El seno de María es puerta cerrada y abierta, cerrada no como cuando uno se cierra al aporte de quien quiere mejorarnos, sino como cuando cerramos cuentas porque hemos hecho lo que teníamos que hacer. María cierra en el sentido de concluir, de quien ha llegado a una conclusión. Pero ella está abierta a lo que la trasciende. Ella está cerrada a lo humano no por estrechez de ánimo o presunción, sino porque lo ha superado. Ella está abierta a Dios no como lo estamos nosotros, necesitados de lo humano, sino porque su humanidad rebosa en la divinidad. [En la imagen: fragmento de "Cristo y María", en "El Juicio Final", fresco de 1535-1541, obra de Michelangelo Buonarroti, en la Capilla Sixtina, del Vaticano].
La representación del cuerpo femenino
El cemento de los grandes artistas
----------El desnudo femenino es un género pictórico, fotográfico o escultórico de todo respeto, materia normal de aprendizaje en cualquier Academia de Bellas Artes, destinado al placer estético, y si suscita el placer sexual, éste está moderado por la experiencia estética, que es una experiencia espiritual.
----------Este género artístico es antiquísimo y está conectado con el politeísmo. La diosa desnuda no es necesariamente estímulo de lujuria, sino que puede ser ocasión para rendir honor a la belleza femenina, como es evidente en el arte greco-romano. Pensemos, por ejemplo, en el ámbito de la pintura, en las famosas Maja vestida y Maja desnuda de Goya, o en las famosas estupendas estatuas, como la Venus de Milo, la Venus de los Médici, la Venus Capitolina y la Afrodita de Cnido. Se trata evidentemente de una glorificación del cuerpo femenino, que nada tiene que ver con la incitación a la concupiscencia, salvo que nos acerquemos a ello con deseos impuros. Otra cosa, en cambio, es el desnudo intencionalmente destinado a suscitar la lujuria.
----------Como narra la Escritura, Dios ha querido la vestidura para Adán y Eva después del pecado (Gn 3,21) como defensa contra la concupiscencia, como expresión del pudor y como objeto de producción técnica para proteger del frío y como producción artística con el fin de aumentar la belleza de la mujer y suscitar el placer del varón. De este cuidado del vestir femenino ha nacido el arte de la moda femenina.
----------Existe una vestimenta femenina apta para suscitar la concupiscencia masculina, como la de la prostituta. Se dan vestimentas simplemente destinadas a suscitar un placer estético por su elegancia, como las de las mujeres laicas. El hábito de la religiosa recuerda los valores de la religión y eleva a las cosas espirituales. Y existen prendas destinadas a suscitar la concupiscencia masculina.
----------El Espíritu Santo, que se manifiesta en el buen gusto, inspira las representaciones edificantes, el arte sagrado y litúrgico, la iconografía mariana, la representación sagrada. El demonio, refinado engañador y seductor, habilísimo artista, inspira la literatura y toda obra de arte obscena y escandalosa: la pornografía, el arte seductor de la prostituta, de la hechicera, de la seductora; la literatura, el teatro y el cine obscenos tienen en el demonio al gran director e inspirador.
----------Está claro que la Virgen María viene representada de modo tal que no suscita la concupiscencia. Pero no está mal si suscita ese placer natural que se experimenta al ver a la más bella de todas las mujeres. Al respecto no podemos dejar de recordar la representación de la Virgen que amamanta al Hijo, la llamada Glicofilusa. Lamentablemente, a veces, por una inoportuna preocupación puritana, la mama de María no se representa en sus dimensiones naturales, sino que se empequeñece de modo antinatural.
----------Aunque María sea la mujer edénica, está claro que nosotros, pecadores privados de la mirada edénica e infectados por la concupiscencia, debemos representarla vestida. ¿Cuál es el vestido de María? ¿Cómo debía ir vestida? ¿Con qué vestido nos la imaginamos en el cielo? Aquí tenemos un principio esencial de la iconografía mariana, junto al de la excelsa belleza de su cuerpo virginal y de su mirada maternal.
----------Aquí se encuentra la espléndida tradición iconográfica bizantina, famosa en la historia del cristianismo, todavía floreciente en Europa Oriental, y fuente de inspiración y de imitación también para nosotros los occidentales. Nosotros, además, con la llegada del Humanismo, habíamos comenzado a representar a Nuestra Señora abandonando los cánones bizantinos y basándonos en la realidad concreta del cuerpo femenino. Desgraciadamente, se pasó del rigorismo a la sensualidad.
----------Hoy la iconografía mariana, influida por el protestantismo y el populismo, es a menudo miserablemente insípida y banal. Bella, en cambio, es la Virgen de Medjugorje. Siguen siendo bellas las representaciones de la Virgen de Fátima y de Lourdes. Muy loable es la difusión de los iconos rusos, como por ejemplo aquel espléndido de la Virgen de Vladímir, protectora de Rusia.
----------Como sabemos, en el rostro de las imágenes bizantinas de María sus ojos son voluminosos, con mirada noble; la nariz, larga y afilada; la boca, pequeña y carnosa. Los vestidos no dejan entrever nada de las formas femeninas. En cambio, las imágenes del Renacimiento italiano presentan rasgos realistas de mujeres rellenitas: el vestido deja entrever la forma de los senos y a veces incluso el pezón.
----------Las imágenes de las Vírgenes bizantinas son siempre majestuosas, de pie o sentadas en trono. Las renacentistas están siempre sentadas y se dividen en dos clases. Hay Madonnas populares y Madonnas Reinas, como por ejemplo en el Santuario de Fontanellato: existe una Madonna para el pueblo, que deja entrever los senos, con mirada maternal. Y en el altar mayor está la estatua con vestiduras regias ricamente adornadas, cabeza coronada, con el seno apenas insinuado, rostro majestuoso, la mirada benignamente complaciente.
----------Una cuestión especial es la de cómo deben interpretarse las apariciones marianas. ¿Aparece la Virgen en persona? ¿Lo que ve el vidente es precisamente a María tal como es en sí misma? ¿Por qué entonces en los países latinos aparece con el cabello negro, mientras que en los países nórdicos aparece rubia, en África aparece africana y en Sudamérica aparece sudamericana?
----------No tenemos ninguna representación ni retrato de cómo fue efectivamente la Virgen María. Ningún testigo de la época nos ha dejado un retrato o una descripción de su rostro o de su persona. Además, no tiene sentido hipotetizar que María abandone su lugar celestial para descender al lugar de la aparición. Por lo tanto, es necesario encontrar una explicación de cómo pueden suceder las apariciones marianas. Podemos pensar que el cuerpo de María que aparece es una materia plasmada por los ángeles.
----------Nuestro Señor Jesucristo está ahora en el cielo a la derecha del Padre y envía su Espíritu a la Iglesia. María está al lado de Cristo. Uno y otra constituyen la nueva pareja edénica y mesiánica, Jesús nuevo Adán y María nueva Eva. Al mismo tiempo, María es la Madre de Cristo. ¿Cómo conciliar estos dos esquemas aparentemente contradictorios? Ya hemos visto la inconveniencia de llamar a María “esposa de Cristo”, por la repugnancia que sentimos ante la idea de un hijo esposo de su madre.
----------Por consiguiente, es necesario mantener cuidadosamente separadas estas dos representaciones, ambas verdaderas pero incompatibles entre sí. Este hecho puede parecer muy extraño e incluso absurdo. Pero no es necesario que intentemos conciliar las dos representaciones. Su contraste se debe únicamente al hecho de que nuestra mente limitada, todavía habitando en un cuerpo mortal herido por el pecado, sufriendo sus consecuencias, no logra ver cómo esas dos cosas coinciden en Jesús y María. Sabemos que coinciden, y eso debe bastarnos. En el cielo comprenderemos mejor este misterio.
----------Otra cosa que nos es necesario señalar: la representación iconográfica de la maternidad de María jamás ha constituido una dificultad para los iconógrafos: son incontables las representaciones de la Virgen con el Niño. ¿Pero cómo representar a María asunta al cielo junto a Cristo? Miguel Ángel en la Capilla Sixtina intentó representar a Jesús al lado de María en el Juicio Universal.
----------Sabemos que Jesús y María trabajan por nosotros y en nuestro nombre rinden gloria a Dios en la liturgia celeste. ¿Pero qué pintor o qué imaginación podrían representarnos lo que Jesús y María están haciendo en el cielo por nosotros? Aunque ambos sean dos sujetos humanos en carne y hueso, varón y mujer, su condición gloriosa y celeste no es accesible a nuestros ojos mortales. Como la "cosa en sí" kantiana, sabemos que está, pero no sabemos qué es. No nos queda sino esperar la futura visión bienaventurada y cantar el bello himno mariano: "un día al Cielo iré y la contemplaré".
El significado espiritual del cuerpo femenino  
Simplicidad sin falso pudor
----------Como claramente nos ha enseñado el papa san Juan Pablo II en los pasajes que he citado, las formas, las emociones, las percepciones, las inclinaciones, los actos y los gestos del sexo son, en tiempo y lugar debidos, conformes a la razón, expresión del espíritu o, al menos, deben serlo. Se vuelven pecaminosos e ilícitos cuando el placer es divinizado y buscado por sí mismo, casi como si fuese el culmen de la felicidad humana, al margen de su ordenamiento al placer del espíritu.
----------De esta manera, el vestido, las miradas, los movimientos corporales, el hablar, el gesticular, los adornos, la vestimenta exterior y la vestimenta íntima, el mismo peinado del cabello: todos estos recursos están en manos de la mujer, sujetos a su propia responsabilidad, útiles o nocivos según el uso que haga de ellos, medios para ofrecer al varón un placer sano o un placer morboso, para hacerlo caer y someterlo a sus deseos, o para edificarlo y obtener del varón beneficios espirituales.
----------La mujer sabe expresar de modo eficacísimo, con su rostro y en particular con su mirada, más que nosotros los varones, sin hablar, sus sentimientos, pensamientos, emociones, voluntad, deseos e intenciones. Con la mirada sabe expresar, por un lado, su amor intensísimo y su más tierno afecto materno y filial, pero por otro lado su desprecio cordial y el odio más feroz; por un lado la mirada cómplice, sugestiva y maliciosa, por otro la mirada más simple e ingenua de niña; su seducción de hechicera como su más noble amabilidad de mujer consagrada; su castidad como su lujuria; su piedad religiosa como la impiedad más desafiante y descarada.
----------La mirada intensa e indagadora, amorosa y prudente de la mujer nos lee a nosotros, los varones, en lo íntimo, intuye o sabe interpretar inmediatamente situaciones interiores complejas, resolver casos complicados, nos abre proféticamente nuevos y maravillosos horizontes, perspectivas heroicas, sabe sugerir empresas grandiosas, sabe alentar a afrontar situaciones difíciles, sabe leernos en lo más profundo del corazón, sabe apoderarse del corazón de un varón y, si es santa, lo santifica; pero si es perversa lo conduce a la ruina; sabe marcar para siempre nuestro destino, sabe revelarnos nuestra misión, sabe disponernos al heroísmo. Toda mujer o es María puerta del cielo o es Eva tentadora antesala del infierno.
----------Acostumbrada a hacerse entender por el niño aún incapaz de hablar y de entender las palabras, la mujer sabe comunicar perfectamente mensajes vitales, que nosotros los varones expresamos tan sólo con largos razonamientos y términos filosóficos. Excelente, tanto en el papel de sabia maestra, como en el de confiada discípula, la mujer conoce las asperezas del más duro orgullo así como la dulzura de la más conmovedora humildad, la ira furiosa así como la alegría incontenible, la risa más descarada como el llanto más desgarrador, el júbilo sublime como el dolor lacerante, el entusiasmo desenfrenado como el abatimiento desesperado. Es capaz de fría crueldad así como de alcanzar las cumbres de la más alta mística.
----------Conviene notar además que la Escritura trata con mucho respeto los órganos propios del cuerpo femenino: las mamas, el útero y el órgano genital, estos dos últimos designados pudicamente con un solo término: el seno o vientre (en hebreo: beten, qereb, rehem, sinónimos).
----------En el Cantar de los Cantares y en otros lugares la Sagrada Escritura describe la belleza del cuerpo femenino tanto para honrar a la mujer virgen y madre, como para ver en la mujer el símbolo del alma y de la Iglesia que se une a Dios. Así el Cantar teje audazmente las alabanzas de las mamas de la mujer amada con varios y graciosos paralelos (Ct 4,5; 7,4.8.9; 8,10). Y si María es la esposa de Dios, ¿cómo no ver en la mujer descrita por el Cantar a María? ¿Cómo no nos conduciría a esta conclusión el dogma de la Asunta?
----------No ver aquí a Nuestra Señora y a la Iglesia, de la cual ella es modelo, imagen y madre, significa no haber comprendido el mensaje mariano y eclesiológico, así como la poesía y la mística del Cantar de los Cantares. Significa no haber comprendido el dogma de la Asunta.
----------Notable también es la comparación que el profeta Isaías hace de la ciudad de Jerusalén con una madre de senos abundantes, que amamanta a sus numerosos hijos: “mamaréis en su pecho y os saciaréis de sus consolaciones; mamaréis deleitándoos en la abundancia de su seno” (Is 66,11). Y de nuevo Jerusalén es símbolo y prototipo de la Iglesia, representada por María madre de la Iglesia. Los senos de María son los senos de Jerusalén, que es madre de todas las gentes.
----------La mama femenina, para la Sagrada Escritura, es cosa sagrada, símbolo de la bondad y misericordia divinas. Jerusalén, imagen de la Iglesia, y por tanto también de María, está representada como una madre de senos riquísimos, que amamanta a toda la humanidad.
----------La mama femenina es señal estupenda de la generosidad de la madre que alimenta a los hijos con sustancia tomada de su propio cuerpo. Es verdad que la vista de la mama femenina excita sexualmente. Pero hay que recobrar la mirada edénica y sobre todo pedir a Dios un anticipo, una primicia de la mirada escatológica, cuando hombre y mujer volverán a reunirse para siempre en el amor perfecto e indisoluble.
----------El órgano genital, que la Sagrada Biblia llama “seno”, es en María la puerta del templo, es decir, el útero de María, puerta a través de la cual entró el Hijo, templo en el cual por obra del Espíritu Santo el Verbo se ha encarnado y en el cual María ha concebido a su Hijo, templo del cual Cristo ha salido para salvar al mundo. Se comprende que esta puerta esté oculta a nuestros ojos de pecadores: pero ¿qué impediría que pudiera ser contemplada por una mirada pura o por la mirada de quien es puro de corazón? A la mirada turbia, lo que es puro aparece turbio. Pero el ojo puro sabe ver lo puro en su pureza.
----------El seno de la Santísima Virgen María es puerta cerrada y abierta, cerrada no como cuando uno se cierra al aporte de quien quiere mejorarnos, sino como cuando cerramos cuentas porque hemos hecho lo que precisamente teníamos que hacer. María cierra en el sentido de concluir, de quien ha llegado a una conclusión. Pero ella está abierta a lo que la trasciende. Ella está cerrada a lo humano no por estrechez de ánimo o presunción, sino porque lo ha superado. Ella está abierta a Dios no como lo estamos nosotros, necesitados de lo humano, sino porque su humanidad rebosa en la divinidad.
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 8 de julio de 2025

Estimado padre Filemón de la Trinidad: He leído y reflexionado sobre sus tres artículos, o las tres partes de su artículo, y el debate al cual ha dado origen. Creo, después de todo, que he comprendido sus posiciones sobre la diferencia entre la muerte de Cristo y la "muerte" de María.
ResponderEliminarSin embargo, todavía tengo algunas dudas, y de ahí mi pregunta en este momento, se refiere a lo que debemos creer por doctrina dogmática de la Iglesia y lo que está en libertad de discusión en teología... Esto no lo tengo claro.
Sin duda, con la mejor de las intenciones, el párroco de una parroquia de Mendoza, una parroquia a la que suelo asistir, distribuyó un pequeño volante a la salida de la misa de la Asunción de la Virgen, la semana pasada. Hay dos puntos que me sorprenden en ese volante. Por lo pronto en las primeras frases me parece que se genera confusión cuando en el volante se lee: "Se dice que la resurrección de los cuerpos se dará al final de los tiempos, pero en el caso de la Virgen María este hecho fue anticipado por un singular privilegio".
En esta frase, ya empiezo a tener dudas, aunque no forman parte de las dos preguntas que quiero hacerle al final. Porque veo que diciendo "se dice que la resurrección de los cuerpos se dará al final de los tiempos", y conociendo las herejías rahnerianas de la resurrección inmediata, ese "se dice" me parece poner en duda algo que es dogmático: que la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al final de los tiempos. Y en segundo lugar, cuando el volante dice que "pero en el caso de la Virgen María este hecho [es decir la resurrección] fue anticipado por un singular privilegio", creo que hay error: porque en María no se ha anticipado la resurrección. O sea, en María no ha habido resurrección de un cuerpo muerto como mueren nuestros cuerpos, con su corrupción.
A continuación el volante, para explicar lo que es el dogma de la Asunción, comienza explicando lo que es un dogma, y dice: "Para que una verdad se torne en dogma, es necesario que sea propuesta de manera directa por la Iglesia Católica a los fieles como parte de su fe y de su doctrina, a través de una definición solemne e infalible por el Supremo Magisterio de la Iglesia". Aquí surge una de mis preguntas, porque creo que en esta afirmación se está reduciendo el concepto de dogma a definiciones solemnes y extraordinarias, con lo cual se reduce el concepto de dogma, y se puede hacer pensar que el Magisterio ordinario no es dogmático y por tanto infalible.
Mi otra pregunta nace de las dos frases finales del volante, que termina diciendo: "Al declarar el dogma de la Asunción de María, Pío XII no quiso dirimir si la Virgen murió y resucitó enseguida, o si marchó directamente al Cielo. Muchos teólogos piensan que la Virgen murió para asemejarse más a Jesús, pero otros sostienen la Dormición de la Virgen, que se celebra en Oriente desde los primeros siglos".
Más allá de que al autor del volante (que en realidad no sé si ha sido el Párroco o algún fiel o grupo de fieles) le faltó explicar los dos sentidos de "muerte" que usted, padre Filemón nos ha explicado tan bien, y más allá de eso el autor deja sin explicar qué es la "dormición", cosa que usted intentó darnos de ella un sentido que puede ser aceptado (el de la "preparación mística" de la Virgen al intuir su asunción), lo más grave en estas dos frases finales lo encuentro en el hecho que el autor insiste en la "resurrección" de la Virgen (inmediata o mediata). Pero, según entiendo, debemos rechazar el hecho de la "resurrección" en María. Entonces... ¿dónde está aquí la frontera entre lo que es vinculante por dogma y lo que es de libre discusión teológica?
Gracias por su benevolencia en responder a estas dudas. Que Dios lo bendiga.
Estimado Fiel,
EliminarRespondo por puntos.
1) "Hay dos puntos que me sorprenden en ese volante. Por lo pronto en las primeras frases me parece que se genera confusión cuando en el volante se lee: "Se dice que la resurrección de los cuerpos se dará al final de los tiempos, pero en el caso de la Virgen María este hecho fue anticipado por un singular privilegio". En esta frase, ya empiezo a tener dudas, aunque no forman parte de las dos preguntas que quiero hacerle al final. Porque veo que diciendo "se dice que la resurrección de los cuerpos se dará al final de los tiempos", y conociendo las herejías rahnerianas de la resurrección inmediata, ese "se dice" me parece poner en duda algo que es dogmático: que la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al final de los tiempos."
Respondo diciendo que efectivamente María no resucitó, porque la resurrección supone que el alma se haya separado del cuerpo en la muerte y recupera su cuerpo. En este sentido María no murió, sino que su alma unida a su cuerpo, al final de su vida terrena, fue asunta al cielo. María murió solo en el sentido de que terminó como todos nosotros el curso de su vida terrena.
2) "Y en segundo lugar, cuando el volante dice que "pero en el caso de la Virgen María este hecho [es decir la resurrección] fue anticipado por un singular privilegio", creo que hay error: porque en María no se ha anticipado la resurrección. O sea, en María no ha habido resurrección de un cuerpo muerto como mueren nuestros cuerpos, con su corrupción."
Respondo diciendo, teniendo en cuenta lo que he dicho anteriormente, que su observación es correcta.
3) "A continuación el volante, para explicar lo que es el dogma de la Asunción, comienza explicando lo que es un dogma, y dice: "Para que una verdad se torne en dogma, es necesario que sea propuesta de manera directa por la Iglesia Católica a los fieles como parte de su fe y de su doctrina, a través de una definición solemne e infalible por el Supremo Magisterio de la Iglesia". Aquí surge una de mis preguntas, porque creo que en esta afirmación se está reduciendo el concepto de dogma a definiciones solemnes y extraordinarias, con lo cual se reduce el concepto de dogma, y se puede hacer pensar que el Magisterio ordinario no es dogmático y por tanto infalible."
Respondo diciendo que efectivamente "dogma" significa simplemente enseñanza o doctrina o sentencia verdaderas del Papa o de la Iglesia en materia de fe. Que el dogma sea definido o enseñado por el Papa o por el Concilio o en forma solemne y extraordinaria o bien en forma simple y ordinaria, se trata siempre de VERDADERA DOCTRINA DE FE y esto es lo que cuenta para la certeza de nuestra fe.
4) "Mi otra pregunta nace de las dos frases finales del volante, que termina diciendo: "Al declarar el dogma de la Asunción de María, Pío XII no quiso dirimir si la Virgen murió y resucitó enseguida, o si marchó directamente al Cielo. Muchos teólogos piensan que la Virgen murió para asemejarse más a Jesús, pero otros sostienen la Dormición de la Virgen, que se celebra en Oriente desde los primeros siglos".
EliminarRespondo diciendo: el teólogo puede fácilmente intuir o deducir cuál ha sido el pensamiento del Papa acerca de la muerte de María cuando el Papa habla de "término del curso de su vida terrena". ¿Qué cosa es esto sino la muerte?
Sin embargo el Papa no ha usado la palabra "muerte" en cuanto ésta dice corrupción relacionada con la separación del alma del cuerpo. En este sentido María no ha muerto. Falta en Ella la muerte en el sentido pleno de su horrible realidad.
5) "Más allá de que al autor del volante (que en realidad no sé si ha sido el Párroco o algún fiel o grupo de fieles) le faltó explicar los dos sentidos de "muerte" que usted, padre Filemón nos ha explicado tan bien, y más allá de eso el autor deja sin explicar qué es la "dormición", cosa que usted intentó darnos de ella un sentido que puede ser aceptado (el de la "preparación mística" de la Virgen al intuir su asunción), lo más grave en estas dos frases finales lo encuentro en el hecho que el autor insiste en la "resurrección" de la Virgen (inmediata o mediata). Pero, según entiendo, debemos rechazar el hecho de la "resurrección" en María. Entonces... ¿dónde está aquí la frontera entre lo que es vinculante por dogma y lo que es de libre discusión teológica?"
Respondo diciendo que la interpretación de la dormición como preparación mística es una posible interpretación. El dogma no alude a ninguna dormición, pero nada impide hipotetizar esa dormición mística en preparación para la asunción.
En cambio está claro que el Papa se refiere a la muerte en el sentido que he dicho. La alternativa, por tanto, que plantean algunos mariólogos, según la cual el Papa dejaría elegir entre dormición y muerte, es falsa y no tiene ningún enganche con las palabras del Papa, el cual, por el contrario, no alude a ninguna dormición y en cambio hace una clarísima referencia a la muerte entendida como término del curso de la vida terrena.
Sería un grave error suponer que María no habría muerto, sino que solamente se hubiera dormido, a menos que se quiera pensar en ese sueño místico del cual he hablado, que por otra parte es una simple piadosa opinión teológica, totalmente independiente de las palabras del dogma y para nada requerida por él, un sueño místico entendido como preparación para el término de la vida terrena de María, momento en que María fue asunta.
Digamos por lo tanto en conclusión que Pío XII, al afirmar que María terminó el curso de su vida terrena, deja perfectamente entender que María ha muerto, porque la muerte es el término de la vida terrena, aunque el horror de la muerte esté en Ella disminuido o atenuado, caso único en Ella en toda la humanidad, con respecto a lo que sucede en todos nosotros, incluido el mismo Jesucristo.
Estimado padre Filemón,
ResponderEliminarante todo, mis felicitaciones por su refutación de la tesis rahneria sobre la resurrección inmediata para todos con "cuerpo espiritual".
El Papa León XIV, durante el discurso del pasado 29 de julio, dirigido a los neófitos y catecúmenos franceses en peregrinación jubilar a Roma, dijo: "No nacemos cristianos, lo hacemos cuando somos tocados por la gracia de Dios. Sin embargo, este 'toque' se expresa a través de nuestra elección cuidadosamente ponderada y nuestro camino personal".
¿No le parece, padre Filemón, que esta afirmación del Santo Padre debería poner fin al elogio, que todavía cobra en las facultades pontificias universitarias, la teoría de los llamados "cristianos anónimos", siempre de Karl Rahner?
Estimado padre Serafin,
Eliminarel Papa se refiere a aquel inicio de la vida cristiana que corresponde al momento en que el sujeto realiza su elección movido por la gracia salvífica del Espíritu Santo. Hablando de convertirse en cristiano el Papa se refiere a este momento.
Sin embargo, si consideramos que, según una plausible opinión teológica, la gracia salvífica llega al sujeto inmediatamente después de haber sido concebido, casi se podría decir que su ser cristiano comienza en ese momento y que por lo tanto recibe de alguna manera una especie de pre-bautismo, que no dispensa en absoluto a sus padres de bautizarlo después del nacimiento.
Por cuanto respecta a la teoría de Rahner, ella es errónea no tanto por su intento de afirmar la gracia santificante desde el después de la concepción, sino más bien por su supuesto gnoseológico de tipo idealista, según el cual el espíritu humano está constitutivamente orientado hacia Dios no tanto como ser extra-mental trascendente, sino en cuanto ser pensado. Y esto proviene de su planteamiento idealista, por el cual él declara abiertamente que el pensar coincide con el ser.
https://www.vatican.va/content/leo-xiv/it/speeches/2025/july/documents/20250729-catecumeni-neofiti-francia.html
Estimado padre Filemón,
EliminarRahner define "cristiano anónimo" del siguiente modo: «todo aquel que sigue su propia conciencia, ya sea que considere que debe ser cristiano o no cristiano, ya sea que considere que debe ser ateo o creyente, tal individuo es acepto y aceptado por Dios y puede alcanzar esa vida eterna que en nuestra fe cristiana confesamos como el fin de todos los hombres. En otras palabras: la gracia y la justificación, la unión y la comunión con Dios, la posibilidad de alcanzar la vida eterna, todo esto encuentra un obstáculo solo en la mala conciencia de un hombre» (K. Rahner en coloquio con M. Krauss, El esfuerzo de creer, Paulinas, 1986, p.86).
Por lo tanto, según esta visión, cualquier hombre, aunque rechace a Dios, aunque sea ateo, cuando se conoce a sí mismo, incluso en el mal que comete, si se acepta como tal, entonces puede llamarse cristiano (aunque sea anónimo), porque es fiel a su propia conciencia.
El Papa León ha reafirmado en cambio que uno se convierte en cristiano cuando corresponde a la Gracia de Dios, mediante nuestra adhesión "cuidadosamente ponderada", seguida del camino personal, o sea, prosigue el Papa:
"cuando nos dejamos tocar personalmente en nuestra vida de cada día por la palabra y el testimonio de Jesús."
A mí me parece que hay una distancia casi abismal entre la visión rahneriana y la de León XIV, que es por otra parte la de siempre de la Iglesia.
Estimado padre Serafín,
Eliminarel discurso de Rahner tiene una parte de verdad y otra parte equivocada.
La parte de verdad consiste en el retomar la doctrina tradicional, según la cual al actuar debemos seguir siempre nuestra conciencia, aunque ésta pueda ser errónea. Sobre la base de este principio, incluso el que no conoce a Cristo sin culpa recibe sin embargo la gracia de la salvación, dado el hecho de que Dios quiere salvar a todos y da a todos los medios para salvarse.
Rahner en cambio se equivoca cuando habla del ateísmo, como si existiera la posibilidad de que alguien niegue la existencia de Dios, porque en buena fe no sabe que Dios existe. Ahora bien, la Escritura dice claramente que todos debemos rendir cuentas a Dios por nuestras acciones. Esto quiere decir que evidentemente todos saben, al menos implícitamente, que Dios existe.
Es interesante, en efecto, cómo Cristo, al final del mundo, premia a las personas que se habían dedicado a obras de misericordia hacia el prójimo. Ellas quedan sorprendidas por esta actitud de Cristo y él pronuncia las famosas palabras: "Lo que habéis hecho a uno de los más pequeños, me lo habéis hecho a mí".
En base a esto hay que decir que quien o en sus ideas o en su conducta rechaza a Dios, sabiendo quién es Dios, no puede estar en buena fe, sino que es gravemente culpable y viene a encontrarse entre aquellos otros que son maldecidos por Cristo.
Añado finalmente, que Rahner se contradice, porque por un lado admite la posibilidad de una mala conciencia, pero por otro lado legitima el ateísmo. En efecto, es la buena conciencia la que manda obedecer a Dios, realizando las buenas obras, pero la mala conciencia es precisamente la que lleva a desobedecer a Dios.
Más bien puede suceder el caso de alguien que cree ser ateo, pero en realidad no lo es, porque se le ha presentado un falso concepto de Dios, tal vez por parte de cristianos, por lo que sucede que en realidad rechaza ese falso concepto de Dios y con eso mismo, quizás sin tener plena conciencia de ello, sirve al verdadero Dios preocupándose del prójimo.
Disculpe, Padre Filemón, me parece que usted lleva el discurso sobre la posibilidad, en general, de salvación eterna para los hombres (cristianos y no), más bien que sobre qué signifique llamarse cristianos, que es el tema tocado por el Papa León, respecto a cuyas palabras he detectado una fuerte disonancia respecto a la célebre tesis de Rahner.
EliminarUna cosa es decir que la salvación no está precluida a quien no es cristiano, incluido aquel que se profesa no creyente, y estamos de acuerdo en las condiciones que usted ha indicado; otra cosa es definir quién puede llamarse “cristiano”, y es en esto que se percibe, a mi juicio, el estridente contraste entre el teólogo alemán que sostiene que se puede ser cristianos, inconscientemente, por lo tanto sin asentimiento voluntario de profesarse tales, y León XIV, que reitera que nos hacemos cristianos cuando, “tocados por la Gracia de Dios”, respondemos a través de nuestra elección “atentamente ponderada”, por lo tanto nada inconsciente.
Luego, naturalmente, no está dicho que el cristiano se salvará con seguridad… para decirlo con un lenguaje ya desusado: si muere impenitente en pecado mortal, no podrá evitar el Infierno, a pesar de haber profesado en vida su fe cristiana.
Ciertamente, en definitiva, lo que verdaderamente cuenta es la salvación eterna, y por lo tanto podríamos incluso llegar a definir al (verdadero) cristiano como “aquel que, al fin de los tiempos, será salvado por nuestro Señor”, pero en esta modalidad definitoria se encomienda todo a las manos misericordiosas de Dios, cuyo juicio nos resulta incuestionable, con el riesgo de atenuar, deminuir la importancia de lo que, al llamarnos cristianos, propiamente nos diferencia respecto a los creyentes de otras religiones y a los no creyentes.
Por otra parte, la reducción rahneriana del hombre a la autoconciencia del yo, de clara matriz cartesiana, culminante en afirmar que cuanto más se conoce el hombre (y en conocerse se acepta), más “dice que sí a Cristo”, porque en Él ha aceptado al hombre… llevó a que, durante un congreso celebrado en Florencia en 2007, el Padre Ignacio Andereggen, con feliz broma, dijera que para Rahner “tiene más fe un individuo que se haya psicoanalizado freudianamente durante diez años, que un religioso que rece”.
Estimado padre Serafín,
Eliminarsu llamado a lo que significa ser cristiano es más que oportuno. El Santo Padre en su discurso ha querido precisamente decirnos que ser cristiano significa bautizarse y aceptar voluntariamente el mensaje de Cristo.
Que en estas palabras del Papa haya implícitamente una condena de la tesis rahneriana de los cristianos anónimos no hay ninguna duda, porque para Rahner el cristiano anónimo no es otra cosa que el hombre, que en su preconsciente está orientado hacia Dios y por lo tanto hacia Cristo, cosa ciertamente falsa, porque en realidad el ser cristiano es efecto de la libre voluntad, de la luz de la fe y de la gracia santificante.
El Santo Padre, por otra parte, podría haber ampliado esta su definición de ser cristiano a la condición de los niños que están en el seno de su madre. Se podría decir que también ellos son cristianos, ciertamente no en el sentido de que hayan hecho esa elección que presupone el uso de las fuerzas físicas, dado que físicamente no están en condiciones de hacerla, sino en el sentido de que su mente y su voluntad son misteriosamente elevados por Dios a la luz de la fe y al estado de gracia.
Ciertamente, no sabemos cómo sea esta fe, porque estos niños aún no están en condiciones de formar los conceptos por abstracción. Quizás se podría hacer una comparación con los ángeles y con las almas de los difuntos, los cuales son iluminados directamente por Dios.
Por cuanto respecta a las siguientes palabras del Papa: "No nacemos cristianos, nos convertimos en cristianos cuando somos tocados por la gracia de Dios. Sin embargo, este 'toque' se expresa a través de nuestra elección cuidadosamente ponderada y nuestro camino personal." (*), podemos observar que también aquí las palabras del Papa excluyen la tesis de Rahner, siempre por el hecho de que según Rahner el hombre, constitutivamente orientado a Dios, viene a ser entendido como concebido en gracia del mismo modo que la Virgen.
Solo de María podemos decir que nació cristiana. Todos los demás hombres y mujeres se convierten en cristianos en dos tiempos: en un primer momento, recibiendo la gracia inmediatamente después de la concepción, por tanto a nivel implícito; y en un segundo tiempo, cuando el sujeto bautizado llega a la edad de razón y es capaz de hacer su elección. Aquí tenemos el ser cristiano de manera explícita.
(*) https://www.vatican.va/content/leo-xiv/it/speeches/2025/july/documents/20250729-catecumeni-neofiti-francia.html
Quisiera volver al tema de la posible muerte de María Santísima para pedir algunas explicaciones.
ResponderEliminarEstimado Padre, uno de sus lectores que le ha escrito ha puesto en juego, entre otros, al padre Angelo Bellon, a quien sigo desde hace años y puedo afirmar que es un verdadero hombre de Dios y un dominico que explica la doctrina de la iglesia sin rodeos y con una claridad admirable, como usted.
Por supuesto, el que le escribió, lo ha citado mal y haciéndole decir lo que le interesaba, pero en una respuesta, que encuentra debajo, Bellon ha citado efectivamente una catequesis de Juan Pablo II en la que el Santo Padre parece inclinarse por la muerte de María Santísima antes de la asunción al cielo en alma y cuerpo. También el padre Bellon me parece que casa esta tesis, aunque en la respuesta está escrito claramente que el dogma establecido por Pío XII deja abiertas ambas posibilidades. De esto deduzco que se puede estar de acuerdo con una u otra tesis sin caer en la herejía, ¿es correcto? A mí me gusta mucho la explicación que ha dado sobre este tema, pero leyendo la catequesis de San Juan Pablo II encuentro elementos igualmente válidos para la tesis que quiere que María Santísima haya hecho la experiencia de la muerte.
Le saludo cordialmente y rezo por usted,
Aquí el enlace a la respuesta del padre Angelo:
https://www.amicidomenicani.it/sono-rimasto-alquanto-sconcertato-leggendo-oggi-una-sua-risposta-sulla-morte-di-maria/
Estimado José,
Eliminarla cuestión concerniente a si María ha muerto o no ha muerto no puede ser resuelta simplemente con un sí o un no. Como ya he dicho en mi artículo, cuando se trata de esta cuestión hay que considerar cuáles son los factores que concurren a la constitución de ese hecho, que nosotros llamamos "muerte". En efecto el caso de María es el único en toda la humanidad que nos obliga, cuando se trata del tema de la muerte, a hacer algunas precisiones, que conciernen solamente a la Señora.
Para comprender lo que le sucedió a María en relación con la cuestión de la muerte, tenga presente que, como ya he dicho, el concepto de muerte en su plenitud resulta de tres elementos: 1) la separación del alma del cuerpo; 2) la presencia de la corrupción del cuerpo antes y después de la muerte; 3) el cese del curso de la vida terrenal.
En el caso de la Virgen solo tenemos el tercer factor y faltan los otros dos. Por eso se puede decir que, respecto a los dos primeros factores, Ella no ha muerto, mientras que respecto al tercer factor Ella está muerta.
Por cuanto respecta al juicio particular que sigue a la muerte, también María ha sido sometida a este juicio, con la diferencia de que, mientras para todos nosotros el juicio se refiere a nuestra alma separada del cuerpo, María fue juzgada mientras su alma estaba unida a su cuerpo terreno.
Para precisar podemos decir que Ella ha sido juzgada en el instante en el cual su cuerpo, de terreno ha devenido celestial. Además podemos decir que Ella ha sido asunta inmediatamente después de haber sido juzgada, pero el momento del juicio debe haber ocurrido en el mismo instante en que ocurrió la asunción. ¿Por qué? Porque en el caso de María no podemos introducir un intervalo de tiempo entre la muerte y la asunción. Muerte, juicio y asunción son tres instantes uno tras otro. Es el caso único de María.
San Juan Pablo II, hablando de la muerte de María evidentemente se refería solo al tercer factor, excluyendo los otros dos.
De la audiencia de San Juan Pablo II: "Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que causó, en el aspecto físico, la cesación de la vida del cuerpo, se puede decir que el paso de esta a la otra vida fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de tal manera que nunca como en ese caso la muerte pudo ser concebida como una 'dormición'."
https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1997/documents/hf_jp-ii_aud_25061997.html
Añado otra observación. Es cierto que Pío XII no se pronuncia sobre la cuestión de si María ha muerto o no y, por tanto, deja abierta la discusión. Sin embargo, considerando el dogma según el cual el cuerpo de María no ha conocido la corrupción, del dogma de Pío XII se puede deducir que murió en el sentido que terminó el curso de su vida terrena, y no haya muerto en el sentido de que no ha conocido la corrupción que precede y sigue a la muerte.
La separación de alma y cuerpo no conlleva necesariamente la corrupcion, como ocurrió en el caso de Nuestro Señor. Maria pudo ser separada en cuerpo y alma, ser preservada de la corrupcion y luego resucitar. Es una opción teológica tan válida como la suya.
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminares necesario que nos entendamos acerca del concepto de corrupción corpórea.
Todavía santo Tomás de Aquino (Sum. Theol. III, q.51, a.3), siguiendo el lenguaje de los Salmos y de los profetas, sostiene que el cuerpo muerto de Jesús permaneció incorrupto, pero simplemente para decir que no estuvo sujeto a putrefacción, como sucedió con el cuerpo de Lázaro.
Por lo tanto, se trata de un concepto de corrupción y de incorrupción, tal como resulta de la experiencia común. Pero bastaría reflexionar sobre un pequeño hecho empírico, que todos podemos constatar: la sangre, que sale de una herida, mientras sale, está todavía viva, por lo tanto, incorrupta. Pero, apenas ha salido, ya no siendo vivificada por el alma, comienza a corromperse.
Así que no debemos tener miedo de decir que el cuerpo de Jesús ha estado sujeto a la corrupción. En efecto ha habido un doble proceso corruptivo: el provocado por los traumatismos, que le han provocado la muerte, y el que ha seguido a la muerte.
Ahora bien, en Jesús, con la muerte, se ha verificado la separación del alma del cuerpo. Por este hecho el cuerpo de Jesús, ya no siendo vivificado por el alma, comenzó inevitablemente a corromperse, aunque este proceso fue frenado por los aromas de los cuales fue cubierto y por el breve tiempo que permaneció en el sepulcro.
Por cuanto respecta en cambio a la suerte de María, el dogma dice que, terminado el curso de su vida terrena, ha sido asunta alma y cuerpo. Esto quiere decir que alma y cuerpo de María, en el momento en que ocurrió este término, permanecieron unidos.
No diga pavadas. El cuerpo humano, en condiciones normales, se corrompe instantáneamente a nivel celular luego de la muerte. Está claro que en el caso de Cristo, no fueron unas cuantas especiess las que detuvieron el proceso, sino un milagro causado por la unión del cuerpo con la divinidad, que no cesó con la muerte. En el caso de María, bien pudo ser otro milagro.
EliminarEstimado Anónimo.
Eliminares cierto que el cuerpo y el alma del Señor, separadamente uno del otro, en el triduo entre la muerte y la resurrección permanecieron hipostaticamente unidos a la Persona del Verbo, pero, según la narración evangélica, Jesús verdaderamente murió, como todos nosotros morimos, y por lo tanto no ha habido ningún milagro por el cual su cuerpo haya permanecido incorrupto aunque muerto.
Se trataría en efecto de un milagro imposible, porque supondría un cuerpo al mismo tiempo vivo y muerto. En efecto, el cuerpo no corrupto es el cuerpo vivo, mientras que el cuerpo muerto es el cuerpo corrupto.
El concepto del cuerpo de Jesús incorrupto debe ser entendido, como explica santo Tomás, en el sentido de que no ha llegado a putrefacción, como le sucedió al cuerpo de Lázaro, pero, como ya le he dicho, cualquier normal experiencia nos dice que la sangre que sale de una herida se corrompe, porque ya no es vivificada por el alma. Lo mismo le ha sucedido a la sangre y al cuerpo de Cristo, abandonado por el alma.
Una señal interesante de esto nos es dada por la sangre que queda en la Sábana Santa y en algunos Milagros Eucarísticos. Se trata evidentemente de sangre muerta y como tal sangre corrupta.
Anónimo, viejo conocido: te he borrado tu nuevo mensaje, dado que lo único que hacés es tomar el pelo y repetir las mismas palabras vacías sin argumentar nada nuevo ni serio... Hacé un curso acelerado de sentido común y luego volvé a intentarlo, quizás entonces logrés unir dos ideas.
EliminarEstimados lectores,
ResponderEliminardado que no me llegan nuevas objeciones o dudas o consultas relativas al tema, y a tenor de que un par de lectores, lamentablemente, van repitiendo siempre lo mismo sin dar señales de haber comprendido mis respuesta ni siquiera tenerlas en cuenta, e incluso añadiendo notas ofensivas que denotan incapacidad para el razonamiento y el buen trato social, doy por terminado aquí el foro de comentarios para este artículo.
Enseguida, en esta misma semana, publicaré un resumen de todos los diálogos que hemos mantenido acerca del tema de la muerte de nuestro Señor Jesucristo y la asunción de María Santísima, diálogos que, gracias a algunos lectores, ha sido bastante rico en contenido, desarrollos y explicitaciones.