sábado, 22 de junio de 2024

La belleza de María. Tota pulchra, es

La belleza de la Santísima Virgen María es modelo también para las mujeres que en esta vida son feas, a fin de que puedan embellecerse y no descuidar su decencia física. Así como María se inclina misericordiosamente no solo sobre los feos para embellecerlos, también, y de hecho aún más, se inclina sobre todos los míseros para levantarlos, sobre los pobres para enriquecerlos, sobre los que sufren para hacerlos gozar, sobre los necesitados para satisfacerlos, sobre los oprimidos para liberarlos, sobre los defectuosos para corregirlos, sobre los rebeldes para amonestarlos, sobre los pecadores para convertirlos, sobre los ciegos para iluminarlos, sobre los dudosos para aconsejarlos, sobre los débiles para defenderlos, sobre los humillados para compensarlos, sobre los enfermos para curarlos, sobre los afligidos para consolarlos, y nos recuerda que la verdadera e importante belleza no es tanto la del cuerpo, sino la del espíritu y la de la santidad. [En la imagen: detalle de "Madonna di Loreto", óleo sobre tela, de 1604-1606, obra de Michelangelo Merisi da Caravaggio, conservado y expuesto en la Basílica de San Agustín en Campo Marzio, Roma, Italia].

----------La belleza es la propiedad de lo que es perfecto. Lo perfecto es aquello que no carece de nada. Por lo tanto, es un todo. En ese todo todas sus partes están ordenadas en torno al principio de su unidad. Siendo uno, ese todo está determinado, y siendo determinado, es distinguible. Siendo distinguible, es inteligible, por lo tanto verdadero. Siendo verdadero, ese todo es objeto del apetito, por lo tanto, es bueno. Lo bello, sin embargo, es bueno para el intelecto, no para la voluntad: id quod visum, placet.
----------Frente a lo bello, la voluntad goza, ciertamente, pero goza porque está ante el bien del intelecto, no ante el de la voluntad, que es el fin del acto moral. Lo bello agrada al verse, no en cuanto es un bien a realizar o un acto a cumplir o un fin a alcanzar o un bien a poseer.
----------La belleza de la Santísima Vigen María es la belleza de una mujer. Es la belleza de una persona humana. Es la belleza de una creatura santísima. La suya es una belleza física, moral, espiritual, sobrenatural. Nuestra Señora agrada al verse. Agrada a los sentidos, agrada a la imaginación, agrada al intelecto, agrada a la voluntad, agrada al espíritu, agrada a la fe.
----------La belleza está ligada al carácter de inmaculado. La belleza es la cualidad del ente que tiene todo aquello que debe tener, sin adiciones y sin reducciones o disminuciones. La belleza, en efecto, significa integridad, ausencia de defectos o carencias, total pureza y ausencia de impurezas. A lo feo en la estética, corresponde en la moral el pecado y el mal. El pecado es feo y la virtud es bella.
----------María agrada no como una novia o esposa, sino como una virgen, una madre, una hermana, una amiga. Aún con todo esto, la novia/esposa no está sin relación con María, que también fue y es esposa de José. Sin embargo, sabemos cual es la configuración moral y jurídica del matrimonio de María. En él se salva ciertamente la esencia radical del matrimonio, en cuanto pacto de amor entre un varón y una mujer con el cual uno se compromete a mantenerse indefectiblemente fiel al otro, aunque por razones de fuerza mayor o por motivos razonables los dos se abstengan de la relación sexual, de modo que no tengan hijos.
----------María Santísima, por lo tanto, es modelo de las esposas y de las viudas y es amable como esposa solo en relación con el aspecto espiritual de la unión conyugal. Sin embargo, no debemos pensar que María sea extraña o ajena al aspecto sexual, en cuanto el matrimonio, en la grandísima generalidad de los casos, debe ser entendido no solo como pacto de amor, sino también como amor fecundo, por el cual fin natural del matrimonio ordinario es la generación y la educación de la prole.
----------La belleza de María se sitúa evidentemente también en el plano sexual, pero en virtud de su virginidad, no ejerce la normal atracción sexual, que forma parte en la propensión y vocación ordinaria de la esposa. Por eso María agrada solo estéticamente, pero no sexualmente, aunque su sexo sea obviamente el sexo femenino y en su más alta perfección: tota pulchra es, Maria, le decimos en el canto tradicional.
----------La belleza física de María no es por tanto exactamente la belleza de la novia/esposa, sino la de la virgen. María es sexualmente bella porque es mujer, pero no atrae sexualmente, porque es virgen. Tampoco su esposo san José se ha sentido atraído por ella sexualmente. Tampoco a san José la belleza de María le ha agradado sexualmente, sino solo espiritualmente.
----------Pero no porque a José le haya desagradado, dada la sublime belleza de María, sino simplemente porque en ella, no obstante su belleza, en virtud de su virginidad como plena donación y disponibilidad al proyecto divino, estaba ausente su atractivo sexual. Mientras que José, por su parte, tuvo de Dios un don especial de templanza en ámbito sexual. Por eso, de María, en la iconografía tradicional aparece descubierto solamente el rostro, a diferencia del uso musulmán, en el que se oculta también el rostro.
----------Es obvio que también en el rostro humano aparecen las características sexuales. Sin embargo, el pudor en el cristianismo no llega hasta el punto de la exageración en el islamismo de ocultar también el rostro de la mujer, como si éste pudiera estimular la concupiscencia. Por lo demás, también en la tradición cristiana, el cuerpo de María está totalmente cubierto, a diferencia del hábito menos oculto tanto de la mujer consagrada como de la secular. Queda el hecho de que el cuerpo de María es un cuerpo femenino, testimoniado por la historia y por el mismo enunciado del dogma de la Asunción al cielo.
----------De Adán y Eva recién creados por Dios, y estando en el paraíso del edén, antes del pecado original, la Sagrada Escritura dice que "estaban desnudos y no sentían vergüenza" (Gén 2,25). Sin embargo la belleza física de María en esta tierra no se muestra sino velada, ya sea porque el hábito acentúa la dignidad de la persona, ya sea porque nuestra mirada tendiente a la concupiscencia, incluso en los santos, no sabría sostenerse sin pecar ante el esplendor edénico de esta sublime belleza.
----------María no conoce el pecado, pero no se muestra en esta vida sino a pecadores, aunque purgados y santificados por la gracia. Por lo cual sería ilusorio creer, en base a una falsa escatología, el poder desde ahora tener esa mirada totalmente pura que podremos tener solo en la futura resurrección.
----------Uno de los propósitos o de los significados del voto de castidad está precisamente en esta conciencia que debemos tener de que esa belleza femenina, que de por sí debería elevarnos, fuera también la de la Virgen, aunque vista en su santidad, dada la impureza de nuestra mirada, de hecho, no nos beneficiaría, sino que nos sería peligrosa. De ahí la renuncia y la abstinencia.
----------Debemos prestar atención para entender bien la belleza de la virginidad de María en relación a su carácter inmaculado. A menudo, la virginidad viene llamada "pureza" y también está bien. Pero es necesario prestar atención a no pensar que la relación sexual sea en sí una cosa impura.
----------Así también existe un antiguo himno mariano, por lo demás muy bello, en el cual se alaba a María, "inviolata, integra et casta", óptimas expresiones si se refieren a la naturaleza inmaculada o inocencia moral de María. Sin embargo, si son referidas a su sexo, entonces es algo que podría hacer pensar que la unión sexual sea una violación o corrupción de la naturaleza o podría hacernos mirar mal el sentido del tacto. 
----------En realidad, desde un punto de vista natural o fisiológico, debería ser evidente que la potencia generativa que no es actuada es algo de menos y de incompleto respecto a la potencia generativa que es actuada. Lo que obviamente no disminuye en nada el altísimo significado de la virginidad de María, significado, sin embargo, que no es ascético como en nosotros, que sentimos el conflicto entre el espíritu y la carne, sino que en María es solamente teológico y escatológico: teológico, en cuanto María es fecunda del Espíritu Santo; y escatológico, en cuanto ella es la mujer de la resurrección, donde ya no existe la procreación.
----------La unión entre el varón y la mujer, de la cual habla el capítulo 2 del Génesis, es cosa más radical que la separación entre varón y mujer, exigida por el voto de virginidad, cosa indudablemente noble y útil, pero en definitiva, una práctica de emergencia, relativa sobre todo a las condiciones pasajeras de la naturaleza caída y no a la salvación o santidad final del hombre en cuanto tal. Por eso no debemos tener temor de ver en la Virgen María el modelo también de la casta unión entre los esposos.
----------La "re-velación" quiere decir desvelamiento, quitar un velo que cubre y oculta. Nosotros quisiéramos ver más allá; pero ¿con qué mirada? ¿Estaríamos preparados para una experiencia de tal género? Ver la verdad inmediatamente, sin mediaciones, en su desnudez, de por sí debería ser natural y benéfico, y en cambio sucede en el presente estado de naturaleza caída que lo que debería hacer bien es peligroso. Así, a un enfermo le hace mal lo que le hace bien a un sano. De ahí el por qué la belleza física de María en la vida presente se nos oculta. María se esconde precisamente porque aquí abajo la podemos ver mejor con el ojo de la fe.
----------María Santísima, inocente, tiene piedad de aquellos que no son inocentes. Ella, sin pecado, tiene en cuenta a aquellos que tienden al pecado, a fin de que no pequen en este estado presente de naturaleza corrupta, a nosotros que, no estando como ella en un estado de inocencia, no podemos permitirnos ni podemos alcanzar ese estado de pureza y libertad que solo María puede poseer.
----------Por eso, la belleza de María no le pide renuncias, a las cuales ella, por su inocencia, no está obligada, pero que en cambio nos hacen bien a nosotros. María no nos pide a nosotros pecadores lo que podríamos lograr si nos hubiéramos quedado, como ella, en el estado de inocencia. El ascetismo necesario para la vida presente es ciertamente incómodo pero útil.
----------En efecto, aquí abajo estamos en las condiciones similares a las de quien, por haberse roto un brazo, lo hubiera tenido que enyesar. Ciertamente, estar en estas condiciones no es bello, no es agradable y no es el ideal del bienestar y de la salud; sin embargo, lo hacemos con gusto, sabiendo que, si queremos curarnos, debemos aceptarlo pacientemente, con vistas a quitarnos un día el yeso. 
----------Así, ahora vemos velada la belleza de María bajo los velos de la fe. Un día, en el cielo, cuando con "célica armonia" hayamos recuperado la mirada pura como la de Adán en el paraíso terrenal, podremos verla en su edénico y escatológico desvelamiento, aunque no sepamos cómo.
----------En efecto, nos es a nosotros aquí abajo difícil imaginar cómo podrá ser el cuerpo celestial de la Virgen María: cómo, en cuáles aspectos o en qué condiciones lo podremos ver y cuánto y cómo nos agradará su belleza. Tan solo podemos repetir el ingenuo pero profundo canto popular: "Iré a verla un día en el cielo patria mía, iré a ver a María, mi alegría y mi amor", o también aquel otro: "¡Un día la veré! Con célica armonía las glorias de María dichoso cantaré. Un día al cielo iré y la contemplaré".
----------También este cuerpo inmaculado de María Santísima naturalmente viene concebido o imaginado como revestido de una espléndida vestidura real, que lo recubre y al mismo tiempo lo embellece. Vestida mucho más bella y espléndida que el pobre hábito que María vistió en su vida modesta y oculta de este mundo, ahora, en el cielo, debe ser ciertamente una vestidura celestial, como también vemos en las apariciones marianas y está representado habitualmente en la gran iconografía mariana clásica.
----------La belleza de María es la belleza del ideal de la mujer, que se podría parangonar con aquella belleza de la cual Adán ha gozado, cuando Dios le ha presentado a Eva y que le hizo exclamar: "He aquí, por fin, el hueso de mis huesos y la carne de mi carne" (Gén 2,23).
----------Es propio de la inocencia primitiva saber gozar de la belleza de la desnudez en vista de un casto amor y sin estímulos al pecado, a diferencia de cuanto sucede en la presente naturaleza caída, por eso la belleza de la mujer tentadora empuja a pecar al hombre de mirada impura.
----------Por el contrario, en el paraíso del Edén todo parece puro a la mirada pura ("Todo es puro para los puros. En cambio, para los que están contaminados y para los incrédulos, nada es puro. Su espíritu y su conciencia están manchados", Tit 1,15), y también en el estado presente, en virtud de la gracia sanante de nuestro Señor Jesucristo y del ejercicio de la virtud, es posible de algún modo y hasta cierto punto, aunque imperfectos, gozar de las "primicias" (Rm 8,23) o de la "caparra" del Espíritu.
----------Ciertamente, la mujer fea puede ser buena. Aún más, podríamos decir que en realidad sucede quizás que solo en la vejez la mujer adquiere esa sabiduría que la hace bella espiritualmente. Por lo demás, de poco vale la belleza física, si no va acompañada de la belleza de la virtud. Sin embargo, la fealdad física es indudablemente el signo de la actual triste presencia en el hombre de las consecuencias del pecado original. En el cielo todos son bellos y en la plenitud del vigor físico.
----------La belleza de la Santísima Virgen María es modelo también para las mujeres que en esta vida son feas, a fin de que puedan embellecerse y no descuidar su decencia física. Así como María misericordiosamente se inclina no solo sobre los feos para embellecerlos, también, y de hecho aún más, se inclina sobre todos los míseros para levantarlos, sobre los pobres para enriquecerlos, sobre los que sufren para hacerlos gozar, sobre los necesitados para satisfacerlos, sobre los oprimidos para liberarlos, sobre los defectuosos para corregirlos, sobre los rebeldes para amonestarlos, sobre los pecadores para convertirlos, sobre los ciegos para iluminarlos, sobre los dudosos para aconsejarlos, sobre los débiles para defenderlos, sobre los humillados para compensarlos, sobre los enfermos para curarlos, sobre los afligidos para consolarlos, y nos recuerda que la verdadera e importante belleza no es tanto la del cuerpo, sino la del espíritu y la de la santidad.

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