¿Por qué los Papas del postconcilio hasta el presente Pontífice, en la denuncia de los errores de nuestro tiempo, de las impugnaciones hechas al Magisterio y condenando las falsas interpretaciones del Concilio Vaticano II, nunca han usado el término "modernismo", aunque sea un vocablo tan adecuado, sino que han optado por recurrir a otras categorías como relativismo, historicismo, escepticismo, egocentrismo, hedonismo, ateísmo, subjetivismo, individualismo, gnosticismo, pelagianismo, mundanidad, idealismo, por otra parte equivalentes? [En la imagen: fragmento de "Las Ruinas de Holyrood", óleo sobre tela, de alrededor de 1824, obra de Louis Daguerre, conservada y expuesta en la Galería de Arte Walker, Liverpool, Inglaterra].
¿Por qué hablar de modernismo?
----------Jacques Maritain ya en 1966, apenas promulgados los documentos del Concilio Vaticano II, en su libro Le paysan de la Garonne, denunció con ojo profético un fuerte retorno del modernismo, mucho peor que aquel de los tiempos del papa san Pío X, y describió sus caracteres, mostrando cómo ellos correspondían a una falsa interpretación de las nuevas doctrinas enseñadas por el Concilio.
----------Pero curiosamente Maritain no se dio cuenta de quién era el principal promotor y difusor del modernismo postconciliar. Éste era Karl Rahner, cuyas posiciones erróneas acerca de la interpretación de los textos conciliares he demostrado ampliamente desde hace años en mis publicaciones. Lo extraño fue que san Paulo VI, aunque se dio cuenta también él pocos años después de que se estaba difundiendo una falsa interpretación del Concilio, que estaba causando graves daños a la Iglesia, con una fuerte rebelión al Magisterio, no obstante la gran estima que él tenía por Maritain, no pensó en retomar su denuncia, sino que el Santo Pontífice usó otras categorías para condenar esta rebelión, sobre todo la de "secularismo".
----------Ahora bien, ¿cuál ha sido el motivo para que todos los Papas del postconcilio no cualificaran a esta rebelión con el apelativo de "modernismo"? Hay que señalar que el mismo Rahner, con fina astucia, se presentó como enemigo del modernismo, mientras que afirmaba a la vez que ya el modernismo no existía. Ahora bien, es necesario tener presente que Rahner, ya durante las labores del Concilio y luego desde el inmediato postconcilio, con su trabajo intensísimo de propagandista del Concilio en todo el mundo, se había procurado entre los mismos obispos y en los ambientes teológicos internacionales un enorme prestigio y una difundida fama de protagonista del Concilio y de intérprete autorizado, aunque él no ocultaba el reproche a la Iglesia de que se demoraba todavía en posiciones doctrinales viejas y superadas y de que no tenía suficientemente en cuenta los valores del pensamiento moderno a partir de Lutero y Descartes.
----------Pienso que san Paulo VI, ante la hazaña modernista de Rahner y los rahnerianos, se encontró en una situación muy difícil. Al Concilio Rahner había dado una notable contribución y había sido muy apreciado por la corriente progresista, aunque había encontrado resistencias en los conservadores, entre los cuales estaban, sí, Padres demasiado apegados al pasado, pero también teólogos sabios y prudentes como los cardenales Ottaviani o Browne o Siri o Ciappi. Pero el Concilio había querido realizar un progreso en la doctrina y en la vida católica, aunque en continuidad con la doctrina de siempre, por lo cual era correcto apoyar la corriente progresista (véase la serie de artículos: La interpretación auténtica del Concilio Vaticano II).
----------Por lo tanto, el problemático caso de Rahner puso al papa Paulo VI en la incómoda condición de tener que enfrentar y conciliar dos instancias contrapuestas: por una parte corregir la interpretación modernista del Concilio dada por Rahner y seguidores y, por otra parte, reconocer los indudables méritos que Rahner se había ganado en el transcurso de los trabajos del Concilio.
----------¿Cómo denunciar los graves errores de un teólogo tan prestigioso y exitoso? El Papa no quería hacer la figura del reaccionario, no quería dar la apariencia de "indietrista" (diríamos hoy, recurriendo a la categoría inventada por el papa Francisco) que se opone a las novedades conciliares, pero por otra parte su conciencia le recordaba al papa Montini su deber de custodio de la fe. Eligió la vía de la denuncia de las desviaciones, pero en términos genéricos, que difícilmente o apenas hacían pensar en las ideas de Rahner. Sin embargo, quien conocía a Rahner habría podido descifrar el mensaje alusivo.
----------Es interesante advertir que la condena del modernismo está presente en los mensajes de la Virgen en Medjugorje. El padre Livio Fanzaga ha escrito un libro interesante, L‘inganno del modernismo. L’ammonimento della Madonna a Medjugorje, en el cual resume con eficacia el sentido fundamental de la tentación modernista, consistente en la propuesta de un humanismo ateo en el cual el hombre que se hace dios de sí mismo se quiere poner en el lugar de Dios. Esto corresponde efectivamente a la tendencia del pensamiento moderno nacido de Lutero y de Descartes con la sobrevaloración del yo como punto de partida y de llegada del ciclo de la entera realidad que se encierra y se recoge en la autoconciencia en la cual Dios no es más que un momento, aunque el principal del movimiento del yo desde sí mismo hacia sí mismo.
----------¿Por qué los Papas del postconcilio hasta el presente Pontífice, en la denuncia de los errores de nuestro tiempo, de las impugnaciones hechas al Magisterio y condenando las falsas interpretaciones del Concilio, nunca han usado el término "modernismo", aunque sea un vocablo tan adecuado, sino que han optado por recurrir a otras categorías como relativismo, historicismo, escepticismo, egocentrismo, hedonismo, ateísmo, subjetivismo, individualismo, gnosticismo, pelagianismo, mundanidad, idealismo, por otra parte equivalentes?
----------Los motivos pueden ser, como he dicho en repetidas ocasiones, los siguientes. Primero. El término modernismo podría tal vez evocar recuerdos traumáticos vinculados a la experiencia histórica del período del modernismo de la época del papa san Pío X, período durante el cual lamentablemente se cometieron también injusticias, castigando a inocentes, fue usada una excesiva severidad, y se llevó a cabo una oposición exagerada e indiscriminada contra el pensamiento moderno, cuando en realidad, como bien pedían los modernistas, era necesaria una sana modernización de la vida y de la doctrina católicas.
----------Los modernistas creían que, así como santo Tomás de Aquino en el siglo XIII había usado a Aristóteles para encarnar el Evangelio en la cultura de su propio tiempo, así también en el siglo XX era necesario usar la filosofía moderna nacida de Lutero y de Descartes para encarnar el Evangelio en la cultura moderna. La idea no era en sí misma equivocada, excepto por el hecho de que en realidad la filosofía de Aristóteles, en su sustancia, sobre todo en la utilización que de ella había hecho santo Tomás, no está ligada a una fase del pensamiento humano superada por la filosofía cartesiana y postcartesiana, sino que representa el saber de la razón en cuanto tal, y por lo tanto es un saber constitucional y perenne, mientras que la filosofía cartesiana, más allá de su ostentada novedad y modernidad, en realidad es un retomar más elaborado y retorcido de la antigua sofistica protagórea, ya refutada por Aristóteles. Lo que no quita que el pensamiento de Descartes ofrezca aspectos nuevos respecto a Aristóteles, utilizables por la filosofía y teología modernas.
----------El defecto de los modernistas estaba en el hecho de que en vez de evaluar el pensamiento moderno a la luz de la doctrina de santo Tomás y del Magisterio de la Iglesia, pretendían corregir y mejorar el Magisterio de la Iglesia recurriendo indiscriminadamente a la modernidad, como si ella fuera el criterio absoluto de la verdad.
----------Segundo. Los Papas no usan el término modernismo por temor a que nosotros vayamos a pensar en el modernismo de la época de san Pío X, un modernismo que en estos términos precisos hoy ciertamente ya no existe. Ahora bien, sin embargo, podemos observar que está claro que no podemos hablar hoy de modernismo en los términos exactos en los que Pío X lo describió en la Pascendi. La historia no se repite.
----------Sin embargo, la historia es también historia de una condición humana de fragilidad, en la cual las malas tendencias consecuentes al pecado original siempre se repiten, aunque en formas que vienen a ser más o menos graves y diferentes según los tiempos y los lugares.
----------Un vicio moral que está siempre presente en nosotros es el de la mundanidad, del apego a este mundo que pasa como si fuera el absoluto. No es Dios que trasciende al mundo, sino el mundo mismo como Dios. Es el inmanentismo o el ateísmo o, si queremos, la idolatría o el hombre mismo que se hace Dios.
----------Se trata de la absolutización del momento presente, vale decir, de lo moderno como tal, cualquiera que sea, sin preocuparnos de saber si es o no es conforme a la voluntad o a la ley de Dios supuestas eternas y supra-temporales. Más bien, Dios mismo es concebido como el instante presente. Tenemos aquí el historicismo. Esto implica consecuencias o, si queremos, se deriva de ciertas premisas.
----------¿Cuáles? La premisa fundamental es la noción de la verdad, que no está fundada en el objeto sino en el sujeto. La Pascendi se expresa así: "La razón humana está encerrada rigurosamente en el círculo de los fenómenos, es decir, de las cosas que aparecen, y tales ni más ni menos como aparecen" (n.4).
----------En el fenomenismo lo que me aparece a mí no te aparece a ti. Esto implica por consiguiente que los contradictorios son simultáneamente verdaderos. Por tanto, no vale más el principio del tercero excluido, el cual en cambio viene incluído con el pretexto de la diversidad y del pluralismo, así, además del aut-aut ser-non-ser, no se excluye una tercera posibilidad: ese ser que es no-ser. El intelecto, por lo tanto, no tiene un solo señor, o sea lo verdadero, sino que está al servicio también de lo falso, ya que verdadero y falso no se oponen sino que más bien se reclaman y el uno tiene necesidad del otro.
----------Santo Tomás observa que el fenomenismo nace de la incapacidad para reconocer algo estable o fijo y por tanto determinado en el devenir. Se tiene la impresión de que el devenir es la simultaneidad de los contradictorios. El devenir nos dice que el ser es y no es; no tiene una identidad, sino que se niega a sí mismo. No es uno, sino doble: ser-no-ser, verdadero-falso, bueno-malo, alegría-dolor. Es el principio de la doblez.
----------De aquí se sigue, como observa Tomás, que "la verdad de la opinión o proposición no sigue el modo determinado de ser de las cosas", dotado de una identidad propia, "sino más bien lo que aparece al cognoscente" (Comentario a la Metafísica de Aristóteles, libro IV, cap.V, lect.XIII, n.683, Edición Marietti, Torino-Roma 1964, p.188). La verdad no es un valor absoluto, universal e inmutable, igual para todos, sino que es relativa al devenir, a los tiempos, a los lugares, a las culturas, a los individuos. Es el relativismo.
----------Como será para Descartes, no soy yo con mi idea que me adecuo a la cosa externa, sino es ésta que se adapta a mi idea. Descartes sigue creyendo que Dios me muestra las cosas como son, pero ¿qué Dios es este Dios que Descartes no encuentra partiendo de la realidad externa sino de una idea innata de Dios?
----------Como sabemos, tras Descartes luego vendrá Kant, quien puntualizará: yo no conozco la esencia de la cosa como es en sí, sino como se me aparece a mí, aunque este "se me aparece a mí" para Kant no cambia de individuo a individuo, sino que es uno solo para todos. Pero esto no sirve para remediar el subjetivismo, porque sigue siendo siempre la identificación del ser con el aparecer.
----------Es claro que si nuestro saber está encerrado en nuestras ideas; si, como dice Husserl, desde fuera de la conciencia nada entra en ella, si no podemos salir de nuestra conciencia para alcanzar una realidad externa, si, como dice Vico, sabemos solo lo que hacemos nosotros (verum ipsum factum), si captamos solo el aparecer-a-nosotros y no el ser en sí, o si el ser coincidiera con el aparecer, entonces ¿qué podemos saber de Dios y de su trascendencia? De aquí el agnosticismo, como observa la Pascendi. De aquí en el lugar de Dios, como esta encíclica expresa, lo "incognocible". He aquí, sin embargo, que interviene el "sentimiento". "Dios, ciertamente, se presenta al hombre; pero, como es sentimiento y no conocimiento, se presenta tan confusa e implicadamente que apenas o de ningún modo se distingue del sujeto que cree" (n.9).
----------Hoy los modernistas ya no hablan de "sentimiento", sino de "experiencia trascendental", pero el enfoque o planteamiento teórico es el mismo: el concepto, aunque sea también el dogmático, no tiene ninguna función realista, sino que queda prisionero de la hipoteca subjetivista, relativista, historicista, idealista, fenomenista, hoy llamada "fenomenológica", y "existencial".
----------Hoy los modernistas hablan y hablan hasta por los codos de Dios. Como señalaba el papa Francisco, asistimos a un retorno del gnosticismo, según el cual es posible aprender una sabiduría elevatissima que te dice con eruditas referencias a Parménides, Meister Eckhart, Lutero, Spinoza, Böhme, Kant, Hegel, Schelling, Heidegger, Severino y la Cábala cuál es el Dios cristiano mejor que como lo dice santo Tomás, la Escritura, la Tradición, el Magisterio de la Iglesia y el mismo nuestro Señor Jesucristo.
----------Tercero. Otro motivo por el que los Papas del postconcilio no hablan de modernismo, es probablemente el hecho de que de este término se han apoderado los cismáticos lefebvrianos para hacer un uso que a todas luces es impropio y engañoso, porque para los lefebvrianos las mismas doctrinas del Concilio y las enseñanzas de los Papas del postconcilio son modernistas, cuando en cambio estas nuevas doctrinas, a bien mirarlas, con la propuesta de una sana modernidad, nos defienden precisamente de la insidia modernista.
Todo muy lógico y también apreciable. Pero tanto el Papa como los sacerdotes deberían quizás empezar a recordar a los consagrados y a los laicos, continuamente, y hasta el agotamiento, rezar, porque de todo este revoltijo no vamos a salir si el Señor no hace luz en nuestras cabezas y encuentra Su lugar en nuestros corazones. Aquí antes de subir a las cumbres de los discursos hay que partir de las bases que la mayoría de los católicos no saben, o repiten como loros sin entender realmente lo que están diciendo. Necesitamos sacerdotes ardientes de amor a Dios y, en consecuencia, sabrán enseñar y dirigir el rebaño. Pero si no se reza no se va a ninguna parte, y se seguirá interpretando al "como nos parezca" todo, Sagrada Escritura incluida y documentos papales inmediatamente detrás. Exactamente como sucede ahora. Y el hecho es que cuanto más se convoca a rezar, más gente se ríe de esto..., lo cual significa que tenemos un problema muy grande...
ResponderEliminarEstimado Adolfo,
Eliminarconcuerdo con estas sus observaciones y propuestas, que encuentro sabias y útiles para nuestra vida cristiana.
¿Sabe usted, padre, lo que realmente distingue al modernista de un simple católico, pequeño e insignificante para el mundo? La relación con Cristo.... el católico pequeño, ignorante e insignificante, digno de bromas y burlas por parte de los soberbios y ostentosos, ama a Cristo porque lo salva, ama a Cristo porque solo Él está cerca, ama a Cristo porque... Hay mil razones... El modernista, en cambio se avergüenza de Cristo, porque nos salva, Él solo, porque la simple fe en Aquel que nos redime es cosa de la Edad Media... .etc.etc... Así es como el buen modernista sigue adelante, complaciéndose de sus propias palabras y convicciones..., adula el Papa con viscosa hipocresía, aborrece lo sagrado, entra en la iglesia medio desnudo en verano jugando con el móvil, etc. etc.... La semana pasada estuve leyendo una biografía de San Bruno.... como entiendo a los santos que se retiraron del mundo en el desierto o en las montañas, en busca de la soledad con Dios...
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarsu descripción del modernista es ciertamente compartible.
Ahora bien, dicho eso, lo único que yo diría es que el modernista es siempre nuestro hermano, que tiene de Dios sus propios talentos.
Por eso creo que, si por un lado debemos soportar con paciencia a estos hermanos, por otro lado debemos nutrir la esperanza de poder ayudarlos en su camino de salvación.
Discúlpeme padre pero en el momento actual no estoy muy bien dispuesta con respecto a mi prójimo, modernista, pasadista, o lo que sea...: cada uno hace sus propias elecciones, con una voluntad precisa y yo he hecho la mía, puesto que he sido calumniada... más allá de cada decir sé que mi único y verdadero juez es Dios, a Él le pido piedad por mi alma.
EliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarme parece un poco desanimada. Usted, que es una mujer de fe, debe apoyarse sobre su caridad, lo que quiere decir saber ver la presencia de Cristo en los otros, incluso fuera el caso de sus enemigos, y también en aquellos que la han hecho sufrir.