Jerusalén. Allí ocurrió algo que ha dejado un rastro clamoroso, que la ciencia no puede explicar ni reproducir: la huella del cuerpo de ese hombre. No está pintada, sino que proviene de la oxidación de la superficie del lino. Es una imagen tridimensional producida por una energía desconocida que ha realizado una inexplicable proyección ortogonal del cuerpo sobre la tela. El desprenderse de esta misteriosa energía fija el instante de la resurrección y hace así que la Sábana Santa sea un testimonio de la victoria definitiva de Jesús sobre la muerte. El mayor acontecimiento de la historia.
----------Los Apóstoles, los amigos de Jesús, quienes habían sepultado el cuerpo del Señor y que a los tres días lo encontraron resucitado, son sus testigos. Y nosotros les hemos creído. El gobernador romano Festo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, dice que los adversarios de Pablo discutían con él sobre "un cierto Jesús, muerto, que Pablo afirmaba estar vivo" (Hch 25,19). El anuncio cristiano a través de los siglos es precisamente éste: Jesús está vivo. Y obra. Domina la historia humana.
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