La Redención es obra única de Cristo, pero sus frutos se multiplican en la vida de los fieles como corredención. Todos los cristianos, y de modo eminente María y los Santos, participan como corredentores en la obra de la salvación. ¿Qué significa para nuestra vida cristiana cotidiana ser corredentores unos de otros en Cristo? ¿Cómo ilumina la figura de María, corredentora por excelencia, el misterio de la cooperación en la gracia? ¿No es hora de redescubrir este título mariano en su sentido verdadero, lejos de equívocos y reduccionismos? [En la imagen: fragmento de "La Crucifixión", óleo sobre tabla, pintado entre 1509-1518, obra de Juan de Flandes, conservado y expuesto en el Museo del Prado, Madrid, España].
«El fiat de María fue la condición querida por Dios
para la Encarnación del Redentor»
John Henry Newman,
Discourses to Mixed Congregations, Discurso XV,
“The Glories of Mary for the Sake of Her Son”, 1849
Cristo nos hace partícipes de su obra redentora
----------Como sabemos, la obra que Cristo cumplió sacrificándose por nosotros en la cruz es llamada por la Escritura con un nombre metafórico tomado de las transacciones comerciales o de compra-venta. De aquí la imagen de la sangre de Cristo como precio de nuestro rescate. De aquí la idea de que Cristo nos ha comprado a caro precio. De aquí la imagen de Cristo que ha pagado por nosotros, deudores insolventes. De aquí la imagen del pecado como deuda de la cual pedimos al Padre la remisión.
----------En efecto, el término redención quiere decir simplemente comprar de nuevo (re-d-emptio). Nuestro Señor Jesucristo nos ha comprado o adquirido dos veces pagando en persona. Pero ¿a quién ha entregado el dinero? ¿A quién nos ha restituido? Cristo, en cuanto Dios creador, nos ha comprado una primera vez haciéndonos propiedad del Padre al habernos creado. Por tanto, el Padre es nuestro legítimo propietario. Nosotros somos propiedad del Padre porque somos obra suya, sus criaturas.
----------Con el pecado, cediendo a la tentación del demonio, nos hemos sustraído al dulcísimo dominio del Padre y nos hemos convertido en prisioneros del demonio. Cristo, con su sacrificio, nos ha arrancado del dominio tiránico del demonio, desenmascarando sus engaños, y con el sacrificio de la cruz nos ha restituido al Padre, resarciendo al Padre del daño recibido por el robo sufrido por obra del diablo.
----------Así pues, Cristo, expiando en la cruz nuestras culpas y pagando aquella deuda al Padre, que nosotros no podíamos pagar, por medio de sus méritos adquiridos en la cruz, rico como era en cuanto Dios, nos ha comprado una segunda vez, de modo que hemos vuelto gracias a Él a ser propiedad del Padre. Esta es la obra redentora de Cristo, gran misterio de salvación y de glorificación del hombre, expresado en los humildísimos y comprensibilísimos términos de una operación económica.
----------El Padre ha querido que el Hijo fuese el Redentor gracias a una obra meritoria que solo Cristo en cuanto Dios podía cumplir; es decir, ha querido que el Hijo encarnado no solo restituyese al hombre la gracia perdida con el pecado, sino también ha querido elevarlo a una vida de gracia sobrenatural y crística de hijo de Dios, superior a aquella misma de la cual el hombre había gozado en el Edén.
----------Es decir, ha querido que el hombre, liberado del pecado gracias a Cristo, fuese elevado por Cristo a participar de su misma divina Filiación y gloria, a una vida sobrenatural partícipe en la gracia de la misma naturaleza divina, obviamente sin que el hombre se convierta en Dios, cosa absurda e imposible.
----------Gracias a la obra de la Redención, por tanto, el hombre se convierte en corredentor, obviamente en subordinación, como instrumento de Redención, no en el sentido de convertirse en otro Dios a la par de Dios, a la par del Hijo, puesto que solo el Hijo es Deus de Deo. El hombre nace de Dios con el bautismo, pero ciertamente no es hijo de Dios desde la eternidad como el Hijo. Y sin embargo, en Cristo es llamado a «nacer de lo alto», es decir, del Padre a imagen y semejanza del Hijo.
En la corredención el hombre permanece redimido por Dios
----------Corredimir, por consiguiente, no quiere decir en absoluto actuar a la par del Redentor, ni compartir su acción, ni obrar junto con Él o hacer lo mismo que Él ha hecho, no quiere decir dividirse a la mitad el acto y la obra de la Redención. Aquel «co» de corredentor no significa ni paridad ni compartición ni mucho menos identidad, sino subordinación, inferioridad, dependencia. Significa participación.
----------Ahora bien, sin embargo, ¿qué significa participación? El término viene de la expresión latina partem capere, tomar una parte de un todo. Estamos, pues, inmediatamente en la categoría de la cantidad y por tanto de las cosas materiales. Ahora bien, evidentemente el acto divino de redimir es absolutamente espiritual y simple y por tanto no es un todo participable, del cual pueda tomarse una parte. ¿Por qué entonces San Pedro dice que la gracia es una participación (koinonìa, consortium) de la naturaleza divina? Habla evidentemente por analogía, en el sentido de ser semejante, asemejarse, ser a imagen según cierta proporción. Es decir, que la gracia es participación de la naturaleza divina de modo semejante o analógico a aquel con el cual la parte material de un todo material es parte de ese todo. La gracia es algo divino, y sin embargo es creada y es solo una cualidad o accidente amisible del alma.
----------La noción metafísica de participación, tomada de Platón (méthexis) está ligada a la noción puramente platónica de imitación (mimesis) y es indispensable para entender qué es la gracia y por tanto la vida cristiana y por lo tanto la corredención. Ver sobre este tema: Cornelio Fabro, La noción metafísica de participación según Santo Tomás de Aquino, Sociedad Editorial Internacional, Turín 1950; Tomas Tyn, Metafísica de la sustancia. Participación y analogía entis, Ediciones Fede&Cultura, Verona 2009.
----------Para entender qué quiere decir el Apóstol San Pedro debemos enlazarlo con aquello que dice el Apóstol San Juan cuando afirma que en el paraíso del cielo nosotros seremos semejantes a Dios, y también con lo que dice el libro del Génesis acerca del hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Aquí se habla de la vida natural; pero también la vida de gracia es un ser semejante a Dios, un asemejarse a Dios. El corredimir debe entenderse de este modo, como la realización concreta del estar en gracia.
----------Dios, causa primera, obra sí directamente, pero también por medio de las causas segundas e instrumentales. Dios ha querido salvar y glorificar al hombre por medio del hombre Jesucristo. La acción divina de Cristo es única, pero la acción humana es múltiple porque Cristo actúa no solo por medio de su humanidad, sino también por medio de la humanidad de los fieles.
----------Esta acción de Cristo en la humanidad de los fieles, miembros del Cuerpo místico del cual Él es la Cabeza, es la corredención operada por los fieles, que coincide con la misma vida cristiana. Solo la única divinidad de Cristo redime, pero no únicamente su humanidad. También la humanidad de los discípulos de Cristo es salvífica en cuanto instrumento de la humanidad de Cristo.
----------La Redención, obra divina, cumplida por la divino-humanidad de Cristo, es única y una sola; pero los efectos de la Redención de Cristo son las muchas corredenciones, de modo que, y gracias a Cristo, los fieles son corredentores los unos de los otros. Cristo dona la gracia directamente, pero se sirve también de sus ministros y de sus santos para redimir a la humanidad. La Redención produce la corredención. No hay redención sin corredención, así como no hay vida de Cristo sin la vida del cristiano, el obrar de Cristo sin el obrar cristiano.
----------El cristiano en gracia es y permanece hombre, dotado sin embargo de una vida superior, la vida de gracia, la cual, imagen y semejanza del poder de Cristo, lo hace capaz, a imitación de Cristo, de ser salvador y glorificador de los hermanos y disponible a ser a su vez salvado y glorificado por los hermanos en la fe, también ellos partícipes, instrumentos, mediadores y ministros de la obra redentora de Cristo.
----------La corredención no es otra cosa que este maravilloso obrar sobrenatural cristiforme donde los unos, en Cristo y en el Espíritu, obran, dan y reciben los unos de los otros, los unos en favor de los otros, todos miembros del Cuerpo místico, animados y guiados por la Cabeza que es Cristo, por medio de sus ministros, servidores, distribuidores y administradores de la multiforme gracia de los sacramentos y de los dones carismáticos ordinarios y extraordinarios del Espíritu. Este intercambio de gracia, este recíproco colaborar, iluminarse, instruirse, salvarse, sanarse, corregirse, purificarse, enriquecerse, completarse, perfeccionarse y divinizarse en la comunión de la caridad fraterna y en la comunicación y distribución de las gracias recibidas para el provecho propio y de los demás. Todo esto es la obra de la corredención.
----------El hombre que así vive en Cristo, se convierte en templo del Espíritu Santo, se convierte en instrumento y ministro de Cristo en la obra de la Redención. Como dice San Pablo, ya no es él quien vive, sino que Cristo vive en él, de modo que, hecho por el bautismo hijo de Dios a imagen y semejanza del Hijo, ahora puede imitar al Hijo en comunicar y transmitir la gracia a los hermanos.
----------El cristiano, revestido de la gracia de Cristo y miembro del Cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia, prolonga en el mundo y en la historia la obra de Cristo, contribuye, colabora, coopera y participa en la obra divina de la salvación y glorificación del hombre; se convierte en Cristo y por Cristo en la Iglesia en causa instrumental, administrador, distribuidor, mediador, ministro, transmisor y comunicador de salvación y de gloria para los demás hombres, salvando y por tanto redimiendo a los otros.
----------Es necesario además hacer presente que la noción de corredención no es unívoca, sino analógica. María no es la única corredentora, sino la corredentora por excelencia. En virtud de su altísima santidad, ella corredime en el grado más elevado y eficaz y más extenso, es decir, al máximo alcanzable por la simple criatura, con la consecuencia de que su influjo materno y providente se extiende a toda la humanidad.
----------María presenta a Cristo todas las peticiones que le llegan de los fieles y al mismo tiempo transmite a los fieles todas las voluntades de su Hijo, excepto aquello que Él quiere comunicar por medio de la Jerarquía de la Iglesia. Comunicar la gracia de los sacramentos corresponde a los sacerdotes. María hace llegar a cada uno, lo pidan o no lo pidan, todas aquellas gracias y favores que no entran en la gracia sacramental y que sin embargo son necesarios para una digna vida cristiana.
----------Por debajo del vértice de corredención alcanzado por María Santísima existen infinitos grados inferiores y formas variadísimas, que son las de todos los demás discípulos de Cristo. Solo el concepto de Redentor es unívoco, y ello es lógico, puesto que aquí no se trata de la criatura, sino de Dios mismo, cuyo concepto es evidentemente unívoco, ya que Dios es uno solo.
----------Solo Cristo, en efecto, en cuanto Dios, es el Redentor. Dios es uno solo. En cambio, los corredentores son muchos. Por esto el corredentor no es otra cosa que el cristiano. O el cristiano es un corredentor o no es cristiano. El corredentor no es un superhombre ni tampoco el hombre en sentido panteístico como lo entiende Rahner. El cristiano es un pobre pecador, el cual, sin embargo, correspondiendo a la gracia bautismal, es colaborador de Cristo en la obra de la salvación. Esta cooperación o participación o imitación, como se quiera decir, no es otra cosa que la corredención.
----------La Virgen alcanza la máxima e inalcanzable perfección y universalidad de una obra a la cual todos estamos llamados y que cada cristiano en cuanto tal debe desempeñar según la medida de sus fuerzas y las capacidades sobrenaturales recibidas de Dios. La Virgen, por tanto, no es la única corredentora, sino que entre todas las criaturas humanas en gracia es aquella que, siendo Madre de Dios, Inmaculada, llena de gracia y Madre de la Iglesia, es Madre de la gracia y distribuidora de todas las gracias.
----------María Santísima no confiere en absoluto la gracia santificante y no es tampoco sacerdote, pero su radio de acción es universal y cubre todo el curso de la historia; ella provee y se ocupa como una madre de cada uno de nosotros para que esté provisto de las gracias que le son necesarias para ser un buen cristiano según su particular vocación y sus necesidades espirituales.
----------No sabemos cómo esto pueda ser realizado por una simple criatura humana. Y sin embargo esta es la enseñanza de la Iglesia hasta el Concilio Vaticano II. Su poder de intercesión (omnipotentia supplex) es el más alto entre todas las criaturas en gracia, en cuanto Madre de Dios.
----------Cristo la ilumina acerca de las gracias de las cuales tenemos necesidad. Él ciertamente dona a cada uno directamente la gracia santificante en virtud de su poder divino sacerdotal. Pero ha querido que su Madre, la más santa de las criaturas, la Llena de gracia, distribuyese a todos las gracias actuales necesarias para la salvación. En este oficio María obviamente obedece a Cristo, es guiada por Cristo, es movida e inspirada por Cristo.
----------Y sin embargo Cristo le ha confiado la administración del patrimonio de gracia y de méritos que se ha adquirido para nosotros con su Santa Pasión. Por esto María es la primera Crucificada junto al Crucificado y nos enseña cómo ser crucificados también nosotros junto a Jesús y con Jesús.
----------Como ha dicho recientemente el papa Francisco, el ministerio de María Santísima es más importante que el ministerio de los Apóstoles. Ella es precisamente la Reina de los Apóstoles. El sacerdote, ciertamente, administra la gracia de los sacramentos. Pero si el alma es indigna, no recibe la gracia. María obtiene la gracia santificante tanto para los sacerdotes como para los fieles.
----------Es curioso e interesante notar la hipocresía de los actuales modernistas que rechazan el título de corredentora, dicen, "porque la Virgen no es una diosa", cuando son precisamente ellos quienes, con su idealismo panteísta, convierten al hombre en Dios o a Dios en hombre.
----------La cuestión de la Corredentora no es si sea verdadero o falso que María es Corredentora, no es una cuestión doctrinal, sino que se trata exclusivamente de una cuestión de lenguaje, por tanto pastoral, es decir, si sea o no conveniente, oportuno o apropiado hablar de ello desde el punto de vista pastoral o del diálogo ecuménico usar el término corredentora. Observo, sin embargo, que si San Juan Pablo II ha llamado nueve veces a María con el título de Corredentora, ¿ha dicho acaso lo falso? ¿Ha dicho una herejía?
----------El Documento del Dicasterio considera el término corredentora un término impropio e inconveniente porque la disipación de los equívocos o la obra de clarificación requeriría explicaciones demasiado largas. Pero se podría objetar que muchos otros términos de la teología y de la dogmática requieren explicaciones y aclaraciones. ¿Qué hacemos, entonces? ¿Los dejamos de lado también?
----------Por otra parte, sabemos bien que los protestantes desde hace cinco siglos rechazan a la Virgen el título de Corredentora a causa de su univocismo teológico, por el cual la divinidad ininteligible, imparticipable y fideística de Cristo hace quedar bien a una humanidad radicalmente corrompida y aparentemente inocente, salvo luego absolutizar la conciencia subjetiva puesta por encima del Magisterio de la Iglesia.
----------En vez de callar sobre ese título mariano, quizás deberíamos preguntarnos seriamente: ¿no habría llegado el momento de explicárselo a ellos de modo que puedan llevar a perfección su culto mariano liberándolo del error? De lo contrario, ¿para qué sirve el ecumenismo?

Estimado padre Filemón, usted dice que:
ResponderEliminar"La cuestión de la Corredentora no es si sea verdadero o falso que María es Corredentora, no es una cuestión doctrinal, sino que se trata exclusivamente de una cuestión de lenguaje, por tanto pastoral, es decir, si sea o no conveniente, oportuno o apropiado hablar de ello desde el punto de vista pastoral o del diálogo ecuménico usar el término corredentora."
Sin embargo, en la presentación que hizo el Prefecto del Dicasterio de la Fe, expresó que: "Presentamos hoy una nota doctrinal. Y conviene precisar que la expresión "doctrinal" en el título de la Nota indica que este documento tiene un valor especial, superior a los otros documentos que hemos publicado en los dos últimos años. Firmada por el Papa, pertenece al Magisterio ordinario de la Iglesia y deberá ser considerada en relación con el estudio y la profundización de temas mariológicos."
Toda su exposición está aquí:
https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_ddf_doc_20251104_mater-populi-fidelis-presentazione_it.html
Por lo tanto, ¿es asunto de doctrina o de pastoral?
Le agradecería me lo explique.
Sergio Villaflores (Valencia, España)
Estimado Sergio,
Eliminarel Prefecto, entre sus diversas referencias, se refiere también al título de Corredentora, un título que define la acción propia de la Santísima Virgen en colaboración con Jesucristo. En este sentido, efectivamente, el cardenal Fernández tiene toda la razón, y estamos ante una Nota doctrinal.
Sin embargo, el propósito de esta Nota no es tanto ofrecer una enseñanza doctrinal para aclarar lo que significa Corredentora, ni mucho menos poner en duda la verdad de este título mariano, ya utilizado por los Papas anteriores; y si lo han empleado, no debemos dudar de que se trata de una cualidad real del actuar cristiano de Nuestra Señora.
Pero, como vemos por las palabras de la Nota, suponiendo la verdad de este título, el problema es de conveniencia o de oportunidad pastoral y, en el límite, un problema de tipo lingüístico o terminológico. Sabemos bien que las palabras son muy importantes en la comunicación con nuestro prójimo, porque, si se usan de forma inapropiada o imprudentemente, pueden generar equívocos, malentendidos e incluso conflictos.
Por eso, cuando se corre este riesgo, conviene discernir cuándo y cómo emplear un término, incluso si en sí mismo expresa una verdad de fe, para que ilumine la fe en lugar de convertirse en motivo de confusión o división.
Estimado Padre, usted ha resumido de forma muy concisa y completa lo que yo pensaba. Decir que María no puede ser corredentora es absurdo. Todos sabemos que el único Redentor es Nuestro Señor Jesucristo y que nadie puede ser como Él. Pero corredentora, y esto es lo que yo pensaba, no es solo María, sino también todos los sacerdotes que intentan mostrarnos el camino. Y también todos los santos. Así que, a su vez, nosotros también, y yo también, quién sabe, quizás unas palabras mías a mis amigos para defender la fe les hayan sido útiles. Y aquí usted simplemente escribe: «corredentor es el cristiano». ¡Es perfecto! ¡Y Ave María!, la mejor de todos nosotros, ¡que es nuestra maestra al señalarnos a Jesús! «¡Haced lo que él os diga!».
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminarsu lectura refleja con precisión el núcleo de lo que intenté exponer. El equívoco en torno al título mariano de Corredentora proviene de separarlo de la condición misma del ser cristiano. En verdad, todo discípulo, en cuanto instrumento y ministro de Cristo, coopera subordinadamente en la obra de la salvación. La corredención no disminuye la primacía del Redentor, sino que la manifiesta, pues solo en Él y por Él podemos ser partícipes de su obra redentora.
Juan Pablo II había usado por lo menos siete veces la expresión María Corredentora, para después abandonarla desde la Redemptoris Mater en adelante, mientras que Benedicto XIV, ya como prefecto, había dado una opinión negativa a este título, por ser portador de malentendidos.
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarel uso del término corredentora, como muchos otros términos teológicos, dada la delicadeza intrínseca a la conceptualidad teológica, es un término que requiere oportunas explicaciones. Pero esta no es una excepción, porque no existe casi ningún término de la teología que no pueda ser equívoco o malinterpretado. Al final, la misma palabra Dios se entiende en sentidos diferentes. Y entonces, ¿qué hacemos? ¿Eliminamos la palabra Dios?
Entonces se entiende que, si tuviéramos que tener en cuenta este hecho, al final el lenguaje teológico debería desaparecer. Pero la tarea del pastor y del teólogo es precisamente explicar los términos de la teología y del catecismo, precisamente porque su significado no es intuitivo, sino que supone un dato revelado, que nos es entregado por la Tradición apostólica.
En cuanto a San Juan Pablo II, si en un momento dado no habló más de la Corredentora, esto no sucedió porque el Papa se haya dado cuenta de que María no lo fuera, sino simplemente porque consideró que el término no era necesario en relación con las circunstancias pastorales en las que trabajaba.
La disidencia del Papa Francisco tiene el mismo significado. No ha pretendido decir que es falso que María sea corredentora, sino que ha pretendido actuar simplemente una elección pastoral.
Aunque las explicaciones pueden ser exhaustivas, el término en sí mismo siempre ha creado enormes problemas. El uso que han hecho los santos no excluye, por ejemplo, las disputas entre franciscanos y dominicos. De hecho, el término exacto aparece solo en el siglo XV y luego será sancionado por el Santo Oficio. Por lo tanto, referirse a épocas anteriores, citando incluso a los santos, como hacen los aficionados del "V dogma mariano" no tiene mucho sentido. Después de esta fase los papas, incluso aquellos profundamente devotos a la Virgen, nunca han reconocido la necesidad de ese V dogma mariano. Y así llegamos a nuestros días donde la petición sería llevada adelante directamente por María (sic), ya no la humilde esclava del Señor , sino el ídolo protagonista de las falsas apariciones. Así pues, he aquí la petición de la 'Virgen de todos los pueblos' (ya sancionada por la entonces CDF), la omnipresente Medjugorje (el más grande falso jamás puesto en práctica contra María Santísima), Valtorta etc.
ResponderEliminarLa falta de fe se colma con el circo emocional detrás del cual giran enormes intereses , que pretenden representar la verdadera devoción.
Estimado Fernando,
Eliminarel concepto de Corredentora, tal como lo he explicado, nacido en el siglo XV, no solo no presenta ninguna dificultad dogmática, sino que hace comprender mejor qué es la vida cristiana, la cual es una colaboración a la redención de Cristo y por tanto una corredención.
María no hace más que encontrarse en la cumbre de este aspecto de la vida cristiana, gracias a su santidad inalcanzable resultante de su misión de Madre de Dios y de la Iglesia.
Que luego este título pueda ser instrumentalizado o sea efectivamente instrumentalizado en falsas revelaciones privadas con el fin de destruir la reforma del Concilio Vaticano II y rebelarse contra la autoridad de los Papas del postconcilio, esto también puede ser cierto. Pero esto no quita la verdad mariana de este título, que, como es sabido, ha sido citado también por algunos Papas.
Que otros Papas y el mismo Concilio hayan evitado usar este título, la cosa es comprensible por los riesgos de que este título puede ser equivocado en el sentido de un aumento exagerado de la dignidad de la Virgen, hasta casi hacerla aparecer no una simple criatura, ministra del Señor, sino una especie de semidiosa, que comparte la obra divina de su Hijo. Sería un caso de panteísmo mariológico.
Ningún católico teme exagerar la dignidad de la Santísima Virgen.
EliminarEso es una actitud temerosa y culposamente protestantoide.
Las apariciones son otra cosa. En teología y en la liturgia se habla de la mediación de la Santísima Virgen María bastante antes de esa aparición.
Una cosa es discernir si conviene declarar ese dogma. También uno puede preguntarse las causas de proclamar el dogma de la Asunción de la S. Virgen. Pero eso es otro tema.
Estimado Anónimo,
Eliminaragradezco su comentario, aunque debo precisar algunos puntos de su intervención, que requieren ser clarificados desde la doctrina católica.
Es cierto que la verdadera devoción mariana nunca teme reconocer la dignidad excelsa de la Santísima Virgen, pero tampoco confunde su condición de criatura con la divinidad de su Hijo. La prudencia de la Iglesia al discernir ciertos títulos no es “protestantoide”, sino profundamente católica: se trata de custodiar la verdad cristológica y evitar que un término pueda ser malinterpretado como si María compartiera la obra divina de Cristo en igualdad de condiciones.
En efecto, la teología y la liturgia han hablado desde antiguo de la mediación de María, siempre subordinada al único Mediador, Jesucristo. El título de Corredentora expresa correctamente su cooperación singular en la obra redentora, pero puede ser malentendido si se lo usa sin las debidas aclaraciones. Por eso el Magisterio de la Iglesia, hoy en el magisterio ordinario del Papa León, nos invita a discernir su conveniencia pastoral y terminológica, sin negar la verdad que el título contiene.
La proclamación de dogmas, como el de la Asunción, responde siempre a un discernimiento profundo de la Iglesia, que busca iluminar la fe de los fieles y custodiar la comunión. En este caso, la cuestión no es la verdad mariana —que permanece firme—, sino la oportunidad y claridad del lenguaje que la expresa.