martes, 10 de junio de 2025

Consubstantialem Patri (3/4)

¿Qué es lo que entiende el dogma con la expresión "sustancia del Padre"? Se refiere a la naturaleza divina del Padre. Por lo tanto, Jesús tiene la misma naturaleza divina del Padre. Jesús no tiene solo una naturaleza humana como todos nosotros, sino que también tiene una naturaleza divina. Jesús, como dirá subsecuentemente el dogma de Calcedonia, es una persona divina, el Hijo, subsistente en dos naturalezas unidas por el acto de la Encarnación del Verbo. [En la imagen: fragmento de "Trono de Gracia", óleo sobre tabla, entre 1485 y 1495, obra de Vrancker van der Stock, conservada y expuesta en el Museo Diocesano de Caltagirone, Catania, Italia].

La sorpresa del Concilio de Nicea
   
----------Pero lo que sorprende aún más hoy es la idea que los Padres tuvieron, para expresar la divinidad de Cristo, de dejar de lado el uso tan a mano del término "divinidad" (theótes), que será usado por el Concilio de Calcedonia, y de evitar incluso las expresiones de san Pablo "en morfé Theú yparcon", subsistiendo en forma de Dios (Fil 2,6) y "einai isa Theú" (ibíd.), ser igual a Dios, prefiriendo recurrir a un neologismo, una expresión acuñada por ellos, absolutamente inaudita, homoúsios, para designar la divinidad de Cristo. En efecto se trata de una palabra compuesta, donde el primer término, omos, que quiere decir "lo mismo", "el mismo", "idéntico". Pero el segundo término usios no existía en el vocabulario griego.
----------De hecho la expresión quedará en el Símbolo de la fe, pero a nadie en las actividades catequéticas se le ocurrirá anunciar que Jesús es omoúsios al Padre, salvo para referirse al dogma niceno. Pero existen otras expresiones para significar la divinidad de Cristo, como el llamarLo Señor o digno de adoración, o bien se hablará siempre simplemente de la divinidad de Cristo o se dirá que Jesús es Dios, Hijo del Padre.
----------Los Padres conciliares de Nicea en el 325 lo recabaron del participio presente femenino usa, que da origen a usía, que es la esencia o sustancia o naturaleza de algo. Usa se une a on, ente, que es el participio presente del verbo ser. Esencia también, viene de ser (einai) y significa la entidad del ente, aquello por lo cual un ente o una cosa es lo que es o lo que un ente o una cosa es.
----------Omoúsios es un término intraducible a otras lenguas, porque mientras omos es utilizable, por ejemplo: homogéneo, homólogo, homónimo, etc., no hemos logrado acuñar un término que indique usios. Deberíamos decir homoúsio, pero el lenguaje dogmático de la Iglesia ha preferido otras dos expresiones bien conocidas: o consustancial (consubstantialis) o de la misma sustancia.
----------Nosotros traducimos omoúsios con "consubstancial" o "de la misma sustancia". Sería mejor usar el término esencia o naturaleza, porque propiamente hablando sustancia (sub stantia) indica un soporte, algo que está debajo de algo distinto y que lo sostiene o lo hace estar. Aristóteles habla de ypokéimenon. Santo Tomás de Aquino habla de suppositum y de subjectum.
----------El suposito pertenece al orden ontológico y corresponde al concepto de sustancia; por ejemplo, el sujeto de una forma dada, que puede ser o bien la materia o bien los accidentes o propiedades; un hombre sujeto a una determinada enfermedad o el estar sujeto a una autoridad. El subjectum pertenece al orden lógico, por ejemplo el sujeto de una frase o el sujeto de un discurso.
----------Si con sustancia entendemos esto, entonces está claro que no se puede hablar de Dios como sustancia o de sustancia divina, porque Dios no es sujeto de nada, no está bajo nada, ni posee accidentes que se añaden a la sustancia. Dios no existe ni siquiera en un sujeto, como si fuera accidente y propiedad del sujeto, al cual se añade, como en las visiones inmanentistas, en las cuales Dios está en el mundo o en el hombre como en sujeto. Ni siquiera es el fundamento del mundo, como la sustancia es el sujeto de los accidentes, sino como preexistente al mundo ab aeterno y creador del mundo.
----------Es ridículo e impío pensar a Dios de este modo, Él que es el ser perfectísimo que no se apoya sobre nada, no tiene necesidad de nada y a todo lo sostiene. Dios cuya esencia o sustancia no debe ser completada por nada y no completa a nada preexistente o presupuesto a Él, mientras a todo completa, o completa a aquello que está fuera de Él y lleva a perfección a toda creatura.
----------Podríamos decir que Dios es pura sustancia subsistente, como ipsum Esse subsistens. Dios no es sustancia apta para subsistir, como la creatura, que podría también no subsistir y perecer o no ser, sino sustancia subsistente por esencia. En Él el ser no se añade como en la creatura a la esencia casi como si fuera un accidente, sino que Él existe o subsiste por esencia y por lo tanto necesariamente, existe no solo en sí y por sí, sino también de sí y para sí.
----------En efecto, la idea de sustancia implica la de subsistir, que es el acto de ser propio de la sustancia singular: el existir en sí y por sí. Se debe distinguir del existir en la sustancia (esse in) o inherir, que es el acto de ser propio del accidente.
----------¿Qué es lo que entiende el dogma con la expresión "sustancia del Padre"? Se refiere a la naturaleza divina del Padre. Por lo tanto, nuestro Señor Jesucristo tiene la misma naturaleza divina del Padre. Vale decir, Jesús no tiene sólo una naturaleza humana como todos nosotros, seres humanos, sino que también tiene una naturaleza divina. Jesús, como dirá subsecuentemente el dogma del Concilio de Calcedonia, es una persona divina, el Hijo, subsistente en dos naturalezas unidas por el acto de la Encarnación del Verbo. Con el Concilio de Nicea se veía que el mismo Jesús tenía dos naturalezas: una naturaleza divina y una naturaleza humana. Como Hijo de Dios aparecía no creado, sino engendrado antes de todos los siglos. Como hijo de María, creado y engendrado por la Virgen María. Salva la propiedad de cada naturaleza, concurrente en una sola persona (ypostasis) y subsistencia (prosopon).
----------La persona de nuestro Señor Jesucristo es una sola, vale decir, la persona del Hijo, pero las naturalezas permanecen distintas, cada una con sus propiedades y por tanto no es que, como creía Eutiques, retomado más tarde por Hegel, en Cristo Dios deviene hombre y el hombre deviene Dios. El convertirse en Dios es en efecto la ambición loca de los soberbios, los gnósticos, los egocéntricos, los panteístas y los ateos, y ha sido idea sugerida a la pareja primitiva por la serpiente en el Edén.
----------Es necesario tener en cuenta y prestar atención, sin embargo, que Jesús es Dios no en referencia a Dios como sujeto o persona o sustancia subsistente, de lo contrario vendríamos a decir que en Jesús el hombre es Dios y caeríamos en el panteísmo, sino usando la palabra "Dios" en referencia a la naturaleza divina pura, prescindiendo de la subsistencia personal como Dios o como persona trinitaria.
----------En otras palabras, el hombre Jesús es Dios no en cuanto hombre, sino en cuanto persona divina. El hombre Jesús no posee una naturaleza divina en cuanto tal naturaleza sea sujeto, sino que posee una naturaleza divina en cuanto predicada, según el discurso que hemos hecho arriba. La naturaleza divina como sujeto es la persona divina, ya sea como Dios uno o ya sea como Dios trino.
----------Como hemos visto antes, no se predica una persona de otra persona, sino que se predica una esencia o naturaleza. Es decir, se predica lo universal de lo singular o de un universal inferior, por ejemplo del hombre se predica la animalidad, pero no se predica lo singular de otro singular, como hemos visto arriba, porque necesitamos pensar lo singular en la luz de lo universal abstracto.
   
Distinguir persona y naturaleza
   
----------El concilio de Nicea distingue en Jesús la posesión de dos naturalezas: Jesús es consubstancial a nosotros en la naturaleza humana y consubstancial al Padre en la naturaleza divina. Nosotros, sin embargo, tenemos dificultad para ver que el ser hombre y el ser Dios puedan pertenecer a un único sujeto humano cual es Jesús y nos viene el hecho de pensar, como si fueran dos sujetos diferentes. En efecto, nosotros sabemos que el hombre tiene una naturaleza humana, mientras que Dios tiene una naturaleza divina. Por eso, una vez que Nicea definió el omoúsios, surgió la pregunta de cómo fuera posible que Jesús tuviera esas dos naturalezas.
----------La posesión de la naturaleza humana no crea dificultad. ¿Pero la posesión de la naturaleza divina? Jesús es un solo sujeto. Pero también el ser hombre y el ser Dios los pensamos como sujetos distintos. Entonces, ¿cómo lo entendemos? ¿Jesús es un sujeto o son dos sujetos? Tener dos naturalezas ¿quiere decir ser dos sujetos? Eso es absurdo. He aquí por tanto que surge el uso del concepto de persona, en griego ypostasis, para expresar la unidad de Jesús, y la invención del término naturaleza (fysis), como referencia a las dos naturalezas. Jesús es una persona divina, un hombre que posee dos naturalezas: una humana y una divina.
----------Digno de mención es que el término griego ypostasis, hipóstasis, no corresponde al latín substantia, como se deduciría del sentido de la palabra, sino al latín persona, que en griego tiene eventualmente prósopon. En griego, lo que en latín es naturaleza o esencia, es fysis. Sin embargo omoúsios usa el término usía en el sentido de naturaleza. Nosotros latinos, en cambio, traducimos omoúsios con o de la misma sustancia o consubstancial, entendiendo por sustancia la naturaleza. Por eso, también podríamos decir de la misma naturaleza del Padre.
----------No fue difícil entender a Jesús como persona. Fue difícil, en cambio, entender que es una persona divina, la persona del Hijo, mientras que su humanidad subsiste solo gracias a la subsistencia del Hijo.
----------De nuestro Señor Jesucristo se dice por tanto que Él es una persona divina, la persona del Hijo, pero al definir quién es Jesús, no se predica una persona. No se dice que el Hijo es el Padre. Decimos, sí, que Jesús es el Hijo de Dios, pero tampoco aquí definimos la humanidad de Jesús, sino que entendemos decir que la persona de Jesús es la persona del Hijo encarnado.
----------Una cosa es, por lo tanto, la naturaleza o sustancia divina y otra cosa distinta es la subsistencia (yparxis) de la naturaleza o sustancia divina. Cuando decimos que nuestro Señor Jesucristo posee una naturaleza divina, no nos referimos a la naturaleza divina en cuanto sujeto subsistente (ypostasis), que no puede ser predicado de un sujeto (ypokéimenon).
----------Nos referimos en cambio a la naturaleza (fysis) divina como simple esencia (usía). En efecto, la naturaleza divina en cuanto subsistente es sujeto o persona que no puede ser predicado del sujeto Jesús. En cambio, en cuanto esencia o naturaleza divina, puede ser efectivamente una propiedad del sujeto Jesús, puede pertenecer a Jesús. En este sentido podemos decir que Jesús es Dios.
----------Decimos además que Jesús es persona en cuanto Hijo, pero no podemos decir que sea persona en cuanto hombre, por muy extraño que esto pueda parecer. Jesús es hombre, tiene una naturaleza humana como todos nosotros, pero no es una persona humana. ¿Qué quiere decir? La cosa en el fondo es muy simple: si Jesús fuera una persona humana, con su propia subsistencia, deberíamos admitir que Jesús es dos personas: la persona del Hijo y la persona humana, lo cual es absurdo. Ni siquiera Nestorio pensaba de este modo, sino que creía que el Verbo, con su presencia en el hombre Jesús sostuviera la persona humana de Cristo. La naturaleza humana de Cristo subsiste valiéndose de la subsistencia divina del Verbo.
----------Por otra parte, cuando decimos que Jesús tiene dos naturalezas no es que dividimos a Jesús en dos sujetos, porque esta dualidad, como he dicho, no debe ser entendida como dualidad de sujetos, sino de simples esencias. Ahora bien, el predicar dos esencias distintas del mismo sujeto no divide ni desdobla en absoluto al sujeto, porque las esencias permanecen sólo como esencias y dejan la subsistencia y la personalidad al único sujeto. Así podemos decir que Cristo es una sola persona divina en dos naturalezas.
----------Así cuando decimos que Jesús es Dios no es que predicamos la divinidad o la naturaleza divina de la naturaleza humana, sino que tomamos la naturaleza divina como tal, es decir, como esencia y la predicamos del sujeto humano Jesús.
----------En efecto, del sujeto se predica algo, pero de un sujeto no se puede predicar otro sujeto: el sujeto no puede ser predicado. El sujeto es de lo cual se habla, pero no puede ser lo hablado o sea el predicado, porque es singular, individual, mientras que el predicado debe ser un universal. Yo puedo decir que Pedro es hombre, es decir que posee la naturaleza humana, que es un universal, pero no que Pedro es Pablo, que es un singular.
----------Padre e Hijo son dos personas de la misma naturaleza divina. Cristo es una persona divina consubstancial al Padre en la divinidad, consustancial a nosotros en la humanidad.
----------Entender en la Trinidad al Padre y al Hijo como dos personas no ha sido difícil, desde el momento que siempre tenemos ante nuestros ojos la experiencia cotidiana de la existencia del padre y del hijo en la naturaleza humana. Sin embargo, muy pronto la Iglesia se dio cuenta de que no podía concebir la persona del Padre celestial y del Hijo divino del mismo modo con el cual concebimos en sus relaciones a las personas humanas.
----------El Concilio de Nicea se detiene sobre la naturaleza divina de Cristo, pero no aborda lo de su persona en su relación con el Padre. Esta será la tarea de Calcedonia, que introducirá dos términos fundamentales: ypostasis, persona, y prosopon, subsistencia.
----------La persona de Cristo es una, pero con dos naturalezas (fysis): la humana y la divina. Padre e Hijo son dos, son distintos como personas. Pero desde el punto de vista de la naturaleza divina el Hijo es consubstancial al Padre, de la misma sustancia o naturaleza del Padre, omoúsios al Padre. Hay que tener en cuenta que los Griegos han asumido el término ypostasis para indicar la persona. En cambio, para nosotros los Latinos, subsistentia, que corresponde a la palabra ypostasis, es la naturaleza. Los Griegos significan la naturaleza con fysis y con usía. Para nosotros los Latinos la usía es también esencia.
----------La Iglesia en Calcedonia aclaró que, dado por evidente que Jesús es una persona, para poder entender en qué sentido Él es persona, era necesario formar un concepto de persona de modo diferente a como nosotros, los hombres, nos consideramos personas.  El principio de su distinción entre las Personas divinas, en efecto, no es su naturaleza individual como en nosotros, aunque la misma sea la naturaleza específica, porque en la Trinidad la naturaleza individual es la naturaleza divina, que es la misma en las tres, sino la relación de origen: el Hijo se distingue del Padre en cuanto procedente o, como se expresa Jesús, "salido" o bien engendrado por el Padre. Éste se distingue del Hijo en cuanto engendra al Hijo. El Espíritu se distingue del Hijo en cuanto que el Espíritu no procede solo del Padre, sino también del Hijo (es éste el argumento con el cual Tomás demuestra que el Espíritu Santo procede del Hijo: cf. Summa Theologiae, I, q.36, a.2.
----------Para nosotros, personas humanas, la distinción entre las personas la hacemos en base a las diferencias entre las naturalezas individuales de cada uno, por lo cual aquí cada naturaleza individual, que es también persona, tiene una voluntad propia y es diferente la una de la de otra. En cambio, en la Trinidad, la naturaleza divina es una de número para todas y cada una de las tres Personas. De aquí la consecuencia que también la voluntad es idéntica, una de número para todas y cada una de las tres Personas.
----------No es que Cristo obedezca al Padre con su voluntad divina, que es numéricamente la misma que la voluntad del Padre, sino que la que obedece es su voluntad humana. Y el actuar de las tres Personas es idéntico por el hecho de que las tres Personas obran y ejercen de manera idéntica la voluntad y el actuar de la naturaleza divina, que es la misma en las tres Personas. En este sentido, Cristo dice: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo" (Jn 5,17). Pero esta voluntad divina es infaliblemente e impecablemente practicada por la perfecta obediencia de la voluntad humana de nuestro Señor Jesucristo.

35 comentarios:

  1. Estimado Padre, permítame un tema fuera de contexto. ¿Cuál es su impresión? Del "buenos días", "buenas tardes" y "buena comida" al Ave María... Padre ¿qué piensa del nuevo Papa? Usted ya no tendrá que hacer más saltos mortales y acrobáticos para justificar sinsentido...

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    1. Estimado Fernando,
      su observación es muy fina y me encuentra substancialmente de acuerdo.
      Desde el principio me parece ser un Papa más religioso. Sin embargo, ahora estemos atentos y tengamos cuidado de no contraponerlo con el precedente.
      Como publicaré más adelante en este blog (aunque de algún modo ya lo he dicho), yo creo que el papa León XIV cambiará la dirección de la Iglesia de izquierda al centro y creo que eso es algo bueno. Y sin embargo estoy seguro de que se mantendrá en la línea de la renovación conciliar.
      No quisiera que ahora fuera instrumentalizado por los pasadistas (como de alguna manera lo fue Benedicto XVI). Espero, en cambio, que habiendo hablado de paz, logre construir la paz en el mundo, pero sobre todo dentro de la Iglesia, que desde hace demasiado tiempo está dividida entre pasadistas y modernistas.
      Además, siendo un canonista, y siendo el lenguaje de los canonistas un lenguaje preciso y unívoco, creo que ya no escucharemos ciertas frases como las que le escuchábamos al papa Francisco no siempre claras y a veces ambiguas.

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  2. Estimado padre Filemón,
    seguiré aquí, si usted me lo permite, el diálogo que hemos iniciado.
    Usted anteriormente me ha escrito: “la concepción islámica de Dios en su conjunto es buena, salvo algunos defectos” y “desde el punto de vista de la teología natural hay pocas correcciones que hacer”.
    ¿Solo “algunos” defectos? ¿Solo “pocas” correcciones que hacer? Entonces, según usted, ¿en esencia el Islam y el Cristianismo no estarían muy alejados?
    Su confraterno, el Padre Angelo Bellon, en una de sus respuestas en el portal amicidomenicani.it, citaba las siguientes afirmaciones de un reconocido experto en el mundo islámico, el padre jesuita Samir Khalil Samir:
    “En el cristianismo, Dios es Trinidad en su esencia, una pluralidad unida por el amor. Es algo más que solo clemencia y misericordia. Tenemos dos concepciones bastante diferentes de la unicidad divina.
    La musulmana caracteriza a Dios como inaccesible. La visión cristiana de la unicidad trinitaria subraya que Dios es Amor que se comunica: Padre-Hijo-Espíritu, o bien Amante-Amado-Amor, como sugería San Agustín. [...]
    La misericordia, en el caso del Islam, es la del rico que se inclina hacia el pobre y le concede algo.
    Pero el Dios cristiano es Aquel que desciende hacia el pobre para elevarlo a su nivel; no muestra su riqueza para ser respetado (o temido) por el pobre: se dona a sí mismo para dar vida al pobre.
    También la afirmación de que "los escritos sagrados islámicos conservan parte de las enseñanzas cristianas" (Evangelii Gaudium n. 252) es cierta en cierto sentido, pero también puede ser ambigua:
    “Es verdad que los musulmanes retoman palabras o hechos de los evangelios canónicos, por ejemplo, el relato de la Anunciación se encuentra casi literalmente en los capítulos 3 (la familia de ‘Imrán) y 19 (María).
    Pero más frecuentemente el Corán se inspira en los relatos piadosos de los Evangelios apócrifos, y no extraen el sentido teológico que allí se encuentra, ni otorgan a estos hechos o palabras el significado que realmente tienen. [...]
    A decir verdad, Jesús no es objeto de veneración en la tradición musulmana. [...] En realidad, todo lo que se dice de Jesús en el Corán es lo opuesto a las enseñanzas cristianas.
    Él no es el Hijo de Dios: es solo un profeta. Ni siquiera es el último de los profetas, porque el "sello de los profetas" es Mahoma (Corán 33:40).
    La revelación cristiana es vista solo como una etapa hacia la revelación última, traída por Mahoma, es decir, el Islam. [...]
    Incluso [el Corán] afirma que Jesucristo no murió en la cruz, sino que fue crucificado un doble suyo: "No lo mataron, no lo crucificaron, sino que les pareció así" (Corán 4:157).
    De este modo, Dios habría salvado a Jesús de la maldad de los judíos. Pero así, Cristo no ha salvado al mundo”.
    [...] El Corán menciona a Jesús porque pretende completar la revelación de Cristo para exaltar a Mahoma.
    De hecho, observando lo que Jesús y María hacen en el Corán, se advierte que no hacen más que aplicar las oraciones y el ayuno según el Corán”.
    Por otra parte, añado yo, la “María del Corán” a veces no tiene nada que ver con la Santísima Virgen, sino que es confundida con “María, hermana de Aarón”, el hermano de Moisés, quien vivió aproximadamente doce siglos antes de Cristo.

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    1. Estimado Raúl,
      antes que nada, debo recordarle que le he hablado de una confrontación comparativa entre aquellos atributos divinos, en el plano de la teología natural, que resultan del Corán y aquelllos de la doctrina de santo Tomás de Aquino.
      Por mi parte, he leído con atención tanto el Corán como a santo Tomás, y he podido constatar esa convergencia que le he dicho, salvo algunas diferencias.
      Por lo tanto, si usted tiene alguna duda sobre lo que le he dicho, haga una verificación personal comparando el texto coránico con la Suma Teológica de santo Tomás.

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    2. Estimado Raúl,
      las observaciones del jesuita Samir Khalil Samir, reportadas por el dominico Bellon (de paso, le recuerdo que nunca yo he afirmado ser fraile dominico) son ciertamente dignas de consideración, pero estas observaciones descienden a muchos detalles, que ahora aquí no podemos considerar. Deberían ser examinadas una por una. Algunas las encuentro correctas, otras cuestionables y otras erróneas.
      Es necesario que reportemos nuestra discusión en los términos adecuados al método de este blog, que implica por mi parte la respuesta a mensajes de los Lectores, que tengan un contenido tal que pueda responder de manera breve.
      Lo que usted me propone, en cambio, es materia adecuada para un Curso de islamismo a nivel académico. Por eso usted entenderá que no puedo detenerme a responder a los puntos individuales.
      Por lo tanto, lo mejor que podemos hacer, dado que esta materia es interesantísima y de primaria importancia, es que volvamos a los puntos que hemos tratado. Y por lo tanto el trabajo que podría hacer, si cree, es esa comparación entre el Corán y santo Tomás de Aquino sobre los atributos divinos.
      Está claro que el problema de los contenidos específicos del cristianismo, que van más allá de la teología natural y se refieren a una doctrina revelada, custodiada por la Iglesia, es un problema enorme que debe ser tratado con la debida seriedad en ambientes adecuados, que, como he dicho no corresponden al método de mi blog.
      Aquí, en cambio, debemos volver al punto de nuestra discusión, que se refiere a la enseñanza de la declaración Nostra Aetate. A este propósito, ya le he dicho cómo debe ser interpretada. Ella sólo se refiere al hecho de que el Islam también cree que Dios nos habla y nos da su gracia a través de los profetas.
      Esta enseñanza del Concilio debe animarnos a iniciar con los musulmanes un diálogo que debe partir de la teología natural en vista de ayudarles, con pruebas persuasivas y un testimonio de caridad, a descubrir el Misterio de Cristo y, por consiguiente, el Misterio Trinitario y el plan cristiano de salvación.

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  3. El concepto cristiano de la “paternidad” de Dios, compartido en parte por el judaísmo, es percibido por los musulmanes como un absurdo blasfemo. Pensar en Dios como “Padre” significaría para los mahometanos quebrantar su unicidad absoluta. Y pensar que el hombre pueda haber sido creado a su “imagen y semejanza” significaría evidentemente ofender también por este lado la unicidad de Alá y divinizar al hombre.
    Entre las evidentes distorsiones o imprecisiones de algunos textos conciliares, hijas de intenciones “ingenuamente bondadosas”, se encuentra la idea de hacer creer que cristianos, judíos y musulmanes comparten la misma fe de Abraham y en Abraham, que Abraham sería el padre reconocido de la fe para ellos tal como lo es para nosotros. La idea de un honor común tributado a Abraham como “padre de la fe” es un concepto clave del “diálogo” con el islam y el judaísmo, aunque resulta poco sostenible para el islam por el simple hecho de que el Abraham del Corán no corresponde en absoluto al histórico de la Biblia. Mahoma ha reelaborado su figura según su conveniencia y precisamente con una función explícitamente antijudía y anticristiana, algo a lo que no se le da relevancia.
    El Abraham coránico, que habría creído primero, en la historia de la humanidad, en el verdadero Alá, si se observa con detenimiento, no corresponde en absoluto al Dios del Antiguo Testamento, a Aquel que llamó a Abraham a la verdadera fe, queriendo sellar con él el Pacto de la Antigua Alianza. Mahoma construye la figura de Abraham como prototipo del “musulmán” de manera que excluye el Antiguo y el Nuevo Testamento de la verdadera Revelación.
    De hecho, dice el Corán:
    “¡Oh gente del Libro [judíos y cristianos]! ¿Por qué disputáis sobre Abraham, cuando la Torá y el Evangelio no fueron revelados sino después de él? ¿No comprenderéis jamás la verdad? Abraham no era judío ni cristiano, sino que era hanif y muslim, y no era politeísta” (3, 60-61).
    ¿Y qué decir del hecho de que también los musulmanes comparten la idea del Dios creador?
    En la sura 23, denominada Los creyentes, en los versículos 12-16, se narra la creación del hombre de la siguiente manera:
    “12. En verdad, creamos al hombre de arcilla fina. 13. Luego lo pusimos como una gota de esperma en un receptáculo seguro [el útero materno]. 14. Luego transformamos la gota de esperma en sangre coagulada, luego la sangre coagulada en un pedazo de carne, el pedazo de carne en huesos, y los huesos los cubrimos con carne, luego lo hicimos emerger como una nueva creación; ¡bendito sea, pues, Dios, el mejor de los creadores! 15. Luego, ciertamente, vosotros, después de esto, moriréis. 16. Y, posteriormente, seréis resucitados el Día de la Resurrección.”
    El hombre aparece aquí como un simple objeto en las manos de Alá, quien lo modela de la arcilla sin ofrecer explicaciones ni bendecirlo, junto con la mujer, cuya creación se menciona en otro pasaje. Se le anuncia muerte y resurrección, que permanecen inexplicadas. Es el decreto de Alá, y eso basta.
    Un ser humano que viene a existir por obra de la voluntad inexplicada de Dios es siempre y únicamente “sometido a Dios”, de manera absoluta, totalmente pasivo, sin que se requiera la adhesión de su intelecto a los decretos de Alá. Debe obedecer, y nada más. A cambio, Alá lo recompensará materialmente en este mundo, espiritual y materialmente en la otra vida, mientras que el Infierno, en caso de que vaya allí, nunca será eterno para él.
    Pocas suras parecen admitir la existencia del libre albedrío en el hombre, a diferencia de otras más numerosas que afirman lo contrario y que constituyen el dogma oficial del islam. Los defensores de la existencia de un libre albedrío en el hombre (llamados “racionalistas” o mutazilitas) son considerados herejes. El dualismo entre determinismo y libre albedrío representa uno de los casos más notorios de contradicción en el Corán, aunque la existencia de dicho dualismo es negada por la interpretación ortodoxa (sunita).

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    1. Estimado Raúl,
      el Corán rechaza el concepto de paternidad divina en el sentido de un Dios Padre que tenga un Hijo, pero no rechaza en absoluto una paternidad metafórica, que se expresa en la misericordia, en el perdón y en la justicia.
      Además, el Corán también reconoce que el hombre es creado por Dios, de modo que, incluso según la filosofía islámica, el hombre resulta ser similar a Dios en base al principio filosófico de que el efecto es similar a la causa.

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    2. Estimado Raúl,
      por cuanto respecta a la devoción por Abraham, el Concilio reconoce que los musulmanes intentan someterse a Dios como se ha sometido Abraham. Ahora bien, esta declaración del Concilio, para nosotros católicos, tiene una autoridad indiscutible, la cual rechaza todas las teorías islámicas que presentan la figura de Abrahán de manera incompatible con aquello a lo cual hace referencia el Concilio.
      Estas falsificaciones de la figura de Abraham no deben desalentarnos en nuestra voluntad de ponernos de acuerdo con los musulmanes acerca de este punto.

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    3. Estimado Raúl,
      por cuanto respecta a las observaciones que tocan a la antropología y a la moral, se aplican las cosas que ya he dicho sobre la teología. Es decir, dichas observaciones entran en tal cantidad de detalles, que solamente podrían ser abordados en un debate a largo plazo, en un verdadero Curso de islamismo, cosa que no me puedo permitir en la limitación de este blog.
      Ciertamente Nostra Aetate no entra en este tema complejo y muy importante, por lo que aquí es necesario que nosotros cristianos y los musulmanes nos encontremos con la voluntad de poner en luz los puntos que nos unen y con la franqueza de expresar libremente nuestro parecer.
      Lo importante es que este tema, que el Concilio no aborda, no se convierta en un pretexto para descartar la validez cuanto el Concilio Vaticano II enseña sobre la relación entre la teología natural cristiana y la coránica.

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  4. Sobre la problematicidad de ciertas expresiones de los textos del Concilio y sobre el documento de Abu Dhabi, escribió en 2020 el obispo Athanasius Schneider en lifesitenews (https://www.lifesitenews.com/blogs/bishop-schneider-catholics-and-muslims-share-no-common-faith-in-god-no-common-adoration):
    "Afirmar que los musulmanes adoran junto con nosotros al único Dios (“nobiscum Deum adorant”), como lo afirma el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium 16, teológicamente es una afirmación muy ambigua. Que nosotros, los católicos, adoremos con los musulmanes al único Dios no es cierto. En el acto de adoración, siempre adoramos a la Santísima Trinidad, no adoramos simplemente al “único Dios” sino, más bien, conscientemente, a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Islam rechaza la Santísima Trinidad. [...] Quizás se podría formular de la siguiente manera: "Los musulmanes adoran a Dios en un acto de adoración natural, y por lo tanto en un sentido sustancialmente diferente al que tenemos nosotros, los católicos, dado que adoramos a Dios siempre con fe sobrenatural".
    [...] Se debe tener en cuenta que los musulmanes, al aceptar proposiciones reivindicadas como divinas pero que no son de origen divino, corren el riesgo de ofrecer un conocimiento falso y una adoración falsa a Dios, incluso a nivel natural.
    El documento de Abu Dhabi habla de la "base de nuestra fe común en Dios". Sin embargo, aquellos que siguen el Islam ven a Dios como distante, sin una relación personal, y esta es una idea de Dios muy deficiente. Una parte considerable de los musulmanes posee una imagen distorsionada y falsa de Dios como Uno que no puede comunicarse personalmente con nosotros y que no podemos amar verdaderamente y personalmente como nuestro Padre y nuestro Redentor. [...]
    Además, su comprensión de que la vida es "para" Dios no es la misma que la nuestra, ya que Jesús enseñó que Dios es nuestro Padre, que vivimos para Él con el fin de aumentar nuestro amor por Él y ser felices con Él para siempre, mientras que su concepción de vivir para Dios es la de un esclavo que vive para servir a un poderoso Maestro. Finalmente, el concepto de misericordia musulmán es diferente al cristiano porque nosotros somos misericordiosos, así como el Padre ha sido misericordioso con nosotros, enviando a su Hijo y muriendo por nosotros. [...]
    Según la Sura 9:29, los musulmanes deben "combatir a quienes no creen en Alá y en el Último Día, quienes no prohíben lo que Alá y su Mensajero han prohibido, y aquellos, entre la gente de la Escritura, que no eligen la religión de la verdad, hasta que paguen humildemente el tributo [jizyah] y sean sometidos". [...]
    Las siguientes Suras del Corán son muy violentas hacia los no musulmanes y requieren la ocupación de los países no musulmanes por medio de la violencia. [...]
    Por lo tanto, desde el punto de vista teológico, es engañoso y confuso que el Romano Pontífice haya firmado un documento común con una autoridad religiosa islámica usando los términos "Dios", "Fe", "pluralismo y diversidad de religiones", "fraternidad", a pesar de que estos términos tienen significados sustancialmente diferentes en las enseñanzas del Corán y en la Divina Revelación de Nuestro Señor Jesucristo. Además, también hay que tener en cuenta el hecho de que los musulmanes no tienen una autoridad para resolver disputas con autoridad universal, ya que no tienen magisterio [...] y no existe en el Islam una autoridad que decida cuestiones doctrinales para todos los musulmanes.
    La única fraternidad universal estable es la fraternidad en Cristo. Solo en Jesucristo y en el Espíritu Santo que Él envió, las personas pueden realmente ser hijos de Dios y llamar a Dios Padre y, en consecuencia, ser verdaderamente hermanos. "Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios... Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con Cristo" (Rm. 8: 14-17).

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    1. Estimado Raúl,
      usted tiene que tener en cuenta que en todo su discurso, mons. Schneider no tiene en cuenta el hecho de que nosotros, los cristianos, cuando adoramos a la Santísima Trinidad, adoramos al mismo tiempo al Dios Uno, objeto de la religión natural, que es exactamente ese mismo Dios Uno del que habla el Concilio Vaticano II como el Dios que es adorado tanto por nosotros los cristianos como por los musulmanes.
      Obviamente en este discurso del obispo auxiliar de Astaná, se manifiesta una carencia filosófica y teológica que también, desgraciadamente, se advierte en otro representantes del actual pasadismo católico, en diverso grado y medida. Por ejemplo, en una reciente conferencia del cardenal Sarah en Italia, días atrás, también se ha puesto de manifiesto su dificultad por comprender esto; y lamentablemente ha negado que, en este sentido, las demás religiones, en cuanto adoran también al Dios Uno, teniendo un recto concepto de este Dios uno (como es el caso de los musulmanes y de los judíos) son caminos para llegar a Dios. Note al respecto, una frase que hoy mismo fue expresada por el papa León en su audiencia general de los miércoles: "no hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a Él".

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    2. Estimado Raúl,
      por cuanto respecta al documento de Abu Dhabi, cuando en él se habla de nuestra común fe en Dios, debemos hacer referencia a la declaración Nostra Aetate y puesto que ha sido un documento firmado por una de las autoridades islámicas, debemos suponer que ésta sabía lo que el Papa quería decir con esa expresión, por lo cual, habiendo firmado, debemos suponer que estaba de acuerdo con el Papa.

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    3. Estimado Raúl,
      Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia común:
      "Además, declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres para llevarlos a realizar algo que no tiene nada que ver con la verdad de la religión, para alcanzar fines políticos y económicos mundanos y miopes. Por esto, nosotros pedimos a todos que cese la instrumentalización de las religiones para incitar al odio, a la violencia, al extremismo o al fanatismo ciego y que se deje de usar el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión. Lo pedimos por nuestra fe común en Dios, que no ha creado a los hombres para que sean torturados o humillados en su vida y durante su existencia. En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente".
      Tomado de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/travels/2019/outside/documents/papa-francesco_20190204_documento-fratellanza-umana.html

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    4. Estimado Raúl,
      es necesario distinguir una hermandad o fraternidad natural y otra sobrenatural. El documento de Abu Dhabi (al que también se ha referido con complacencia el papa León XIV) se refiere a esa fraternidad natural y universal, basada en la razón, de la que ha hablado varias veces el papa Francisco, hermandad o fraternidad que está motivada por el hecho de que todos pertenecemos a la misma especie humana y por tanto en este sentido somos todos iguales, todos hermanos y de igual dignidad, varones y mujeres.
      Por cuanto respecta a la fraternidad sobrenatural, me refiero a la fraternidad cristiana, es decir, el hecho de llegar a ser hijos de Dios gracias al Bautismo. Desde este punto de vista los musulmanes claramente como tales no pueden ser nuestros hermanos, pero esto no quiere decir que Dios no los llame también a convertirse en hijos de Dios y nuestra responsabilidad es la de hacernos instrumentos del plan divino de salvación, que quiere que todos se salven en Jesucristo.

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  5. A propósito de la complacencia de la Iglesia ante el avance del Islam, así escribió el periodista, convertido al catolicismo, Magdi Cristiano Allam en 2015 (https://www.ilgiornale.it/news/politica/leggere-corano-capi-lisre-che-non-si-fermer-1103020.html):
    Si tuviéramos que esperar no 464 años sino solo 40 años para decidir intervenir para salvar lo que quedará de cristianismo en las otras orillas del Mediterráneo pero sobre todo para salvarnos del terrorismo y de la invasión islámica dentro de Europa, Será demasiado tarde. Ya no existiríamos ni como sociedad europea ni como civilización laica y liberal de raíces cristianas. Nuestra debilidad la ha descrito de manera impecable monseñor Giuseppe Bernardini, obispo de Esmirna, cuando el 13 de octubre de 1999, dijo que «Durante una reunión oficial sobre el diálogo islámico-cristiano, un destacado personaje musulmán, dirigiéndose a los participantes cristianos, dijo en un momento dado con calma y seguridad: «Gracias a vuestras leyes democráticas os invadiremos; gracias a nuestras dominaremos». Hay que creerlo, porque el «dominio» ya ha comenzado con los petrodólares, utilizados no para crear trabajo en los países pobres del norte de África y de Oriente Medio, sino para construir mezquitas y centros culturales en los países de inmigración islámica, incluida Roma, centro de la cristiandad.
    ¿Cómo no ver en todo esto un claro programa de expansión y reconquista? Es un hecho que términos como «diálogo», «justicia», «reciprocidad», o conceptos como «derechos humanos», «democracia», tienen para los musulmanes un significado completamente diferente al nuestro. Todos sabemos que hay que distinguir la minoría fanática y violenta de la mayoría tranquila y honesta, pero ésta, a una orden dada en nombre de ala o del Corán, marchará siempre compacta y sin vacilaciones. Por eso hoy más que nunca es necesario conocer el Corán:
    «Oh vosotros que creéis, no escogáis por aliados a los judíos y a los nazarenos; ellos son aliados unos de otros. El que los elige como aliados es uno de ellos. ala no guía a un pueblo injusto» (5, 51).
    «Desearían que fueseis incrédulos como ellos, y entonces seríais todos iguales. No elijáis amigos entre ellos hasta que emigren por la causa de ala. Pero si os dan la espalda, tomadlos y matadlos dondequiera que los encontréis» (4, 89).

    Desde hace décadas la Iglesia promueve, legitima y defiende el diálogo con los musulmanes. El resultado concreto es que los cristianos, que representaban el 30% de la población de Oriente Medio hasta 1945, hoy se han reducido al 3% y siguen sufriendo un verdadero genocidio. Digo que ha llegado el momento de despertarnos del sueño de la razón por la cual nos hemos impuesto no conocer la verdad presente en el Corán, que para los musulmanes es ala mismo. Solo rescatando nuestro deber de conocer la verdad del Corán podremos salvaguardar nuestra civilización.

    Como escribió el filósofo Rémi Brague, autor de Sur l'islam:
    "El Corán llama varias veces a luchar contra los "infieles" con las armas, hasta que se someten y aceptan pagar el tributo en una situación de humillación (ix, 29). Todos los versículos que invocan un diálogo pacífico, supuestamente revelados en la Meca al principio de la carrera de Mahoma, cuando estaba en una situación de debilidad, han sido derogados por los versículos posteriores, dados a Medina, donde Mahoma es profeta y general."

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    1. Estimado Raúl,
      el intento islámico de servirse de la inmigración para difundir el Islam en Europa, si no con el terrorismo, ciertamente mediante una sistemática actividad propagandística, es ya cosa notoria. Es cierto, como dice Magdi Cristiano Allam, que este hecho debe estimularnos a asumir nuestras responsabilidades, pero este hecho no justifica su alarmismo, porque debemos tener confianza, y yo espero también en este nuevo Papa, que el diálogo con el Islam iniciado por el Concilio dejará de ser una rueda que gira en vacío y comenzará a adquirir, como quiere el mismo Concilio, un estilo de verdadera evangelización, es decir, la capacidad de dar a los musulmanes un testimonio tan creíble como para inducirles a acercarse a Cristo.

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    2. Estimado Raúl,
      si durante catorce siglos los musulmanes han sido agresivos hacia nosotros, le pregunto: ¿quién nos asegura que lo seguirán siendo en el futuro? Estemos atentos al fatalismo, a no caer nosotros mismos precisamente en ese fatalismo que les reprochamos a ellos.
      ¿Existe o no existe ese Espíritu Santo que acabamos de celebrar el pasado domingo en Pentecostés? ¿Y qué hace el Espíritu Santo sino el cambiar los corazones? ¿Queremos darle espacio al Espíritu Santo? ¿Queremos ponernos a su servicio?
      Espero haberme dado a entender.

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    3. Estimado Raúl,
      el Concilio Ecuménico Vaticano II ¿qué es lo que vino a hacer? ¿Quién lo ha inspirado? Entonces, el problema no es el de un cierto tipo de diálogo que conduce a girar siempre en el vacío, sin llevar a ningún resultado evangelizador. El problema es que el estímulo que nos dio el Concilio para la evangelización se ha vuelto ineficaz por la falsa interpretación que los modernistas han dado al Concilio.
      El papa san Juan XXIII, hablando del Concilio, ¿no había deseado quizás un Nuevo Pentecostés? Desgraciadamente los hombres pueden poner obstáculos al soplo del Espíritu Santo. Sin embargo, la fe que suscita en nosotros el mensaje conciliar debe hacernos esperar que, a pesar de la oposición de las fuerzas del mal, el Reino de Dios crece en este mundo.

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    4. Estimado Raúl,
      el aspecto voluntaristico y despótico del Dios coránico es bastante conocido. Ciertamente, este es un punto de teología natural sobre el cual se requiere por parte de nosotros, los cristianos, un esfuerzo para elaborar una argumentación capaz de persuadir a los musulmanes.
      A tal fin es necesario apoyarse en cuanto d3e verdadero ya existe en su concepción de Dios y mostrar que, si ellos quieren ser coherentes en esta verdad sobre Dios, deben eliminar este aspecto que ciertamente no es digno de Dios, sino que es fuente de violencia y, a nivel moral y político, justifica las tiranías y las dictaduras.

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  6. De una entrevista del 2018 al arzobispo Giampaolo Crepaldi que explicaba el X Informe sobre la Doctrina social de la Iglesia, publicado por el Observatorio Cardenal Van Thuân (https://lanuovabq.it/it/crepaldi-siamo-realisti-lislam-e-un-problema-politico):
    ¿Y cómo concibe Dios el Islam?
    Del informe se desprende que lo concibe como voluntad y omnipotencia, no como verdad y esencia. Dios emana decretos que exigen una obediencia ciega y literal. Como dijo Benedicto XVI en Ratisbona en 2006, el Dios del Islam está más allá de cualquier categoría; no hay una analogía con el mundo fundada en la verdad, sino que Dios podría habernos dado también preceptos contrarios a los que nos ha dado. Esta concepción, por lo tanto, no necesita la relación entre fe y razón, que en cambio es esencial en el catolicismo. El Islam no dice: "En el principio era el Logos", sino la Voluntad.
    Sin embargo, el Islam también habla de la creación por parte de Dios, y por lo tanto, también el Islam encontrará en lo creado un orden, una ley impresa por Dios.
    Ciertamente, el Islam también considera que el mundo es creación divina. Pero esta creación ha sido un acto de voluntad desvinculado de exigencias de verdad; ha sido un decreto divino y no la expresión de un Logos. Los preceptos de orden moral no derivan, entonces, de un orden teleológico expresado por la naturaleza creada, donde razón y revelación puedan encontrarse. En otras palabras, no puede existir un derecho natural ni una ley moral natural. Los preceptos morales nacen de decisiones divinas contenidas en el Corán o en la vida (palabras y gestos) de Mahoma, y deben ejecutarse en total sumisión. El Islam es una religión jurídica.

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    1. Estimado Raúl,
      me parece que mons. Crepaldi es demasiado severo en el delinear la actividad del Dios coránico. Tengamos presente que la declaración Nostra Aetate dice que también los musulmanes adoran al Único Dios "Misericordioso y Omnipotente".
      Esto significa que al entrar en este tema debemos ser muy prudentes. Yo mismo, leyendo el Corán, he reflexionado mucho sobre este punto y me he dado cuenta de que hay que distinguir los diferentes pasajes del Corán, porque en algunos encontramos efectivamente un Dios despótico y violento, pero en otros encontramos a un Dios misericordioso y omnipotente, como nos habla el Concilio.

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  7. A propósito de diálogo con el Islam, una intervención del cardenal Giacomo Biffi en 2015
    (https://www.corrispondenzaromana.it/notizie-dalla-rete/biffi-con-lislam-io-non-dialogo-cosi/):
    "Pablo VI – quien con la encíclica Ecclesiam suam (1964) introdujo oficialmente el tema en los documentos del Magisterio – aclaró las oportunidades, los métodos, los fines, pero deliberadamente se abstuvo de dar a la propuesta de “diálogo” una verdadera y propia fundamentación teológica. Lo cual es, quizás, la fuente de las intemperancias y ambigüedades que han luego oscurecido la cristiandad.
    En un intento por atenuar este inconveniente y con la esperanza de que el discurso sea luego proseguido por los especialistas (posiblemente sin excesivas precomprensiones ideológicas y sin demasiada indulgencia hacia la moda de lo “políticamente correcto”), intentaré enumerar algunos elementos de reflexión que, en mi opinión, son incontestables e ineludibles.
    - El acontecimiento salvífico – en los dos hechos constitutivos de la encarnación del Verbo y la resurrección de Jesús – está en el origen del cristianismo y representa, de manera perenne y definitiva, su sentido y su núcleo. Al ser “hechos”, no son “negociables”: quien “cree” no puede, manteniendo la lógica, ni atenuarlos ni ponerlos entre paréntesis; quien “no cree” no los puede racionalmente aceptar.
    Son, por lo tanto, culturalmente “hirientes”. Lo cual es claramente enseñado por la palabra de Dios en algunos textos hoy ampliamente censurados:
    – “Él está aquí para la ruina y la resurrección de muchos en Israel, signo de contradicción para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2,34-35). – “No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada” (Mt 10,34). – “La piedra que los constructores desecharon ha llegado a ser piedra angular. Quien caiga sobre esta piedra será hecho pedazos, y si ella cae sobre alguien, lo aplastará” (Mt 21,42.44).
    A la luz de estas enseñanzas, el principio de que “hay que mirar más lo que nos une que lo que nos divide” (muy útil en su acepción “política” y conductual) se vuelve ambiguo hasta llegar a ser desviado y alienante en el ámbito del diálogo interreligioso: el cristiano mira – y nunca puede dejar de mirar – sobre todo aquello que la Revelación le ha indicado como eminente y sustancial".

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    1. Estimado Raúl,
      estas palabras del cardenal Biffi valen sin duda en aquellas formas de diálogo que, por oportunismo o timidez, caen en la reticencia. Sin embargo, no solo en política, sino también en teología, el principio de san Juan XXIII de buscar ante todo lo que nos une, es de fundamental importancia, aunque sea solo un punto de partida.
      El error de cierto falso ecumenismo y diálogo interreligioso está en contentarse con estos puntos comunes y en la renuncia a exhortar al hermano a la corrección, confundiendo el error del que es víctima con una forma de diversidad y legitimando así lo que en cambio debe ser desaprobado y corregido.

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  8. No se puede decir que peca de claridad el obispo Athanasius Schneider, en su libro Credo (Fe y Cultura, 2024):
    "I, 194. ¿La religión natural es suficiente para el hombre?
    No. Puesto que Dios se ha revelado al hombre, todos tienen el deber de buscar esta revelación divina y someterse a ella, es decir, profesar la religión sobrenatural.
    I, 195. ¿Qué es la religión sobrenatural?
    Es el conjunto de aquellas verdades que Dios mismo ha revelado y de los mandatos positivos que Él ha impuesto, por ejemplo: los misterios de la Encarnación y de la Redención, el culto apropiado que Él desea, etc.
    I, 200. ¿Todas las religiones, con sus respectivas formas de culto, son igualmente agradables a Dios?
    No. Solo la religión establecida por Dios y llevada a plenitud en Cristo, con su culto divinamente revelado, es sobrenatural, santa y agradable a Dios. Todas las demás religiones son intrínsecamente falsas y sus formas de culto perniciosas, o al menos inútiles para la vida eterna.
    I, 201. ¿Por qué las religiones no cristianas son intrínsecamente falsas?
    “No puede darse verdadera religión fuera de aquella que se funda en la palabra de Dios, cuya revelación, comenzada desde el principio y continuada en el Antiguo Testamento, fue completada en el Nuevo por el mismo Jesucristo (Pío XI, Mortalium animos, 6 de enero de 1928)”.
    I, 207. ¿La religión islámica adora al único y verdadero Dios?
    No. La religión islámica rechaza la autorrevelación de Dios como Trinidad y niega la divinidad de Jesucristo. La adoración propuesta en esta religión no puede ser verdadera, pues “todo espíritu que no reconoce a Jesús, no es de Dios” (1Jn 4,3). Aun cuando un musulmán individual adorase a Dios como Creador, se trataría de un culto a nivel meramente natural, según la capacidad de conocimiento natural de Dios de la que el hombre es capaz.
    I, 208. Entonces, ¿los musulmanes no “adoran con nosotros a un Dios único y misericordioso”?
    No. Los católicos profesan y adoran conscientemente “un único Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad” (Credo atanásiano, Quicumque Vult), y no simplemente “el único Dios”. Por el contrario, una de las oraciones musulmanas más famosas y frecuentes, el Al-Ikhlas Ayat, rechaza solemnemente esta revelación divina. Conocida como la Declaración de la Unidad de Dios y Al-Tawhid (monoteísmo), esta oración de la Sura 112 es considerada por los musulmanes en todo el mundo como uno de los capítulos más importantes del Corán y tiene un valor equivalente a un tercio del Corán entero: “Él, Dios, es Uno. Dios, el Inconoscible. No engendra ni ha sido engendrado. Nadie es semejante a Él. Él es Uno”.
    I, 209. ¿Es correcto afirmar que los musulmanes profesan la fe de Abraham?
    No. Abraham vio tres y adoró a uno (San Gregorio Magno dice: “Abraham vio el día del Señor cuando recibió en su casa a los tres ángeles de la Santísima Trinidad: tres huéspedes a quienes seguramente se dirigió como a uno, porque aunque las Personas de la Trinidad son tres en número, la naturaleza de la divinidad es una” (Homiliae in Evangelia, homilía 18, n. 3), (cf. Gén 18, 2-3)) y se alegró en la visión del futuro Redentor (cf. Jn 8,56), sin excluir en su fe ni a Cristo ni a la Trinidad. Los musulmanes, por el contrario, excluyen explícitamente la fe en Cristo y en la Santísima Trinidad".

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    1. Estimado Raúl,
      respecto a lo que usted me dice que expresa mons. Shneider, comenzando por el punto I, 200. Comencemos por hacer la observación de que la única religión sobrenatural, es decir fundada por Dios, es la religión cristiana. Todas las demás se sitúan en el plano natural. Entre estas es privilegiada la religión judía, porque profetiza la venida de la religión sobrenatural, que es la cristiana.
      Por cuanto respecta a las religiones no cristianas, ateniéndonos a la enseñanza de la declaración Nostra Aetate, hay que hacer una distinción entre la religión judía y las demás. La religión judía está libre de errores y prepara a la cristiana. Las otras religiones contienen verdades mezcladas con errores. En cuanto contienen verdades, son útiles para alcanzar la salvación, pero necesitan ser completadas. Y esto, repito, va contra lo que acaba de decir el cardenal Sarah en su conferencia en Italia, negando a las demás religiones la virtualidad de que sean caminos que conducen a Dios. No. Si sus fieles están en buena fe, pueden ser caminos que provienen del Verbo de Dios y conducen al Verbo de Dios, NS Jesucristo.
      Aquellos que de buena fe se adhieren a estas religiones, también pueden salvarse. Sin embargo, la tarea del misionero cristiano es llevar a Cristo también a los fieles de estas religiones. La diversidad de estas religiones, como ha dicho el papa Francisco, es una cosa buena y querida por Dios no en cuanto a los contenidos, entre los cuales hay algunos contenidos que son falsos, sino en cuanto a las diferentes modalidades de adorar a Dios relativas a las diversas espiritualidades, a los modos de expresarse, de rezar y el arte sagrado.

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    2. Estimado Raúl,
      respecto a I, 207, la declaración Nostra Aetate enseña que también los musulmanes adoran al único verdadero Dios, sin precisar que, entre los atributos que ellos atribuyen a Dios, algunos son falsos. Estando así las cosas el musulmán que asume los atributos divinos válidos y adora a Dios así concebido, suponiendo que en buena fe no se da cuenta de los errores, recibe ciertamente la gracia y adquiere una fe cristiana implícita capaz de salvarlo.

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    3. Estimado Raúl,
      con respecto al punto I, 208 de Schneider: es cierto que el Corán nos reprende de adorar tres Dioses y por lo tanto nos acusa de ser politeístas, en nombre del monoteísmo. Pero aquí hay un equívoco duro de morir que debe ser disipado. Es necesario hacer entender al musulmán que la distinción en Dios entre Padre e Hijo no tiene nada que ver con una generación de tipo sexual, sino que, como explica san Juan, se trata de un hecho espiritual, que supone una noción de persona como relación subsistente, un concepto que deja intacta la unidad divina.

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    4. Estimado Raúl,
      respecto a I, 209: puedo admitir que en el Corán Abraham no sea presentado de la manera totalmente pura y veraz según aparece en la Biblia, pero esto no quita que, como dice el Concilio, "los musulmanes tratan de someterse a Dios como se ha sometido Abraham, al que la fe islámica se refiere con xomplacencia".
      Está claro que si un musulmán en buena fe no sabe de los errores que el Corán contiene sobre Abraham, viene igualmente al conocimiento de Abraham como Padre de la fe y por lo tanto se encuentra en el camino de la salvación.

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  9. Sigue diciendo el Obispo Schneider:
    "I, 210. ¿Nuestro Señor Jesucristo advierte a aquellos que pretenden adorar al único y misericordioso Dios, o solo al Padre, mientras rechazan adorar a Él, el Hijo de Dios?
    Sí. “Quien cree en el Hijo tiene vida eterna; quien no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él” (Jn 3,36). “Todos deben honrar al Hijo como honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre que Lo ha enviado” (Jn 5,23).
    I, 213. No obstante, ¿las religiones falsas contienen ‘semillas’ o ‘frutos’ del Verbo divino?
    Se pueden discernir elementos de verdad y bondad de Dios en todas las cosas creadas. Tales elementos, si están presentes en religiones falsas, son dones naturales de Dios a la razón humana, que algunos Padres de la Iglesia han llamado “semillas de la Palabra” y que funcionan como preambula fidei (S. Th., I, q. 2, a. 2, rep.1). Sin embargo, esto no da valor a los preceptos de una religión falsa, ni hace sagrados sus ritos y ceremonias. [...]
    I, 214. ¿Entonces Dios no quiere la diversidad de religiones que se observa hoy en el mundo?
    No. Dios no puede ser el autor del error religioso ni de ningún otro mal, porque “Dios es veraz” (Jn 3,33). “Necesariamente Dios, suma verdad, no puede ser en absoluto autor de ningún error” (Papa León XIII, Providentissimus Deus, Parte III, § Escritura e inerrancia). Más bien, la religión falsa surge del engaño del diablo, del pecado y de la ignorancia, males que Dios meramente tolera en nuestro mundo caído.
    I, 216. ¿Cristo es simplemente un ‘camino privilegiado’ hacia Dios, entre muchas otras vías posibles?
    No. Dicha noción es expresión del indiferentismo religioso, la creencia de que todas las religiones son canales de gracia, santidad y salvación, aunque algunas sean más “eficaces” que otras. Esto rechaza la unidad del plan divino, insulta a nuestro Redentor y contradice sus palabras más solemnes: “Nadie viene al Padre sino por mí” (Jn 14,6), “Yo soy el camino” (Jn 14,6), y “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres en el cual esté establecido que seamos salvados” (Hch 4,12)".

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    1. Estimado Raúl,
      respecto al punto I, 210: hay que considerar dos casos diferentes: está el caso del musulmán que en buena fe no sabe que nosotros alcanzamos a Dios por medio de Cristo, y éste aquí se salva; y puede estar el musulmán al cual ha sido enseñado que sin Cristo no llegamos al Padre y, aunque le hemos demostrado esto, él no quiere creer. Está claro entonces que en este segundo caso, él, demostrando una mala voluntad, pone en peligro su alma.

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    2. Estimado Raúl,
      con respecto al punto I, 213: debemos recordar que las verdades presentes en las otras religiones son principios de salvación, no obstante la presencia de errores. Por lo tanto, si los fieles de estas religiones aceptan esas verdades, sin darse cuenta de los errores, ciertamente la gracia les guía a la salvación. Sin embargo, esto no quita al misionero el deber de advertir al musulmán de la presencia de los errores a fin de corregirlos, ya que es evidente que una religión como la cristiana, que contiene la plenitud de la verdad, es siempre preferible a otra religión, que está infectada por algunos errores.

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    3. Estimado Raúl,
      respecto a I, 214: hago la observación de que, hablando de diversidad de religiones, se pueden entender dos cosas: existe una diversidad legítima y existe una falsa diversidad.
      El papa Francisco, cuando alabó la diversidad de las religiones diciendo que son todas vías para llegar a Dios y por lo tanto en este sentido deseadas por Dios, no se refería en absoluto a los contenidos doctrinales de las religiones, sino, como he explicado muchas veces en mi blog, se refería simplemente a modalidades diferentes del todo accidentales respecto a los contenidos doctrinales.
      Dicho esto, es necesario notar que existe también un falso concepto de diversidad de las religiones, que nace del indiferentismo religioso, el cual toma como pretexto la diversidad para legitimar los errores contenidos en las otras religiones. Pero esta tesis, ciertamente herética porque niega el primado del Cristianismo, estuvo completamente fuera de las intenciones con las que el papa Francisco habló de la diversidad de las religiones.
      Para comprender las palabras del papa Francisco es bueno tener presente la premisa, de la que partió. Él justamente condenó la arrogancia de quien pretende imponer a los demás su propia religión, porque de esta manera el interlocutor es humillado.

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    4. Estimado Raúl,
      finalmente, con respecto al punto I, 216: el Concilio enseña que las religiones no cristianas contienen verdades junto con errores, mientras que la plenitud de la verdad se encuentra solamente en la religión cristiana. Por lo tanto, el Concilio establece efectivamente una escala o graduatoria de perfección, donde la máxima se encuentra en el Cristianismo, mientras que también en las otras religiones hay grados inferiores de verdad.
      El hecho de que Cristo sea el único Salvador no quita en absoluto, según el Concilio, que en las otras religiones y en las propias sabidurías naturales de la humanidad haya habido personajes notables, los cuales, aunque en medio de errores, han indicado a la humanidad un camino hacia Dios. Yo pienso por ejemplo en filósofos como Platón y Aristóteles en Grecia o bien los sabios de la antigua sabiduría india.

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  10. Usted ha escrito:
    "Por cuanto respecta al Antiguo Testamento, se habla sí de Dios como padre, del hecho que somos sus hijos y del espíritu de Dios, pero se trata de simples metáforas, que también se encuentran en las otras religiones monoteístas".

    Con respecto a la atribución de la paternidad de Dios en relación con el hombre, concuerdo con usted en que se trata de referencias metafóricas en los textos más antiguos del Antiguo Testamento, como:
    • "Reconoce, pues, en tu corazón, que, así como un hombre corrige a su hijo, así el Señor, tu Dios, te corrige" (Dt 8,5).
    • "Como es tierno un padre con sus hijos, así el Señor es tierno con los que le temen" (Sal 103,13).

    Sin embargo, me parece que, progresivamente, como sucede a menudo en la pedagogía divina de la Sagrada Escritura, a partir de los escritos proféticos, las referencias a la paternidad divina comienzan a ser más directas.
    • En Oseas: "Cuando Israel era niño, lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (Os 11,1ss).
    Pero aún más en Isaías:
    • "No nos trates con dureza, porque tú eres nuestro padre; aunque Abraham no nos conoce e Israel no se acuerda de nosotros, tú, Señor, eres nuestro padre, desde siempre te llamas nuestro redentor" (Is 63,15-16).
    • "Pero tú, Señor, eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el que nos modela, todos somos obra de tus manos" (Is 64,7).

    En estos versículos ya no aparece la comparación metafórica del tipo "como un padre... así..." o "como un hombre corrige a su hijo, así...", sino que el autor (o los autores) del texto se atreven a dirigirse directamente a Dios diciéndole abiertamente: "tú eres nuestro padre".
    ¿No cree, Padre Filemón, que Isaías, quien profetizó la pasión de nuestro Señor crucificado, "contado entre los malhechores" (Is 53,12), podría haber anticipado, aunque sea en forma embrionaria, la revelación que Jesús nos haría sobre Dios Padre?

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    1. Estimado Raúl,
      considero que la Revelación de Dios como Padre, en el sentido de la Persona del Padre, nos es dada solamente por Cristo, quien se presenta como Hijo de Dios Padre, mientras nos revela que nosotros podemos ser sus hijos.
      El Antiguo Testamento revela, sí, a Dios como persona, pero solo en sentido ontológico, no en sentido trinitario. En otras palabras, Dios se manifiesta como sustancia espiritual, dotada de intelecto y voluntad, respecto a la cual nuestras personas son creadas por él a imagen y semejanza.
      Por eso estoy de acuerdo con usted que la imagen veterotestamentaria de la paternidad divina no es solo una metáfora o una comparación, sino que es un verdadero atributo de Dios, siempre sin embargo del Dios Uno, en el sentido de que Dios es providente, justo y misericordioso, pero aún no se ha revelado la personalidad del Padre en el sentido de persona divina, de la que procede el Hijo y el Espíritu Santo.
      En cuanto a Isaías 53, ciertamente hay una profecía de Cristo Redentor, pero el texto isaiano no aclara cuál es la personalidad de este Redentor, porque quien lee se pregunta ¿cómo hace este "hombre de dolores" para ofrecerse en sacrificio por nuestros pecados, para salvarnos a todos? ¿Puede ser solo un hombre?

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